lunes, marzo 28, 2011

Sacrificio y vino puro


Los latinos llamaban Genius al dios al cual todo hombre es confiado en tutela en el momento de su nacimiento. La etimología es transparente y se la puede observar todavía en nuestra lengua en la cercanía que hay entre genio y generar. Que Genius tiene que ver con el generar es por otra parte evidente en el hecho de que el objeto por excelencia “genial”, para los latinos, era el lecho: genialis lectus, porque en él se realiza el acto de la generación. Y consagrado a Genius era el día del nacimiento, al que por esto mismo denominamos todavía genesíaco. Los regalos y los banquetes con los cuales celebramos el cumpleaños son, a pesar del odioso y ya inevitable cantito anglosajón, un recuerdo de la fiesta y de los sacrificios que las familias romanas ofrecían al Genius en el natalicio de sus integrantes. Horacio habla de vino puro, de un lechón de dos meses, de un cordero “inmolado”, es decir, rociado con la salsa para el sacrificio; pero parece que, en sus orígenes, no había más que incienso, vino y deliciosas figazas de miel, porque Genius, el dios que preside el nacimiento, no gustaba de los sacrificios sangrientos. (Agamben, Giorgio: "Genius" en Profanaciones, pp. 7-8).
Hoy ofrezco sacrificio a mi Genius. Quiero mi lechón y mi vino puro, por favor.

sábado, marzo 26, 2011

Cacería sangrienta

Humberto Costantini publica en 1985 un libro, En la noche, que recopila cuentos y poesías referidos a la violencia de Estado (algunos ambientados en la última dictadura pero también en los tiempos de la triple A). Varios de éstos fueron escritos durante su exilio en México. Elijo, para este 24 de marzo, el cuento que abre el libro, premiado en 1978, dedicado a dos militantes, y que lleva un título de revista pulp: "Cacería sangrienta o la daga de Pat Sullivan". Creo que vale la pena leerlo, me parece una vuelta de tuerca a la hora de imaginar ese período oscuro, sin caer en lo testimonial ni en lo remanido.

Cacería sangrienta o la daga de Pat Sullivan (Humberto Costantini)

A Graciela y Luis

En el marco coyuntural de una alternativa poco favorable a nivel de descuelgue, me está diciendo el pibe éste (cara de aseo muy bueno, conducta muy buena) y por lo que se conoce de él, es como si Ireneo Leguisamo se pusiera a hablarme de la relación de pareja entre los menonitas, o el Cid Campeador, de las virtudes de la soja en la alimentación macrobiótica, cosas por ai importantísimas para que aparezca un Ireneo Leguisamo o un Cid Campeador en este piojoso mundo, pero que a mí, Celestino Vinelli (ex futuro poeta, hoy Harold Dream, o Jeff Matterson, o Dick Heller, según mande para la Serie Negra, la Colección Terror, o la Súper Crimen) me interesan tanto como si abuelita me estuviera aleccionando sobre las dificultades del punto cadena, pero hay que joderse.
Aflojá pibe y vamos a los números, estoy por decirle a cada momento, pero de puro bien educado aguanto como un hombre que el muchacho siga hablando de la dinámica de las luchas de clase en función de una perspectiva estratégica estructurada en vaya a saber qué desbole, y con una paciencia que ya la quisiera Krishnamurti para los días de fiesta, espero que Fray Servando el bueno acabe con todo ese bla bla para que de una vez por todas empiece a desembuchar lo que tiene que desembuchar.
O para qué corno se creen que los traje a los dos, a su encantadora mujercita y a él, a este departamentito de colonia Polanco, cuyo alquiler mensual, así como los confortables sillones de paja donde estamos sentados, y el whisky que serví hace un rato y que me acabo de tomar yo solo, y todas las bonitas cosas que nos rodean (sarapes, amates, arbolitos de la vida, pajaritos de madera tallada, terracotas dudosamente olmecas, etc.) son productos más bien directos de todos los Pat Sullivan y Chuck Benson y Fred Barret, y por supuesto, de sus complicadas, audaces y violentísimas acciones que, cada vez más dificultosamente, brotan de mi estrolado y fatigado marote.

domingo, marzo 20, 2011

Chisme 38 (Edgardo Cozarinsky)

Durante una campaña pacificadora en territorio ranquel, el gran escritor argentino del siglo XIX, improvisado militar para eludir a una genealogía inoportuna, observa que muchos soldados y suboficiales satisfacen entre sí sus urgencias sexuales. Comenta el hecho con el médico del regimiento, quien, ignorando o subvalorando la cultura de su interlocutor, aduce como explicación ejemplos de la antigua Grecia. Impaciente, el hombre de letras y ocasional hombre de armas lo interrumpe: "Conozco mis clásicos. Lo que me intriga es la aceptación del dolor físico". Ante las explicaciones vagorosas, inconvincentes que recibe, prefiere hacer el experimento bajo la supervisión del médico. Llama a un edecán o a un soldado de guardia, lo conmina a "ponerse en condiciones" e, inclinado sobre una mesa, se somete a la prueba. Con voz indiferente va ordenando: "Entre", "Muévase", "Basta ya", "Retírese". Momentos más tarde, a solas con el médico, opina: "No le veo la gracia. Es como cagar al revés.".

Fuente: oral, Victoria Ocampo, París, 1975.

Cozarinsky, Edgardo (2005): Museo del chisme, Buenos Aires, Emecé, p. 98.

sábado, marzo 19, 2011

Queremos tanto a Pynchon


Un fanático de Gravity's rainbow emprende una odisea (y la logra de forma bastante acabada): ilustrar cada página de la hermosísima novela de Pynchon. Disfruten.

domingo, marzo 13, 2011

Lost y sus precursores

—Sí, Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo. Se me había venido juntando hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando me encontré con los murmullos se me reventaron las cuerdas.
"Llegué a la plaza, tienes tú razón. Me llevó hasta allí el bullicio de la gente y creí que de verdad la había. Yo ya no estaba en mis cabales, recuerdo que me vine apoyando en las paredes como si caminara con las manos. Y de las paredes parecían destilar los murmullos como si se filtraran de entre las grietas y las descarapeladuras. Yo los oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. Me aparté de las paredes y seguí por la mitad de la calle; pero las oía igual, igual que si vinieran conmigo, delante detrás de mí. No sentía calor, como te dije antes; antes por el contrario, sentía frío. Desde que salí de la casa de aquella mujer que me prestó su cama y que, como te decía, la vi deshacerse en el agua de su sudor, desde entonces me entró frío. Y conforme yo andaba, el frío aumentaba más y más, hasta que se enchinó el pellejo. Quise retroceder porque pensé que regresando podría encontrar el calor que acababa de dejar; pero me di cuenta a poco andar que el frío salía de mí, de mi propia sangre. Entonces reconocí que estaba asustado. Oí el alboroto mayor en la plaza. ¿De modo que siempre volvió Donis? La mujer estaba segura de que jamás lo volvería a ver".
—Fue ya de mañana cuando te encontramos. Él venía de no sé dónde. No se lo pregunté.
—Bueno, pues llegué a la plaza. Me recargué en un pilar de los portales. Vi que no había nadie, aunque seguía oyendo el murmullo como de mucha gente en día de mercado. Un rumor parejo, sin ton ni son, parecido al que hace el viento contra las ramas de un árbol en la noche, cuando no se ven ni el árbol ni las ramas, pero se oye el murmurar. Así. Ya no di un paso más. Comencé a sentir que que se me acercaba y daba vueltas a mi alrededor aquel bisbiseo apretado como un enjambre, hasta que alcancé a distinguir unas palabras casi vacías de ruido: "Ruega a Dios por nosotros." Eso oí que me decían. Entonces se me heló el alma. Por eso es que ustedes me encontraron muerto. [...]
Rulfo, Juan (2001 [1955]): Pedro Páramo, Barcelona, Anagrama, pp. 65-66.

sábado, marzo 12, 2011

¿Autor muerto o artista demasiado vivo? (Jacques Rancière)

Nuevamente, me tomo el atrevimiento de realizar una traducción perfectible pero esta vez de un artículo de Jacques Rancière que también obtuve en portugués con el título "Autor morto ou artista vivo demais?". En fin, disculpen las incoherencias ocasionadas, que lo disfruten y si ven algo que pueda modificarse para mejor, me lo hacen saber.

¿Autor muerto o artista demasiado vivo? (Jacques Rancière)

La impersonalidad de creación anunciada por la revolución técnica radicalizó la noción de autoría y transformó el arte en una negociación entre propietarios de ideas y de imágenes.

Esta vez, el autor estaría realmente muerto. Hace 30 años, los filósofos ya habían pronunciado su sentencia de muerte teórica al destruir el fundamento de su pretensión, la concepción del sujeto amo y propietario de sus pensamientos. Era la época en la que los artistas pop, con sus retratos de “stars” o sus latas de sopa en serie, destruían el privilegio de la obra única. Luego vino: el arte de las instalaciones en las que el artista generalmente se contenta en redisponer objetos de uso e imágenes ya existentes; la práctica de los DJ mezclando elementos sonoros tomados de composiciones existentes, al punto de volverlas imposibles de reconocer; y por fin la revolución informática, instaurando la reproductibilidad sin control e ilimitada de textos, canciones e imágenes. Así parece deshacerse lo que constituía el contenido mismo de la obra: la expresión de la voluntad creadora de un autor en una materialidad específica trabajada por él, singularizada en la figura de la obra, erigida como original, distinta de todas sus reproducciones. La idea de obra se vuelve radicalmente independiente de toda elaboración de una materia particular.

Un montón de papeles viejos

“A Salle des Martin” [La Sala de Martin] de Bertrand Lavier expone 50 pinturas realizadas por autores de nombre Martin. Ninguna de esas pinturas desempeña el papel de obra original. La originalidad de la obra pasa por la idea, inmaterial en sí misma, de esa reunión. Cualquier acumulación de materiales puede entonces tomar su lugar, por ejemplo un montón de papeles viejos, elemento de una instalación de Damien Hirst, que un funcionario de un museo londinense, preocupado por la limpieza, arrojó inoportunamente al cesto de basura. Esa indistinción, que vuelve indiferente todo material, es tentador aproximarla a la que transforma discursos, imágenes o músicas en bits de información. Con la revolución informática, toda materialidad, dicen, se transforman en idealidad. Las ideas, imágenes y músicas, igualmente digitalizadas, corren libremente de pantalla en pantalla, burlándose de los que quieren afirmar sobre ellas el derecho de propietarios. Así desaparecería el principio mismo del privilegio del autor: la diferencia entre los medios de creación y las máquinas de reproducción.

Neocomunismo

Algunos ven esto como la fuerza del cerebro-mundo o de la máquina-mundo, que hace volar en pedazos la propiedad y la dominación. Los proletarios de todo el mundo no se unirán para enterrar la dominación burguesa, sino que la revolución técnica ha confirmado, en detrimento de la propiedad intelectual y artística, la otra gran profecía del “Manifiesto comunista”: “Todo lo sólido se desvanece en el aire.”. Substituyendo a los productores debilitados, las máquinas de reproducción trabajarían por un comunismo inédito, volviendo toda realidad inmaterial y, por lo tanto, inapropiable.
Esa fe en las virtudes comunistas de la técnica no deja de ser problemática. Ni los ingenieros ni los juristas carecen de medios para reformular los derechos de la propiedad e inventar programas apropiados para hacerla respetar. Más allá de eso, sin embargo, la reproductibilidad técnica no tiene ninguna consecuencia evidente en el estatuto conceptual del autor. En los años ‘30, Walter Benjamin veía en las condiciones industriales de la producción y de la difusión cinematográficas el principio de un arte liberado del “aura” de la obra única.

miércoles, marzo 09, 2011

Ruta del desierto


"Hola, sí, quería decirles que la radio está buenísima y llamaba para pedir un tema de Ruta del desierto. El grupo me encanta porque hacen un rock stoner increíble. Saludos!"

domingo, marzo 06, 2011

Otra historia (sobre De Alfonsín al menemato (1983-2001))


En el fabuloso mundo de la crítica literaria argentina, conviven, desde hace algunos años, dos proyectos que aspiran a realizar una historia crítica de la literatura argentina. Por un lado, tenemos la colección dirigida por Noé Jitrik, Historia crítica de la literatura argentina, publicada por Emecé: una serie de tomos que presentan una estructura sobria y homogénea compuesta por capítulos independientes sobre autores, movimientos, temáticas y géneros literarios de diversas épocas (la excepción son los tomos dedicados a figuras emblemáticas como el de Macedonio Fernández). Esta historia de la literatura tiene, en mi opinión, dos o tres problemas: le falta contextualización, le falta heterogeneidad, le sobra repetición. El corpus de la Historia crítica de Jitrik se vuelve aburrido porque está pensado para un ámbito demasiado académico, es decir, se trata de una seguidilla de papers o artículos que sostienen sus discursos en una monotonía poco soportable. Se nota falta de conexión entre un capítulo y otro, falta de cohesión en cada tomo y un trabajo crítico bastante limitado a la textualidad literaria.
En cambio, del otro lado del mapa crítico-literario, nos encontramos con el proyecto Literatura argentina siglo XX de David Viñas, proyecto inconcluso que había iniciado en 1989 (con el pomposo nombre de Historia social de la literatura argentina) y que retomaría a partir de 2006. Y ésta es otra historia. Baste como ejemplo el último tomo.
De Alfonsín al menemato (1983-2001) (Paradiso, 2010), libro compilado por Rocco Carbone y Ana Ojeda, se abre con una nutrida introducción socio-política que instala al lector en la época, que va desde la primavera democrática hasta la crisis de 2001, y en los textos que luego podremos leer. La constelación de subtítulos sugerentes (“Estallidos: de la democracia a la depresión”; “Califato: economía y política”, etc.) y de fragmentos textuales (que van desde discursos políticos hasta artículos de economía) van escandiendo la presentación del tomo (desde qué perspectiva leer, por qué una historia crítico-literaria), la contextualización del momento histórico (los ¿planes? económicos, las ruinas de la dictadura, la espectacularización de la política, la descomposición de la sociedad, etc.) y el primer vistazo de los temas que tratarán los diversos textos críticos del libro.

viernes, marzo 04, 2011

Las púas del puercoespín


Bien, revistas como El puercoespín me entusiasman por la diversidad (de la antropología a la literatura, de artículos sobre tecnologías a primeros capítulos de novedades), por la exploración gráfica y por su constante actualización. Recórranla, que bien vale la pena y larga vida a la revistas culturales.