miércoles, septiembre 28, 2005

Fuegos y Silencios


La ficción

Iluminados por el fuego de Tristán Bauer, basada en el libro homónimo de Edgardo Esteban (un ex combatiente) y Gustavo Romero Birri, tiene dos motivos por los cuales aún permanece (y permanecerá) en mi memoria. El primero, porque viene a llenar el lugar prácticamente vacío que hay en el cine nacional sobre la guerra de Malvinas (antes “El visitante” o “Fuckland”). El segundo, porque a pesar de ser una producción casi íntegramente nacional, tiene una elaboración de escenas de guerra donde en ningún momento se pierde la verosimilitud, ni se dejan ver restos de descuido. Incluso, hay animaciones y escenas de batalla, comparables a cualquier superproducción norteamericana (para la realización de estas escenas, según declara Bauer, se estudiaron aproximadamente 100 películas bélicas y se realizó un storyboard de todo el film).
La película, narra los recuerdos de Esteban Leguizamón (Gastón Pauls, tal vez el único que desentona, y se confirma como excelente actor en su rol de oyente) un hombre de cuarenta años que en 1982, cuando tenía solo 18 años fue llevado como soldado conscripto a combatir en las Islas Malvinas. El suicidio de uno de sus ex compañeros, despierta a Esteban los recuerdos de esa guerra, que compartió con otros dos jóvenes conscriptos, Vargas (Pablo Ribba, antes Buena Vida Delivery y un gran actor joven ) y Juan (César Albarracín, otra joven promesa de la actuación y del cine).
Desde la mirada de Esteban, la película pone en evidencia la lenta y gradual inmersión de sus frágiles vidas en el corazón de la muerte misma. A los 20 años de la guerra, Esteban decide volver a las Islas para reencontrarse con su pasado y cerrar sus viejas heridas. Con música de León Greco, entremezclada con imágenes de Malvinas, el final del film alcanza una afectividad intensa.
La película participó del Festival de San Sebastián donde cosechó dos premios, y hay posibilidades de que represente a la Argentina ante los premios Oscar.


La realidad

Cómo empezó la Operación Olvido
Por Clarin, Clarin, 5 de Abril de 2002, Buenos Aires, Argentina

Apenas terminada la guerra, el llamado "proceso de desmalvinización" empezó en las propias dependencias militares. A los soldados se les ordenó no hablar de Malvinas ni con sus familias.
Son formularios simples. Tienen el aspecto pre computación de los documentos de la época. Uno está encabezado con la leyenda: "Ficha personal capturado y devuelto por el ENO" (por "enemigo") y fue llenada por todos y cada uno de los combatientes de Ejército que pisó Malvinas y regresó con vida.
Esa fuerza, que aportó 10.397 hombres, abrió inmediatamente después de terminado el conflicto unos "Centros de Recuperación del Personal de la Fuerza" (CRPF) que funcionaron en Campo de Mayo, y en las escuelas General Lemos y Sargento Cabral, entro otros sitios. La ficha de entrada a esos CRPF intentaba averiguar (además del nombre, grado y especialidad de quien llenaba el formulario) cuándo y dónde habían sido capturado, qué armamento le habían sido secuestrado, dónde había estado detenido, si estaba herido al ser capturado y cuál era su salud.
Pero junto con ese formulario, de acuerdo con la documentación a la que tuvo acceso este Equipo de Investigación, los excombatientes de Malvinas recibían dos cartillas con instrucciones: una mientras durara su internación en el CRPF. La otra para cuando se reincorporara a la vida civil (en el caso de los soldados) o para cuando saliera del Centro. Ambas son un mandato de silencio que, en algunos casos, perdura luego de dos décadas.
Las instrucciones estaban catalogadas como "Cartilla de contrainteligencia durante la permanencia en el CRPF" o "fuera del CRPF". En la primera se ordenaba:
No efectúe ningún tipo de comentario a persona alguna sobre: apoyo logístico o sus deficiencias; actuación de combate de propia tropa; (...) tipo de material empleado (...)
No deberá comunicarse desde el Centro con persona alguna, sin tener una autorización expresa para hacerlo.
No deberá informar sobre personalidades que visitan el Centro y en qué oportunidades lo hacen, sean militares o civiles. (...)
Siempre que le pregunten por su estado, responda que se encuentra bien, que su moral es alta. No despierte preocupación en los demás. (...)
Recuerde que: en una situación límite como es un enfrentamiento bélico suceden muchas acciones y se muestran actitudes personales muy cambiantes. No haga comentarios que dañen el prestigio de su Unidad (...)
Muchos oficiales, en especial los más jóvenes, vieron en estas instrucciones un reflejo del trato recibido a su regreso al continente: "Por la puerta de atrás, a escondidas" han repetido veteranos.de guerra de pensamiento tan diferente como el ex jefe del Ejército, teniente general Martín Balza, el ex coronel Mohamed Seineldín y el también ex coronel Aldo Rico.
La segunda cartilla es aún más dura y habla más claro sobre la intención de las autoridades militares de entonces de olvidar la guerra, sus consecuencias y a quienes habían participado en ella. Para quienes egresaban del Centro de Recupeación del Personal de la Fuerza, las instrucciones empezaban con una advertencia:
"El enemigo desde cualquier lugar está reuniendo información, no sea Ud. quien se la suministre."
Luego ordenaba:
" No deberá efectuar ningún tipo de comentario a persona alguna sobre su actuación en el Teatro de Operaciones.
No deberá participar en encuestas, ni acceder a requerimientos periodísticos sin expresa autorización del Comando de quien dependa(...)
Tratará, con respecto a los familiares, de crear conciencia para que no permitan un exceso de visitas a su domicilio, como así también comentarios sobre su persona, aduciendo que necesita descansar y recuperarse.
En todo momento, debe tener en cuenta que su familia está pendiente de Ud. y que los más directos sufrirán al lado suyo, si sus comentarios o experiencias personales son cruentos (...)"
La cartilla aconsejaba a quienes venían casi desvastados por los combates:
"No se aísle ni desmaye, piense que ahora más que nunca es un soldado donde descansa la seguridad de la Nación.".
Según confiaron veteranos y médicos psiquiatras, algunos ex soldados que pasaron por alto las órdenes verbales de guardar silencio, fueron internados en el Hospital Psiquiátrico de Campo de Mayo. Y que esa irregularidad se prolongó hasta ya entrado el gobierno democrático, en 1984.

Nota extraída de www.malvinasonline.com.ar , completísima página.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el blog Pablito, contribuyo a pedido tuyo así te ponés contento.

Espero la review de Tiempo de Valientes tan pronto como la veas.

Saludos
El Tibu De La Gente

Anónimo dijo...

Contrariamente a lo que dice la reseña, la verosimilitud está perdida antes de cualquier imagen de guerra. Cuando entre tantos negros y tiros aparece un chico lindo, bilingüe y sensible, todo vacila. A menos que estemos predispuestos a ver una nueva versión hollywoodense de guerra; con buenos, malos y un héroe incorruptible.
PD: no leí la reseña, sólo llegué a la parte que dice "verosimilitud"

 

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