Aclaración: la nouvelle reseñada se enmarca en un proyecto editorial-cultural al que vale la pena seguirle el rastro: Exposición de la actual narrativa rioplatense. Se trata de una serie de libros breves de autores y autoras rioplatenses con tapas realizadas por artistas plásticos. Los libros pueden comprarse en papel en un precio módico o bajarse del blog de la Exposición de forma gratuita, en PDF. Ya comencé con la lectura de algunos títulos de este proyecto por lo que intentaré reseñar otro más para dar y tener un panorama.
1. Hay una canción del grupo Superhéroes titulada "El que está al lado del cantante de Los Piojos", en la que se intenta crear empatía hacia esas figuras fantasmales que forman parte de una banda pero que quedan relegadas por el fulgor de las estrellas centrales del escenario. Un movimiento similar realiza la escritora Tatiana Goransky en su última nouvelle Ball boy (tragedia en polvo de ladrillo) (Milena Caserola - El 8vo loco, 2013). El relato se enfoca en los ball boys y ball girls, chicos y chicas que dedican sus cuerpos al desplazamiento en los márgenes de las canchas de tenis, opacados por deportistas monstruosos como Roger Federer, Rafael Nadal o Juan Martín del Potro. En este relato, asistimos a la rutina de Manuel: un ball boy que pasa sus días ejercitando su cuerpo, siguiendo los partidos del torneo de Roland Garrós, repasando el Código universal del buen Ball boy. Sin embargo, Manuel no está solo. Compite por ser el ball boy elegido (si no hay competencia, no hay deporte): su contrincante fundamental es Micaela, una chica de 12 años, 8 años menor a Manuel. Goransky logra crear un mundo para los ball boys (como el de los jockeys en aquel capítulo de Los Simpsons) con su lógica interna (es elocuente y básica la explicación de los bases y los nets que abre el relato), su competencia feroz, sus lemas repetidos hasta el hartazgo ("Piensen tenis", les dice Danny, el entrenador).
2. En El enigma de París (2007), Pablo de Santis escribe un relato policial clásico que, entre otros aspectos, retrata la relación entre el detective y su ayudante, enfocando en el segundo, quien sólo parece existir para constatar con asombrada ingenuidad las deslumbrantes deducciones del primero. En Ball boy, es la relación entre los tenistas y sus ayudantes en cancha la que replica esa subordinación: ¿no son acaso los ball boys los encargados de llevar y traer las pelotas para que el partido se desarrolle con dinamismo? ¿no son figuras fantasmales que se pierden en los márgenes del polvo de ladrillo, siendo apenas percibidos por los espectadores? ¿no son los eternos ensombrecidos frente a la luz encandilante de las figuras deportivas? Manuel es un ball boy pero no se conforma con eso: quiere ser EL ball boy (vive y a la larga se desvive por ello). A diferencia del ayudante de detective, Manuel no quiere ser tenista (incluso desperdicia todas las oportunidades de serlo): elige la sombra de las redes, las toallas sudadas, la posibilidad de ser el ball boy ideal del tenista ideal, Roger Federer. La relación fetichista y obsesiva entre este ball boy y su tenista soñado da cuenta de cómo fanáticos y objetos de fanatismo son también un tema predilecto para la tragedia.
3. El relato se enmarca en un contexto cronológico cuidado por la construcción narrativa de Goransky: mayo-junio de 2009, tiempo del torneo internacional Roland Garrós pero también tiempo de la gripe H1N1, la gripe porcina. Así, lo que podría volverse pura rutina se degrada entre barbijos y epidemia, fixture tenístico y cobertura mediática. Ese contexto socio-histórico se enlaza con otro: el contexto personal-familiar de Manuel. La convivencia y el pasado de Dorota, la abuela; las cajas de recortes sobre tenis y los equipos usados, que conservan el olor corporal de cada jornadas; y los cruces con los demás vecinos del edificio enmarcan el día a día del ball boy. En este sentido, Ball boy escapa al cuadro de costumbres para volverse un relato trágico (ahí está el pasado acechando, ahí está la enfermedad contagiándose) que por momentos cobra visos de ciencia ficción distópica.
4. Tatiana Goransky, la autora de Ball boy, es una narradora, en el sentido clásico del término. Ya lo había demostrado en Don del agua (Gárgola, 2010) con una novela de aventuras pero también familiar de tema excéntrico: la rabdomancia. Goransky cuenta historias, teje tramas, sin dejarse arrastrar por las modas de la literatura argentina actual. Más que realismo, en estos relatos se trata de peripecias (de aventuras en Don del agua, de tragedia en Ball boy), evitando el giro autobiográfico y la experimentación forzada.
5. Ball boy de Tatiana Goransky es una muestra de cómo contar, en pocas páginas, una efectiva historia de obsesiones en un clima trágico-apocalíptico, sin perder de vista la trama y evitando el costumbrismo. Se puede bajar, leer y compartir de forma digital y gratuita de acá.
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