martes, mayo 02, 2017

Escritura poemática, un libro sobre el taller de Néstor Sánchez

En los últimos años, el proyecto editorial impulsado por Claudio Sánchez bajo el nombre de La Comarca ediciones nos ha permitido recuperar las obras y las ideas del gran escritor de culto y oculto Néstor Sánchez. Si la editorial irrumpió con un libro inigualable titulado Ojo de rapiña, una recopilación totalmente inédita de artículos y ensayos de Sánchez sobre la escritura y la literatura, este año, 2017, promete una gran novedad: Escritura poemática. Se trata de una obra que recupera las experiencias en el taller literario que brindaba el autor de Siberia blues: testimonios, apuntes, preparación de clases pero también textos seleccionados por Sánchez y entrevistas en las que abordó el cómo escribir y la ética del desacato literario. Meterse en la cocina de la escritura poemática, asomarse a las clases que preparaba Sánchez y las percepciones de sus alumnos y alumnas son algunas de las posibilidades que abre este libro para nosotros, sus lectores.
Va pues la tapa, algunos fragmentos cedidos generosamente por Claudio y el flyer de la presentación que será este viernes 5 de mayo.


Mi idea de crear un taller es de alguna manera la posibilidad de encontrar un grupo homogéneo y perdurable. Tengo cosas que transmitir, además de la escritura, y la posibilidad de discernir la responsabilidad extrema de escribir.
Néstor Sánchez

MÓDULO I

Características:

Una característica indesmentible de esta forma de escritura (que no tiene por qué ser constante) es la obsesividad, el “automatismo”, como podría suceder con un instrumento solista que improvisa largamente.
Si yo vivo la novela como poema, con la relación de ritmo, el capítulo es el verso. Hace falta un lector que advierta las resonancias. Se trata de libros que necesitan una lectura poemática pues fueron concebidos poemáticamente. El lector, habituado a leer novelas donde los elementos de interés se fundan en lo anecdótico fracasa en la relación de resonancia, no está entrenado.
Entonces, ¿qué habría que decir sobre el problema de la lectura? Se habla del adiestramiento del escritor, pero hay que tener en cuenta el adiestramiento del lector que es el reescritor del texto. Sería el adiestramiento de la atención poemática que es fundamental para mi planteo de la estructura novelística.
Pavese decía que el escritor está obligado a leer. Yo lo vivo de la misma manera: un grupo de personas se contagia la posibilidad de aprender a leer. No hay escritura sin lectura. Incluso hay textos que requieren la lectura en voz alta. Una de las experiencias más válidas de mi vida fue la lectura de textos en común. Propongo en el taller esa actividad.

(...)

MÓDULO II

El equilibrio de las herramientas:

• Abolición de los puntos suspensivos y de los signos de admiración.
• Supresión del adjetivo delante del sustantivo (salvo casos muy aislados).
• Valor del silencio (revisión del sentido de pausa: puntuación, espacios en blanco, doble y triple, etc. ej: Hechos memorables - pag. 104).
• La voz propia tiene relación directa con el sentido de pausa y es preciso respetar como en la música, los elementos de la puntuación, estableciendo sus grandes diferencias. En un momento dado incluso pueden faltar.
• Paréntesis.
• Guiones.
• Uso del condicional.
• Cuidar el infinitivo.
• Economía del adverbio. Su importancia expresiva.
• No al gerundio.
• La pregunta: una pregunta extrema, en lo posible extensa
(manejo del tono de pregunta, como con un título).
• Ataque y remate (su importancia).
• Cuidar que lo lapidario no impida trabajar más. No caer con demasiada frecuencia en el remate lapidario; también es posible esperar antes del corte. Con remate se abre el raro conflicto del “propósito” de una escritura, y puede presentirse la posibilidad de aliento.
• Cuando la tendencia es “lapidaria” será necesario leer a autores que tiendan al párrafo amplio, con o sin tendencia a la enumeración: El viento, de Claude Simon, me parece un buen inicio. También el último capítulo de Nosotros dosque, en cierta medida, representó para mí una toma de partido (por supuesto para el contrapunto) en relación con apertura, con búsqueda de aliento.

(...)

Victoria Morana: Fue mi maestro, era una persona sensible y sabía escuchar. Aprendí a hacer un análisis textual, el placer de la disección que permite entender un texto en su totalidad, descifrar en la trama los secretos de la historia. La primera clase propuso un juego: cada encuentro uno de nosotros tenía que llevar una cita para leer en el grupo y debíamos anotarla en el cuaderno. Si tuviese que elegir de las frases que Néstor propuso, las que más lo definirían creo que son: “Todo es vanidad y apacentarse de viento” del Eclesiastés, y “La tentativa que te propongo hacer conmigo puede resumirse en dos palabras: permanecer despierto” de René Daumal.

Inés Pereyra: Me prohibió el uso del punto porque decía que mis frases eran muy lapidarias. Fue buenísimo porque me obligó a tirar de la piola.

Norberto Guarnieri: Sus comentarios eran muy escuetos y había que saber tomar rápidamente lo que decía e interpretarlo. Aquello de la puntuación, siempre recuerdo la coma, el punto y coma; ¡ah!. Los dos puntos: nunca había escuchado hablar de la puntuación de esa manera, algo muy importante en su estructura de enseñanza. Nos recalcaba siempre el cuaderno de notas y la lista de palabras (a la que yo llamaba “palabras listas”) como algo fundamental para cualquier aspirante a escritor; insistía con que la materia prima de un escritor es la palabra, entonces cada uno debía forjar su propio tesoro con frases y palabras que en algún momento iba a utilizar.



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