viernes, noviembre 14, 2008

El sadismo según Blaisten o cómo ser el boludo del bondi


No sé ya si lo dijimos explícitamente o no, si lo escribimos o lo pensamos, si estamos haciendo lo que pensábamos hacer o lo que surge. En algún momento y por diferentes vías llegamos a la común conclusión de que lo trillado de "El sur" y "Continuidad de los parques" nos había cansado, y al convencimiento de que entre la hojarasca amarillenta de Corrientes o en las antologías de época de las que soy confeso cultor y fanático debía de haber verdaderas joyas.

En honor a la verdad, hay que decir, además, que no es que esas maravillas cotidianas no estén nunca al alcance de la mano: sucede que uno no las mira hasta que no aprende a verlas. A veces algún texto crítico, algún aniversario, algún viejo fanático –o alguno nuevo–, son la puerta de entrada a grandes hallazgos. Parece que fue ayer cuando recordaba, entre lágrimas de risa, las ocurrencias del excelso cuentista argentino Isidoro Blaisten con un inteligente artista argentino, muy vinculado al mundo de las Letras. Me destacaba el rol del humor en la literatura, y mientras me contaba de memoria algún argumento de los cuentos de don Isidoro –y de memoria yo reponía los títulos– confesaba: "a veces abro sus libros y todavía me cago de risa".

Una reciente encuesta personal de escaso o nulo valor como muestra me dio como resultado que la media de los estudiantes de Letras de la Universidad de Buenos Aires tiene un libro de Blaisten en la casa, aunque la mayoría aún no lo leyó. Como yo, que tenía no un libro de él, sino decenas de cuentos antologizados dispersos en distintas antologías de diversas épocas y por leer, no sé, a Kordon, a Briante o a Rozenmacher, o a la espera de encontrarme con lo indiscutible de Silvina Ocampo, lo salteaba.

En honor a la verdad, tengo que decir que no descubrí a don Isidoro sino gracias a un gran amigo que me estaba pudriendo con su anecdotario y su sugerencia imperativa “tenés que leer a Blaisten” hasta que un día me regaló los Cuentos completos, editados por Emecé. Yo también tengo ahora un libro de Blaisten, pero sí lo leí. Rescato de Blaisten, además de su gran habilidad como cuentista, esa nota de humor con la que supo teñir gran parte de su literatura, para romper con la solemnidad que a veces la rodea. Una noche, en una larga Odisea en el 60 y tras terminar una novela que, en acertadas palabras de Borges –después leí– “deja una impresión final de tristeza y de inutilidad”, no tenía por delante más que dos horas de viaje y libro de Emecé. Quizá algún día la Teoría del Todo logre explicar que el azar no existe, pero, esa noche, de la desolación personal y de la inducida por la novela anterior, abrir el libro en “Mishiadura en Aries” logró arrancarme esa risa privada que nadie suele entender. Dejo aquí un pequeño fragmento:

"Pero usted, cuando va al cine, ¿qué hace? Sí, sí, ¿qué hace? ¿Cómo las compra? Yo, no. Yo voy y las compro a mitad de precio. Un paso previo. Sí. Siempre. El establishment de la mishiadura. No exactamente. Buen, mitad de precio, mitad de precio, no necesariamente. Éste es un eufemismo más de la sociedad de consumo burguesa. Después usted tiene que ir y pagar todo el rosario de impuestos. Sí le digo. Y ¿sabe lo que le dan a la postre? Mire, le dan un tarjetón así que dice bien grande: gratis. ¡Claro que usted paga! Pero ahí tiene, ¿ve? Parece fácil pero no es. Mire, esta chica lo explicaba muy bien: hay una estructura socializante. ¡Qué tiene que ver Palacios con esto! Sí, es anterior. Pero no, ésos son proyectos. Proyectos de leyes. Escuche: dentro de la estructura socializante, a la sociedad, la sociedad de consumo burgués, le conviene que haya muchos neuróticos. ¿Por qué, se preguntará usted? Muy sencillo. Porque entonces de masoquistas, pasan a ser sadistas. Ahora lo va a entender. Tiene mucho que ver. El boletero del cine tarda a propósito antes de entregarle la entrada que dice gratis, para que todos los que están en la cola tengan tiempo de mirarla bien. ¿Qué es entonces el boletero? El boletero es un sadista. ¿Por qué es un sadista? Porque en su casa es un masoquista. La mujer le rompe las bolas, nunca le alcanza la plata, en fin, lo de siempre. Entonces el tipo descarga su neurosis en una vivencia agresiva. Ahora, ¿a la sociedad socializante le convienen tipos así? Claro que le convienen. Son la carne de cañón, papa. Me extraña. Van a Vietnam con una polenta bárbara. Es toda la bronca acumulada. ¿Se da cuenta?"

De "Mishiadura en Aries", en Cuentos completos. Buenos Aires, Emecé, 2004.

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