Aeon Flux es una serie animada de los 90 que despliega una historia de violencia y erotismo en un escenario futurístico. La primera y segunda temporada (1991, 1992) son capítulos cortos (alrededor de 5 minutos) sin diálogo, con mucha acción y violencia, un regodeo particular en el dibujo y los planos y un final abrupto. La tercera temporada (1995), en cambio, son 10 capítulos (de 25 minutos cada uno) en los que se mantienen los elementos de las anteriores temporadas y se incorporan: la voz de los personajes; cierta exploración psicológica; la historia de erotismo, amor y odio entre Aeon Flux y Trevor Goodchild; y se profundiza el contexto de la trama.
La historia no interesa, es básica (sobre todo en las primeras dos temporadas, en la tercera se complejiza un poco y cambia): Aeon Flux, asesina a sueldo entrenadísima, debe cumplir una misión (asesinar a alguien, robar algo, casi nunca sabremos quién lo pide, por qué lo pide), Trevor Goodchild, político traicionero y seductor, intenta evitarlo, atrapar a la sexy asesina o usarla para su beneficio y después: violencia, muerte, tensión sexual y una música casi tecno de fondo.
Lo que me interesa es cómo las imágenes (formas, colores, velocidades, secuencias) exploran el cuerpo y sus posibilidades (Aeon Flux se retuerce, atraviesa espacios reducidos, se estira, corre con todas sus fuerzas, hace acrobacias, mide hasta dónde da su capacidad física, cuánto puede soportar), el cuerpo y sus usos (modificación genética, terrorismo biológico, clonación, intervenciones tecnológico-médicas (un festín para la biopolítica foucaultiana) pero también, fetichismo, exploración perversa, sustancias extrañas con efectos particulares). En el mundo futurístico de Aeon Flux, las fronteras entre lo órganico y lo inórganico, entre lo humano y lo animal, entre el bien y el mal, entre la mente y el cuerpo se desdibujan y las formas y los usos de lo viviente proliferan.
Pueden ver la serie online, acá.
La historia no interesa, es básica (sobre todo en las primeras dos temporadas, en la tercera se complejiza un poco y cambia): Aeon Flux, asesina a sueldo entrenadísima, debe cumplir una misión (asesinar a alguien, robar algo, casi nunca sabremos quién lo pide, por qué lo pide), Trevor Goodchild, político traicionero y seductor, intenta evitarlo, atrapar a la sexy asesina o usarla para su beneficio y después: violencia, muerte, tensión sexual y una música casi tecno de fondo.
Lo que me interesa es cómo las imágenes (formas, colores, velocidades, secuencias) exploran el cuerpo y sus posibilidades (Aeon Flux se retuerce, atraviesa espacios reducidos, se estira, corre con todas sus fuerzas, hace acrobacias, mide hasta dónde da su capacidad física, cuánto puede soportar), el cuerpo y sus usos (modificación genética, terrorismo biológico, clonación, intervenciones tecnológico-médicas (un festín para la biopolítica foucaultiana) pero también, fetichismo, exploración perversa, sustancias extrañas con efectos particulares). En el mundo futurístico de Aeon Flux, las fronteras entre lo órganico y lo inórganico, entre lo humano y lo animal, entre el bien y el mal, entre la mente y el cuerpo se desdibujan y las formas y los usos de lo viviente proliferan.
Pueden ver la serie online, acá.
Gran serie.
ResponderBorrarPor cierto: Los capítulos de Animatrix, alguien los vio? hay uno, el capítulo final, que me hace acordar mucho a Aeon Flux. No sé si el dibujante es el mismo o qué pero el movimiento acrobático de los personajes me la recuerda.
saludos
Sí, yo también creo que este tipo de dibujo lo vi en Animatrix! Tengo que volver a verla... Y la que siempre quise ver y la tengo que bajar es Gotham Knight, una peli al estilo Animatrix pero sobre Batman. Saludos!
ResponderBorrarVi algo de Gotham Knight. Vi bastante de Aeon Flux, intoxicaciones mediante, y entre las cosas que mencionaste lo que siempre me pegó más fue la relación orgánico inorgánico, cuerpo-máquina. La facilidad con la que pasaba de una lógica a la otra con un alto grado de fetichismo, o morbo directamente.
ResponderBorrar