Salvador de la Fosa, poeta-médico de principios de siglo XX, despliega en su libro Lecciones de alta clínica un sinnúmero de excelentes poesías. Existe un ejemplar de esta obra, editada en 1914, en los anaqueles de la Biblioteca Nacional que yo mismo descubrí hace unos días y todavía no me salgo del asombro. Los invitamos a adentrarse en el fabuloso ritmo de su poesía orgánica que no sólo deleita en su estética realista sino que enseña uno de los oficios más antiguos de la humanidad (además de la prostitución): ser médico.
El raspamiento uterino
I
Para raspar las matrices,
adopto un procedimiento
que da un buen tanto por ciento
de resultados felices.
Yo raspo hasta las raíces
de la mucosa uterina,
que mi cureta extermina
con gran encarnizamiento,
y al gritar el instrumento
lo saco por la vagina.
II
No conviene, sin embargo,
el exceso operatorio,
pues hay peligro notorio
de pasar un trance amargo:
el útero tiene un largo
de limitada extensión,
y haciendo sin ton ni son
movimientos de vaivén,
se puede causar muy bien
alguna perforación.
III
Precisamente por eso
yo me fijo bien en todo,
raspando siempre de modo
que mi nombre quede ileso;
y si a veces, lo confieso,
raspo con cierta vehemencia,
tened la benevolencia
de observarme en casos tales,
y veréis por mil señales
que todo es pura apariencia.
IV
Si está presente el marido,
por ejemplo, siempre trato
de que mi trabajo ingrato
se aprecie como es debido:
solemne entonces y erguido
¡hay que ver cómo introduzco
la cureta y cómo luzco
mi ensañamiento y mi arrojo,
mientras miro de reojo
el efecto que produzco!
V
Para evitarme la pena
De perforar la matriz,
Me valgo de un truc feliz,
Que inspira confianza plena:
Con mano suave y serena,
Voy metiendo el instrumento,
Y cuando en la punta siento
Que algo me resiste, paro;
Y ese punto lo declaro
Límite del raspamiento.
Referencia: Fosa, Salvador de la, Lecciones de alta clínica, tomo 1, Buenos Aires, Jacobo Peuser, 1914, p. 83-87.
¡Scrrrorps!
ResponderBorrarJA, excelente, me voy a comprar ese libro. Recomiendo a aquellos que gusten de la miscelánea médica, consultar cierto volumen publicado en 1575 por Ambroise Paré, de título "Monstruos y Prodigios".
ResponderBorrarTe digo una cosa.
ResponderBorrarMe inspiraste para escribir una yo.
Te cuento que hace poco lei una poesia de amor donde creo que Gimenez le canta a su amada, pero alabando sus organos internos:
"tu higado, pancreas, y tus epiplones..." creo recordar.
Muy buena.
Bueno, gracias por las ideas.
Slds.
Aguijonmagico.
me pasmè
ResponderBorrarGracias por los comentarios. Aguijón el poema que decís se llama "Soneto a tus vísceras" y es de Baldomero Fernández Moreno.
ResponderBorrarSoneto a tus vísceras
Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu traquea elegante y anillada.
Canto a tu masa intestinal rosada
al brazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones.
Y a tu matriz profunda y renovada.
Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.
Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos…
yo soy un sapo negro con dos alas.
Baldomero F. Moreno
Me encanto pasar por aca y encontrar esto!!!
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