Paso a transcribir el índice de un grandioso libro del olvidado Elías Castelnuovo. Panfleto revolucionario, estudio del arte desde una postura materialista-histórica, reivindicación del artista como trabajador, polémica con León Tolstoi y su espiritualismo, colección de imágenes y metáforas naturalistas, proyecto artístico-utópico: El arte y las masas es un libro que pide a gritos ser reeditado. Disfruten esta muestra (cada capítulo lleva en su inicio una pequeña descripción escrita por Castelnuovo):
Capítulo primero: El artista no nace artista: se hace artista durante su repechaje por la vida a fuerza de inspiración y de transpiración como se hace cualquier otro trabajador de cualquiera otra profesión, pues nadie nace sabiendo y todo lo que llega a saber el hombre es siempre el producto de un largo y duro aprendizaje.
Capítulo segundo: Toda cultura emana del pueblo y fermenta en su propia levadura con olor a vida y no de las bibliotecas y de las academias con olor a cementerio
Capítulo tercero: En una sociedad sana y vigorosa el arte es la expresión de su vigor y de su salubridad, mientras que en una sociedad enferma y podrida el arte no se más que un síntoma de su enfermedad y de su podredumbre.
Capítulo cuarto: Si fuese cierto que de tal palo tal astilla, un genio engendraría a otro genio y un imbécil a otro imbécil, resultando que el mundo al final tendría que estar lleno de genios o repleto de imbéciles.
Capítulo quinto: La música nace como un bien de uso común y poco a poco es convertida en un bien de uso privado cuyo signo más saliente concluye por ser el solo de violín o el concierto de piano.
Capítulo sexto: Para explicar la existencia de lo desconocido hay que partir de la base de lo que se conoce y no como hace la metafísica que trata de explicar todo lo conocido desde el punto de vista de lo que se desconoce.
Capítulo séptimo: A menudo se busca afanosamente el sentido de las cosas, no para encontrarlo, sino para desfigurarlo de manera que después no sea nunca encontrado.
Capítulo octavo: Fueron muchos los que navegaron en pos del origen y de la función de la belleza, pero nadie arribo finalmente a puerto alguno, debiendo anclar todos en alta mar con los aparejos hechos un ovillo y las bodegas vacías.
Capítulo noveno: El hecho de que la belleza cambie como cambian todas las cosas del mundo y del hombre no significa que no se la pueda distinguir concretamente.
Capítulo décimo: El artista busca la gloria, no por la gloria misma, sino porque debajo de ella subyace todo cuanto se puede apetecer en una sociedad de consumo.
Capítulo undécimo: Todo arte debe incontestablemente atenerse a las necesidades y no a los vicios del hombre.
Apéndice: El viejo mundo exporta sus lacras al viejo mundo.
grosso!
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