viernes, agosto 19, 2016

Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de mariani, bebedor y poeta incansable, escritas por él mismo y algunos amigos (Federico Barea)

Este es el prólogo que Federico Barea escribió para la reciente recopilación de poemas del sátrapa reynaldo mariani, prolegómenos, mamotretos y reluctancias (Instituto Lucchelli Bonadeo, 2016). Gentilmente cedidas por su autor, estas líneas recuperan el impulso de una vida puesta en juego en la poesía y en la escritura. mariani, bardo itinerante (en todos los sentidos del término) dejó una obra pero también una vida que bien valen la pena conocer y rememorar. El libro, bajo el cuidado obsesivo y generoso de Barea, es una de las sorpresas del 2016 y, desde este humilde blog, lo recomendamos con fervor. Lean, pues, este bello prólogo.




Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de mariani, bebedor y poeta incansable, escritas por él mismo y algunos amigos (Federico Barea)

a Juan Ruperez

El 23 de Julio de 1968, en el nº 291 de la revista Primera Plana se publica "El cuchillo sobre el agua", un relato de mariani. En esa época, los autores publicados por la editorial Sudamericana aparecían antes en la revista junto a una breve presentación del autor. Allí se lee:
Nació en Buenos Aires hace 32 años y en el último lustro su nombre se asocia ineludiblemente a la poesía. Curiosamente, el primer libro que publicará Mariani –bajo el sello Sudamericana, con cuya autorización se anticipa este texto– se llama Siete historias bochornosas y es una colección de relatos. Sus poemas –desparramados en Opium, revista de la que fue fundador, entre 1963 y 1967, y en otras hojas literarias– alcanzaron a configurar también un libro que permanece inédito: cinco tentativas de edición atravesó Prolegómenos, mamotretos y reluctancias y Mariani no sabe ahora si intentará una sexta, dado que cada una de las anteriores se cruzó con una catástrofe económica que impidió su lanzamiento.
Probará, en cambio, estrenarse como dramaturgo, con Sub y La felicidad de ser felices, dos piezas cortas que están en lectura en estos momentos en la sala Planeta.
La sala Planeta de Suipacha y Paraguay nunca estrenó estas obras. De hecho, no se sabe dónde están, como gran parte de la producción de mariani. Este libro intentará remediar, en parte, dichas pérdidas.
mariani, como es de imaginarse, no fue exactamente un laburante, aunque se sabe que durante un breve período trabajó como consignatario de hacienda. Vivía en Benito Juárez al 4000, bien Villa Devoto. Su bar era El Moderno, donde paraba junto a otros bohemios. Muchos de ellos vivían en el melancólico, un petit hotel de Belgrano donde también él recalaría un tiempo. Una vecina de habitación recuerda que al poeta le gustaba mucho el surrealismo pero Kafka lo obsesionaba. Por otro lado, comenta “nunca vi una cosa igual, las chicas hacían cola en las escaleras del melancólico para estar con él, no sé qué tenía”. Con Ruy Rodríguez, Sergio Mulet e Isidoro Laufer editó la revista Opium, que duró 4 números (se dice que hay ½ número más pero hasta ahora nadie lo recuerda exactamente). En esos años, la denominada manzana loca, ubicada en el microcentro, reunía bares, la Universidad de Filosofía y Letras y el Instituto Di Tella. Allí mariani participó en las obras experimentales Jazzpium y Simulacro.
Cuenta su amigo Jorge Anitua que por esos años mariani recibió una herencia y le prestó parte a José Falbo para que plantara su editorial. “El resto de la guita se la robaron en un tren cuando volvía borracho al melancólico. Después empezó con el 'no se puede vivir más acá'. Ya había empezado la dictadura de Onganía y entre el 'documentos documentos' y un altercado que tuvo con las fuerzas policiales (salió a la calle en pijama y lo quisieron meter preso), decidió que el país de la bossa nova sería su destino”.
Antes de partir, en 1969, actuó con sus amigos Sergio Mulet, Poni Micharvegas, José Peroni y Gregorio Kohon en la mítica película de Becher Tiro de gracia, donde también actuaron Juan Carlos Gené y Susana Giménez (!) con música de Manal.
Ese mismo año, en el nº 5 de la revista ARTiempo, escribió:
MARIANI PAR LUI MEME

Por cierto que no es tan fácil escribir sobre sí mismo, al menos así me lo parece. Porque no se trata simplemente de aparecer de pronto en el escaparate i anunciar con cierta displicencia, no exenta de un toque de (¿falsa?) timidez, que p.ej., uno fue gestado hace unos 33 años, que no sabe en qué lugar ni en qué momento se produjo i que no tiene ni idea del por qué de dicha gestación. Que, además, tras sortear más o menos inconscientemente la escuela primaria, uno (otra vez) transitó tres meses por la industrial de la nación, cuatro por el colegio nacional grñptpuc! i seis o siete por el comercial númerotanto i que una vez harto de toda la patraña, decidió irse a vagabundear por las provincias, las gobernaciones, los territorios, ir i venir alegremente a veces, o soportar terroríficas heladas en la patagonia ancestral, abrazarse en las calderas cordobesas o puntanas o prestarse a ser una marioneta en manos de los “zondas”, “pamperos” u otros fenómenos por el estilo que corretean con entera libertad – los únicos que aquí parecen gozar de este raro privilegio- por las llanuras de todos conocidas. Claro, se puede agregar que “uno” emprendió mil tareas distintas i que ninguna le importó de verdad un ardite, salvo aquella que sin saber cómo, ni exactamente cuándo, se le montó un días sobre los hombros para no dejarlo ya ni a sol ni a sombra: escribir. Una tarea que en principio tal vez no se elija, pero que sí se habrá de elegir un día, tras la consabida sucesión de dudas i conflictos, entre abandonarla aterrorizado para dedicarse a tener buenos modales o aceptarla i proseguirla, pese a todo, hasta agotarla o agotarse en ella.
De modo que aquel que comenzara como un entusiasta se transforma de repente en un frenético. I durante quince años tacha, rompe, copia, plagia, vuelve a tachar, patea las sillas, los espejos de luna de los roperos, que siempre reflejaban la imagen de un tipo despeinado i con los ojos a punto de saltársele de las órbitas. Un tipo que abandonó cientos de poemas, docenas de relatos en sus inicios, alguna novela en el estilo de… Hasta que un día el joven desaliñado se da cuenta que hasta entonces sólo ha estado susurrando más o menos correctamente, que no es eso de lo que se trata, de ninguna manera, que uno quiere “decirlo”, maldita sea la cosa, que de esto sí se trata. I vuelta a romper, tachar, corregir, pegarle al espejo, i así…
En fin, para qué continuar con una enumeración como ésta, que es totalmente antiperiodística i que apenas si consigue reflejar esa tensa i abrasadora pasión por las letritas i/o las palabritas que uno padece. Ya es hora de tomar el toro por las astas. O, dicho de otra manera: de ir al grano. I aquí nos encontramos con que el grano tiene un nombre 7 HISTORIAS BOCHORNOSAS, tal el título de lo que vendría a ser “mi primer libro”, dicho así, en voz no muy alta. Sólo 7 de las innumerables historias que se me han ocurrido a través de los años i muchas de las cuales les conté a mis amigos, a mis amantes, a mis conocidos, a mis enemigos, etc., i que ahora, al fin, me he decidido a contarles también a mis desconocidos. Algunos se preguntarán de qué tratan las historias. En la mayor parte tratan de situaciones, situaciones más o menos bochornosas... situaciones no del todo simpáticas que expelen un olorcillo que... bueno, bueno. I que envuelven a personajes como -tal vez- usted. O su tío mariano. O su querido peter. O su tía mariugenia. O sus primos mnbaduel i arturito. Está claro, ¿verdad? Bien, entonces sólo resta decir que el libro salió hace unos dos meses aproximadamente: que la mayor parte de la “crítica” (¡?) le tiró con todo lo que tenía a mano -i algo más también-, cosa que me satisface pues, como dijo el delirante de la mancha, “Ladran sancho. Señal de que cabalgamos” o algo así.
Tristeza não tem fim

Según sus amigos no aguanta más y en 1970 se escapa a Brasil. Sin embargo, en 1973 publica en Buenos Aires 7 poemas grassificantes en Ediciones de la Flor Alta. Suponemos que fue en una escapada ya que también en 1973 saca en San Pablo, con traducción de Chico Bezerra, 7 poemas. Lamentablemente, el libro no es bilingüe, como afirma alguno de sus biógrafos, por lo que, con Luciana Duarte y bajo la supervisión de Ruy Rodríguez, hemos traducido estos poemas. Ahora sí bilingües. Ninguna de las dos versiones es mariani a secas, pero es lo que hay, considerando que, como dice Ruy “perdimos más de la mitad de mariani”.
Ya en 1964 Ruy Rodríguez había publicado en el nº 83/84 de la revista Leitura de Río de Janeiro un artículo sobre Opium y mariani titulado “Um grupo e um poeta na argentina” donde se leía una nota que mariani le enviara a Ruy: “Mis poemas, o cuasi-poemas, son así, posiblemente feos, posiblemente fríos, posiblemente malos; son así, simplemente. Tienen de todo. Yo tengo de todo y de nada... Y todo es una gran confusión, una gran contradicción. Está bien, no me quejo; no me interesa determinarlo; no creo en el bien ni en el mal. Ni en lo que está bien o en lo que está mal. Al diablo con todo eso! Sólo existe lo que uno HACE; yo lo veo así y por lo tanto lo expreso de esa manera. Hacer: verbo. Verbo: vida. Vida: poesía; y poesía de alguna manera es belleza porque la vida no lo es. En la vida hay belleza y fealdad; calor y frío, terror y alegría... En fin hay de todo...”.
En Río de Janeiro encontró cierta estabilidad, hasta fue padre de una niña. Incluso se sabe que tuvo un trabajo de los denominados decentes: vendedor en una zapatería. Y que escribió para algunas revistas. El periplo lo llevó a Buzios, donde después de un intento frustrado por vender panchos y coca en la playa terminó vendiendo libros sobre una manta. Allí conoció a Jim Thompson. Al poco tiempo, su entusiasmo por la cachaça lo llevó a dormir y a mendigar en la estación de buses y después en la puerta de una panadería (Enrique Symns lo retrató durante esa época en su libro En busca del asesino). El negro Miranda relata un encuentro con él, en Buzios, donde le compra comida y lo lleva a pasear en su Ford Falcon. mariani hacía días que no comía y gritaba desde el asiento de atrás: “la felicidad es comer pollo y viajar en Falcon”. Cuenta Ruy que cada tanto llegaban desde Brasil noticias acerca de las distintas “muertes” del poeta, otros decían que estaba en la cárcel y otros que lo sabían en un psiquiátrico. Al fin, su hermano Atilio fue quien logro repatriarlo.
Al volver estuvo por Buenos Aires, por la Patagonia un par de años y luego voló a Madrid donde publicó (junto a Pepe Mayoral, quien aparece bajo el heterónimo de García Smith y como "irresponsable" de la Editorial Diógenes Internacional) el único número de Damajuana. Poesía Aleatoria, en 1999. Josetxu Gómez Andechaga lo bancó un tiempo durante su estadía en España pero mariani era verdaderamente intratable y terminó volviendo a las calles hasta que lograron regresarlo a Zapala, Neuquén, donde además de varios libros hizo la revista de culo al barro. Ese fue su periodo más productivo, con tiempo de corregir y publicar en forma artesanal. Estuvo bien acompañado por amigos, fernet, faso y escritores hasta su muerte en 2004.
En el 2005 la editorial La Grieta publicó de manera póstuma, Mariani a secas, que reúne los poemas del último mariani que él mismo seleccionó. Luego, casi diez años después, La Grieta publicará una edición fallida de Prolegómenos, mamotretos y reluctancias, en el 2014 donde se reunían sus poemas de juventud. Hoy se juntan aquí ambos libros y otros poemas para resarcir la ausencia de ambos libros en el circuito porteño, que a fin de cuentas, siempre fue su hogar.

Federico Barea
Buenos Aires, Septiembre de 2015

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