sábado, noviembre 28, 2020

Archivos digitales. Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira)

Hace meses arranqué esta sección sobre archivos digitales con Mágicas ruinas, crónicas del pasado. Mi intención es interrogar a algunos proyectos de archivo y digitalización argentinos que se están llevando adelante

En esta oportunidad, elegí al Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira), un "gran kiosco de revistas argentinas del siglo XX", como bien lo define su directora Sylvia Saítta en las preguntas que siguen. En algún momento, le dediqué una líneas al proyecto que ya tiene algunos años en funcionamiento sostenido. Si no conocen el sitio, tómense tiempo para recorrerlo. Es una propuesta organizada, reflexiva, variada y con digitalizaciones de calidad (ojalá algún día le puedan sumar el OCR a las publicaciones).

 
 
En las preguntas que intercambiamos con Sylvia Saítta conversamos sobre cómo surgió el proyecto y de qué modo lo llevan adelante. Espero que resulte de interés. Seguiré relevando proyectos digitales que, hoy por hoy, toman la posta en la digitalización de materiales y que crean como eslabones de una cadena un mapa-repositorio de la cultura argentina del pasado.


Archivos digitales. Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira)

Golosina Caníbal: ¿Cómo y para qué nace Ahira?

Sylvia Saítta: Ahira nace como parte y resultado de varios proyectos de investigación integrados por docentes de la UBA que, desde hace muchos años, venimos trabajando en temas vinculados a la historia de la prensa, de la revistas literarias argentinas y de los medios masivos de comunicación. Está integrado por Martín Greco, Martín Servelli, Claudia Román, Ana Lía Rey, Soledad Quereilhac, Diego Cousido, Manuela Barral y Guillermo Korn. Todos nosotros decidimos, hace algunos años, poner en una página lo que ya teníamos en nuestras computadoras, es decir, las revistas que habíamos ido digitalizando o consiguiendo en nuestros propios trabajos. La intención, entonces, fue poner eso al servicio de este archivo que nació como una propuesta pequeña destinada a la academia. Como su impacto fue creciendo, decidimos replantearnos los objetivos, ampliar el mapa de publicaciones a incorporar e hicimos un cambio de plataforma que nos permite tener más de 150 colecciones completas de revistas argentinas, tanto literarias y culturales como sobre diversos temas e intereses. La idea es cubrir la historia de las revistas argentinas en el siglo XX. 

Para eso, nos planteamos dos primeros objetivos: por un lado, cubrir diferentes áreas y armar líneas que permitan atravesar zonas o décadas del siglo XX. Entonces, en Ahira, se pueden ver colecciones de diferentes revistas sobre literatura, cultura, cine, teatro, historietas, ciencia ficción, interés general. El segundo objetivo fue incorporar revistas publicadas más allá de la ciudad de Buenos Aires, en diferentes ciudades del país

En este mapa que se va armando en Ahira conviven distintos tipos de revistas. Hay grandes revistas, los clásicos de la cultura argentina, que van desde el periódico Martín Fierro en los años 20, la revista más importante de la vanguardia literaria en la Argentina, pasando por las revistas de Abelardo Castillo en los 60, la revista Punto de Vista, Satiricón o las grandes revistas que rearmaron el mapa después de la dictadura entre los 80 y los 90: Diario de Poesía, Con V de Vian, El Amante, Babel. Otras revistas menos conocidas pero que permiten rearmar mejor el mapa de publicaciones como Capítulo. La Historia de la Literatura Argentina, del CEAL o la revista La Literatura Argentina, una publicación bibliográfica que registraba la salida de todos los libros que se publicaban en los años 30. Finalmente, revistas que responden a intereses más específicos: sobre música, sobre deportes, que salieron en el conurbano bonaerense, o que circularon en el ámbito académico.


 

GC: ¿Qué criterios utilizan para seleccionar el material a digitalizar? ¿Cómo organizan el proceso de digitalización y con qué herramientas (materiales y digitales) trabajan?

SS: Los criterios que usamos para seleccionar el material son bastante amplios y dependen del acceso que tengamos a las colecciones completas de las revistas. Tenemos el permiso de la Facultad de Filosofía y Letras para acceder a la hemeroteca central. Muchas veces los mismos directores de revistas nos ofrecen las colecciones completas para que las podamos digitalizar y subir a la página. Otras revistas provienen de nuestras propias colecciones porque muchos y muchas integrantes de Ahira somos coleccionistas de las revistas del siglo XX. 

También lo que está sucediendo en estos largos meses de encierro es que nos escriben lectores y lectoras ofreciéndonos las revistas que tienen en sus casas para que las podamos digitalizar. En ese sentido, a veces cuando esas colecciones no están completas también compramos los ejemplares que nos faltan o hablamos con coleccionistas que nos prestan. En más de un caso, son investigadores de universidades nacionales quienes ponen a disposición las publicaciones que fueron adquiriendo para que podamos digitalizarlas. 

Las herramientas con las cuales trabajamos son varias porque se trata de un trabajo casi artesanal. Escaneamos con los scanners que pudimos ir adquiriendo a través de los subsidios que nos dio la UBA y la Agencia de Investigaciones. Esos subsidios también nos han permitido enviar las digitalizaciones a lugares con mejores equipos, sobre todo en el caso de aquellas revistas de tamaño grande como Babel, Diario de Poesía o el periódico Propósitos, publicaciones que requieren una tecnología más sofisticada.

 

GC: ¿Qué intercambios tienen con otros usuarios de la web y con otros proyectos de digitalización?

SS: El equipo de Ahira mantiene un doble intercambio con quienes acceden a la página. Hay un intercambio académico: diálogos con otros equipos de investigaciones que tiene como objeto de estudios las revistas argentinas como el equipo en la Universidad de La Plata; los integrantes del Cedinci y su plataforma digital Americalee; el Instituto Iberoamericano de Berlín. También, hay diálogo con investigadores o grupos independientes que se dedican a este estudio. 

El segundo y gran intercambio, que nos ha sorprendido y nos pone contentos porque se vincula con la difusión y el alcance del sitio, es con los lectores y lectoras. Los lectores y lectoras de Ahira suelen escribirnos ya sea al mail de contacto o a las redes sociales para ofrecernos material, hacernos preguntas, avisarnos de links caídos. Además, nos transmiten experiencias de dirección de revistas, nos informan de la existencia de publicaciones que duraron poco tiempo o que tuvieron muy poca circulación. Realmente estos lectores y lectoras nos abrieron el panorama que teníamos de las revistas argentinas. Con la colaboración de investigadores, lectores, coleccionistas, fanáticos y fanáticas de alguna publicación, se fue ampliando y armando esta página, este gran kiosco de revistas argentinas del siglo XX.

 

  

GC: Además de los índices y de los ensayos sobre las publicaciones que resultan de mucha utilidad para la búsqueda de contenidos y para la reposición del contexto, ¿consideran sumar la instancia de OCR a las publicaciones ya subidas? ¿Qué dificultades implica esa faceta dentro del trabajo de digitalización?

SS: Las revistas que subimos a la página además de ser colecciones completas y de tener un acceso al pdf de los ejemplares tienen sus índices completos y hay una sección en la página donde intentamos concentrar todo lo que se ha escrito o se está escribiendo sobre revistas argentinas. Nos gustaría en un futuro sumar la instancia de OCR en las publicaciones subidas porque es una herramienta maravillosa para buscar temas, autores, términos, en las revistas ya digitalizadas. Lamentablemente no contamos con subsidios que nos permitan costear esa otra instancia en las publicaciones que ya figuran en la página. Lo tenemos como objetivo a futuro que depende netamente de cuestiones económicas.

 

GC: ¿Cuáles son los requisitos básicos para considerar una colección de revistas que algún usuario o institución podría acercar para sumar al repositorio?

SS: Los requisitos principales que usamos para pensar qué colecciones subir son muy amplios. El primer requisito es que sea una revista que no siga publicándose, es decir, son publicaciones cerradas, terminadas. 

El segundo requisito es que la colección esté completa. Hay algunas excepciones pero siempre intentamos conseguir todos los números antes de subirlos a la página. En algunos casos fue imposible, como en el caso de la revista 2001, un raro cruce entre ciencia ficción y movimientos revolucionarios de los años 70. En esos casos, decidimos subir la revista igual porque sucede que, luego, algunos lectores y lectoras nos escriben y nos ofrecen aquellos números que nos faltaban y nos permiten completar la colección. 

El tercer requisito, sobre todo en el caso de revistas más recientes, es tener los permisos o avales de las personas que dirigieron esas publicaciones. En principio, son estos tres grandes requisitos. 

Hay un cuarto requisito, pero más que requisito es un dato de la realidad: las revistas que duraron muchos años son digitalizaciones extremadamente caras para realizar. En esos casos estamos esperando subsidios para subir algunas revistas que nos encantaría tener en la página como Primera Plana, Humor, Confirmado o revistas más populares como Gente y Siete Días. Es decir, revistas que cubren varias décadas del siglo XX para las que necesitamos subsidios específicos para poder costear la digitalización.

 


GC: ¿Por qué consideran importante generar un espacio como Ahira, en paralelo a las hemerotecas existentes en nuestro país? ¿Qué colecciones tienen proyectadas para el futuro inmediato?

SS: Consideramos que fue y es muy importante generar este espacio en el marco del estado actual de las hemerotecas y bibliotecas de la Ciudad de Buenos Aires y de las ciudades de todo el país. Desde hace años, no hay una política destinada a digitalizar, sobre todo el material hemerográfico. A diferencia de lo que sucede con la Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca Nacional de Brasil o la Biblioteca Nacional de Uruguay, que ya digitalizaron los diarios del siglo XIX y el siglo XX y también varias revistas, en el estado actual de las hemerotecas y bibliotecas de la Argentina, esos repositorios digitales son todavía muy incipientes. A partir de espacios como el de Ahira y el de otras plataformas, entonces, el aporte es realmente significativo. 

Estos espacios son fundamentales tanto para quienes investigamos temas que están en revistas y publicaciones periódicas como para un abanico amplísimo de lectores y usuarios. Pienso, en primer lugar, en los y las docentes, maestros y maestras, docentes de escuela media, profesores y profesoras universitarios; pienso, también, en los y las periodistas, que tienen como una de sus fuentes primarias estas revistas del siglo XX; pienso en los investigadores y las investigadoras en general y en los lectores y las lectoras en particular que quieren volver a leer esas notas que leyeron en papel o recorrer colecciones de revistas a las que no tuvieron acceso en el momento de su publicación. 

En estos momentos estamos con varias colecciones en preparación. Queremos digitalizar la revista Confirmado y una revista que se llamó Latido, de los años 80. En esta ampliación de temas hemos digitalizado la revista Canta Rock y a partir de esa revista sumamos las revistas sobre música. También estamos armando un grupo de revistas que se publicaron durante la última dictadura militar que o bien estuvieron mapas cercanas al gobierno de facto como Extra o Vigencia, que publicaba la Universidad de Belgrano, o revistas que después fueron vistas como vinculadas al oficialismo como Pájaro de Fuego. De nuevo, se trata de rearmar el mapa de cómo funcionaban las revistas durante la dictadura militar; en este caso, incorporar otras colecciones y ver qué podemos decir de nuevo, qué podemos repensar, qué hipótesis podemos realizar a partir de un mapa más amplio.


miércoles, noviembre 25, 2020

Carlos Rivarola y el lado C de la literatura argentina

¿Quién fue Carlos Rivarola? La historia y la escritura de este poeta y ensayista argentino de los años 60 y 70 siquiera forma parte de una nota al pie en la literatura argentina. Ni los libros ni Google ayudan en esta exploración detectivesca.

Y sin embargo, Federico Barea y Nahuel Risso reconstruyen esta aventura literaria recogiendo rastros, papeles, imágenes y devuelve toda la potencia poética de Rivarola. Si existe un lado B de la literatura argentina, probablemente Carlos Rivarola ocupe un lugar todavía más solapado, más oscuro: un lado C. 

Como anticipo de un libro que recopila parte de su obra y que será publicado de forma conjunta por Instituto Luchelli Bonadeo y Ediciones Urania, Federico Barea escribe este texto para exhumar un hecho maldito de la poesía argentina que lleva años y años en el olvido.

 

lo indecible. Carlos Rivarola y el lado C de la literatura argentina (Federico Barea)


cuando un hombre empieza a trabajar en sí mismo, todo le habla 

Néstor Sánchez 

La poesía carnada, abracadabras de la imaginación (1970) es el título de uno de los ensayos inéditos que dejó Carlos Rivarola. Abre con la afirmación: “Sólo la imaginación sabe hasta que profundidad estamos enfermos. Curarse, sería asesinar lo que todavía existe”. El texto oscila entre la prosa filosófica y la poesía. 

Rivarola enseña las costuras con que racionaliza el ocultismo y, aunque sabe del costo de sostenerle la mirada a la bestia descarnada, escribe en el poemario inédito El Ángel carnicero (1972): 

    Destruye a los que pretenden tener el control 

    de tu pulso mental, 

    a los que quieren tomarte la presión 

    para medir los grados centígrados

    de tu pasión 

    y recetarte un calmante de olvido. 

    Destruye al que tiene tan buenas intenciones 

    sobre tu regeneración moral, 

    que sería capaz de internarte para que te curen, 

    de venderte en subasta matrimonial. 

    Destruye a los que alientan 

    alguna esperanza sobre tu futuro. 

Ya no corren por las galerías del desencanto textos de este tenor. La Argentina de hoy admite una literatura de tesis y confirmación, es decir, “escritores profesionales”. Y, en los mejores márgenes, fanzines y estéticas anarco-punks que no resuenan más allá del llanto de un niño en un teatro de sombras a quien las lágrimas no le permiten leer. 

 

Rivarola leía con la carne. No buscaba estructuras, recursos, giros dramáticos: vibraba en consonancia con su entorno para encarnar lo indecible. Vivió con la muerte pisándole los talones hasta que esta lo alcanzó una noche de diciembre en 1975. Tenía 28 años. Dejaba una pila de manuscritos de una sofisticación inusitada para su época. 

La filosofía a través de la retórica se esmera en enseñarnos acerca del mundo tal como es pero es la poesía la que termina por enseñarnos las cosas como son. La poesía trasmuta al lector, lo deja ante una realidad transfigurada y le permite un acercamiento renovado hacia las cosas. Si mente y espíritu son divinos, a través de la imaginación, que es la memoria del futuro, los humanos pueden aprehender una realidad más elevada. Pero es la poesía carnada, la que se hace carne, la que descuartiza la normalidad, la expresión alquímica culminante del lenguaje en cuerpo y del cuerpo en lenguaje, es la poesía que devasta toda separación. Ni espacio, ni tiempo. El nihilismo de Rivarola es la expresión culminante del cuerpo social argentino. 

Su ardor lo traiciona y colma de poesía sus ensayos aunque sabe que la filosofía quiere expulsar a los poetas como lo hizo Platón en su República. El teatro del espíritu (1973) arranca manifestando: “No solo la verdadera vida está ausente, también los paraísos artificiales están prohibidos, y de la realidad, es vista aquella parte que los que la comprimen permite que se desnude”. En El teatro del espíritu, teatro interno, manifestación de ese Espíritu que describe Hegel —donde se desenvuelve la totalidad del desarrollo cultural del mundo, donde el yo capta la totalidad y se unen lo divino y lo humano— podemos vernos a nosotros mismos desde la perspectiva del todo. La obra de Rivarola al indagar en ese teatro se volvió predictiva dado que el espíritu es incansable imaginación reveladora para quien sabe construirse uno. 

Cuarenta y cinco años de silencio, de proscripción metafísica, pesaron sobre la obra de Carlos Rivarola. También sobre la única revista autoproclamada dadaísta de estas tierras, Ryan-da cuyo nombre se ausenta de todo estudio acerca de las revistas literarias argentinas. Rivarola es un hecho maldito de la poesía nacional. Puede que este libro sea el embrión generador de una nueva experiencia, una que nos fuerce a resignificar estos versos: 

    En tanto, en tanto que soñaban los volcanes; 

    en tanto, en tanto florecer los árboles, 

    en tanto regar las aves sus distancias: 

    quebró su luz el sol para encontrarte ahora. 

 


 

 

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