lunes, mayo 22, 2006

Re-cortes (sobre Leyenda de Daniel Link)

  • Leyenda: literatura argentina, cuatro cortes (Ed. Entropía) se divide en cuatro cortes cronológicos en función de una arqueología de la literatura argentina. Cada corte se presenta como una cartografía de autores ligados a partir de uno o varios conceptos que están explícitos en los tres primeros cortes (el género policial y la industria cultural; la crítica, la política y el contexto; la violencia, la mass-media y el estilo) y más difusos en la cuarta parte (aunque el objetivo del libro, en parte, consiste en mostrar que las ideas de los anteriores cortes reaparecen y condicionan al último: la literatura contemporánea).
  • El segundo corte, sobre la crítica literaria que se renueva a partir de Contorno, parte de la división de la crítica literaria en su estatuto institucional académico y periodístico, ambos vinculados con diversas lógicas (universitaria y de mercado). Desde este desdoblamiento, Leyenda puede ser leído en esa tensión: los tres primeros son claro ejemplo de la crítica académica; en cambio, el último se inscribe y se escribe desde la crítica periodística. Link, como en sus anteriores libros, escribe en esa tensión y a su vez la supera, mezclándo las dos lógicas en una crítica distinta que escapa a la homogeneidad de un discurso establecido esgrimiendo esas tres variables, también (y tan bien) señaladas en el segundo corte: una redistribución de saberes; una intervención política; y una escritura.
  • Sólo con tomar los títulos de los cortes se pueden vislumbrar las lentes con las que Link lee la literatura argentina: Peronismo y misterio; Crítica y política; Crisis de la literatura; y Milenio: Restos diurnos y Márgenes. Retomando una frase del prólogo queda claro tanto el uso de estas variables como el objetivo de Leyenda: “...parto desde el presente para entender de dónde nos viene (de dónde imaginamos que nos viene) una determinada relación (una relación actual) entre literatura y cultura industrial, crítica y verdad, arte y política.”(Pág. 16) Estos últimos conceptos no se limitan a aparecer en un corte sino que van desplazándose de uno en otro, relacionándose entre sí y reformulándose en relación con el contexto histórico y social en el que se inscriben. Por eso, si en el segundo corte (Crítica y política) la crítica argentina “adquiere conciencia... de sus posibilidades políticas...” a partir de “condiciones históricas precisas” (Pág. 63), en el tercer corte (Crisis de la literatura) la literatura misma se presenta como un conflicto entre la estética y la política donde la “irrupción de fuerzas antiestéticas” generan una escritura desde la violencia.
  • Las citas en Link funcionan en diversos planos: por un lado, son citas de autoridad que le permiten sostener el discurso, una coro de voces que constituyen la médula de cada uno de los ensayos, un repertorio de fragmentos que provienen de otros discursos entrelazados con el discurso del propio Link. A su vez, da la sensación de que la cita es una invocación casi religiosa a los que ya pensaron antes lo que Link quiere decir, en este sentido retoma las citas para reformularlas, para continuarlas o para enfrentarlas pero siempre utilizando al fragmento como punto de salida. Por último, autores como Deleuze, Foucault o Agamben no sólo se presentan citados sino que irrumpen en el discurso crítico de Link como guías y cada una de las citas o los conceptos que de ellos provienen son antorchas que iluminan el recorrido de su pensamiento, es imposible pensar el discurso de Link sin la incidencia, sin la presencia de estos autores.
  • En Leyenda, Link recorre la literatura argentina desplazándose entre zonas que a pesar de su heterogeneidad están íntimamente conectadas. Si el punto de partida es el género (policial, en este caso) donde la literatura se transforma desde la industria cultural; la próxima parada será la crítica literaria en relación con la política y su autoreconocimiento; luego, la literatura misma, su violenta contextualización durante los años 70' y su vuelta hacia la política y contra el género; y por último, la lectura desde el periodismo, la reseña, el repertorio de autores particulares contemporáneos. De este modo, reaparece ese nomadismo que caracteriza la crítica de Link, estar siempre “entre” y nunca en un punto particular; como si la posibilidad de pensar a la literatura sólo pudiera ser alcanzada mediante el estar, a la vez, dentro y fuera de ella. Clara muestra de esta postura son sus anteriores libros en los cuáles la literatura se mezcla con el cine, la tecnología, la filosofía, etc. Como bien dice Patricio Lennard en su reseña para Página/12, Link se postula claramente como un "crítico a secas", desligándose de toda especialización.
  • Ya desde Cómo se lee y otras intervenciones críticas (Ed. Norma), Link trabaja con sus restos, sus despojos, los rastros que su desplazamiento nómade-crítico va dejando por los lugares donde pasa. Los tres últimos libros están compuestos por artículos publicados en diversos ámbitos (periodístico, académico, internet, clases) y reconstruyen, como si fuera una especie de vitral: una unidad heterogénea que en cada una de sus partes (o textos) reenvía hacia un todo en el cual se inscribe. De esta manera, la escritura crítica se multiplica a través de sus distintas inscripciones, recorre caminos y posiciones variadas, y se presenta, desde el vamos, como distinta a sí misma. Entre las citas, los deplazamientos y las diversas inscripciones de su discurso, Link se muestra casi inasible y desarma, por su insistencia, las categorías rígidas en las que suele caer la crítica literaria.
  • A lo mejor a falta de una idea rectora (como lo son la idea de "disidencia" en Clases y las de "tecnología" y "lectura" en Cómo se lee), Leyenda parece ser más un panorama que un proyecto teórico-literario. Sin embargo, como el plano de la crítica literaria es la matriz del libro y con las implicancias que conlleva, puede realizarse la misma lectura que Link recomendaba en Cómo se lee: una lectura paranoica en base a los indicios que brillan en cada corte, conformando una serie a la cual se vuelve necesario otorgarle un sentido. Prestando atención a estos indicios, Leyenda nos reenvía a las problemáticas y obsesiones (la lectura, la industria cultural, los géneros, la tecnología, la vanguardia, etc.) con las que Link viene trabajando hace tiempo, nos revela su posicionamiento frente a las mismas y produce la inquietud necesaria para que el lector intente responder a esas cuestiones o, por lo menos, para que le otorgue sentido a esas lecturas (una de lectura de lecturas).

3 comentarios:

  1. Muy buena reseña Mati. Deja en claro un mérito del que quizá Link no sea el único responsable, sino antes y por oposición unos cuantos de sus "cólegas", por lo menos en la crítica literaria: la caída en el estereotipo y el lugar común, el combo de las cinco preguntas "que no pueden faltar" en la libretita de un teórico de la literatura. Por otro lado, deja entrever ese gesto casi invisible a priori del crítico que critica pero a su vez se expone a la critica; del crítico que se ubica en una posición susceptible a la crítica (la crítica de la crítica abriendo, quizá, el abanico de una cadena semiótica infinita, como soñó alguna vez Peirce) como antítesis del crítico que fija lectura, o que le quita la importancia al texto para establecer y explotar su propio lugar.

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  2. Querido Matías: te agradezco emocionado el trabajo que te tomaste. Nunca nadie había leído tan bien algún libro mío (con "tan bien" no quiero decir tan acertadamente, sino tan minuciosamente).
    Cuando yo muera, gostaria que vc falara en la festa.
    Abrazo

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  3. Anónimo10:34 p.m.

    Que prosa tan aburrida...

    Derrida solo hay uno, y que no haya más por favor...

    O al menos trata de leer a Roberto Ferro...

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