viernes, septiembre 24, 2010

El cuerpo de un condenado (sobre Castellani crítico de Diego Bentivegna)


Hay momentos en que el fascinante mundo de la crítica literaria argentina puede volverse repetitivo, monótono, aburrido. Así, libros y artículos dedicados a Borges y Arlt, por un lado, o a Saer, Puig, Piglia y O. Lamborghini, por otro, se apilan en las librerías y en las universidades reconfirmando una y otra vez la organización trabada del canon literario; volviendo una y otra vez sobre ciertas concepciones definidas de qué es la literatura; limitándose una y otra vez a autores y obras ya transitadas, ya exploradas, ya exprimidas.
En este clima de opresión crítica, la aparición de ciertos libros disidentes, de ciertas propuestas que se acercan a autores o zonas de nuestra literatura inexploradas, obviadas, descartadas y que, de ese modo, montan una polémica contra lo instituido, digo, la aparición de estos libros se agradece.  
Castellani crítico: ensayo sobre la guerra discursiva y la palabra transfigurada de Diego Bentivegna (Cabiria, 2010) ya en su “Preludio” se posiciona frente a una “falange” de críticos que ha apartado la vista de la obra del cura Leonardo Castellani como si se tratara del “cuerpo de un condenado”, de “lo ilegible”, de “lo monstruosamente irreductible”. Justamente, en este libro, se trata de dar cuenta de esa singularidad inclasificable en la escritura crítica de Castellani pero sin desactivarla, sin asimilarla, sin canonizarla.

La apuesta de Bentivegna tiene un tono polémico (que también, y no es casualidad, es un elemento de la máquina crítica del jesuita que se reconstruye en el libro) anunciado en el “Preludio” y cuyo principal objeto es la confrontación entre Castellani, una fuerza anómala, y el mismísimo Borges, una fuerza constituida de canon (que excluye al cura pero también a otros autores más rebeldes a la integración canónica como Marechal, Tiempo, Discépolo, Barletta). Así, el primer capítulo comienza con una escena, la clásica reunión de 1976 que estos dos escritores junto a otros tuvieron con el por entonces presidente de facto Videla. Esta escena le permite al autor de Castellani crítico, comenzar a caracterizar a su jesuita intratable como una figura y una escritura que se posiciona en un lugar antagónico al del autor de Ficciones, aunque ambos dan cuenta de los vaivenes del siglo XX y de diversas modalidades de la “pasión por lo real” (Badiou). Frente a la herencia criolla, legitimada y una palabra escurridiza (legible, con toda la enciclopedia como soporte), la escritura de Castellani se ubica en un lugar diverso, en un “espacio católico”, para enunciar una palabra extópica: la palabra del parresiasta, solitaria y riesgosa (Foucault). En esta línea, Bentivegna leerá la máquina crítica de Castellani que funciona a partir de dos polos: el polo cultural de la lectura, un “acto de lectura singularizante”, atento a las condiciones materiales de los textos; y el polo exegético de la interpretación, sostenido en las “tradiciones lingüísticas, composicionales, estilísticas” de los textos analizados. Con precisión, los eslabones de la máquina van desde las ideas del cura en torno a la enseñanza (la revalorización de la tradición latina, en diálogo/confrontación con el pensamiento nacionalista de los 40’) y la prensa (la tensión narración e información, en línea con lo propuesto por Benjamin) hasta la exégesis neotestamentaria del Apocalipsis (el estilo oral y las nociones de typo y recapitulación, herramientas para pensar “el carácter concreto, singular, histórico del texto”).
En los siguientes capítulos de Castellani crítico, la máquina crítica del autor de Los papeles de Benjamín Benavides se nos muestra ya en funcionamiento, centrada en el texto “Sobre poesía española (II): el bluff literario” pero con referencias a otros sectores de esta escritura y a sus condiciones materiales de producción (la guerra de Castellani contra el fariseísmo de su tiempo, su ruptura con la Compañía de Jesús, su experiencia del castigo en Manresa, etc.). A partir de un análisis pormenorizado de la crítica castellaniana, con constantes y atinadas referencias a la filosofía (Agamben, Deleuze, Foucault) y a la teoría literaria (Auerbach, Bajtin, Barthes) contemporáneas, Bentivegna va señalando las pústulas del cuerpo del condenado: el tono planfetario y extremista; el modo encarnado de entender lo literario (la escritura como construcción de sí mismo, como experiencia incomunicable); la incorporación de las palabras ajenas y la puesta en conflicto de éstas; la lectura de una pulsión agónica y la singularidad irreductible de Cristo (y su derivación hacia una política de lo impolítico); la recuperación de la palabra peligrosa, del aspecto político de la literatura pero también de la crítica. En todo caso, en la escritura de Castellani se trata de construir una crítica polémica y riesgosa “capaz de rearticular las voces y las tensiones” de un texto, capaz de transfigurar la lengua y encarnarla.
Luego del preciso y sugerente análisis de la máquina crítica castellaniana, Bentivegna se ha preocupado por brindarnos una “Cronología” que nos da un vistazo de la vida y obra de Castellani y un “Vademécum crítico” imperdible, en el que se recuperan citas de la obra del jesuita condenado que sostienen la hipótesis y el desarrollo del ensayo y que trazan las pulsiones de la escritura violenta de Castellani.
En definitiva, Castellani crítico: ensayo sobre la guerra discursiva y la palabra transfigurada de Diego Bentivegna remueve las aguas apacibles y constantes del canon literario argentino, trayendo los ecos de una voz y una potencia que el tiempo y la crítica ha preferido apartar pero que retorna desde su cueva irreductible, desde su monstruosidad inasimilable para poner en cuestión el “sentido común” literario.

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