miércoles, abril 30, 2014

El arte arde en los bordes


En pleno año del Centenario, el etnógrafo Robert Lehman-Nitsche también escribió mirando al futuro. Recopiló unas Adivinanzas del Plata, dedicadas a los argentinos del año 2010, cuando los medios de comunicación de masas, según su previsión, ya habrían completado la tarea anestésica del olvido. Las más escatológicas y pornográficas sólo serían editadas en Leipzig, en 1923, bajo el seudónimo de Víctor Borde. Dreier nos ofrece pruebas de conocerlas. En esos Textos eróticos del Río de la Plata, Lehman-Nitsche lee, por ejemplo, un graffiti en un baño público de la Capital, S.P.Q.R., que no se decodifica, por el derecho, como las iniciales del Senado romano sino, por lo contrario, como una payada o provocación prostibularia: “Señoras putas, queremos rábanos”. Y en retrolectura R.P.Q.S., “rábanos queremos, putas seremos”. Se trata de un procedimiento de maledicencia que poco después sería activado por Duchamp para designar su ready-made emblemático, L.H.O.O.Q. A través de esa sigla, que al ser rápidamente leída en francés suena como “ella tiene fuego en el culo”. Duchamp nos dice que el arte arde en los bordes. Ésa es, en suma, la lección que Rrose Sélavy (el seudónimo travestido de Duchamp) supo extraer de los baños públicos, a través de la mediación de Víctor Borde, alias Lehman-Nitsche. Más tarde, ya en Nueva York, en 1925, ha de fotografiar y rescatar un graffiti del baño de la Lincoln Arcade en el que se lee Nous nous cajolions, i.e., “nosotros nos estimulamos” pero también, “nosotros, en la jaula de los leones”.
Antelo, Raúl (2006): Maria con Marcel. Duchamp en los trópicos, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 79-80.

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