“[…] Pero, ¿puede un escritor de una clase escribir “para” otras, que no son la suya propia? Desde luego que sí cuando se lo hace desde la clase media para la alta pero no resulta tan claro ni tan fácil en el sentido inverso; lo más difícil de todo es hacerlo desde la clase alta o media para el proletariado. Pero como el proletariado no escribe para sí, como tardan en aparecer los escritores verdaderamente proletarios por su origen social y su proyección, son frecuentes los intentos por llenar esa carencia: intentos deliberados de ir al pueblo por medio de la literatura que producen una sensación angustiante cuando son de buena fe o de repugnancia cuando quieren hacer pasar gato por liebre.
Hay que explicar esta diferenciación: en el primer caso se deslizan involuntariamente rasgos que proclaman, rabiosos y reprimidos, que la imagen del mundo que se les propone a los proletarios sigue siendo de la clase superior y eso al pueblo no le sirve porque lo confunde, especialmente por la buena fe; en el segundo caso, se quiere hacer olvidar al proletariado (al pueblo) de su propia existencia, se lo quiere distraer con engaños haciéndole sentir que los embarazos de Grace Kelly tienen el mismo sentido y porvenir que los de sus mujeres. Es claro que tienen el mismo origen (y en eso se agota toda eventual consideración humanística) peor lo que por cierto importa son las pequeñas diferencias con que se encontrarán después los respectivos niñitos.” (p. 48-49)
Fuente: Jitrik, Noé (1967): “Comunicación e incomunicación entre intelectuales y pueblo” en
Escritores argentinos. Dependencia o libertad, Buenos Aires, Ediciones Del Candil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario