Por segunda vez en la historia la humanidad decidió que Macondo quede relegada a la ficción, al menos por ahora: si en este mundo falta imaginación en las propuestas, sobrarán siempre las propuestas sin imaginación. Resulta que al alcalde de Aracataca, pueblo donde García Márquez vivió hasta los 9 años, se le ocurrió que al lugar le hacía falta un cambio de look, una especie de lifting geográfico, y, aprovechando la veta turística declaró: "Queremos aprovechar el nombre de Gabo en el buen sentido de la palabra". Más pertinente que nunca con la aclaración, el pobre hombre pecaba, antes del referéndum que decidiría si el pueblo pasaba a llamarse "Aracataca-Macondo", de una terrible sinceridad.
El referéndum, sin embargo, fracasó. Sí, el referéndum, no el proyecto, porque ni siquiera votó la cantidad necesaria de gente como para rechazar la propuesta. Los García Márquez, que habían dejado trascender que respetarían la decisión de los habitantes del pueblo, van a tener que respetar algo bastante dificil de interpretar: ¿fue boicot? ¿fue desidia? ¿fue ignorancia? Quizá en 1982 la medida hubiese tentido mas éxito... o acaso lo tendrá post-mortem.
Hay que reconocer que todo el circo de los "homenajes" y los cambios de nombre es un poco complicado. Fundamentalmente, porque implica el cruce de dos identidades: por un lado, la de el/la/lo homenajeado/a, por otro, la del "artefacto portador de homenaje", sea éste una calle, una estatua, una plaza, un barrio o una ciudad, desde los aspectos más prácticos, como cambiar de dirección sin cambiar de lugar, hasta los más simbólicos. Ni lerdo ni perezoso, Jaime García Márquez, hermano del autor, había declarado creo que bastante acertadamente: "Más que un lugar físico, Macondo es un pueblo imaginario de Gabo... Macondo no es sólo Aracataca, es todo el Caribe". Humildad al márgen, subyace un punto en su declaración: frecuentemente, la invención de lugares en la literatura tiene esa intención de dispersión, o básicamente, de inespecificidad (cuando no de irrealidad, sino salgamos a buscar el País del Nunca Jamás, que nada tiene que ver con la casa de Michael Jackson).
De cualquier manera, no puedo dejar de acordarme esa frase de Borges, anecdótica como tantas, respecto de un supuesto "homenaje" que le hicieran: "Yo preferiría que una vez muerto nadie se acordara de mí, sería horrible pensar que algún día habrá una calle que se llame Jorge Luis Borges, yo no quiero una calle, yo quiero dejar de haber sido Borges, quiero que Borges sea olvidado…" y de la atención que el Gobierno de la Ciudad le prestó. Por lo pronto, si García Márquez es de la opinión puede concluir que, al menos, va en mejor camino. Sino, tendrá el consuelo de cumplir el sueño que Borges no pudo cumplir.
El referéndum, sin embargo, fracasó. Sí, el referéndum, no el proyecto, porque ni siquiera votó la cantidad necesaria de gente como para rechazar la propuesta. Los García Márquez, que habían dejado trascender que respetarían la decisión de los habitantes del pueblo, van a tener que respetar algo bastante dificil de interpretar: ¿fue boicot? ¿fue desidia? ¿fue ignorancia? Quizá en 1982 la medida hubiese tentido mas éxito... o acaso lo tendrá post-mortem.
Hay que reconocer que todo el circo de los "homenajes" y los cambios de nombre es un poco complicado. Fundamentalmente, porque implica el cruce de dos identidades: por un lado, la de el/la/lo homenajeado/a, por otro, la del "artefacto portador de homenaje", sea éste una calle, una estatua, una plaza, un barrio o una ciudad, desde los aspectos más prácticos, como cambiar de dirección sin cambiar de lugar, hasta los más simbólicos. Ni lerdo ni perezoso, Jaime García Márquez, hermano del autor, había declarado creo que bastante acertadamente: "Más que un lugar físico, Macondo es un pueblo imaginario de Gabo... Macondo no es sólo Aracataca, es todo el Caribe". Humildad al márgen, subyace un punto en su declaración: frecuentemente, la invención de lugares en la literatura tiene esa intención de dispersión, o básicamente, de inespecificidad (cuando no de irrealidad, sino salgamos a buscar el País del Nunca Jamás, que nada tiene que ver con la casa de Michael Jackson).
De cualquier manera, no puedo dejar de acordarme esa frase de Borges, anecdótica como tantas, respecto de un supuesto "homenaje" que le hicieran: "Yo preferiría que una vez muerto nadie se acordara de mí, sería horrible pensar que algún día habrá una calle que se llame Jorge Luis Borges, yo no quiero una calle, yo quiero dejar de haber sido Borges, quiero que Borges sea olvidado…" y de la atención que el Gobierno de la Ciudad le prestó. Por lo pronto, si García Márquez es de la opinión puede concluir que, al menos, va en mejor camino. Sino, tendrá el consuelo de cumplir el sueño que Borges no pudo cumplir.
LA GENTE NI LO VOTO PORQUE NO LE INTERESABA. NO CREO QUE PARA QUE UNA CIUDAD SEA TURÍSTICA HAYA QUE CAMBIARLE EL NOMBRE. SI ES OBVIO QUE LOS TURISTAS VAN A IR SI LES IMPORTA Y NO IMPORTA EL NOMBRE DE LA CIUDAD. ADEMAS JUSTAMENTE COMO ES REALISMO MAGICO NO IMPORTA SI EXISTE O NO POR ESO ESTA BIEN LO QUE DICE EL HERMANO DE GARCIA MARQUEZ.
ResponderBorrarPD: LA CASA DE BORGES ESTA EN LA PARTE DE SERRANO QUE NO CAMBIO DE NOMBRE