sábado, febrero 15, 2014

Un sueño de Masotta

Antes de leer mi homenaje a Freud, quisiera referirme a un incidente de mi propio psicoanálisis. En un sueño que tuve pocos días atrás aparecía la espalda tersa y bronceada de una mujer en la playa, arena ardiente donde se deslizaba mi deseo. Las asociaciones me condujeron a la última vez que estuve con mi amigo Lito, en 1964, en una pileta de natación cercada de alambres, junto a una de nuestras sucias playas del Río de la Plata. Mi amigo, sociólogo argentino, se halla encerrado hoy en una soleada cancha de fútbol en Santiago de Chile.
Epígrafe de la conferencia "Sigmund Freud y la fundación del psicoanálisis" (1973) de Oscar Masotta (en Ensayos lacanianos, Buenos Aires, Aguilar, 2008, p. 165).
Ese epígrafe de Masotta en su conferencia sobre la teoría freudiana da cuenta de los secretos vínculos entre el sueño y la historia. Se trata de un fragmento poético (está la imagen onírica de la playa, está la posterior estampa costumbrista) pero también de denuncia (está la última afirmación sobre el encierro de su amigo y la denuncia de esa situación) que funciona como umbral para adentrarse en los vericuetos de la teoría psicoanalítica y su abstracción. Masotta construye un puente analítico-discursivo entre la historia y el psicoanálisis en este epígrafe. Arma la serie, busca las asociaciones, para ir del sueño hacia lo real.
Sin embargo, la referencia al golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende se extiende a lo largo de los primeros párrafos de la conferencia. Masotta propone un entrecruzamiento entre sus preocupaciones disciplinares y el contexto socio-histórico. Me interesa esa capacidad del autor de Sexo y traición en Roberto Arlt de teorizar, con clara conciencia del marco socio-histórico en el que emprende su discurso. Esa necesidad de un discurso con fisuras, como adelanta por la negativa en las primeras líneas, para hablar de Freud en medio de una "convergencia de azares" que parece medirse en términos "de tiempo y de sangre". Van entonces los primeros párrafos:
La peculiaridad de esta coyuntura histórica dentro de la cual se nos ha encargado celebrar la sin duda extraordinaria figura de Sigmund Freud, dificulta la continuidad de un discurso que hubiéramos deseado sin fisuras. No podríamos ser nosotros, sin embargo, quienes reivindicaríamos lo negro del texto contra las cadenas quebradas. Contra una moral de lo mismo, siempre presta a reaparecer, no hay que cejar en responder que una silla no es una silla así como lo negro del texto no es lo negro del texto. 
Pero la historia es algo más que el relato del pasado y lo negro de nuestro texto se tiñe con la sangre de un presidente muerto. Se lo ve: hay aquí una convergencia de azares cuya necesidad pareciera medirse en términos de tiempo y de sangre. Pero esta aparente paradoja que surge de una errada confrontación de ambos no está hecha —debiéramos tranquilizar nuestros espíritus excitados— para desorientar a quienes marchamos hacia la práctica y la teoría del psicoanálisis, puesto que hemos probado que de ella venimos. ¿La bolsa o la vida? No es difícil darse cuenta, en efecto, que si uno elige según su bolsillo, se quedará —de acuerdo con una sorprendente lógica que no es sino la del inconsciente— sin la bolsa y sin la vida. Por otra
parte, y que yo sepa, Freud jamás tomó partido por ese lado de regulador homeostático de lo que llamó principio del placer. Tampoco debiéramos hacerlo nosotros, puesto que si se elige la vida, el termómetro cae a cero.
Tal coyuntura es un nido de víboras. [...]
La conferencia completa se puede leer acá.

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