miércoles, mayo 06, 2009

El Obispo ha desaparecido (algunas razones para leer a Néstor Sánchez)

Me voy a poner imperativo: hay que leer la obra de Néstor Sánchez. ¿Por qué? Bueno, porque es una de las propuestas estético-literarias más jugadas a nivel formal en la literatura argentina; porque solicita del lector una postura activa y creativa; por su experimentación con la sintaxis (distinta a la de Saer; igual de valiosa) y su capacidad de producir extrañamiento jugando con la semántica y el sonido de las palabras (pongo por caso: "siempre al recumplirse la irrupción los mismos resabios de iniquidad en la injusticia de la congoja"); por su posición atípica en el sistema literario argentino (a pesar de que Viñas lo ubicaba, en los 60, por su novela Nosotros dos, cerca de Cortázar); porque si bien sus tramas podrían decirse realistas, su forma de llevarlas a cabo, su forma de escribirlas es de una renovación vanguardista pasmosa; porque, tal como lo señalaba el maestro Nicolás Rosa en "El relato de la droga: sobre la obra de Néstor Sánchez", en la obra de este escritor que hay que leer, que hay que rescatar del olvido, prevalece el discurso (por sobre la historia) y el juego con los posibles narrativos y con la combinatoria de las palabras que recrea un "modo potencial de relato", se mueve de "lo real narrativo" a "lo imaginario narrativo"; en fin, hay buenas razones para leerlo.
Sé que lo antes expuesto, si quien lo lee nunca se aproximó a los libros de Sánchez, puede resultar palabras vacías; vayan, entonces, como ejemplo los siguientes fragmentos:

"Primer ángel celeste con una esquina de bifurcaciones inconfesadas, con un montón de tabaco, pantalón largo, el accionar receloso de la advertencia: veloz, envidiable, acanallado, en otra trama, impaciente mordaz. Partió en un reguero de menosprecio, asimilándose por si acaso a un mandato." ("Informe para Emilia Ordaz" en La condición efímera (1988)).

"Un poco porque empezaría a quemar el asfalto bajo los pies, porque sería la única variante en la que yo podía colaborar a lo lejos y un mediodía del verano del cincuenta y tres en que volvió a silbar desde la verja traía el proyecto descuidos en el balneario "Las Barrancas", algo sin ninguna categoría que según sus propias palabras lo tranformó al minuto en un perro de costa: dos paletas y una pelota que no picara mucho, el que está en el otro extremo es el Obispo tostado por el sol, cada tanto pierde la pelota y va a buscarla y mientras vuelve al paso reubica la playa, hace indicaciones de trasladar el partido algunos metros a la derecha, goza además el Obispo bajo el sol, ríe en el otro extremo, le pone la cara levantada, se reparte el sudor por el cuerpo." (Siberia blues (1967)) .

"Si ella con el pelo sobre la cara cuando arrojó el vestido por el aire a verano en la pieza de hoy no hubiera entendido hasta el agotamiento que pensás todavía pensamientos tipo el retrasado el triste con la guitarra enfundada." (Siberia Blues).

"Y en alguna medida capaz de volvérsenos irreprochable, querido viejo, vienen a traerlo un poco por telones de fondo, por frases interrumpidas para siempre, las mortificaciones de su Rilke empeñado en alcanzar alguna vez los beneficios de la soledad perfecta o perfeccionable: cierto instante o mejor sospecha de instante con prolongaciones mudas y sucesivas en que podría (entonces les sería dado) recogerse de toda credulidad en la vida minúscula -o acaso dijeron de común acuerdo ilusioria." ("Adagio para viola d'amore" en La condición efímera).

Hace unos años Paradiso ediciones viene reeditando la obra de Néstor Sánchez. Ya editaron en los años anteriores Siberia blues (1967) y Cómico de la lengua (1973) y el mes pasado, La condición efímera (1988). Este último libro es una colección de cuentos con verdaderas joyas como "Diario de Manhattan" (acá, pueden leer un fragmento), "Informe para Emilia Ordaz", "La consigna" y demás.
Léanlo, no los va a defraudar.

PD.: Recomiendo, también, el dossier sobre el autor de Siberia blues que salió en la revista Las ranas, nº3 (noviembre de 2006) en el que se recogen artículos sobre su obra pero también un artículo fantástico escrito por Sánchez ("El lenguaje jazzistico"), algunas cartas, algunos fragmentos biográficos, una cronología muy prolija y exhaustiva y una suerte de manifiesto, "Grupo de los diez", que empieza así: "Generar un movimiento para la DESPUTANIZACION DE LA PALABRA.". Imperdible.

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