lunes, febrero 27, 2006

AZT (sobre Un año sin amor de Pablo Pérez)

En Un año sin amor, el SIDA funciona como una avalancha destructiva que se mueve de adentro hacia afuera, un virus que poco a poco va tomando no sólo el cuerpo sino el alma del protagonista. El cuerpo se va fragmentando desde adentro: la enfermedad carcome, corroe, se esparce como una niebla sobre los órganos y los va agujereando, los va mordiendo. A esta fragmentación interior se le oponen dos fragmentaciones exteriores: el diario que escribe Pablo para sobrellevar la enfermedad (la estructura del libro) y la dieta a la que se somete para aplacar el dolor, para crear anticuerpos. Ambos recursos (el diario y la dieta) funcionan como instrumentos para alejar la muerte tan próxima, esa muerte que también lo acecha desde su interior y que, paradójicamente, anuncia el final del dolor.

Ahora bien, frente a esa única salida que sólo le es posible aplazarla pero no evadirla, Pablo recurre a un dolor que se opone al que produce el SIDA: el sexo y el amor serán este dolor gozoso que le permitirán soportar al otro. El sadomasoquismo y el abandono, un palo de policía por el culo y un llamado que no llega, una quemadura de cigarrillo y noches de placer en un cine porno para acabar tirado en la cama con una tos espantosa. Si Pablo goza con el dolor que sus amigos SM le provocan es porque es un dolor controlado tanto por él como por el otro: el otro puede detenerse si lo ve sufrir y no gozar, él puede pedir que se detengan si no le gusta. Un dolor controlado y ligado al sexo (el sexo frente a la enfermedad, el goce frente al padecimiento) frente al dolor desmesurado que provoca el SIDA.

La forma para controlar ese dolor serán la escritura y la dieta: la escritura como una forma de objetivar su dolor, de limitarlo de explicarlo y a su vez, ser otro en la escritura misma; la dieta como una forma de cuidar su cuerpo, de atacar por zonas ya sea con pastillas, con homeopatía o con yuyos diversos (y sin embargo el AZT no funciona de la misma forma que los remedios naturales).

A través del diario de Pablo, leemos una suerte de diagnóstico del SIDA, una educación sentimental con sus altibajos correspondientes, una colección de fantasías sexuales y de parejas frustradas y, por si esto fuera poco, las peripecias de un hombre que sólo busca un poco de amor y algo de alivio frente a la muerte que se le aproxima desde afuera y que emerge desde adentro.

Fuentes: Pérez, Pablo, Un año sin amor, Buenos Aires, Libros Perfil, 1998.

PD.: Les dejo un link a Link: Enfermedad y cultura: política del monstruo.

domingo, febrero 26, 2006

Prometido es deuda

"Las palabras azules" les deja en Golosina Raddio!, algunos poemas de Marosa di Giorgio
recitados por ella misma, extraidos de su libro "La flor del lis" (Ed.El cuenco de Plata, 2004).

(escuchar apretando el nombre del poema, en el reproductor que está a la izquierda de su pantalla)

sábado, febrero 25, 2006

¿Salir del Super?

No estimaba demasiado a la revista “La mujer de mi vida”. Había leído sus primeros números y no encontraba nada que seduzca a mi enfermizo interés. Sin embargo, pasó el tiempo y encontré en el último número (año 3 nro.30) una revista bien formada (además de su diseño que siempre fue encantador). Aunque no me cierra esa perspectiva temática (en éste último número el tópico es “la moda”) ya que limita claustrofóbicamente a sus redactores, descubrí que además abre varias puertas de discusión, y libertad a sus periodistas para plantear posiciones ideológicas claras (e incluso, a veces, opuestas entre sí) y pienso que el valor de la revista está, a pesar suyo, en las notas periféricas.

Rescato principalmente dos discusiones que creo se vienen susurrando en todos los pasillos, o en cuanta cena intelectualoide haya, pero no se discute demasiado en este ámbito (revisteril o bloggero). La primera es acerca del populismo chavista enfrentado a la nueva política del movimiento zapatista y está a cargo de Raúl J. Cerdeiras.

La otra, en la que me quiero detener, ya que expresa lo que pienso desde hace tiempo mucho mejor de lo que yo podría plantearlo, es acerca de la “banalidad poética” de la mayoría de la poesía de la década pasada y la actual. Esta nota, firmada por Alejandra Varela realiza un análisis de las voces predominantes de la Nueva Poesía Argentina (si el rotulo es de ella, es lo único que refuto) y en él señala que la década del 90’ (tomando como ejemplos a Gambarotta, Cucurto y Belleza y Felicidad) se basa en una autorreferencialidad desmedida (basada en amiguismos sin posibles discusiones de estéticas o poéticas) y en un uso vacío del lenguaje banal o cotidiano. Cito: “No es que la voz poética de cuenta del vacío posmoderno, sino que el sujeto poético no puede vivir, no puede atravesar la experiencia, no puede ponerle el cuerpo al acontecimiento”; “El problema de fondo es que esto se traduce en una escritura donde la vida y la palabra carecen de autocrítica. Ese micro mundo de elogios repartidos lleva a convertir la onda, ese estilo de personalidad, a veces actuando para la tribuna, en un modo de escritura”.

Por fuera de esta revista pero aún más insertado en el campo poético, Walter Cassara, viene planteando esta discusión hace ya algún tiempo sin demasiados oídos que la discutan. ¿Usted, señora, que piensa?.

miércoles, febrero 22, 2006

It's only rock'n'roll (sobre los Rolling Stones en Argentina)

Ahora que somos todos stones, me sorprendió leer este pequeño artículo (a pesar de su título exagerado) que deja de lado el fanatismo e intenta ver la venida de los Rolling Stones desde otro punto de vista.

La música y la sociología

Por Pablo Alabarces

De chiquito me gustaban Los Beatles. De grande me siguieron gustando. Algún periodista con inventiva sostuvo que la diferencia era que Los Beatles querían “tener la mano” de las chicas, mientras que los Stones querían metérsela. Capaz que fue por eso: lo cierto es que mi corazoncito pop y mis timideces me dejaron por décadas del lado de acá del fanatismo estón, aunque aún atesore un simple de vinilo con Satisfaction y tenga, en vinilo y en compact, Beggars’ Banquet, que me vuela la cabeza. Hasta que un día, más por Dylan que por ellos, peregriné a River. Era la época de Bridges to Babylon, y seguramente ya había muy poca novedad musical –inventiva, tensión por lo nuevo y lo transgresor, audacia y creatividad– y mucho ritual: la celebración de un encuentro con públicos renovados por generaciones y la vez permanentes, la constatación de la sobrevivencia al exceso y al desenfreno. Para ser sinceros, encontré poca música y mucho espectáculo: magnífico, profesional, ampuloso. Seamos malvados: ideal para una playa carioca. Encontré que todo el exceso, la desmesura y el desborde vital, aquel que había inventado al rock como cultura y a los Rolling como icono, se había transformado en puesta en escena. Que el único desborde era de pantallas, kilovatios y fuegos de artificio. Y dinero, claro, qué duda cabe.

Ahí se acaba la música y empieza la sociología. La descendencia rolinga en la música argentina apenas puede esgrimir cierta repetición estandarizada con pocos hallazgos. Pero la subcultura rolinga, por el contrario, nunca me dejará de fascinar. Porque se hace cuerpo en un mito –el que habla de las marcas en la cara de Richards y de las muescas en la culata de Jagger– para perseverar como imaginariamente irreverente, porque la irreverencia todavía es un dato necesario. Ahí hay una clave que explica los peregrinajes a River. Aunque –volvamos a ser malvados– la irreverencia se disipe frente a los precios de las entradas y al cordón policial que les impide siquiera pisar el barrio. Y los rolingas, disciplinados, no pisan el pastito.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/63478-20898-2006-02-22.html


domingo, febrero 19, 2006

Golosina Raddio!


Siiiiiii!. Aqui mesmooo!. Después de horas de configuración este sitio tiene su radiecita!.

¿Donde?, acá, a la izquierda. Por el momento hay temas de un amigo de la casa: el Sr. Nick Drake.

Y también prometo los Domingos por la noche subir voces de poetas y narradores leyendo sus propios textos. En un programa que he decidido llamar: "Las palabras azules".

Dejennos una palabritas de como se escucha!, y a disfrutarlo!.

miércoles, febrero 15, 2006

No matar la palabra, no dejarse matar por ella

Diego Peller atraviesa los tres números de Literal (1973-1977) y los libros que se editaron alrededor de ésta (El fiord, El frasquito) para revolver la discusión con el realismo que iniciaron aquellos abanderados del psicoanálisis y la literatura: La flexión Literal y la discusión sobre el realismo.

lunes, febrero 13, 2006

fin-de-se-ma-na

Viernes. Escucho el nuevo de cd de Sabina que me prestó Caro. Como todos los anteriores chorrea melancolía. A veces una hermosa melancolía otras una melancolía redundante.

Este, además, sabe a despedida.

Dos horas después – J. Sabina (Alivio de luto)

La tarde consumió su luego fatuo
sin carne, sin pecado, sin quizás
la noche se agavilla como un ave
a punto de emigrar.

Y el mundo es un hervor de caracolas
ayunas de pimienta, risa y sal,
y el sol es una lágrima en un ojo
que no sabe llorar.

Tu espalda es el ocaso de septiembre,
un mapa sin revés ni marcha atrás,
una gota de orujo acostumbrada
al desdén de la mar.

Y al cabo el calendario y sus ujieres
disecando el oficio de soñar
y la espuela en la tasca de la esquina
y el vicio de olvidar.

Por el renglón del corazón
cada mañana descarrila un tren.
Y al terminar vuelta a empezar
dos horas después de amanecer.

Tiene la vida un lánguido argumento
que no se acaba nunca de aprender,
sabe a licor y a luna despeinada
que no quita la sed.

La noche ha consumido sus botellas
dejándose un jirón en la pared.
Han pasado los días como hojas
de libros sin leer.


Sábado. Recital de Spinetta. La gente llenó los bosques de Palermo como si estuvieran ahorcando a Bush. Al flaco le ví solo un codo, y puedo afirmar, que lo sigue teniendo flaco. Solo una frase de un borracho charlatán quedó zumbando en mi oreja:

“¿¡Cuánto vamo’ a tene’ que esperar pa otro mostro como vo’, flacoo!?"


Domingo. La flia. se fue al pasear al Tigre. Me quedó en casa internado entre estudio y películas. Comentario sobre “El topo” de Alejandro Jodorowsky:

“El topo” de Alejandro Jodoroswsky narra una historia en dos partes. Ambas secciones cuentan la búsqueda espiritual de un mismo cuerpo. En la primera parte ese cuerpo está encarnado en un pistolero en búsqueda de si mismo y su misión. Quien en un primer momento lleva la carga de ser padre y repartir justicia, y luego, la carga de dos mujeres que acechan su destino y cuatro maestros pistoleros a quién debe vencer. Un cuerpo trágico, sin salvación, hundido en el más profundo conflicto espiritual.
A través de planos muy elaborados y elipsis entrelazadas; y bajo una fuerte influencia de escenarios pasolinescos (también de sexualidad mítica) indaga en una constante reflexión teológica, alquímica y metafísica. Influenciado también por los freaks fellinescos, crea personajes rabellianos cargados con una fuerte impronta teatral, que no decaen en sus excelentens interpretaciones en ninguna escena.
En la segunda parte, este cuerpo perdido, encuentra su misión. Renace en una caverna desde la cual debe brotar como un topo para lograr abrir un puente, entre un pueblo y los deformes incestuosos que anidan en la caverna. Pero el pueblo está minado por los peores pecados del ser humano. El poder, la religión y el sexo brotan por todas partes, dejándole al topo y su amante (una petisa que cuidó de él en su nuevo nacimiento) la tarea de mendigar, humillarse o recurrir a perfomances de teatro callejero para reunir el dinero necesario para lograr su objetivo. Pero, cuando todo parece estar encaminado el topo se encuentra con otra carga. Su hijo, su discípulo, vuelve para enfrentarlo.
¿Puede el hijo enfrentar a su padre?. ¿Tolera la sociedad la libertad de los topos?.

Ni pienso contárselo.

martes, febrero 07, 2006

Dietético (Sobre El maquinista de Brad Anderson)

El maquinista es una película regular (¡le doy tres quintines!). La trama es rebuscada (o ¿re-buscada?) y efectista y copia los ya típicos recursos "locos", al estilo: "personaje-que-aparece-pero-no-existe" (véase Una mente brillante, El club de la pelea, Identidades, etc.) y "final-no-esperado-que-me-sorprende" (véase Sexto sentido, Los otros, etc.) Digo, si alguna vez están en sus respectivos video-clubes y les llama la atención esta película, tengan en cuenta que se van a encontrar con un refrito de otras películas que por lejos le pasan el trapo.

Ahora bien hay algo que se puede rescatar de esta película: el estado físico que logró Christian Bale para hacer a Trevor Reznik. Aparte de que me parece un buen actor (¿cómo olvidar al yuppie asesino de Psicópata americano?), el personaje que hace en la peli parece salido de un campo de concentración. Esta película vale solamente por el hecho de ver a Christian Bale famélico: las costillas pegadas a la piel, sobresaliendo asquerosamente; el vientre contraído; la cara chupada; las cuencas de los ojos hundidas, absorbiendo la mirada. Lástima que Bale no haya usado su resistencia física para hacer una película decente.

sábado, febrero 04, 2006

Link a link...

La lectura más lúcida que leí en los últimos tiempos sobre los últimos tiempos:

http://linkillo.blogspot.com/2006/01/pasado-y-futuro.html