Durante una campaña pacificadora en territorio ranquel, el gran escritor argentino del siglo XIX, improvisado militar para eludir a una genealogía inoportuna, observa que muchos soldados y suboficiales satisfacen entre sí sus urgencias sexuales. Comenta el hecho con el médico del regimiento, quien, ignorando o subvalorando la cultura de su interlocutor, aduce como explicación ejemplos de la antigua Grecia. Impaciente, el hombre de letras y ocasional hombre de armas lo interrumpe: "Conozco mis clásicos. Lo que me intriga es la aceptación del dolor físico". Ante las explicaciones vagorosas, inconvincentes que recibe, prefiere hacer el experimento bajo la supervisión del médico. Llama a un edecán o a un soldado de guardia, lo conmina a "ponerse en condiciones" e, inclinado sobre una mesa, se somete a la prueba. Con voz indiferente va ordenando: "Entre", "Muévase", "Basta ya", "Retírese". Momentos más tarde, a solas con el médico, opina: "No le veo la gracia. Es como cagar al revés.".
Fuente: oral, Victoria Ocampo, París, 1975.
Cozarinsky, Edgardo (2005): Museo del chisme, Buenos Aires, Emecé, p. 98.
!!!!!!!
ResponderBorrarHabrá más...
ResponderBorrarEsto pasó de verdad? (perdonen la ingenuidad, pero me sorprendería, no que haya sucedido, sino que haya sido conocido)
ResponderBorrarBuenísssssima anécdota!
ResponderBorrarSí, "Museo del chisme" está plagado. Después subo una de Gerchunoff y una de V. Ocampo. Saludos.
ResponderBorrarEso es tomar el positivismo en serio. ¡Comte, no existís!
ResponderBorrarAhhhh, el siglo XIX... Cfr. Schreber o Freud (la misma analogía)
ResponderBorrarOh sí, que sería del siglo XIX argentino sin Mansilla...
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