miércoles, febrero 26, 2014

las huellas de la imaginación


En esta cuarta entrega sobre editoriales independientes, toma la voz Fiordo editorial (web, blog, facebook, twitter). Se trata de un proyecto editorial con un catálogo heterogéneo, tapas con hermoso diseño y una política de recuperación y traducción para seguir de cerca. Van entonces preguntas y respuestas a Fiordo editorial. 


GC: ¿Por qué eligieron el nombre “Fiordo” para el proyecto editorial?
F:
Buscábamos una palabra que fuera sonora y que, al mismo tiempo, representara nuestro proyecto. Pensando en términos geográficos nos enteramos de que un fiordo es una entrada de mar en el continente, una huella profunda que queda cuando se retira un glaciar. La idea de algo que deja una huella nos pareció inspiradora. Por otro lado, en sentido estricto, fiordos en Argentina no hay; es un término que trae a la mente lugares lejanos, de la imaginación. Esa resonancia también nos pareció representativa. Y por último, la palabra nos gusta materialmente: nos gusta que la f y la i se liguen en la tipografía; nos gusta su sonoridad.

GC: En los autores y libros de la editorial se nota una búsqueda de nombres nuevos pero también de nombres rescatados, ¿con qué criterios eligen esas obras, cómo han dado con ellas?
F:
Después de haber publicado algunos títulos, entendimos que el catálogo de una editorial no es nunca solo el resultado de un programa. Es el programa en su encuentro con el mundo real, las posibilidades y los límites. Cuando empezamos este proyecto, nuestra idea era poner en circulación textos que no se veían, no solo aquellos que conocíamos y ya no estaban en circulación sino también los que fuéramos encontrando y nos pareciera que merecían ser leídos por otros. Eso aplica a nombres nuevos y a autores ya publicados; a jóvenes y a viejos; en español y en otras lenguas. Compartir lecturas que nos movilizan es lo que está en el principio de nuestro proyecto. Luego está el mundo real: no se puede publicar todo lo que uno quisiera dar a leer a otros; sería ingenuo pensar un proyecto editorial de esa manera. No solo hay que encontrar un equilibrio entre ese deseo y los límites que impone el universo de los derechos de autor, las agencias que administran esos derechos, lo que están haciendo otras editoriales, acá o afuera, etc., sino también pensar en títulos que puedan encontrar una comunidad de lectores y despertar un interés razonable para que la publicación tenga algún sentido. Y eso depende hasta cierto punto de los textos que ya están circulando; en qué medida un texto nuevo puede dialogar con ellos, provocarlos, correr sus límites, etc. Todo eso entra en juego a la hora de elegir títulos. Con respecto a la búsqueda, la hacemos a conciencia, leyendo todo tipo de cosas, noticias, reseñas, crítica, textos que citan otros autores. Con internet como un gran aliado. También nos han hecho propuestas, que evaluamos con diferentes resultados.


GC: En la presentación de la página web, plantean que como editorial quieren proponer "itinerarios de lectura novedosos". Respecto a lo publicado hasta el momento, ¿qué itinerarios se podrían establecer entre los libros del catálogo?
F:
Uno de los itinerarios en que nos embarcamos es el de las escrituras en lenguas extranjeras. No significa que los textos tengan necesariamente relación entre sí (aunque algunos sí la tienen) sino que estamos en un viaje de exploración de narrativas en otros idiomas que apunta a enriquecer el catálogo con un conjunto de buenas traducciones tanto del inglés (que es la lengua que más hemos traducido hasta ahora) como de lenguas menos representadas en general en español. Este esfuerzo se va a notar más este año con traducciones del italiano, el finlandés y el checo, que se suman a la que hicimos del neerlandés el año pasado, además de las de obras en inglés. Obviamente no somos los únicos que hacen traducciones, pero como propuesta orgánica sí nos parece propia. Y la idea de no encerrar esas traducciones en colecciones especiales, sino que sucedan o precedan la publicación de textos en español, también nos parece una propuesta en sí misma.
Luego hay itinerarios difíciles de explicar, que tienen que ver con nuestros gustos un poco erráticos y las lecturas que hacemos, que aun sin proponérnoslo siempre resultan bastante laterales. Leemos mucho, por trabajo y porque nos gusta, y entre nosotros leemos cosas diferentes, no siempre estamos de acuerdo. Hay textos que nos gustan a los dos y que sabemos intuitivamente que encajan en el catálogo, y otros que no. No sabríamos explicar con palabras precisas por qué, es algo que depende de la interacción de varias cosas al mismo tiempo: lo que para nosotros es calidad de la escritura, profundidad en las ideas, proyección del imaginario, capacidad de convocar nuestra sensibilidad y la de otros. Pero esto no explica la especificidad del catálogo en sí, aunque de todos modos, a quien lo haya leído entero, no pueden dejar de resonarle algunos ecos entre los textos, quizás cierta misantropía o tristeza; una crítica a los mecanismos sociales que nos oprimen; la certeza de que la escritura y la lectura son formas de liberación. Claro que estas no son ideas novedosas; lo novedoso es el vínculo que se establece entre los distintos textos que elegimos, que vienen de lenguas y geografías distintas, y que articulan cada uno a su manera estas preocupaciones tan viejas como el tiempo.


GC: ¿Qué importancia le dan al diseño de los libros? ¿Buscan un concepto para las tapas?
F:
El diseño de los libros tiene para nosotros tanta importancia como los textos. Nos gusta el objeto libro, las bibliotecas, el papel, el olor a tinta, y que los textos se lean cómodamente, que la tipografía no moleste, pero sea bella, que el papel no canse, que el formato sea adecuado. Cuando pensamos la maqueta tratamos de que las proporciones entre los elementos de la página fueran justas, y luego en el proceso de impresión, que es incontrolable, hicimos lo posible para que el resultado fuera satisfactorio. Aunque los diseñadores digan otra cosa, no hay recetas, hay que probar mucho y no siempre sale bien, pero sin duda para nosotros el diseño es importante, porque pensamos que la lectura no es simplemente un encuentro con un texto sino un encuentro mediado por una materialidad que puede potenciar la lectura u obstaculizarla.
Con respecto a las tapas, no tenemos un concepto general más allá de la decisión de no trabajar con fotografía o imágenes de catálogo, por lo menos hasta ahora. Quien se encarga de las tapas, Pablo Font, trabaja a partir de materiales que le damos sobre el libro, el propio texto o algo elaborado por nosotros. Tratamos de no influenciar su trabajo más allá de esto, y sobre las opciones que nos muestra, elegimos la que más nos parece que se adecúa al espíritu del texto, lo que es difícil porque es raro que alguna no lo haga. Evaluamos también el impacto que tienen las distintas opciones, si se acercan a algún otro diseño en circulación, cómo funcionan, y sobre eso se refina la opción que sale elegida. En principio, siempre tratamos de que el libro comunique algo desde la tapa, no que sea puro diseño vacío.

GC: ¿Qué libros piensan publicar en 2014?
F: Acabamos de entrar en imprenta con el primer título del año, la traducción del Diario nocturno de Ennio Flaiano, guionista de Fellini entre otros cineastas. Es un conjunto de cuadernos de apuntes y anécdotas sobre la Italia de posguerra, muy lúcido, triste y divertido al mismo tiempo, que publicamos con un prólogo de Eduardo Berti. Luego estamos preparando la traducción de la primera novela de Riikka Pelo, una autora finlandesa que acaba de ganar el premio Finlandia por su segundo libro. Tercero viene un volumen de reseñas y crítica literaria de Martín Schifino, el traductor de algunos de nuestros libros. Son textos que revisan clásicos, autores nuevos de la literatura argentina y fenómenos paraliterarios, muy bien escritos, llenos de buenas hipótesis. Y para fin de año tenemos las traducciones de dos novelas más, la primera es de uno de los autores checos más importantes de la mitad del siglo XX, Egon Hostovsky, que nunca se tradujo al español, y que era admirado por Graham Greene; y la otra es la primera novela de nuestro querido Anthony Powell, un autor inglés que escribió una de las sagas más ingeniosas e inteligentes sobre la vida inglesa de la primera mitad del siglo XX que hayamos leído, y que es uno de nuestros autores favoritos.

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