Alberto Giordano, Miguel Dalmaroni y Jorge Monteleone conducen sus pasiones críticas por Lector común: un sitio de críticos patéticos. El sitio ofrece artículos y ensayos de estos escritores y de otros invitados como Jorge Panesi y Ana Porrúa. Además de esta proliferación crítica, redoblan la apuesta subiendo sus libros
lunes, julio 30, 2012
miércoles, julio 25, 2012
martes, julio 24, 2012
Chisme 26 (Edgardo Cozarinsky)
En tiempos en que el diario La Nación aún estaba en su tradicional edificio con entradas por Florida y por San Martín, Manuel Mujica Lainez se cruza, camino del diario, con otro redactor, poeta él, tenazmente confiado en que nadie sospecha su homosexualidad; esa tarde lo acompaña un joven muy bien parecido. Ante el saludo de “Manucho”, el colega se turba visiblemente y se apresura en presentar a su acompañante como “un sobrino”. Sonriente, implacable, “Manucho” informa: “Sí, lo conozco, fue sobrino mío el año pasado...”.
Fuente: oral, folklore gay porteño, años 60.
Cozarinsky, Edgardo (2005): Museo del chisme, Buenos Aires, Emecé, p. 82.
domingo, julio 22, 2012
El archivo caminante
Gracias a La biblia de los pobres me entero del proyecto interesantísimo del artista Eduardo Molinari: El arhivo caminante; y de su conferencia el lunes. Para más info, pueden ver su blog o leer esta entrada sobre el proyecto.
viernes, julio 20, 2012
El principio de incompletud (Maurice Blanchot)
Repito, en lugar de Bataille, la interrogación: ¿por qué «comunidad»? La respuesta está dada bastante claramente: En la base de cada ser, existe un principio de insuficiencia... (principio de incompletud). Es un principio, observémoslo bien, lo que manda y ordena la posibilidad de un ser. De ahí resulta que la carencia por principio no va a la par de una necesidad de completud. El ser, insuficiente, no busca asociarse a otro para formar una sustancia de integridad. La conciencia de la insuficiencia viene de su propio cuestionamiento, el cual tiene necesidad del otro o de algo distinto para ser efectuado. Solo, el ser se cierra, se duerme y se tranquiliza. O bien está solo o no se sabe solo más que si no lo está. «La sustancia de cada ser está impugnada por cada otro sin descanso. Incluso la mirada que expresa el amor o la admiración se liga a mi como una duda que afecta a toda la realidad.» «Lo que pienso no lo he pensado solo.» Hay aquí un intrincado de motivos disímiles que justificaría un análisis, pero que tiene su fuer/a en una mezcolanza de diferencias asociadas. Es como si se apiñaran en la portilla pensamientos que sólo pueden ser pensados juntos, mientras que su multitud les impide pasar. El ser busca, no ser reconocido, sino ser impugnado: va, para existir, hacia lo otro que lo impugna y a veces lo niega, con el fin de que no comience a ser sino en esa privación que lo hace consciente (ése es el origen de su conciencia) de la imposibilidad de ser él mismo, de insistir como ipse o, si se quiere, como individuo separado: así tal vez existirá, experimentándose como exterioridad siempre previa, o como existencia vista en perspectiva lineal, sólo componiéndose como si se descompusiera constante, violenta y silenciosamente.De este modo, la existencia de cada ser reclama lo otro o una pluralidad de otros (porque es como una deflagración en cadena que tiene necesidad de cierto número de elementos para producirse, pero que correría el riesgo, si ese numero no fuera determinado, de perderse en el infinito, a la manera del universo, el cual sólo se compone ilimitándose en una infinidad de universos). Reclama, por eso, una comunidad: comunidad finita, porque ella tiene, a su vez, su principio en la finitud de los seres que la componen y que no soportarían que ésta (la comunidad) olvide llevar a un grado de tensión más alto Infinitud que los constituye.Aquí nos encontramos enfrentados a dificultades poco dominables. La comunidad, sea o no numerosa (pero, teórica e históricamente, no hay comunidad sino de un pequeño número —comunidad de frailes, comunidad hassídica (y los kibbutzim), comunidad de eruditos, comunidad con vistas a la «comunidad», o bien comunidad de los amantes), parece ofrecerse como tendencia a una comunión, incluso a una fusión, es decir, a una efervescencia que no reuniría los elementos sino para dar lugar a una unidad (una sobreindividualidad) que se expondría a las mismas objeciones que la simple consideración de un solo individuo, cerrado en su inmanencia.
Blanchot, Maurice (1983): La comunidad inconfesable, Madrid, Editoral Nacional de Madrid.
martes, julio 17, 2012
lunes, julio 16, 2012
domingo, julio 15, 2012
Agamben for export
The process of translating Agamben has forced me to pay closer attention to his style, broadly speaking, than I likely otherwise would have, particularly given the necessity of following up on his references and citations in order to bring his looser European bibliographical style up to American standards.
Tal vez uno de los usos potenciales del blog siga siendo este tipo de post basados en las impresiones de lectura y en lo que nos queda picando en el trabajo con los textos. El post sobre el estilo de Agamben, escrito por Adam Kotsko, traductor al inglés de los últimos libros de nuestros querido maestro (Opus dei: Archeologia dell’ufficio y Altissima povertà: Regole monastiche e forma di vita), sigue acá. Por lo demás, visiten el blog de Kotsko que no tiene desperdicio: An und für sich.
miércoles, julio 11, 2012
lunes, julio 09, 2012
Sujeto y predicado
Desplazando las fronteras entre enemigos y amigos, cada narración política anuncia que los adversarios son los defensores del sistema contra el que se sublevan los aliados, y extiende esta misma división a un enfrentamiento entre dos dimensiones inconciliables aunque difíciles de discernir: la mayoría y el pueblo, la canalla y la ciudadanía, los custodios del pasado y los iniciadores del futuro, quienes transitan las huellas ayer abiertas por las vanguardias y quienes las abandonan hoy abriendo nuevas alternativas. Una gramática de las narraciones políticas debería despejar entonces la forma que este fenómeno humano asume en cualquier circunstancia histórica e independientemente de los contenidos particulares de las diferentes posiciones. Así como cualquier oración puede dividirse en sujeto y predicado sin importar qué está diciendo, cualquier narración política, sea de izquierda o de derecha, moderada o extremista, pragmática o idealista, y más allá de las intenciones del narrador del momento, establece una distinción entre enemigos y amigos, entre defensores del statu quo e insurgentes, entre el poder y los rebeldes, entre el rebaño y el pueblo, entre consenso y pensamiento. Y lo hace, denunciando una situación actual, exhortando a los amigos a la rebelión y la lucha y prometiendo el triunfo final de los aliados o el restablecimiento de la auténtica comunidad o del pueblo liberado. Denuncia, exhortación y promesa serían los tres momentos de este combate entre los bandos, tres momentos de cualquier narración política sin importar qué sistema denuncie, a qué sujetos exhorte y qué triunfo les prometa.
El último libro de Dardo Scavino, Rebeldes y confabulados: narraciones de la política argentina (Eterna Cadencia, 2012) es fundamental por su propuesta, por su recorrido y por sus ideas. De lectura obligatoria. En unos días, escribiré sobre él, pero hace tiempo quería citar la frase de más arriba en la que se condensa la jugada de Scavino. Una joyita.
sábado, julio 07, 2012
Juvenilismo
Llegó. Ahora, gracias a Mansalva, podremos leer "Los jóvenes" de Carlos Correas de forma completa. Por lo demás, el libro recopila textos ya aparecidos aquí y allá: "Las armas tiernas"; el hitazo "La narración de la historia"; y "Algo más sobre mi caso". Bien, seguimos en la procesión hacia el canon: después de OL y de Copi, llega Correas. Sólo falta que reediten ese novelón Los reportajes de Felix Chaneton.
lunes, julio 02, 2012
A Woody con amor
Sigo Cinemarama con asiduidad, es mi forma de estar enterado de lo que ocurre en el cine y de leer, de paso, unas reseñas que no se quedan en el plano automático de los suplementos periódicos. La reseña de A Roma con amor, escrita por Diego Maté, no tiene desperdicio (coincido en un 80% en su valoración de las últimas películas de Woody Allen):
A esta altura es casi una obviedad señalarlo, pero el cine de Woody Allen, que durante mucho tiempo fue una exploración de un universo y unas criaturas particularísimas, ahora ensaya una especie de amalgama a nivel casi planetario, que licua las diferencias regionales y de época en pos de quién sabe qué búsqueda autoral (una búsqueda humanista, seguramente, porque a ninguna otra cosa puede servir el borrado de tantas realidades heterogéneas). El tradicional interés del director por la pareja y la constelación de temas circundantes (matrimonio, infidelidad, convivencia, amor) está presente en A Roma con amor, sí, pero la forma en que esos temas se integran en la trama lo despojan automáticamente de cualquier interés.Así, la película se revela como liviana en un sentido bien abarcativo, casi como manera de entender la vida y el cine. Los nuevos personajes de Allen pueden relacionarse, cambiar de profesión, sufrir modificaciones fundamentales en sus vidas o visitar su propio pasado, siempre sin ningún tipo de barrera, limitación o sufrimiento; también el espacio se recorre sin un costo físico o de tiempo (el único viaje que se muestra es el de los padres de Hayley, y la escena en el avión –brevísima– cumple la función de presentarlos y no aspira a narrar el traslado de un continente a otro). Si alguna vez Woody Allen fue un explorador de lugares e individuos particulares (New York, clase media educada), hoy se erige como un narrador que no piensa en términos geográficos ni temporales, interesado solo en contar historias despojadas de cualquier especificidad.
La pueden leer completa, acá.Y por muchos años más de este proyecto cinéfilo tan seriamente sostenido.