jueves, junio 23, 2011

Enciclopedia B-S

FAMILIA S. Leon S fue maestro y director de una escuela en Galati, ciudad moldava a orillas del Danubio, donde enseñó francés, inglés y alemán. Casado con Mina P, era un hombre severísimo, de pocas pulgas, huraño y tanto que jamás abandonó Galati para visitar a su hijo Josef en Bucarest. Se cuenta que, en una ocasión, Josef fue a visitarlo con su propio hijo mayor de nueve años, Aurelio, para que Leon conociese a uno de sus nietos. Aurelio habrá hecho alguna travesura, más bien insignificante si se piensa cuál era el contexto y se tiene en cuenta la amabilidad del carácter del niño. Lo cierto es que el viejo irascible lo llevó de las orejas a un sótano donde lo dejó tres largas horas, hasta que los gritos de Aurelio convencieron a Josef que tenía que exigir perentoriamente a su padre la liberación del muchacho. Bernardo y Raúl no vieron nunca al abuelo Leon ni a su esposa, fallecidos ambos antes de 1914. No obstante, Raúl supo desde pequeño que sus ojos azules y el color dorado de su pelo los había heredado de aquella abuela desconocida de Galati. En cuanto a Josef, quinto hijo de Leon de entre ocho hermanos, contador de profesión, heredó en buena parte la severidad del padre, su pericia y sus saberes lingüísticos. Los cuatro hermanos mayores habían huido de la casa para no tener que soportar más a Leon. Josef sintió un día que también le había llegado el turno de escaparse, armó una valija y se dirigió al puerto de Galati, muy resuelto a abordar como marinero un vapor a punto de partir hacia Constanza. En la pasarela de la nave había, sin embargo, un moloso que miró al muchacho con cara de pocos amigos. Josef se asustó y regresó a su casa. Al cabo de un tiempo, optó por ahorrar, comprarse un boleto de tren, partir a Bucarest. Fue administrador de seguros y, en 1916, administrador de una refinería muy importante en Ploiesti. Raúl recordaba sus castigos y una que otra de sus manifestaciones de cariño. Dice Raúl en un manuscrito sobre su padre: «No sé si, en toda su vida, me besó tres o cuatro veces. Solía, en cambio, pasar su mano tibia sobre mi cabeza o darme una palmada y atraerme como para abrazarme. Eran momentos que yo no quería que terminasen nunca, en los que deseaba tener el tiempo en mis manos para que se convirtiese en una eternidad».
No sé por qué (tal vez porque el proyecto apuesta a literaturizar la historiografía; tal vez porque el personaje que tomó como punto de partida fue un luchador de catch, el segundo Hombre Montaña; tal vez porque resuenan las Pathosformel warburguianas), pero me da la sensación de que Enciclopedia B-S (Periférica, 2011) de José Emilio Burucúa se las trae. Acá, una entrevista sobre la obra.
Por lo demás, el martes 28 de junio a las 19 hs. José Burucúa presenta Enciclopedia B-S. Un experimento de historiografía satírica junto a Guillermo Jaim Etcheverry en Eterna Cadencia.

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