Hace unos meses conseguí a un precio más que accesible una antología que armó Héctor Libertella en 1997 para la editorial Perfil con el título 11 relatos argentinos del siglo XX (una antología alternativa). La selección que compone el libro es la siguiente:
- Cecil Taylor (César Aira)
- El uruguayo (Copi)
- Ser polvo (Santiago Dabove)
- Una novela que comienza (Macedonio Fernández)
- El frasquito (Luis Gusmán)
- El fiord (Osvaldo Lamborghini)
- El paseo internacional del perverso (Héctor Libertella)
- El affair Skeffington (María Moreno)
- La condesa sangrienta (Alejandra Pizarnik)
- Adagio para viola d'amore (Néstor Sánchez)
- Llorenç Riber (J. R. Wilcock)
Ahora bien, tras haberlo leído, me pregunto cuán "alternativa" es, actualmente, esta antología. Digo, autores como Osvaldo Lamborghini, César Aira y Macedonio Fernández han conseguido un lugar central en un canon "alternativo" que fue desplazando al "tradicional" (¿quiénes componían ese antiguo canon tradicional? Supongo que los nombres que aparecen en la otra antología, "una antología definitiva" (ya no alternativa) que también preparó Libertella algunos años después: 25 cuentos argentinos del siglo XX (Perfil, 2003)). Los autores "malditos" antes nombrados en particular ya no constituyen, al menos en el ámbito crítico y académico, un lugar otro, un lugar marginal sino que han tomado la posta y se han convertido en nuevos santos (perversos, complejos, polémicos, destructores pero santos al fin) del star system de la literatura argentina (el 2008, por poner un ejemplo, fue el año de Osvaldo Lamborghini en el plano editorial; otro ejemplo, los estudios en las universidades norteamericanas y europeas sobre la obra de Aira; otro, el tomo dedicado a Macedonio Fernández en la Historia Crítica de la Literatura Argentina de Noé Jitrik).
En cambio, el caso de Copi es complicado. El autor de El baile de las locas está en el camino hacia el trono, todavía no está instalado, pero los trabajos críticos que han empezado a surgir en los últimos años (las conferencias de (¡oh!) Aira, el libro de Patricio Pron, La lógica de Copi que está preparando Link, ponencias en diversos congresos, etc.) demuestran un renovado interes por su obra. A lo mejor, que Copi forme cuestión del canon alternativo es sólo cuestión de tiempo aunque faltaría la reedición de su obra en un español distinto al de Anagrama, más próximo a nuestro uso del español para poder disfrutar aún más de sus delirantes tramas. Por lo demás, la selección de Libertella de El uruguayo es acertada pero, para mi gusto, La guerra de los putos podría ser aun más recomendable por cómo Copi desencadena la acción, el sexo, la violencia y el juego con los géneros en dicho relato, sin ningún tipo de mesura.
En cambio, el caso de Copi es complicado. El autor de El baile de las locas está en el camino hacia el trono, todavía no está instalado, pero los trabajos críticos que han empezado a surgir en los últimos años (las conferencias de (¡oh!) Aira, el libro de Patricio Pron, La lógica de Copi que está preparando Link, ponencias en diversos congresos, etc.) demuestran un renovado interes por su obra. A lo mejor, que Copi forme cuestión del canon alternativo es sólo cuestión de tiempo aunque faltaría la reedición de su obra en un español distinto al de Anagrama, más próximo a nuestro uso del español para poder disfrutar aún más de sus delirantes tramas. Por lo demás, la selección de Libertella de El uruguayo es acertada pero, para mi gusto, La guerra de los putos podría ser aun más recomendable por cómo Copi desencadena la acción, el sexo, la violencia y el juego con los géneros en dicho relato, sin ningún tipo de mesura.
Por lo demás, de los autores restantes, Dabove, Gusmán, Sánchez y Wilcock sí podrían aportar perspectivas novedosas ya que continúan actualmente en un lugar marginal y alternativo en la literatura argentina. Más allá de la reedición de la obra de Néstor Sánchez que está llevando a cabo la editorial Paradiso y de la que realizó Sudamericana hace algunos años de la obra de Wilcock (libros que terminaron en saldo, se consiguen a 3$ en varios supermercados), la propuesta estética que proponen estos cuatro autores no ha sido lo suficientemente valorada ni analizada y, me consta, pueden aportar otros puntos de vista que se apartan de los autores del canon tradicional pero también de los marginales ya canonizados. Sobre Néstor Sánchez ya escribí brevemente hace unas semanas; de Dabove, basta leer "Ser polvo" para tener una excusa para exhumar su único libro, La muerte y su traje (1961); Wilcock trabaja conjugando algunos elementos de la obra de Borges (la erudición falsa, las ficciones críticas, las teorías sobre el caos y el funcionamiento de la realidad, etc.) con la violencia y el delirio que luego Copi y Osvaldo Lamborghini inocularán en la literatura argentina (baste leer "La fiesta de los enanos" en El caos (1960)); y Gusmán, luego de El frasquito (1973) con su dosis de transgresión y psicoanálisis, en una novela como En el corazón de junio (1983) pero también en los cuentos de Lo más oscuro del río (1990) trabaja con una prosa recargada de símbolos, de referencias veladas, de obsesiones oníricas, una prosa que sería interesante comenzar a rescatar y valorar.
Me quedan como cuenta pendiente las novelas de María Moreno (el cuento recopilado en la antología de Libertella es una adaptación de la novela, El affaire Skeffington (1992)) y la narrativa de Héctor Libertella.
En fin, me queda la duda de si la antología alternativa de Libertella sigue siendo tan alternativa como podía serlo a fines de los 90 o si, por el contrario, nos encontramos con una antología que nos presenta un canon que con el correr de estos años se ha constituido desplazando al tradicional y planteando uno marginal, excéntrico, maldito. No veo nada negativo en la constitución de un canon maldito, sí me parece que es hora de comenzar a rescatar otros autores que continúan siendo relegados a un lugar de sombra y fuga.
Me quedan como cuenta pendiente las novelas de María Moreno (el cuento recopilado en la antología de Libertella es una adaptación de la novela, El affaire Skeffington (1992)) y la narrativa de Héctor Libertella.
En fin, me queda la duda de si la antología alternativa de Libertella sigue siendo tan alternativa como podía serlo a fines de los 90 o si, por el contrario, nos encontramos con una antología que nos presenta un canon que con el correr de estos años se ha constituido desplazando al tradicional y planteando uno marginal, excéntrico, maldito. No veo nada negativo en la constitución de un canon maldito, sí me parece que es hora de comenzar a rescatar otros autores que continúan siendo relegados a un lugar de sombra y fuga.
Tengo este libro y claramente será, en algún momento más que próximo (si no lo es ya para muchos de nosotros) una referencia infaltable.
ResponderBorrarTe banco.
Sí, Eze, pero me parece que las referencias de OL, Aira y Copi ya están canonizadas, habría que ver, en cambio, cómo retomar otra parte de la antología: Néstor Sánchez y Wilcock, por ejemplo.
ResponderBorrar¿Se podrá conseguir
ResponderBorraresta antología por la web?