[…] Este mago malvado es el gran sacerdote de la religión capitalista. Si los dispositivos del culto capitalista son tan eficaces, es porque actúan no sólo, y no tanto, sobre los comportamientos primarios, como sobre los medios puros, es decir sobre comportamientos que le han sido separados de sí mismos y, de este modo, desligados de su relación con un fin. En su fase extrema, el capitalismo no es más que un gigantesco dispositivo de captura de los medios puros, es decir de los comportamientos profanatorios. Los medios puros, que representan la desactivación y la ruptura de cada separación, son a su vez separados en una esfera especial. Un ejemplo es el lenguaje. Ciertamente, el poder siempre ha tratado de asegurarse el control de la comunicación social, sirviéndose del lenguaje como medio para difundir la propia ideología y para inducir a la obediencia voluntaria. Pero hoy esta función instrumental -todavía eficaz en los márgenes del sistema, cuando se verifican situaciones de peligro y de excepción- ha dejado lugar a un procedimiento de control diferente, que, separándolo en la esfera espectacular, inviste el lenguaje en su girar en el vacío, es decir en su posible potencial profanatorio. Más esencial que la función de propaganda, que concierne al lenguaje como instrumento para un fin, es la captura y la neutralización del medio puro por excelencia, es decir del lenguaje que se ha emancipado de sus fines comunicativos y se dispone, así, para un nuevo uso.Fuente: Agamben Giorgio (2005): “Elogio de la profanación” en Profanaciones, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, págs. 114-115.
Los dispositivos mediáticos tienen precisamente el objetivo de neutralizar este poder profanatorio del lenguaje como medio puro, de impedir que abra la posibilidad de un nuevo uso, de una nueva experiencia de la palabra. Ya la iglesia, después de los dos primeros siglos de esperanza y espera, había concebido su función como dirigida esencialmente a neutralizar la nueva experiencia de la palabra que Pablo, poniéndola en el centro del anuncio mesiánico, había denominado pístis, fe. Del mismo modo, en el sistema de la religión espectacular, el medio puro, suspendido y exhibido en
la esfera mediática, expone el propio vado, dice solamente su propia nada, como si ningún nuevo uso fuera posible, como si ninguna otra experiencia de la palabra fuera ya posible. […]
domingo, noviembre 29, 2009
Sobre el lenguaje y su posible potencial profanatorio
viernes, noviembre 27, 2009
domingo, noviembre 22, 2009
Lovecraft y sus precursores
En plena lectura del hermosísimo libro, Antología del decadentismo: perversión, neurastenia y anarquía en Francia (1880-1900), editado el año pasado por los chicos de Caja Negra editora, me encuentro con esta impactante imagen del alma humana que no hizo más que posibilitar el terror lovecraftiano:
[...] Y así fue que, ante él, visible a los otros ojos, surgió la forma de un alma, forma debidamente constatada de visu como lo había prometido el presbítero, forma extraña, tan anormal y asquerosa que el desgraciado estuvo a punto de caer de espaldas, en un embeleso de repulsión y pánico.Ojo, también me hizo acordar a nuestro queridísimo Elías Castelnuovo.
La forma de esta alma, en efecto, era una úlcera compuesta de innumerables úlceras conglomeradas, brotando unas de otras, copulando cada una con todas las demás en abominables y apelotonados hongos de lepra hormigueantes, anillos de víbora rezumando ponzoña, un suero bacterioso, la podredumbre, la hediondez, la muerte viva pulululando, todos los sobresaltos dilatados en una apoteosis de espanto y consternación. [...]
Fuente: Richepin, Jean (1899): "Los otros ojos" en AA. VV., Antología del decadentismo, Buenos Aires, Caja Negra, p. 27)
sábado, noviembre 21, 2009
Sudor de tinta, revista de literatura argentina contemporánea
Me parece genial que sigan armándose estos proyectos online, una nueva revista sobre literatura argentina: Sudor de tinta. Desde ya, me entusiasma la sección "Volver a leer".
jueves, noviembre 19, 2009
Isidoro Blaisten, greatest hits [2ª parte]
Post anterior: Isidoro Blaisten, greatest hits [1ª parte]
En 1974, Isidoro Blaisten publica El mago, una colección de textos más cortos que los de sus anteriores libros y los agrupa en tres secciones (“Ludo Real”, “Cuentos cortitos así” y “Rosebud”), a las que agregará una cuarta en la reedición de 1991 (“El revés de los refranes”).
Por un lado, los apartados “Ludo Real” y “Rosebud” presentan características similares: relatos de poca extensión en los que se parodia desde la literatura universal (“Hamlet, príncipe de Dinamarca o la dicha de vivir”, “El elefante blanco”, “Melpómene y los tres mosqueteros”) y la fantasía mitológica o maravillosa (“Perduración del loro Fénix”, “El hombre de la bolsa”) hasta el psicoanálisis (“El significado del significado”, “El asceta mendicante”) y el arte comprometido o la literatura erótica (“En el sotobosque del country”, “El por qué de las bombachas rosas o decálogo del escritor bombachista o carta abierta a un joven cuentista de sexo”). Copio fragmentos de algunos de los cuentos:
Por otro lado, volviendo a las secciones de El mago, “Cuentos cortitos así” funciona como una colección de microrrelatos de uno o dos renglones: chistes, aforismos o pequeños diálogos con una importante carga de humor. Por ejemplo, estos tres:
Finalmente, en la sección agregada en 1991, “El revés de los refranes”, Blaisten incorpora nuevos temas de los cuales mofarse (la corrupción, las cirugías estéticas, la “mano dura”, la corriente “New Age”, la ingenuidad de los votantes y la manipulación de los políticos, etc.) y genera las narraciones a partir de la extensión e inversión de los clásicos refranes del habla popular (“El diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo”, “No hay mal que por bien no venga”, etc.).
Continuará...
En 1974, Isidoro Blaisten publica El mago, una colección de textos más cortos que los de sus anteriores libros y los agrupa en tres secciones (“Ludo Real”, “Cuentos cortitos así” y “Rosebud”), a las que agregará una cuarta en la reedición de 1991 (“El revés de los refranes”).
Por un lado, los apartados “Ludo Real” y “Rosebud” presentan características similares: relatos de poca extensión en los que se parodia desde la literatura universal (“Hamlet, príncipe de Dinamarca o la dicha de vivir”, “El elefante blanco”, “Melpómene y los tres mosqueteros”) y la fantasía mitológica o maravillosa (“Perduración del loro Fénix”, “El hombre de la bolsa”) hasta el psicoanálisis (“El significado del significado”, “El asceta mendicante”) y el arte comprometido o la literatura erótica (“En el sotobosque del country”, “El por qué de las bombachas rosas o decálogo del escritor bombachista o carta abierta a un joven cuentista de sexo”). Copio fragmentos de algunos de los cuentos:
-Tomá pa vos -se escapaba el loro Fénix haciendo gestos obscenos.Por lo general, los recursos que utiliza Blaisten para burlarse son la imitación deformada y exagerada de ciertos estilos y la banalización de ciertos temas consagrados al transplantarlos a la vida cotidiana (recurso que desplegará con maestría en sus mejores cuentos de Dublín al sur y sus siguientes libros) o al sacarlos de contexto e incorporarlos a situaciones en las que su sentido se desplaza creando un clima absurdo o delirante.
-Te viá agarrar, contestatario -decía el gran ejecutor.
-Mirá que te pisho -decía el loro volando cada vez más alto.
[...]
Así habló el pájaro azul y sus palabras fueron escuchadas.
El loro Fénix abandonó la cornisa del Palacio de Justicia. El gran ejecutor encendió el carbunclo y guardó la picana para otra oportunidad.
El pájaro azul regresó a su paquete de yerba. ("Perduración del loro Fénix", p. 101)
Ya soy asceta mendicante. Me dejé la barba y voy por las casas solucionando problemas.
[...] Mi tarifa es dispar y depende de los problemas y del epifenómeno. Tengo un precio para todo. [...]
Complejos de Edipo no clarificados: tres sobres de sopa Knorr Quick, o una cajita de cuatro caldos en cubo, amén de cinco patys (por consulta).
Tendencias homosexuales (para varones y mujeres): 2 pollos (muertos).
Complejo de abandónico: una caja de postre Exquisita, amén de un paquete de yerba Taragüí (que es la mejor), o en su defecto dos de Polenta Mágica. [...] ("El asceta mendicante", p. 139)
Por otro lado, volviendo a las secciones de El mago, “Cuentos cortitos así” funciona como una colección de microrrelatos de uno o dos renglones: chistes, aforismos o pequeños diálogos con una importante carga de humor. Por ejemplo, estos tres:
Carnicero: Mirá, vieja, y eso que le falta de segunda mano. Va a quedar un kilo el mercadito. ¡Te acordás cuando empezamos con el puesto! Mirá qué linda la ganchera. Y todo gracias a vos, vieja. Si no fuera por vos...Como se ve, en estos breves diálogos, intelectuales y vendedores de garrapiñadas comunican lo mismo pero con distintas expresiones, serie que remarca, una vez más, la intención de desacralizar lo intelectual (serie que tendrá su mejor desarrollo en los cuentos de los libros que siguieron a El mago).
Intelectual: No, Jessica. Yo soy el que ha crecido. Po eso ahora puedo publicar sin traumas.
("Libros y mercaditos", p. 129)
Vendedor de garrapiñadas: ¡Me tenés podrido!
Intelectual: Se ha producido la fractura de la pareja, Jessica.
("Conflicto de pareja", p. 129)
Jessica: Sabés lo que pasa, Samantha, es que es como si lo potenciara negativamente y él lo vivencia mal.
Señora del vendedor de garrapiñadas: El Beto no me anda bien, Pocha.
("Conversaciones en el umbral", p. 130)
Finalmente, en la sección agregada en 1991, “El revés de los refranes”, Blaisten incorpora nuevos temas de los cuales mofarse (la corrupción, las cirugías estéticas, la “mano dura”, la corriente “New Age”, la ingenuidad de los votantes y la manipulación de los políticos, etc.) y genera las narraciones a partir de la extensión e inversión de los clásicos refranes del habla popular (“El diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo”, “No hay mal que por bien no venga”, etc.).
Continuará...
miércoles, noviembre 18, 2009
domingo, noviembre 15, 2009
viernes, noviembre 13, 2009
Otro adios
"Con gran pesar el Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA comunica la muerte de Leónidas Lamborghini. Se lo despedirá en la sala Augusto Raúl Cortazar de la Biblioteta Nacional (Agüero 2502) a partir de las 21:30 de hoy y hasta las 16:00 horas del sábado 14, en que será trasladado al cementerio de la Chacarita."
Un poco de heavy mental
AAAARG.ORG es una GRAN página con un hermosa biblioteca (digital, obvio; casi todo en inglés, lástima) de artículos y libros de filósofos y pensadores. Pueden encontrar textos de Deleuze, Derrida, Nancy, Agamben, Bataille, Blanchot, Badiou, Benjamin, Adorno, Zizek, etc. En fin, casi todo lo que se les ocurra del pensamiento filósofico-cultural mainstream está ahí. Además tiene una sección llamada "Issues" que enlaza todos los textos agrupándolos bajo diversas etiquetas realizadas por los usuarios (ej.: "Cyborg Anthropology", "Posthuman series", etc.) y otra sección de discusiones. Para poder bajar los textos (en pdf, casi todos), hay que hacerse un usuario. Espero que les sirva.
PD.: Ah, actualiza todos los días, si se inscriben en la mailing list, les llegan las novedades de los nuevos artículos y libros subidos.
PD.: Ah, actualiza todos los días, si se inscriben en la mailing list, les llegan las novedades de los nuevos artículos y libros subidos.
jueves, noviembre 12, 2009
En el sotobosque del country (Isidoro Blaisten)
A principio de año, en un intento por rescatar la obra de Isidoro Blaisten, colgamos "El porqué de las bombachas rosas o decálogo del escritor bombachista o carta abierta a un joven cuentista de sexo", Emiliano hizo un comentario respecto de su obra y yo empecé un greatest hits que en los próximos días me propongo continuar.
A continuación, en la línea paródica en relación con la literatura comprometida de los 70 que señalé en aquellos viejos posts, cuelgo "En el sotobosque del country" (publicado en El mago (1974)), un cuento corto y humorístico, con ciertos ribetes modernistas (burla, también, del arte por el arte y la torre de marfil), que presenta a un artista que, conflictuado por el compromiso, visita a un psicólogo. ¡Que lo difruten!
A continuación, en la línea paródica en relación con la literatura comprometida de los 70 que señalé en aquellos viejos posts, cuelgo "En el sotobosque del country" (publicado en El mago (1974)), un cuento corto y humorístico, con ciertos ribetes modernistas (burla, también, del arte por el arte y la torre de marfil), que presenta a un artista que, conflictuado por el compromiso, visita a un psicólogo. ¡Que lo difruten!
En el sotobosque del country
A la hora en que el corazón toma un color de noches perdidas para siempre, el escritor comprometido, testigo insobornable de su tiempo, del momento que le había tocado vivir, se tendió sobre el diván color de trémula campánula, champaña fervorosa, canela ambivalente y heliotropo ornamental.
—Doctor, sufro —exclamó el escritor comprometido— de un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío.
—Viajad y os distraeréis —le dijo desde atrás el doctor Zuffro oliendo la anémona que sostenía entre sus dedos.
—Tanto he viajado. He ido a tantos congresos. A tantos encuentros...
"Debo cambiar de técnica", se dijo el doctor Zuffro dejando la anémona ya olida en el ramilletero de ónix. "Debo cambiar de técnica", volvió a decirse tomando una buganvilla del búcaro de ágata. "¿Dónde estará el busilis del conflicto?" pensó oliendo la buganvilla. "Oh, Señor, cuanto mejor se está en el sotobosque del country bajo el amancay en flor que atendiendo a escritores comprometidos."
—Lo que usted tiene que hacer es elaborar el duelo por el marxismo-leninismo.
—Doctor Zuffro, es que yo le di los mejores años de mi vida.
El doctor dejó la buganvilla en el búcaro y tomó una prímula del póculo de terracota.
—¿Nunca pensó en las flores de Bach...?
—No tuve tiempo. Siempre en los frigoríficos y en los cañaverales, siempre en la zafra.
El doctor Zuffro dejó la prímula en el póculo y levantó un nenúfar de la canéfora esmaltada. Un pétalo de malva real se desprendió del vaso de júcaro labrado. Vio cómo el pétalo caía lento y liviano, sin peso, sin dolor, sin esperanza.
—Pobres todavía quedan.
—Sí, doctor Zuffro, pero ya no es como antes.
"Cuánto mejor se está en el country umbrío, sin dolientes, contemplando las varas del fresno contra el cielo azul turquí", se dijo el doctor Zuffro dejando el nenúfar en la canéfora. Miró sus manos vacías y dijo:
—¿La ecología? ¿No le gusta la ecología?
—Sabe lo que pasa, doctor, siempre entre cardales y abrojos. Me recuerda mi primera novela.
"Las peonías habrán florecido ya en el sotobosque del country y yo aquí", se dijo el doctor Zuffro buscando con los ojos algo para oler, pero ya todo había sido olido.
—¿Y si se compromete con animales? ¿Y si asume el compromiso con animales? Mire (el doctor Zuffro fue abriendo los dedos y enumerando): tiene cuises, comadrejas moras y overas, vizcachas, musarañas...
—¡Doctor! Mi palabra es para el hombre. El hombre que atosiga las minas, que hace el amor al sol después de haber trabajado la tierra. Mi voz es para el jangadero fluvial para el hachero forestal, para el agricultor frutal, para el cañero de la caña dulce y el salario amargo...
"Nada", se dijo el doctor Zuffro. Hasta el ramito de boj y el ramito de retama habían sido olidos, y ahora, en el country, estaría por surgir el último resplandor de la tarde, el estallido final y dorado del verde último, el incendio fugaz que precede a la penumbra. El doctor Zuffro miró el reloj.
—... para el leñador con la resina en la sangre, para el pescador con el alma de agua, para el carpintero con un nudo de espanto en la madera, para el hermano del sur con el viento en la cara, mientras el látigo del capanga resuena en la urdimbre de los cafetales y el recolector descalzo tirita en el bohío sin lumbre y el vendimiador sudado riega los surcos de los sarmientos con su sudor. El sudor de las espaldas mojadas en los algodonales, el sudor de los obreros golondrina, el sudor de los changarines rurales, el sudor...
Con lentitud, con esmero, el doctor Zuffro se levantó del sillón, caminó hacia atrás, cerró la puerta sigilosamente, olió la única violeta del violetero de la mesa de pórfido del recibidor, abrió y cerró suavemente la puerta de entrada, tomó el ascensor, descendió a la cochera, subió a su coche, saludó al encargado y subió la rampa rumbo a la Panamericana.
La noche empezaba. Era la hora en que el corazón toma un color de noches perdidas para siempre y ya se divisaban las almenas artilladas, y la alambrada de púas electrificadas del country. Mostró su credencial en el primer puesto de guardia. El ametralladorista apartó con su garfio la jauría de lobos. El doctor Zuffro llegó al segundo puesto, el de los dogos. El guardia le sonrió y levantó la valla electromagnética. Y el doctor Zuffro pasó por todos los puestos: por el de la patrulla de reconocimiento, por el del pelotón de detección de salvoconductos y por el de los radares, por la brigada de mastines y el escuadrón de los doberman. Y por fin saludó al consigna de la verja y al imaginaria de la última garita de identificación. Los dos le devolvieron el saludo con el pulgar levantado.
Ya estaba cerca. El sol postrero trasponía ya el puente levadizo, las aguas del foso, el nido de ametralladoras. Respiró con plenitud. Estaba ya, por fin, en el sotobosque, libre ya, por fin, de escritores comprometidos.
Fuente: Blastein, Isidoro (2004): Cuentos completos, Buenos Aires, Emecé, págs. 151-153.
—Doctor, sufro —exclamó el escritor comprometido— de un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío.
—Viajad y os distraeréis —le dijo desde atrás el doctor Zuffro oliendo la anémona que sostenía entre sus dedos.
—Tanto he viajado. He ido a tantos congresos. A tantos encuentros...
"Debo cambiar de técnica", se dijo el doctor Zuffro dejando la anémona ya olida en el ramilletero de ónix. "Debo cambiar de técnica", volvió a decirse tomando una buganvilla del búcaro de ágata. "¿Dónde estará el busilis del conflicto?" pensó oliendo la buganvilla. "Oh, Señor, cuanto mejor se está en el sotobosque del country bajo el amancay en flor que atendiendo a escritores comprometidos."
—Lo que usted tiene que hacer es elaborar el duelo por el marxismo-leninismo.
—Doctor Zuffro, es que yo le di los mejores años de mi vida.
El doctor dejó la buganvilla en el búcaro y tomó una prímula del póculo de terracota.
—¿Nunca pensó en las flores de Bach...?
—No tuve tiempo. Siempre en los frigoríficos y en los cañaverales, siempre en la zafra.
El doctor Zuffro dejó la prímula en el póculo y levantó un nenúfar de la canéfora esmaltada. Un pétalo de malva real se desprendió del vaso de júcaro labrado. Vio cómo el pétalo caía lento y liviano, sin peso, sin dolor, sin esperanza.
—Pobres todavía quedan.
—Sí, doctor Zuffro, pero ya no es como antes.
"Cuánto mejor se está en el country umbrío, sin dolientes, contemplando las varas del fresno contra el cielo azul turquí", se dijo el doctor Zuffro dejando el nenúfar en la canéfora. Miró sus manos vacías y dijo:
—¿La ecología? ¿No le gusta la ecología?
—Sabe lo que pasa, doctor, siempre entre cardales y abrojos. Me recuerda mi primera novela.
"Las peonías habrán florecido ya en el sotobosque del country y yo aquí", se dijo el doctor Zuffro buscando con los ojos algo para oler, pero ya todo había sido olido.
—¿Y si se compromete con animales? ¿Y si asume el compromiso con animales? Mire (el doctor Zuffro fue abriendo los dedos y enumerando): tiene cuises, comadrejas moras y overas, vizcachas, musarañas...
—¡Doctor! Mi palabra es para el hombre. El hombre que atosiga las minas, que hace el amor al sol después de haber trabajado la tierra. Mi voz es para el jangadero fluvial para el hachero forestal, para el agricultor frutal, para el cañero de la caña dulce y el salario amargo...
"Nada", se dijo el doctor Zuffro. Hasta el ramito de boj y el ramito de retama habían sido olidos, y ahora, en el country, estaría por surgir el último resplandor de la tarde, el estallido final y dorado del verde último, el incendio fugaz que precede a la penumbra. El doctor Zuffro miró el reloj.
—... para el leñador con la resina en la sangre, para el pescador con el alma de agua, para el carpintero con un nudo de espanto en la madera, para el hermano del sur con el viento en la cara, mientras el látigo del capanga resuena en la urdimbre de los cafetales y el recolector descalzo tirita en el bohío sin lumbre y el vendimiador sudado riega los surcos de los sarmientos con su sudor. El sudor de las espaldas mojadas en los algodonales, el sudor de los obreros golondrina, el sudor de los changarines rurales, el sudor...
Con lentitud, con esmero, el doctor Zuffro se levantó del sillón, caminó hacia atrás, cerró la puerta sigilosamente, olió la única violeta del violetero de la mesa de pórfido del recibidor, abrió y cerró suavemente la puerta de entrada, tomó el ascensor, descendió a la cochera, subió a su coche, saludó al encargado y subió la rampa rumbo a la Panamericana.
La noche empezaba. Era la hora en que el corazón toma un color de noches perdidas para siempre y ya se divisaban las almenas artilladas, y la alambrada de púas electrificadas del country. Mostró su credencial en el primer puesto de guardia. El ametralladorista apartó con su garfio la jauría de lobos. El doctor Zuffro llegó al segundo puesto, el de los dogos. El guardia le sonrió y levantó la valla electromagnética. Y el doctor Zuffro pasó por todos los puestos: por el de la patrulla de reconocimiento, por el del pelotón de detección de salvoconductos y por el de los radares, por la brigada de mastines y el escuadrón de los doberman. Y por fin saludó al consigna de la verja y al imaginaria de la última garita de identificación. Los dos le devolvieron el saludo con el pulgar levantado.
Ya estaba cerca. El sol postrero trasponía ya el puente levadizo, las aguas del foso, el nido de ametralladoras. Respiró con plenitud. Estaba ya, por fin, en el sotobosque, libre ya, por fin, de escritores comprometidos.
Fuente: Blastein, Isidoro (2004): Cuentos completos, Buenos Aires, Emecé, págs. 151-153.
martes, noviembre 10, 2009
Diario de Manhattan (otro otro fragmento)
Fragmentos anteriores: jueves 4 [febrero]; domingo 7 [febrero].
miércoles 7 [diciembre]
Por ráfagas creo entender de nuevo que toda tentativa auténtica requeriría desprotección terminante. Pero de esta forma se agudiza la tendencia a percibir el avatar como misterioso, su supuesto lenguaje codificado. Hoy bajo la primera nieve recrudeció de improviso el tema haber nacido (su diametralidad) como conflicto sin retorno, y me prometí una nota. En cierta medida creo que descuidé su imponencia a causa del otro conflicto de la inevitabilidad de la muerte, e incluso porque de algún modo (¿sólo desde el instinto de preservación?), agradecí mis huesos. Haber nacido sobre todo si se tienen en cuenta los protagonistas inconscientes que generan su fatalidad (no otra cosa que un niñito llamado a mitigar sopor y sinsentido), se vuelve un tema de connotaciones desvariantes. En el caso de considerar que el niñito será adulto y, sobre todo, que se verá obligado a tomar conciencia (y aquí el resquemor encubierto), esmeraría en el rehén.
Abluciones de tilo, indicaría un mahometano pura sangre.
Fuente: Sánchez, Néstor (1988): “Diario de Manhattan” en La condición efímera, Buenos Aires, Sudamericana, p. 38.
Abluciones de tilo, indicaría un mahometano pura sangre.
Fuente: Sánchez, Néstor (1988): “Diario de Manhattan” en La condición efímera, Buenos Aires, Sudamericana, p. 38.
lunes, noviembre 09, 2009
Que el cielo exista... (Daniel Link sobre el cierre de la Bibliofyl)
Una pena extraordinaria
Hay causas que, por su mezquindad, nos resultan odiosas. Quienes las llevan adelante no pueden sino darnos pena. Entre ellas, la causa (perdida y vil) de los que defienden los derechos “retrográficos” (retrógrados de reproducción) sobre bienes culturales.
Por Daniel Link | 06.11.2009 | 22:48
Hay causas que, por su mezquindad, nos resultan odiosas. Quienes las llevan adelante no pueden sino darnos pena. Entre ellas, la causa (perdida y vil) de los que defienden los derechos “retrográficos” (retrógrados de reproducción) sobre bienes culturales y, en su nombre, amenazan a personas y organizaciones, obligan a cerrar sitios de Internet, molestan como los moscardones verdes que habitan las letrinas.
Unos queridos alumnos, que han dedicado sus esfuerzos a la digitalización de materiales bibliográficos que los estudiantes necesitan (porque los docentes, tercamente, los obligan a leerlos) me comentan que han recibido una intimación judicial mediante la cual se los forzó a cerrar la biblioteca digital que administraban (forofyl). Organizan, ahora, unas jornadas a las que me invitan y a la que, lamentablemente, no podré asistir.
Les traslado mi solidaridad, les recomiendo que elaboren un censo: que cada escritor, cada investigador y cada docente (Beatriz Sarlo ya lo hizo) se pronuncie en relación con esa “caza de brujas” que llevan adelante abogaduchos de pacotilla (personas infelices que festejan como un triunfo personal cada biblioteca cerrada sin advertir que, en su lugar, se levantan por lo menos tres, en servidores cada vez más remotos y, por lo tanto, fuera del alcance de sus zarpas). ¿No deben darnos pena, con sus caprichos anacrónicos que ignoran al mismo tiempo el milenarismo y la mundialización?
Les sugiero, además, que desarrollen la siguiente política que yo, como docente, me comprometo a sostener: no daré a leer jamás a autores vivos que avalen semejante política de persecución y ni siquiera los mencionaré en notas al pie de página (ya veremos cuánto duran sus prestigios si tienen que prescindir de semejante aparato de propaganda, la “referencia”). Que los alumnos se nieguen a leer la obra de esos mismos autores, que trabajan para darnos pena.
En "La Biblioteca de Babel", Borges escribió: “Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno”. Que así sea.
Fuente: http://www.perfil.com/contenidos/2009/11/06/noticia_0055.html
Hay causas que, por su mezquindad, nos resultan odiosas. Quienes las llevan adelante no pueden sino darnos pena. Entre ellas, la causa (perdida y vil) de los que defienden los derechos “retrográficos” (retrógrados de reproducción) sobre bienes culturales.
Por Daniel Link | 06.11.2009 | 22:48
Hay causas que, por su mezquindad, nos resultan odiosas. Quienes las llevan adelante no pueden sino darnos pena. Entre ellas, la causa (perdida y vil) de los que defienden los derechos “retrográficos” (retrógrados de reproducción) sobre bienes culturales y, en su nombre, amenazan a personas y organizaciones, obligan a cerrar sitios de Internet, molestan como los moscardones verdes que habitan las letrinas.
Unos queridos alumnos, que han dedicado sus esfuerzos a la digitalización de materiales bibliográficos que los estudiantes necesitan (porque los docentes, tercamente, los obligan a leerlos) me comentan que han recibido una intimación judicial mediante la cual se los forzó a cerrar la biblioteca digital que administraban (forofyl). Organizan, ahora, unas jornadas a las que me invitan y a la que, lamentablemente, no podré asistir.
Les traslado mi solidaridad, les recomiendo que elaboren un censo: que cada escritor, cada investigador y cada docente (Beatriz Sarlo ya lo hizo) se pronuncie en relación con esa “caza de brujas” que llevan adelante abogaduchos de pacotilla (personas infelices que festejan como un triunfo personal cada biblioteca cerrada sin advertir que, en su lugar, se levantan por lo menos tres, en servidores cada vez más remotos y, por lo tanto, fuera del alcance de sus zarpas). ¿No deben darnos pena, con sus caprichos anacrónicos que ignoran al mismo tiempo el milenarismo y la mundialización?
Les sugiero, además, que desarrollen la siguiente política que yo, como docente, me comprometo a sostener: no daré a leer jamás a autores vivos que avalen semejante política de persecución y ni siquiera los mencionaré en notas al pie de página (ya veremos cuánto duran sus prestigios si tienen que prescindir de semejante aparato de propaganda, la “referencia”). Que los alumnos se nieguen a leer la obra de esos mismos autores, que trabajan para darnos pena.
En "La Biblioteca de Babel", Borges escribió: “Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno”. Que así sea.
Fuente: http://www.perfil.com/contenidos/2009/11/06/noticia_0055.html
Gracias, Daniel, gracias.
domingo, noviembre 08, 2009
Las lecciones de Obama (o cómo aprender política norteamericana en un discurso presidencial)
Me fascina el desentendimiento de Obama; sus interrogantes alrededor de qué causó la "tragedia" de Fort Hood; su caracterización del hecho como algo fortuito, azaroso; la oportunidad que encuentra en un hecho complejo y que pone en evidencia una crisis coyuntural para realizar una exaltación patriótica, un llamado a la unión bajo el seno del águila estadounidense, la reivindicación continua del ejército y su defensa, también, patriótica. Una joyita.
Algunos quotes del discurso de Obama (Yes, we can) sobre la psicosis y los asesinatos en Fort Hood.
Lo más despreciable es que hayan muertos patriotas, defensores de America: "It is an act of violence that would have been heartbreaking had it occurred anyplace in America. It is a crime that would have horrified us had its victims been Americans of any background. But it’s all the more heartbreaking and all the more despicable because of the place where it occurred and the patriots who were its victims."
Una contradicción o "¡los preparamos para que maten a los otros, no para que nos maten a nosotros!": "It was in this place, on a base where our soldiers ought to feel most safe, where those brave Americans who are preparing to risk their lives in defense of our nation, lost their lives in a crime against our nation."
Lo incognoscible: "We cannot fully know what leads a man to do such a thing."
America por sobre todas las diferencias: "They are Americans of every race, faith, and station. They are Christians and Muslims, Jews and Hindus and nonbelievers. They are descendents of immigrants and immigrants themselves. They reflect the diversity that makes this America. But what they share is a patriotism like no other. What they share is a commitment to country that has been tested and proved worthy. What they share is the same unflinching courage, unblinking compassion, and uncommon camaraderie that the soldiers and civilians of Ft. Hood showed America and showed the world."
sábado, noviembre 07, 2009
La filosofía como modo de vida (sobre Valores blasfemos de Graciela Fernández y Ricardo Maliandi)
Si bien mis conocimientos sobre la obra de Martin Heidegger y Hans-Georg Gadamer y sobre las áreas de la filosofía vinculadas con la ética y la metafísica son (casi) nulos, el libro Valores blasfemos: diálogos con Heidegger y Gadamer de Graciela Fernández y Ricardo Maliandi (Las cuarenta, 2009) me parece un libro fascinante.
Y es un libro fascinante, por un lado, porque está muy bien escrito: la "Introducción" de Graciela Fernández, por ejemplo, entrelaza un breve vistazo a la recepción de la obra central de Heidegger, Ser y tiempo (1927), en los '60 y '70 con la polémica alrededor de la adhesión del filósofo alemán al nazismo, las películas de István Szabó y una reflexión, tomada del pensamiento de Gadamer, sobre cómo interpretar los procesos históricos y cómo leer los textos. Fernández tiene un estilo limpio y dinámico, sabe elegir las anécdotas adecuadas para ilustrar las problemáticas alrededor del pensamiento de Heidegger y Gadamer y le da a la filosofía un componente de producto social e intelectual en juego con la historia, componente que perdura a lo largo del libro. Ricardo Maliandi no se queda atrás: en su texto "En torno a la fundamentación de la ética", por ejemplo, logra un hermoso y, a la vez, preciso retrato doble de Heidegger y Hartmann, contraponiendo sus teorías y sus vidas que es digno de atención.
Por otro lado, Valores blasfemos tiene sus secciones de reflexión filosófica como "Gadamer y Heidegger: en torno a su relación filosófica" de G. Fernández o el artículo de Maliandi antes mencionado (y los especialistas podrán decir si las conclusiones o los planteos son acertados e interesantes o no) pero lo relevante de esta colección de diálogos, recuerdos y discusiones es la presentación de la filosofía como un modo de vida. Porque precisamente, por ejemplo en las palabras que traza Ricardo Maliandi en "Valores blasfemos", se trata de presentarnos a Heidegger y a Gadamer (pero también a Hartmann y a Von Rintelen) como intelectuales que discuten, piensan y reflexionan en el marco de una vida cotidiana, histórica, demasiado humana (creo que se insiste en recuperar a la comprensión como un "círculo virtuoso", como lo quería Heidegger y lo enfatizaba Gadamer, la imposibilidad de eludir la relación con el contexto como bien lo señala Graciela Fernández). No hay biografismo ni historia intelectual en este libro, lo que hay es un tono entre la nostalgia, el respeto y la reflexión crítica para discurrir sobre (y discutir con) dos grandes filósofos del siglo XX con un horizonte determinado de fondo.
En definitiva, la filosofía en Valores blasfemos pone de relieve su carácter humano y social pero también su inscripción histórica; su base en el diálogo, la discusión y el intercambio conversacional. Así, el último texto "La ética es una aclaración teórica del ethos vigente", es una entrevista de Maliandi a Gadamer de 1981 en la que el autor de Verdad y Método (1960) recorre y discute la ética según Aristóteles, Kant, Hartmann y Heidegger; cuenta sus recuerdos sobre estos dos últimos filósofos; plantea su propia postura en relación con el ethos ("Pero la así llamada colisión de deberes significa en verdad una invitación a la decisión, para lo cual no se pueden establecer reglas generales." (107)) y caracteriza la época contempóranea con palabras oscuras ("Yo llamo a la televisión la cadena de esclavos de la sociedad de masas. La televisión es la manera como a alguien se le reduce su posibilidad de pensar libremente." (p. 102)).
Tal vez aquellos que tengan un conocimiento filosófico mayor al mío puedan disfrutar de la discusión alrededor de la ética que nos presenta Valores blasfemos: diálogos con Heidegger y Gadamer de Graciela Fernández y Ricardo Maliandi, a mí me interpeló el tono de su escritura, la caracterización de Heidegger y Gadamer y las anécdotas y recuerdos que pueblan el libro haciendo de éste una exploración de la filosofía y la vida.
Y es un libro fascinante, por un lado, porque está muy bien escrito: la "Introducción" de Graciela Fernández, por ejemplo, entrelaza un breve vistazo a la recepción de la obra central de Heidegger, Ser y tiempo (1927), en los '60 y '70 con la polémica alrededor de la adhesión del filósofo alemán al nazismo, las películas de István Szabó y una reflexión, tomada del pensamiento de Gadamer, sobre cómo interpretar los procesos históricos y cómo leer los textos. Fernández tiene un estilo limpio y dinámico, sabe elegir las anécdotas adecuadas para ilustrar las problemáticas alrededor del pensamiento de Heidegger y Gadamer y le da a la filosofía un componente de producto social e intelectual en juego con la historia, componente que perdura a lo largo del libro. Ricardo Maliandi no se queda atrás: en su texto "En torno a la fundamentación de la ética", por ejemplo, logra un hermoso y, a la vez, preciso retrato doble de Heidegger y Hartmann, contraponiendo sus teorías y sus vidas que es digno de atención.
Por otro lado, Valores blasfemos tiene sus secciones de reflexión filosófica como "Gadamer y Heidegger: en torno a su relación filosófica" de G. Fernández o el artículo de Maliandi antes mencionado (y los especialistas podrán decir si las conclusiones o los planteos son acertados e interesantes o no) pero lo relevante de esta colección de diálogos, recuerdos y discusiones es la presentación de la filosofía como un modo de vida. Porque precisamente, por ejemplo en las palabras que traza Ricardo Maliandi en "Valores blasfemos", se trata de presentarnos a Heidegger y a Gadamer (pero también a Hartmann y a Von Rintelen) como intelectuales que discuten, piensan y reflexionan en el marco de una vida cotidiana, histórica, demasiado humana (creo que se insiste en recuperar a la comprensión como un "círculo virtuoso", como lo quería Heidegger y lo enfatizaba Gadamer, la imposibilidad de eludir la relación con el contexto como bien lo señala Graciela Fernández). No hay biografismo ni historia intelectual en este libro, lo que hay es un tono entre la nostalgia, el respeto y la reflexión crítica para discurrir sobre (y discutir con) dos grandes filósofos del siglo XX con un horizonte determinado de fondo.
En definitiva, la filosofía en Valores blasfemos pone de relieve su carácter humano y social pero también su inscripción histórica; su base en el diálogo, la discusión y el intercambio conversacional. Así, el último texto "La ética es una aclaración teórica del ethos vigente", es una entrevista de Maliandi a Gadamer de 1981 en la que el autor de Verdad y Método (1960) recorre y discute la ética según Aristóteles, Kant, Hartmann y Heidegger; cuenta sus recuerdos sobre estos dos últimos filósofos; plantea su propia postura en relación con el ethos ("Pero la así llamada colisión de deberes significa en verdad una invitación a la decisión, para lo cual no se pueden establecer reglas generales." (107)) y caracteriza la época contempóranea con palabras oscuras ("Yo llamo a la televisión la cadena de esclavos de la sociedad de masas. La televisión es la manera como a alguien se le reduce su posibilidad de pensar libremente." (p. 102)).
Tal vez aquellos que tengan un conocimiento filosófico mayor al mío puedan disfrutar de la discusión alrededor de la ética que nos presenta Valores blasfemos: diálogos con Heidegger y Gadamer de Graciela Fernández y Ricardo Maliandi, a mí me interpeló el tono de su escritura, la caracterización de Heidegger y Gadamer y las anécdotas y recuerdos que pueblan el libro haciendo de éste una exploración de la filosofía y la vida.
viernes, noviembre 06, 2009
jueves, noviembre 05, 2009
"¿Nada es sagrado?": un posible ejemplo
Bueno, tal como dije en el post "¿Nada es sagrado?: ironía y buena conciencia en torno a la última dictadura argentina", cuando leí la interesante nota de Patricio Lennard (desde ya mi reseña no le hace justicia así que si pueden, léanla), se me ocurrió un ejemplo de cierta irreverencia en relación con los desaparecidos en la literatura argentina. La escena en la que pensé forma parte de un cuento del libro de Rodrigo Fresán Vidas de santos (1993) y trata sobre una historieta que publica uno de los personajes del relato sobre un guerrillero muerto que vuelve a la vida para vengarse de los militares. En sí, si bien parodia más a los movimientos revolucionarios y a algunos íconos del peronismo, insinúa cierta transgresión vinculada con la desaparición forzada durante la dictadura.
A este ejemplo, podría agregársele como dije en un comentario del anterior post, la canción de la Bersuit Vergarabat, la "Danza de los muertos pobres" ("Las ligas de moral modificadas/ comenzaron nuevamente a sugerir morales,/ allanaron bóvedas para picanearnos/ y la picana no podía picar, porque mueve..."); y algunos elementos de otro libro de Fesán, Historia argentina (1991), relacionados con el personaje de Laura Feijóo Pearson (eso queda para otro post).
Abajo, entonces, copio unos fragmentos del cuento "La Memoria de Todas las Cosas (Una Summa Teológica)" de Rodrigó Fresán. Igualmente, no me quedo demasiado convencido de que la selección valga como muestra de lo que Lennard sugiere en su artículo.
A este ejemplo, podría agregársele como dije en un comentario del anterior post, la canción de la Bersuit Vergarabat, la "Danza de los muertos pobres" ("Las ligas de moral modificadas/ comenzaron nuevamente a sugerir morales,/ allanaron bóvedas para picanearnos/ y la picana no podía picar, porque mueve..."); y algunos elementos de otro libro de Fesán, Historia argentina (1991), relacionados con el personaje de Laura Feijóo Pearson (eso queda para otro post).
Abajo, entonces, copio unos fragmentos del cuento "La Memoria de Todas las Cosas (Una Summa Teológica)" de Rodrigó Fresán. Igualmente, no me quedo demasiado convencido de que la selección valga como muestra de lo que Lennard sugiere en su artículo.
“Cuando apareció el primer número de NN®, bueno, hubo un escándalo. Ya saben: las aventuras de un guerrillero muerto por la dictadura y resucitado por su novia con la ayuda telepática de un ex ministro entusiasta de las ciencias ocultas, un hechicero muy parecido a aquellos que sacudían las migas de las mesas redondas.
Entonces NN® anda por ahí matando militares durante la dictadura, combatiendo junto a adolescentes en frías y lejanas islas, yendo a tumultuosos recitales de rock, rescatando a jóvenes desaparecidos, devolviendo a sus familiares legítimos los hijos nacidos durante el cautiverio.
Esas cosas.
El único problema es que NN® —como todo buen zombie— se alimenta con seres humanos y no siempre hay carne militar para tirar a la parrilla.
Así que ahí está Daniel. Sentado en el inodoro, ejecutando una función corporal tan antigua como el mundo, leyendo la nueva aventura de NN®.
A la altura de la página veinte, tercer cuadrito segunda hilera —NN® señala con su dedo putrefacto a un ministro de economía elegido por el militar de turno—, Daniel descubre la clave iluminadora, la palabra mágica que abrirá las puertas de otro negocio magistral. Daniel es un genio para las finanzas y yo soy un genio para las historias; al menos eso dice él.” (p. 221)
“En los primeros años del tercer milenio, NN® se ha quedado solo. Todos sus aliados han muerto en forma violenta, NN® vagabundea por un mundo que ya no lo comprende. Decide recuperar las manos perdidas del Gran Líder. Las encuentra después de sortear grandes peligros. Confecciona con ellas un par de guantes de piel humana que le brindarán convocatoria sobrenatural y poderes ilimitados, NN® emprende entonces la más grande de sus hazañas. Mediante sus guantes mágicos decide traer a la vida a todos sus antiguos y desaparecidos compañeros. Estos salen del fondo del lago de Planicie Banderita y retornan a sus casas, donde no son reconocidos por sus nietos y bisnietos. Se los ubica en los cuartos del fondo. Se les prohibe cantar marchas partidarias. Se les permite, una vez al mes, volver a reunirse en una vieja plaza frente a una vieja casa de gobierno que ahora es utilizada como depósito de repuestos automotores, NN® —desesperado y sin entender nada— increpa a un legendario caudillo guerrillero nacional y for export, muerto en las selvas de otro país. ¿Cuál era su nombre? No puedo recordar su nombre. El guerrillero resucitado lo mira con tristeza. Le dice: "Lo siento, esto no tiene nada que ver con el modo en que yo pensaba se iban a dar las cosas". Y se suicida de un balazo en la boca, NN® toma el revólver aún caliente y hace exactamente lo mismo. Alrededor de los dos cadáveres baila una multitud de resucitados, felices por tener nuevos mártires, nuevas banderas. Alguien grita que la hora de la revolución ha llegado. La historia vuelve a comenzar. Final feliz.” (p. 232)
Fuente: Fresán, Rodrigo (1993): "La Memoria de Todas las Cosas (Una Summa Teológica)" en Vidas de santos, Buenos Aires, Planeta.
Entonces NN® anda por ahí matando militares durante la dictadura, combatiendo junto a adolescentes en frías y lejanas islas, yendo a tumultuosos recitales de rock, rescatando a jóvenes desaparecidos, devolviendo a sus familiares legítimos los hijos nacidos durante el cautiverio.
Esas cosas.
El único problema es que NN® —como todo buen zombie— se alimenta con seres humanos y no siempre hay carne militar para tirar a la parrilla.
Así que ahí está Daniel. Sentado en el inodoro, ejecutando una función corporal tan antigua como el mundo, leyendo la nueva aventura de NN®.
A la altura de la página veinte, tercer cuadrito segunda hilera —NN® señala con su dedo putrefacto a un ministro de economía elegido por el militar de turno—, Daniel descubre la clave iluminadora, la palabra mágica que abrirá las puertas de otro negocio magistral. Daniel es un genio para las finanzas y yo soy un genio para las historias; al menos eso dice él.” (p. 221)
“En los primeros años del tercer milenio, NN® se ha quedado solo. Todos sus aliados han muerto en forma violenta, NN® vagabundea por un mundo que ya no lo comprende. Decide recuperar las manos perdidas del Gran Líder. Las encuentra después de sortear grandes peligros. Confecciona con ellas un par de guantes de piel humana que le brindarán convocatoria sobrenatural y poderes ilimitados, NN® emprende entonces la más grande de sus hazañas. Mediante sus guantes mágicos decide traer a la vida a todos sus antiguos y desaparecidos compañeros. Estos salen del fondo del lago de Planicie Banderita y retornan a sus casas, donde no son reconocidos por sus nietos y bisnietos. Se los ubica en los cuartos del fondo. Se les prohibe cantar marchas partidarias. Se les permite, una vez al mes, volver a reunirse en una vieja plaza frente a una vieja casa de gobierno que ahora es utilizada como depósito de repuestos automotores, NN® —desesperado y sin entender nada— increpa a un legendario caudillo guerrillero nacional y for export, muerto en las selvas de otro país. ¿Cuál era su nombre? No puedo recordar su nombre. El guerrillero resucitado lo mira con tristeza. Le dice: "Lo siento, esto no tiene nada que ver con el modo en que yo pensaba se iban a dar las cosas". Y se suicida de un balazo en la boca, NN® toma el revólver aún caliente y hace exactamente lo mismo. Alrededor de los dos cadáveres baila una multitud de resucitados, felices por tener nuevos mártires, nuevas banderas. Alguien grita que la hora de la revolución ha llegado. La historia vuelve a comenzar. Final feliz.” (p. 232)
Fuente: Fresán, Rodrigo (1993): "La Memoria de Todas las Cosas (Una Summa Teológica)" en Vidas de santos, Buenos Aires, Planeta.
miércoles, noviembre 04, 2009
Pensá diferente
Buenísimas las tiras de los muchachos de Bell Ville sensible: dibujos sencillos y buenas ideas. Ay diosito y Agite ilustrado son muy buenas.
martes, noviembre 03, 2009
Elogio de los lugares comunes
Respecto de los lugares comunes (los textos clásicos, que parecen decir siempre lo que se quiere leer: textos dóciles a las mutaciones), interesan porque constituyen campos de lucha donde se debaten sistemas e interpretaciones enemigas; su revisión periódica es una de las maneras de medir la transformación histórica de los modos de lectura (objetivo fundamental de la teoría crítica).
PD.: Eterna Cadencia acaba de reeditar uno de los primeros trabajos de Ludmer: Onetti: los procesos de construcción del relato (1977), un índice de esa crítica textualista y minuciosa (sostenida por el marxismo, el estructuralismo y el psicoanálisis lacaniano) que proponía una reivindicación del carácter multirreferencial del texto. Una joyita para entender la literatura y la crítica literaria de los 70 ("dime cómo lées y te diré cómo es la literatura de tu época" dice Ludmer en el bello prólogo de la nueva edición) y determinar sus resonancias actuales.
lunes, noviembre 02, 2009
Todos somos Osvaldo Lamboghini (Entrega 3)
Entrega 2: Reseña sobre El fiord de Oscar Steimberg (Los Libros, nº5, 1969).
En 1977, Héctor Libertella escribe un librito breve pero brillante, Nueva escritura en Latinoámerica, en el que intenta caracterizar una serie de textos de la época que, incorporados en lo que entiende como una "vanguardia", realizan un doble trabajo: una lectura activa de la tradición y la búsqueda de una productividad de la ficción, sin temor a la densidad textual como cuestionamiento del hecho literario, y de la pesquisa teórica.
En el último apartado de este libro, "Modos de la práctica", Libertella selecciona algunos ejemplos de la "nueva escritura": Cobra de Severo Sarduy, Farabeuf de Salvador Elizondo, The Buenos Aires affair de Manuel Puig, El mundo alucinante de Reynaldo Arenas, La orquesta de cristal de Enrique Lihn y, finalmente, Sebregondi retrocede de Osvaldo Lamborghini.
A continuación, para sumar una entrega más de "Todos somos Osvaldo Lamborghini", el análisis de Libertella sobre el libro de Lamborghini: un recorrido particular que puede dar cuenta de la multiplicidad de Sebregondi retrocede (interesa la explicitación del "vaivén" lamborghiniano), que establece las filiaciones necesarias con la teoría que frecuentaba Lamborghini y que pone en juego las categorías de "ficción" y "lengua", estableciendo una línea de lectura que será muy transitada en la crítica literaria a partir de los '80.
En el último apartado de este libro, "Modos de la práctica", Libertella selecciona algunos ejemplos de la "nueva escritura": Cobra de Severo Sarduy, Farabeuf de Salvador Elizondo, The Buenos Aires affair de Manuel Puig, El mundo alucinante de Reynaldo Arenas, La orquesta de cristal de Enrique Lihn y, finalmente, Sebregondi retrocede de Osvaldo Lamborghini.
A continuación, para sumar una entrega más de "Todos somos Osvaldo Lamborghini", el análisis de Libertella sobre el libro de Lamborghini: un recorrido particular que puede dar cuenta de la multiplicidad de Sebregondi retrocede (interesa la explicitación del "vaivén" lamborghiniano), que establece las filiaciones necesarias con la teoría que frecuentaba Lamborghini y que pone en juego las categorías de "ficción" y "lengua", estableciendo una línea de lectura que será muy transitada en la crítica literaria a partir de los '80.
Sebregondi retrocede.1 Un incierto pulso (¿oral?: significantes que aparecen como succionados; ¿anal?: significados que no se pueden retener, siempre expelidos) hace de Sebregondi una práctica temblorosa de la Literatura. Por el balbuceo de un sujeto en situación obsesiva de escribir (la lengua errante, marcándolo a él mismo letra a letra) aparecen dibujados unos restos de anécdota que no quieren cuajarse en representación: la llegada de un decadente marqués a Buenos Aires; las peripecias de algunos encuentros homosexuales; la tortura y el estrangulamiento de un niño; los hábitos domésticos de un pensionista de barrio... Por añadidura, esos balbuceos alcanzan apenas para silabear algunos nombres: yo —el narrador—, el marqués de Sebregondi, su amante Roxano, Ramón, Pepe, Katsky... en dudosa pose de "personajes", todos ellos. La mecánica de Sebregondi opera así, violentamente, entre un engolosinamiento —el de la lengua— y un proceso doloroso para expeler los fantasmas de ficción que ella permitió ingerir: personajes, géneros, anécdota, mensajes... La energía psíquica ("la exasperación no me abandonará nunca y mi estilo lo confirma letra por letra..." -pág. 68—), la sintaxis retorcida y un sentido de múltiple filigrana que sugieren, aquí, un estado de práctica ¿paranoide? (un juego de costuras microscópicas que no dejan avanzar ingenuamente al trabajo, no lo dejan "acabar" fácilmente), conviven con fragmentos que evocan los modos de relato más tradicionales ("El niño proletario", los textos finales) en los que aquella obsesividad abandona su exclusiva aplicación verbal y se dirige, sarcástica, al Lector, aprovecha la presencia de un argumento y de una imaginación típica de la narrativa, simula traducir inocentemente hechos de imaginación física en hechos de imaginación verbal según una antiquísima creencia en la representación.
Especie de vaivén que permite decir otra cosa sobre Sebregondi: unas mezclas de textos "legibles" con textos desarticulados provocarían normalmente la asociación con alguna imprecisa fantasía de dispersión o collage; esto es, la sola recurrencia a la discontinuidad o al fragmentarismo no debería diferir, necesariamente, en el complejo de ciertas prácticas de moda. Pero en Sebregondi hay un ojo crítico que le da al conjunto su cualidad orgásmica: existe, de hecho, la experiencia obrada de fabricar efectos de estructura múltiples grabados sobre el texto —dibujados, borroneados, reescritos— de modo que la superficie muestre coágulos, se opaque, se la vea (pero con una visión también retenida, intestinal, espiralada, frente a la directa transposición ocular de las escrituras concretistas). Y ese texto, ahora como objeto, se revelará objeto de una producción psíquica de doble penetración verbal (tatuajes, remolinos de significantes que conviven con la sombra de un estilo fuerte y reconocible) sólo explicable por un juego de líneas cruzadas entre el practicante y su producto, el inconsciente y la letra.
¿Cómo entender ese libre intercambio cuando se trata de organizar un texto de "ficción"? "La lectura de estos textos llamados 'ilegibles' se abre, pues, cuando se comprende que son mudos, que están hechos de palabra escrita, que no proponen una 'comunicación' tal como la entendemos en el lenguaje cotidiano, que 'juegan' (pero no en el sentido lúdico, sino como 'juegan' los engranajes de una máquina) con la lengua... Ese juego con la lengua es al mismo tiempo un juego con las formas de la lengua, con el saber, el goce que produce el ejercicio de la lengua, su historia, sus diferentes 'Zonas' (subcódigos)... Sebregondi propone una lectura como la que quería Macedonio Fernández: infinitesimal, homeopática, microscópica; es un bordado con la lengua hecho de 'puntos' diferentes... Borra toda barrera de separación y exclusión de los opuestos, suprime la división clasista de los lenguajes: el lunfardo, el gauchesco, el estilo 'culto', la retórica, arcaísmos, neologismos, lo 'obsceno': todo coexiste como en un tapiz."2
Localizado en un lugar ajeno a las formas inconciliables de la escritura-hacia-otros y de la escritura-autista, Sebregondi realiza su utopía gracias a una red de sentidos coagulados pero que van circulando en el conjunto, de "muestras" de un ejercicio que hasta puede narrar al modo tradicional, de pequeños núcleos, cortes, desarticulaciones, que sostienen al libro en esa oscilación neutral entre el otro hábito de la literatura como "comunicación" y el de la literatura como "espejo" para una compulsión personal. En ese trabajo, el texto será más bien "un cuerpo 'proyectado' desde un fondo de angustia; el proyecto de un cuerpo ideal que intenta organizarse según las líneas arquitectónicas de una fortaleza diseñada por las huellas de satisfacciones perdidas"3. Organizarse y desorganizar (en) el texto, materialidad, inmanencia, artificialidad: el negativo de otros tipos de prácticas reaparece aquí gracias a un minucioso proceso de lecturas, microscópico (habría que pensar en un "borrador" permanente), y de reescrituras nunca clausuradas. Lo que trae al primer plano un fenómeno específico de productividad (fuga del significado que hace lugar a la significación) y, también, la reactivación de un proceso material de intercambio entre las escrituras y el sujeto; es decir, aquí, entre la lengua y su residuo.4
1 Osvaldo Lamborghini, Sebregondi retrocede, Noé, Buenos Aires, 1973.
2 Josefina Ludmer, "Sobre Sebregondi retrocede", Clarín, Buenos Aires, 25 de octubre de 1973.
3 Germán Leopoldo García, "Sebregondi retrocede: la palabra fuera de lugar", Literal, N° 2/3, Buenos Aires, mayo de 1975.
4 Como parte de un hilo que se enhebra en la firma "Lamborghini", los procedimientos de Sebregondi reconocen su matriz en otro texto anterior: El fiord (Chinatown, Buenos Aires, 1969). Espacio casi arquetípico, lugar de juego con las mayúsculas: Autoridad, Ideología, Sentido, Compromiso, Familia; zona de cruces: psicoanálisis, política, literatura; ejercicio igualmente "en fuga" (fuga de la represión, de la censura); mostración de la violencia como condición de nacimiento de la escritura. En esa línea productiva será necesario incorporar, también, otro trabajo: El frasquito, de Luis Gusmán (Noé, Buenos Aires, 1972).
Fuente: Libertella, Héctor (2008 [1977]): Nueva escritura en Latinoamérica, Buenos Aires, Ediciones El Andariego, págs. 65-68.
Especie de vaivén que permite decir otra cosa sobre Sebregondi: unas mezclas de textos "legibles" con textos desarticulados provocarían normalmente la asociación con alguna imprecisa fantasía de dispersión o collage; esto es, la sola recurrencia a la discontinuidad o al fragmentarismo no debería diferir, necesariamente, en el complejo de ciertas prácticas de moda. Pero en Sebregondi hay un ojo crítico que le da al conjunto su cualidad orgásmica: existe, de hecho, la experiencia obrada de fabricar efectos de estructura múltiples grabados sobre el texto —dibujados, borroneados, reescritos— de modo que la superficie muestre coágulos, se opaque, se la vea (pero con una visión también retenida, intestinal, espiralada, frente a la directa transposición ocular de las escrituras concretistas). Y ese texto, ahora como objeto, se revelará objeto de una producción psíquica de doble penetración verbal (tatuajes, remolinos de significantes que conviven con la sombra de un estilo fuerte y reconocible) sólo explicable por un juego de líneas cruzadas entre el practicante y su producto, el inconsciente y la letra.
¿Cómo entender ese libre intercambio cuando se trata de organizar un texto de "ficción"? "La lectura de estos textos llamados 'ilegibles' se abre, pues, cuando se comprende que son mudos, que están hechos de palabra escrita, que no proponen una 'comunicación' tal como la entendemos en el lenguaje cotidiano, que 'juegan' (pero no en el sentido lúdico, sino como 'juegan' los engranajes de una máquina) con la lengua... Ese juego con la lengua es al mismo tiempo un juego con las formas de la lengua, con el saber, el goce que produce el ejercicio de la lengua, su historia, sus diferentes 'Zonas' (subcódigos)... Sebregondi propone una lectura como la que quería Macedonio Fernández: infinitesimal, homeopática, microscópica; es un bordado con la lengua hecho de 'puntos' diferentes... Borra toda barrera de separación y exclusión de los opuestos, suprime la división clasista de los lenguajes: el lunfardo, el gauchesco, el estilo 'culto', la retórica, arcaísmos, neologismos, lo 'obsceno': todo coexiste como en un tapiz."2
Localizado en un lugar ajeno a las formas inconciliables de la escritura-hacia-otros y de la escritura-autista, Sebregondi realiza su utopía gracias a una red de sentidos coagulados pero que van circulando en el conjunto, de "muestras" de un ejercicio que hasta puede narrar al modo tradicional, de pequeños núcleos, cortes, desarticulaciones, que sostienen al libro en esa oscilación neutral entre el otro hábito de la literatura como "comunicación" y el de la literatura como "espejo" para una compulsión personal. En ese trabajo, el texto será más bien "un cuerpo 'proyectado' desde un fondo de angustia; el proyecto de un cuerpo ideal que intenta organizarse según las líneas arquitectónicas de una fortaleza diseñada por las huellas de satisfacciones perdidas"3. Organizarse y desorganizar (en) el texto, materialidad, inmanencia, artificialidad: el negativo de otros tipos de prácticas reaparece aquí gracias a un minucioso proceso de lecturas, microscópico (habría que pensar en un "borrador" permanente), y de reescrituras nunca clausuradas. Lo que trae al primer plano un fenómeno específico de productividad (fuga del significado que hace lugar a la significación) y, también, la reactivación de un proceso material de intercambio entre las escrituras y el sujeto; es decir, aquí, entre la lengua y su residuo.4
1 Osvaldo Lamborghini, Sebregondi retrocede, Noé, Buenos Aires, 1973.
2 Josefina Ludmer, "Sobre Sebregondi retrocede", Clarín, Buenos Aires, 25 de octubre de 1973.
3 Germán Leopoldo García, "Sebregondi retrocede: la palabra fuera de lugar", Literal, N° 2/3, Buenos Aires, mayo de 1975.
4 Como parte de un hilo que se enhebra en la firma "Lamborghini", los procedimientos de Sebregondi reconocen su matriz en otro texto anterior: El fiord (Chinatown, Buenos Aires, 1969). Espacio casi arquetípico, lugar de juego con las mayúsculas: Autoridad, Ideología, Sentido, Compromiso, Familia; zona de cruces: psicoanálisis, política, literatura; ejercicio igualmente "en fuga" (fuga de la represión, de la censura); mostración de la violencia como condición de nacimiento de la escritura. En esa línea productiva será necesario incorporar, también, otro trabajo: El frasquito, de Luis Gusmán (Noé, Buenos Aires, 1972).
Fuente: Libertella, Héctor (2008 [1977]): Nueva escritura en Latinoamérica, Buenos Aires, Ediciones El Andariego, págs. 65-68.