Sábado 23 de noviembre / 17 HS
La novela narra los intentos de Bruno para encontrar a su hermano mellizo Axel, desaparecido en una Buenos Aires en plena guerra entre ángeles y demonios. En este recorrido, Juan Milton, un ángel caído, acompaña a Bruno y atraviesan escenas donde se hace presente El Eternauta y las fuerzas del bien y el mal se enfrentan sin tregua. Ambos personajes, asisten a combates celestiales poco angelicales hasta llegar al infierno, un territorio dominado por tres demonios con aires castrenses.
La obra de Abrevaya –un relato donde la ciudad se convierte en un escenario extraído de la literatura maravillosa- dialoga con la épica universal, el suspenso de HP Lovecraft y algunos clásicos de la literatura argentina como Adán Buenos Aires de Leopoldo Marechal. Sin embargo, el mayor intertexto es (el relato sobre) la historia argentina reciente.
Participan: Ana María Shua (escritora), Hugo Correa Luna (escritor), Alejandro Maritano (psicoanalista), Hugo Goldgel (ilustrador), Eduardo Jozami (Director del Centro Cultural) y el autor.
Acompañan
- Exposición de la obras de Hugo Goldgel, ilustrador del libro
- Concierto del cantautor Ramiro Abrevaya, hijo del autor
Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Área de Comunicación y Prensa (prensaconti1@gmail.com)
Tel.: 4702-7777 Int. 197
Lugar: Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Av. Del Libertador 8151 CABA (Ex ESMA)
Horarios: martes a viernes de 12 a 21 hs. Sábados, domingos y feriados de 11 a 21 hs. Lunes Cerrado.
Va un fragmento:
El lugar era enorme, una explanada de cemento que ocupaba varias manzanas con las construcciones repartidas de un modo poco ordenado; bajo la luz de la luna parecía un pueblo fantasma, había innumerables torres que llegaban hasta el horizonte, todas iguales, todas moles oscuras que se alejaban en una fila algo desarticulada y se estiraban a lo ancho y a lo largo, como trenes altos hasta las estrellas. Aquí y allá, algunas vidrieras bajas y la mayoría rotas, indicaban negocios, almacenes, tiendas, remiserías, comercios del lugar que parecían arrasados por el tiempo y la ausencia. Las ventanas de las torres estaban habitadas y mal iluminadas. Bruno vio luces que titilaban como velas. Los perros andaban sueltos, revolvían tachos o peleaban entre ellos. La roña se acumulaba en las veredas rotas y el viento arrastraba papeles de diario, algunos se elevaban y se fundían en remolinos; la pintura descolorida de los edificios recordaba un vago rosa roñoso, alumbrado por hogueras que ennegrecían la pared con cierta regularidad. Algunas figuras se calentaban al fuego, hacían asado, dedujo Bruno: los perros correteaban por allí, había gruñidos de pelea por los huesos que les tiraban las sombras.Vista de lejos, la torre parecía a punto de derrumbarse. Las líneas quebradas de sus aristas mostraban una geometría agónica y trastornada por las paredes medio desmoronadas: los combates eran feroces en algunos barrios, y todo caía demolido por los rayos y los proyectiles lanzados por las catapultas. Y las paredes que se venían abajo dejaban las habitaciones a la vista: era posible detectar algún cuarto (había una evidente cama en el segundo piso), o un comedor con alguna silla destartalada todavía en pie; parecían mordiscos hechos por alguna bestia salida del infierno, y quizás fuera así; aquellos agujeros seguían habitados por figuras oscuras que se abrigaban con sus pequeños fuegos, cocinaban y se alumbraban. Bruno vio una sombra que se ponía de pie en el living donde ardía un brasero y caminaba hacia la habitación contigua, la vio abrir la puerta, pasar a la habitación, cerrar la puerta otra vez, acostarse y descansar; la sombra daba por terminado su día, no distinto del anterior. Junto al brasero había quedado una segunda sombra que parecía comer de un plato sopero.
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ResponderBorrarLa presentación salió hermosa, divertida, afectuosa. Estuvo lleno de gente y el libro tiene unas ilustraciones excelentes. Yo lo recomiendo a todos.
ResponderBorrarMe alegro que haya salido lindo, Gustavo. Abrazo y éxitos con la novela!
ResponderBorrarGracias Matías.
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