viernes, septiembre 12, 2014

De un lector anónimo a Oliverio Girondo (1925)

Buenos Aires, diciembre 2 de 1925

Señor
Oliverio Girondio
Victorio 3441-Dto. 10
Presente.

(Paria de las Letras; Apóstol de la Literatura contemporánea, luz y faro de las generaciones venideras, parrillada de mil poemas que germinaron en tu mente, yo, profano que vive del perfume que emanan tus poemas te hablo a tí, elevándome en alas de una gracia que ignoro si me será permitida).
Y al grano...
Yo, modesto profano, obligado a viajar diariamente en lo que alguien llamara tranvía, otros bondi, y tranwais los menos, vi como por encanto en mis manos, un pequeño volumen de los veinte poemas para leer en el tranvía, edición tranviaria, que firmas tú, Oliverio... ávido recorrí los veinte poemas, ni uno más ni uno menos, y... ha... Oliverio... Oliverio...
Cuánto agradecería yo a Oliverio, me indicara cuales son ésas niñas tan suaves de Flores, que cuando uno las mira apretan las piernas de miedo a que les caiga el sexso en la vereda; la verdad que todas las mujercitas de flores y de otras partes, a quienes yo quise muy inocentemente acariciar el sexso, no solo me dieron mucho que hacer, sino que en algunas de ellas fracasé vergonsozamente en mi intento; y la ignorancia, de haber sabido yo que podía caérseles, me hubiera empeñado más en la lucha para traerme el sexso a mi casa,... imagínese señor Girondio, Santo Oliverio, las diabluras que no hubiera hecho yo con el sexso de una bella niña de flores en el bolsillo; pero ahora viene a mi memoria, que cierta vez, caminando por una calle de Flores, vi junto al cordón de la vereda, una cosa sanguinolenta, de forma sugestiva, a la que no di mayor importancia; ahora se me ocurre era un sexso caído a quizá que santa niña de Flores; también recuerdo una máma muy severa, que cuando quería castigar a sus niñas, les cerraba el sexso en la caja de hierro del papá.
El sólo hecho de pensar la desesperación de una niña de flores que haya perdido el sexso, me estremece, y cosa rara, jamás leí en los avisos de los grandes diarios, en la Sección Extravíos y Hallazgos, la noticia de la perdida, de un sexso... serán quizás por preceptos de moral... y a propósito, no sabe el grande y bueno de Oliverio Girondio, si en el Banco Municipal aceptan sexsos femeninos en empeño...? ...me gustaría tanto saberlo, y no por nada he solo por curiosidad.
Me imagino a Juana de Arco, en bello gesto, arrojando el sexso a un perro hambriento, poco antes de entrar a la hoguera en que había de morir...
Bello gesto digno del mármol de un Irurtiamo del pincel de un Murillo, verdad Oliverio. Y al seguir leyendo otro de los veinte poemitas se me ocurrió que yo también tuve una reflexión callejera en cierta ocasión, y que como a tí, noble Oliverio, el tranvía pisó mi sombra; pero, aquí surge la duda: tuviste tu Girondito, la precausión de sacar la cartera del bolsillo, como tuve yo; pero, perdón, que digo; se me había olvidado que tu, Oliverio, en ese tiempo no escribia poemitas, y seguramente, no tendrías cartera, y al igual del hombre feliz de la fábula, serías igual dichoso.
Y... sigo leyendo, y por consiguiente, espiritu curioso, aunque sin la sagacidad del gran Girondito, vuelve a surgir la duda: y me pregunto: no se te ha ocurrido otra, al observar un lecho erótico, hecho para el amor, que ponerte un “egrette” en el trasero...? -Una vez que me acosté en un lecho estilo otomano, con una suave mujer, en quien no supuse se desmontaría el sexso, con esas visagras que sólo a tí te son dado ver, al verle el magnifico trasero, se me ocurrio meterle otra cosa y no un “egrette”, y no por que me faltara “egrette”, pues cerca había un plumero; y la convengamos amigo Oliverio que el resultado es más satisfactorio, al o menos así lo expresó ella, y así lo experimenté yo. -La gracia sería que tú, noble Oliverio, alguna vez, a falta de “egrette”, colocaras la lengua.
Siempre le oí decir a papá, que no le gustaban las casas con balcones, y ahora me explico el por que; seguramente para mis hermanitas no cuelguen los cenos en él; y tú Oliverio, a ti que te es dado verlo todo, jamás viste un jovensuelo chupar como un ternero mamón, el ceno colgado desde un balcón, que tiernamente le ofrecía alguna preciosa niña.
Tus poemas Oliverio, están llamados a revolver al mundo.
También, nada va a suceder ahora cuando los novios se peleen; pues un golpe de furca, y a hurtarle el sexso, la verdad que se implantara un mercado de ellos, donde las acciones bajarán y subirán a diario, según la abundancia o escasez.
Bueno Girondito, ahi va de mi flor un gajo; este poemita te lo dedico a tí, y espero que en tu prosimo librito, me dediques algo; total, por tus poemas se puede pagar un centavo cada; y va...

I
Érase un poeta de nombre Oliverio; usa calzoncillo largo; Se la rebuscaba con sus poemitas; un desengaño amoroso lo tomó grave para con las mujeres; su sátira tenía del poeta y del león; Cuasi ignorado vivia, hasta que un día surgió.

II
Oliverio, que rebuscas la paniota, y quieres el pucherete,
No olvides que en este mundo, cada par de pelotas tiene
su augero de ojete.

III
El trabajo dignifica, y los poemas engrupen, chupame la camiseta, ya que escribis como un mulo, ponete un egrete en el culo, y chupale la cajeta a la mula;

IIII
Vivillo del saranpión, a quien querés engrupir, acordate del lechón, que morfa para engordar y en la fiesta va a morir.

V
Tus poemas no seducen, y tu pinta no caga a nadie,
dedicate a asaltante, metete de vijilante o............
agregale la consonante.

Ya que me jodiste en veinte guita, gasto otros cinco en estampilla, y te hago sentir el pijaso de mi admiración con un “egrete” en tu ojete.

Un Porongo, vulgo príapo

[La esquina superior izquierda de ambas páginas originales han sido deliberadamente rasgadas, de manera que ignoramos la identificación del timbre. Archivo Washington Pereyra. Hemos mantenido la ortografía original de la carta.]

Fuente: Schwartz, Jorge (comp.) (2007): Oliverio. Nuevo homenaje a Girondo, Rosario, Beatriz Viterbo, pp. 393-396.

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