Más interesante podría ser estudiar cómo es que la tecnología ha ingresado en nuestras vidas diarias. Como decía Eze, dentro de poco vamos a dejar de tener muchos aparatos diferentes para pasar a tener un “coso” multipropósito, y este va a estar, por supuesto, permanentemente conectado al Internet, y ahí chatearemos, y leeremos y haremos amigos y guardaremos recuerdos, nos enamoraremos y putearemos cuando sea conveniente a quien sea conveniente, o porque sí. Me encantaría ser lingüista o antropólogo o sociólogo, y escribir tesis o papers sobre los códigos de comunicación, esas hermosas mutaciones del idioma que van surgiendo y muriendo según quiere la selección natural, hasta formar, con sus detritos virtuales, estratos geológicos de memes, emoticones, comentarios-en-azul y mefirmás.
Pero lo que yo más quisiera es encontrar como es que la realidad nueva se manifiesta en el arte y en la cultura. Más allá de los medios de transmisión o de las estrategias de distribución, ¿cómo es que esta vida de oversharing está cambiando nuestras novelas, películas o canciones?
Los augurios teóricos de Colifloressecas siguen acá. Visto en El Baile Moderno.
Mientras leía el post, no pude dejar de pensar en este libro, ni en Fringe, ni en American Horror Story, ni en este otro libro.
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