viernes, octubre 27, 2006

La lengua del ausente (un recuerdo de Nicolás Rosa)

La muerte de Nicolás Rosa me tomó por sorpresa. No tengo mucho para decir sobre él, tan sólo fui un alumno más de la materia (Teoría Literaria 3) que dictaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Sin embargo, me pone la piel de gallina pensar en que ya no dará más clases en la facultad, en que ya no podré ir a escuchar las conferencias que daba en otros sitios, en que, una vez más, se nos escapa una persona inteligente y apasionada por dos cosas: la enseñanza y la escritura.
Es verdad que nunca terminé de entenderlo: compré varios de sus libros y empecé todos los artículos pero nunca los terminé; varias veces me fui de sus clases, excelentes clases en las cuales me resultaba casi imposible seguirlo y que, sin embargo, me cautivaban. A lo mejor era ese estatuto que buscaba para la crítica literaria lo que me enganchaba a su letra: la autonomía de la crítica respecto de la literatura, una crítica con estilo y, sobre todo, una "ficción crítica".
No tengo mucho para decir, lamento mucho su muerte y todavía no comprendo por qué lo siento tan cercano. La última vez que lo vi, leyó una conferencia sobre Borges y la matemática y aclaró que el texto tenía una complejidad alta. Tal vez por eso, entendí la mitad de lo que leyó pero juro que esa mitad me iluminó el día y me dió una razón para seguir confiando en la crítica literaria, en su función política y estética. Esa tarde volví a sentir, como antes me había sucedido con su lectura de "La ficción proletaria", el placer del texto.

Algunos artículos en Internet:

Dos reseñas de La letra argentina (Santiago Arcos, 2003):

Contratapa de Relatos críticos (Santiago Arcos, 2006), su último libro:

"¿Qué es un intelectual? Vive de prestado y es el comensal más evidente de las oficinas que anotan, registran y documentan el circuito de la cultura. Ensayos, novelas, filosofías, historias, crónicas, "papeles", son la cocina donde se mezclan las versiones y opiniones que sostienen sus intentos y pretensiones -dos razones distintas- de ejercer una modificación en el sistema de pensamiento circulante -una culta latiniparla abreviada- con la idea de producir acciones en la conducta política del entorno. La historia de los intelectuales, quizá Sócrates y así le fue, y con toda seguridad Cicerón y Plutarco, tal vez Tomás, y con toda seguridad Agustín, Voltaire, personaje puramente político en su obra y en su acción, Rousseau en parte modesta, arrogante Sarmiento que puso en su obra la política a su favor en desmedro de su accionar político, a diferencia de Mitre que puso a su favor la historia, y los intelectuales contemporáneos que viven a la sombra de algún poder -de opinión, de circunstancias, de ejercicio de un mandato, de un grupo o asamblea-, que los convoca para reducirlos a una voz sojuzgada por la ideología circunstancial, ¿no viven del trabajo de los otros, para pensar para otros después de haber pensado gracias a otros?, ¿el intelectual no será el parásito que corteja la cortesanía del Poder?... Absorbidos, chupados por el bicho cultural, los virus informáticos son la muestra aleatoria de los parásitos contemporáneos.
Podemos dormir tranquilos, la computadora piensa por nosotros; el riesgo como máquina de autoridad es piense golosamente "en nosotros" para organizar la gran comilona cultural."

3 comentarios:

  1. Anónimo12:29 p.m.

    Yo tuve clases con él hasta hace muy poco, y no parecía estar mal de salud. Es algo aterrador y desolador.

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  2. Anónimo4:36 p.m.

    Triste pérdida. Muy triste pérdida. Tampoco entiendo muy bien por qué quedé tan afectado. Capaz por esa última charla de café en el 'coloquio final'. Por su 'esto no me impresiona' mientras me devolvía mi libreta, y el subsiguiente 'contame quién sos, qué hacés acá'.
    Si no es por eso, debe ser por sentir que se apaga un faro. Realmente era un groso, y me alegro de haberlo conocido aunque sea mínimamente.

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  3. Anónimo9:49 p.m.

    A mí también me afectó muchísimo. Y pensar que ese funesto día estuve en la facu y la vi a Marcela C. y la escuché decir "Malabia y El Salvador"... Pensé que se refería a una conferencia, no a un "apagón de faro" como dijo gon.
    En fin, ese día me acordé de vos, Mati, porque justo había leído (tu post) “La fiesta interpretativa” y me dejó pensando muchísimo y justo pasó ESO… qué (in)oportuno…
    El panorama ahora es bastante desolador…

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