Oh, dios, un foro de archivos multimedia de La venganza será terrible, el programa de Dolina y Cía, en el que se pueden escuchar fragmentos de las emisiones radiales ordenados por temas y secciones. Esto es realmente bueno. Por propuestas de esta índole agradezco infinitamente la existencia de la diosa Internet (y la solidaridad y fraternidad de sus creyentes).
martes, noviembre 30, 2010
lunes, noviembre 29, 2010
La novela familiar (entrega 8)
La novela familiar (Entrega 2): "El relato fuera de la ley" de Ricardo Piglia.
La novela familiar (Entrega 3): "Prólogo" a Cien años de soledad: una interpretación de Josefina Ludmer.
La novela familiar (Entrega 4): "Advertencia" de Jorge Panesi.
La novela familiar (Entrega 5): "El crítico inter es" de Raúl Antelo.
La novela familiar (Entrega 6): "Prólogo de De Sarmiento a Cortázar" de David Viñas
La novela familiar (Entrega 3): "Prólogo" a Cien años de soledad: una interpretación de Josefina Ludmer.
La novela familiar (Entrega 4): "Advertencia" de Jorge Panesi.
La novela familiar (Entrega 5): "El crítico inter es" de Raúl Antelo.
La novela familiar (Entrega 6): "Prólogo de De Sarmiento a Cortázar" de David Viñas
Cultura dominante y cultura popular* (Aníbal Ford)
Pienso que el trabajo crítico debe ser un trabajo de afirmación de la conciencia nacional y popular, una forma de enfrentamiento con la cultura oligárquica y el imperialismo. (Un enfrentamiento no autónomo, sino interrelacionado, y en última instancia determinado, aunque a través de complejas mediaciones, por la lucha económica y política.) Es decir, por un lado, como ataque a la cultura dominante, a la cultura reproductora del sistema elitista y dependiente, naturalizadora y confirmadora del orden existente, a la cultura de la apropiación, de la reificación, de la alienación, de la mitificación, de la represión, etc. Por otro lado, como afirmación y exploración de los procesos que se oponen a la cultura dominante, a esas formas culturales que a pesar de estar sometidas a la expropiación, a la recuperación desdialectizadora, a la represión, fueron o van formando, junto a las otras luchas, una conciencia nacional y popular.
Si lo primero nos remite a un corpus claramente identificado —que puede ir de la producción de textos escolares a la publicidad manejada por las empresas multinacionales, de los suplementos de La Nación o La Prensa a la política cultural del régimen, de las formas que adquirió entre nosotros la literatura arquetípica a las series yanquis, de los seudonacionalismos a las formas de la división del trabajo intelectual, etc.—, la segunda instancia nos remite a una zona más compleja y a la que denominamos con términos muchas veces tergiversados y mitificados: cultura popular, cultura nacional. El desenfoque o el olvido con respecto a estas zonas, en especial con respecto a la primera —un concepto que introduce el conflicto social en el territorio de la cultura— se debe a diversos factores que vale la pena puntualizar. En primer lugar la persistencia del concepto burgués de cultura, que transforma a ésta en un bien universal, al margen de la historia, un concepto que hace de la cultura de una clase la cultura universal, la única cultura, la civilización. Un concepto que tiene una vertiente elitista (diferenciadora, apropiadora, sacerdotal) y una vertiente reformista, distributiva y en última instancia represiva. Para ésta la cultura es un bien universal que hay que distribuir entre las masas carentes de cultura, es decir "incultas", "bárbaras". (Una distribución, por otra parte, que comienza históricamente a funcionar a partir de la necesidad de las clases dominantes de reproducir el sistema.) Pero las negaciones con respecto a la cultura popular no tienen sólo este origen. Están implícitas, por ejemplo, en las afirmaciones, provenientes del liberalismo y de la izquierda, de que la cultura dominante lo inunda todo. De ahí se termina reconociendo como único centro impugnador de la cultura dominante a la subversión directa o a la ortodoxia, según los casos, y se otorga a las clases populares un rol pasivo, no creador, carente de iniciativa histórica (iniciativa que muchas veces es reducida a espontaneísmo, un término a menudo utilizado con una gran carga de prejuicios derivados del evolucionismo y del positivismo), un rol vacío, alienado por el sistema. (Hecho que de ser cierto, por ejemplo, no explicaría el poco peso que tuvo la publicidad defensora del sistema sobre el electorado que votó el 11 de marzo de 1973).
Pero con respecto a la cultura nacional y popular, concebida en los términos en que tratamos de irla definiendo, se plantean también problemas con respecto a muchos de los que hacen su exégesis. Dejando de lado las variantes derivadas del pensamiento nacionalista burgués (pensamiento sin embargo importante en cierta etapa de nuestra historia cultural, como puede ser el caso del Rojas de La restauración nacionalista), me refiero, fundamentalmente, al traslado indiscriminado de tesis provenientes de países del Tercer Mundo cuya historia, estructura de clases y forma de dependencia son diferentes a las nuestras. Así sucede con ciertas lecturas y traslados mecánicos de las tesis de un pensador fundamental en el campo de las relaciones entre política y cultura: Frantz Fanon.
Todo esto me lleva a puntualizar que una redefinición de los conceptos de cultura nacional y cultura popular debe apoyarse en el análisis concreto de la historia argentina —en el marco de la historia de América latina—, de la forma que adoptó en nuestro país el conflicto social y el tipo de dependencia al que estamos sujetos. No serán los códigos de la cultura burguesa ni los análisis hechos sobre otras realidades los que indicarán el camino para valorar los procesos culturales que influyeron efectivamente, a veces a partir de precarias contraideologías, en la formación de una conciencia de clase (en un país donde, no lo olvidemos, la historia de las clases explotadas es compleja y cruzada por la inmigración externa y por la migración interna) y de una conciencia antiimperialista, de una cultura que no se hunde sino que marcha y crece junto al proceso de liberación y cuyo corpus complejo, contradictorio y en gran parte perdido, puede ser explorado en fenómenos diversos, que van de la producción de los marginados a los pensadores nacionalistas y revisionistas, de las lecturas de los medios de comunicación que hace el proletariado industrial a las manifestaciones populares, de los payadores anarquistas y radicales a los ídolos de la etapa peronista, del proteccionismo cultural a la producción de los intelectuales marginados o insertos en la industria cultural, de la vida cotidiana y las organizaciones de barrio al carbón y la tiza, del periodismo obrero al periodismo de denuncia, del cine populista al cine de liberación, y en tantos otros fenómenos en los cuales se fue y se va articulando, muchas veces de manera precaria y contradictoria, una respuesta ante la cultura dominante, directa o indirectamente unida a las luchas populares.
* Los trabajos contenidos en este volumen [Medios de comunicación y cultura popular] se inscriben en una producción más amplia constituida también por la cátedra, el periodismo, el trabajo en la industria cultural y la práctica política. Incluimos aquí esta respuesta de A. F. a una encuesta realizada por Jorge Lafforgue sobre la función de la crítica (1972) porque en ella están sintetizadas las tesis básicas que informaban hacia esa fecha, nuestras exploraciones. J. R. y E. R. [Jorge B. Rivera y Eduardo Romano]
Fuente: Ford, Aníbal; Rivera, Jorge B.; Romano Eduardo (1987, 2 ed.): Medios de comunicación y cultura popular, Buenos Aires, Legasa, pp. 20-23.
domingo, noviembre 28, 2010
sábado, noviembre 27, 2010
Diversión de ilotas
Me resulta gratificante encontrar un libro precioso, Palacios plebeyos, de un artesano del lenguaje, Edgardo Cozarinsky, por un precio ínfimo en los paraísos del saldo de Avenida Corrientes. Me resulta fascinante hallar un pequeño libro sobre la historia de los antiguos cines como templos, como efímeros palacios en los que una persona entraba para huir de una vida sencilla, para encontrarse con los fantasmas que todavía pueden aparecerse en algún que otro recinto. Abajo va el comienzo del libro, una pequeña joya pulida con las ya reconocidas herramientas de Cozarinsky: la cita, la erudición, la anécdota, la nostalgia.
Templos profanos (fragmento) (Edgardo Cozarinsky)
"Las únicas salas de cine que cumplían una función (...)
eran las viejas, ¿las recuerdas?, esos teatros enormes que
cuando se apagaban las luces a uno se le encogía el
corazón. Esas salas estaban bien, eran los verdaderos
cines, lo más parecido a una iglesia, techos altísimos.
grandes cortinas rojo granate, columnas, pasillos con
viejas alfombras desgastadas, palcos, localidades de platea
o galería o gallinero..."
Roberto Bolaño: "La parte de Fate". 2666. 2004
"Divertissement d'îlotes" (diversión de ilotas) llamó al cinematógrafo el escritor francés Georges Duhamel (1884-1966). El diccionario precisa que la palabra "ilota" definía en la antigua Grecia al siervo espartano adscrito a la gleba, privado del derecho de ciudadanía pero apto para servir en el ejército.
Hacia 1900 ese ilota era el proletario europeo, el inmigrante en los Estados Unidos cuya única riqueza era la posibilidad, desconocida en la época clásica, de evadirse de su condición gracias a la movilidad social que aún permitían el capitalismo y la educación pública: la ilusión democrática.
En uno de sus característicos arrebatos retóricos, Henri Langlois sostenía que la vocación "democrática" del cinematógrafo se había manifestado muy temprano, durante la Exposition Universelle de mayo de 1897 en París, ocasión del célebre incendio del Bazar de la Charité, lamentado por Proust. Una demostración del nuevo entretenimiento culminó cuando el salto de una chispa prendió fuego a la carpa y terminó con la vida de dieciocho duquesas, algunas de ellas ultimadas a bastonazos por los señores que procuraban abrirse paso en medio de las llamas.
Fuente: Cozarinsky, Edgardo (2006): Palacios plebeyos, Buenos Aires, Sudamericana, pp. 9-10.
viernes, noviembre 26, 2010
Una geología del amor (sobre Precipitaciones aisladas de Sebastián Martínez Daniell)
Empieza con Napoleón Toole, solo, en su jardín, en su refugio botánico habitado por hormigas, cerca de su torreta. Precipitaciones aisladas de Sebastián Martínez Daniell (Entropía, 2101) comienza con el anuncio de una “exploración genealógica”, una lucha contra la desmemoria, que se irá transformando en una exploración geológica (ese comienzo establece el primero de los tres relatos que se entrelazarán a lo largo de la novela, el metarelato, dirigido a alguien, que sostiene a los otros dos). El movimiento pendular del relato va y viene de Napoleón Toole, su pasado y su relación con Vera al fascinante jardín, el frío de Limmermonk, el refugio de rinocerontes o la discusión en torno de anuncios meteorológicos oficiales (“el Gobierno dijo que el invierno va a ser corto porque los períodos anticiclónicos entraron en la fase de retracción…” (41); ¿cuánto saben los habitantes de Carasia de meteorología?). Carasia es el archipiélago en el que se desarrolla esta historia, un territorio imaginario en el que el clima (“¿quién pensó que este era un clima propicio para fundar una nación?” (35)) y la geografía enmarcan las derivas de un narrador que intenta comprender su relación, amorosa y conflictiva, con una mujer, Vera.
Si hay genealogía, hay exploración del pasado: en otro de los relatos que se cruzan en Precipitaciones aisladas, Toole reconstruye la noche que conoció a Vera, el durante y el después, pero también se remonta a su prehistoria, como un egiptólogo: “Quiero que imagines a los egiptólogos trabajando Nilo arriba. (…) Tomemos, entonces, su aporte epistemológico y corramos para atrás, más para atrás…” (51). La vuelta a las escenas primordiales pueden ser la solución de sentido para la relación Napoleón-Vera: el regreso a la pareja originaria, el regreso al padre y la madre, Hammer Toole y Dora, como mitología familiar y clave para iluminar los conflictos de la pareja principal de la novela. Por otro camino, Napoleón Toole, erudito, recurre a conocimientos enciclopédicos (la muerte de Séneca; la historia de Carasia) o triviales (cómo preparar arroz; una reflexión sobre los baños) para comprender su amor por Vera, esa mujer cautivante que conoció una noche de discusiones eólicas, para reconstruir una genealogía, una historia que va de la paz a la “guerra” y que culminará, de algún modo, con la frase que vuelve una y otra vez a lo largo de la novela: “—Señor Toole, su mujer lo espera.”. ¿Para qué lo espera? ¿Por qué lo espera?
jueves, noviembre 25, 2010
martes, noviembre 23, 2010
Cómo vivir juntos
El ciclo Commonalities: Theorizing the Common in Contemporary Italian Thought tuvo lugar el 24 y 25 de Septiembre en la Universidad de Cornell, Ithaca, New York. Este encuentro reunió a la crème de la crème de la filosofía italiana contemporánea (aunque faltó Agamben, pucha) para la reflexión en torno de lo común y la biopolítica. Mientras esperemos que cuelguen los trabajos que se leyeron en dicha ocasión, les dejo algunos artículos, de manufactura italiana en su mayoría, claro, que saqué de este blog que se armó para las conferencias (en el que por ahora se puede ver la conferencia de Negri):
Franco Berardi (“Bifo”): “Biopolitics and Connective Mutation”
Mabel Berezin: “The Strength of Weak National Identities”
Bruno Bosteels: “Thinking, Being, Acting, or, On the Uses and Disadvantages of Ontology for Politics”
Cesare Casarino: “Surplus Common”
Jodi Dean: “Communicative Capitalism: Circulation and the Foreclosure of Politics”
Laurent Dubreuil: “Leaving Politics”
Roberto Esposito: “Community and Nihilism”
Michael Hardt: “Laboratory Italy”
Antonio Negri: “The Italian Difference”
Karen Pinkus: “Zones of Exception”
lunes, noviembre 22, 2010
La novela familiar (entrega 7)
La novela familiar (Entrega 2): "El relato fuera de la ley" de Ricardo Piglia.
La novela familiar (Entrega 3): "Prólogo" a Cien años de soledad: una interpretación de Josefina Ludmer.
La novela familiar (Entrega 4): "Advertencia" de Jorge Panesi.
La novela familiar (Entrega 5): "El crítico inter es" de Raúl Antelo.
La novela familiar (Entrega 6): "Prólogo de De Sarmiento a Cortázar" de David Viñas
La novela familiar (Entrega 3): "Prólogo" a Cien años de soledad: una interpretación de Josefina Ludmer.
La novela familiar (Entrega 4): "Advertencia" de Jorge Panesi.
La novela familiar (Entrega 5): "El crítico inter es" de Raúl Antelo.
La novela familiar (Entrega 6): "Prólogo de De Sarmiento a Cortázar" de David Viñas
Ensayo de una Tipología de la Literatura Fantástica (a propósito de la literatura hispanoamericana) (Ana María Barrenechea)
Mi centro de interés en este trabajo es deslindar el subgénero "literatura fantástica" y destacar algunos de sus rasgos caracterizadores, a propósito de la narrativa hispanoamericana, tan rica en obras de esa índole.
Tzvetan Todorov ha planteado el problema por primera vez en forma sistemática en su libro Introduction à la littérature fantastique, (Paris: Seuil, 1970). Aunque disentimos en la solución que le ha dado, es necesario reconocerle, el mérito de haber establecido claramente ciertas categorías y una metodología de rasgos contrastivos con distinción de niveles de análisis; con ello marca un adelanto importante en su estudio, a partir del cual pueden intentarse, otras soluciones.
Resulta, pues, imprescindible exponer brevemente el sistema de Todorov para recordar sus rasgos esenciales y cotejarlos con la categorización que proponemos.
domingo, noviembre 21, 2010
De nimbos y aureolas
[...] La función del arte asociado al apogeo del nimbo era la de crear un universo, si no sobrehumano, por lo menos liberado de ciertas marcas humanas. “La figura de Cristo realzada con oro”, apunta André Malraux refiriéndose a Duccio, “mantenía la trascendencia bizantina: arrancaba a Jesús, y su cuadro al mismo tiempo, de lo humano”. [...]
[...] La contradicción que la aureola planteaba en términos naturalistas logró zanjarse, en primer término, mediante su emancipación del cuerpo. Luego, aunque en forma aislada, al adquirir carácter subliminal, es decir, al convivir, sin traicionarse del todo, con el artificio pictórico impuesto por los artistas del Renacimiento. Entonces se escamotea en el paisaje y más tarde, rotos los lazos de semejanza, tiende a desaparecer.[...]
Gargiulo, Salvador: "Itinerario y derrota del nimbo medieval".
Agamben, Giorgio: "XIII. Aureola" en La comunidad que viene.[...] La aureola es, por tanto, el individualizarse de una bienaventuranza, el llegar a ser singular de lo que es perfecto. Como en Scoto, este individualizarse no implica el añadido de una nueva esencia o un cambio de naturaleza, sino más bien una postreridad singular; al contrario que en Scoto, sin embargo, la singularidad no es aquí una extrema determinación del ser, sino un desflecarse o un indeterminarse de sus límites: un paradójico individuarse por indeterminación.En este sentido, se puede pensar la aureola como una zona en la que posibilidad y realidad, potencia y acto llegan a ser indistinguibles. El ser que ha llegado a su fin, que ha consumado todas sus posibilidades, recibe así en dote una posibilidad suplementaria. Ésta es aquella potencia mezclada con acto (potentia permixta actui) o aquel acto mezclado con potencia (actus permixtus potentiae) que el genio de un filósofo del siglo XIII llama acto de confusión (actus confusionis), por cuanto en él la forma o naturaleza específica no se conserva, sino que se confunde y se disuelve sin residuos en un nuevo nacimiento. Este imperceptible temblor de lo finito, que indetermina sus límites y lo hace capaz de confudirse, de hacerse cualsea, es el pequeño desplazamiento que toda cosa deberá cumplir en el mundo mesiánico. Su bienaventuranza es la de una potencia que viene sólo después del acto, de una materia que ya no permanece bajo la forma, sino que la circunda y la aureola.
viernes, noviembre 19, 2010
La literatura: algunas vidas... (sobre Siluetas de Luis Chitarroni)
Siluetas de Luis Chitarroni (La bestia equilátera, 2010), libro que publicó por primera vez en 1992 y que ahora La bestia equilátera vuelve a editar, está compuesto por una serie de textos cortos (varios de ellos publicados en la revista Babel) en los que la anécdota, la narración y el comentario mordaz se cruzan para recuperar la biografía y la escritura de diferentes poetas, narradores e intelectuales. La silueta como género le permite al autor de El carapálida alejarse, por un lado, de la biografía informativa en la que los datos y las fechas ahogan cualquier posibilidad de recuperar lo vital; y, por otro lado, del análisis inmanente de la obra, aislando la literatura de la vida. En este sentido, por ejemplo, “Gerard Manley Hopkins, S. J.” o “Junichiro Tanizaki” comienzan con la reconstrucción ficcional de anécdotas de ambas vidas (los conflictos religiosos de Hopkins; la amistad absoluta de Tanizaki) para luego realizar un rápido esbozo biográfico y desembocar en comentarios sobre la obra de cada autor. Las anécdotas que abren ambos textos instalan la ficción como comienzo de la biografía, enrarecen la posibilidad de aprehender una vida acumulando datos y son prueba de algo, tal vez del cruce indiscernible entre la escritura y la vida: “La anécdota es prueba, pero –al cielo gracias– prueba de no sabemos qué” (150). A Chitarroni, la silueta le permite mezclar los géneros textuales (ir de la narración al ensayo; de la biografía a la crítica) y resucitar, a través de una exploración incisiva y erudita de la cultura, nombres y obras para mostrar un parnaso distinto, un canon de lo marginal y lo excéntrico (aunque no falten algunos autores mainstream: P.D. James, Martin Amis, Eduardo Mendoza).
Por otro lado, en Siluetas, Luis Chitarroni inserta a los diversos autores en una red de relaciones (personales, culturales) y de referencias (biográficas, bibliográficas) que los resignifican: de este modo, en cada silueta conviven nombres y obras de diversas procedencias que instalan una lectura activa y vinculante. Por ejemplo, en “Anthony Hope”, el autor de Peripecias del no propone leer El prisionero de Zenda, obra de corte folletinesco de Hope, como precursora de Pálido fuego de Nabokov; en “Charles Du Bos”, la silueta comienza con la consideración de que con el fantasma de Walter Benjamin recorriendo Argentina, vale la pena volver a Du Bos; y en “Djuna Barnes”, la “belleza acertijo” de la autora entra en comparación con la Nadja de Breton y con la Maga de Rayuela.
En definitiva, Siluetas no sólo construye una galería de hombres y mujeres para encontrar el lugar en el que la vida y la escritura se confunden; además, traza un mapa de afectos y de remisiones que atraviesa naciones, tiempos y culturas y que dan cuenta de la capacidad de Chitarroni para volver a ciertas figuras, ciertas obras significativas. Por lo demás, cabe rescatar dos rasgos de la escritura del libro: por un lado, el deleite por los detalles y las anécdotas de una vida-obra, un deleite trabajado desde la capacidad narrativa y crítica; y por otro lado, el comentario ensayístico, delicadamente mordaz, delicadamente erudito:
“Nada, ni siquiera nuestra soberbia humana, nos asegura que la aprehensión de la vida de un sujeto tenga que ver con la capacidad de acumular datos sobre él. La creencia contraria nos llevaría a afirmar que los mejores biógrafos son los empleados de los servicios de inteligencia.” (“Vidas de biógrafo”, 219).
jueves, noviembre 18, 2010
miércoles, noviembre 17, 2010
Diario de Manhattan (Néstor Sánchez)
No podría llamarlo "cuento" ni "relato", "Diario de Manhattan" de Néstor Sánchez recopilado en La condición efímera (1988) es algo difícil de clasificar: un diario que da cuenta de la experiencia y del cuidado de sí; una serie de notas de viaje en el repliegue solitario; un protocolo de desubjetivación entre el Central Park y Harlem, en la estela de Don Juan y Gurdjieff; una serie de reglas para una forma-de-vida que se quiere inasible.Que lo disfruten.
Diario de Manhattan (Néstor Sánchez)
a Carlos Sánchez
Diciembre
lunes 5
La elocuencia íntima sobradamente íntima de un año que termina en la vicisitud constante entre comprensión o penumbra. Aparecer en esta isla, recorrerla incluso en sus gangrenas, es como adjudicarle verosimilitud: a veces, sin embargo, se parece demasiado a una metáfora de toda humanidad que decae degradándose; otras, un museo perfecto de hasta el último pormenor de lo que no debe hacerse.
Comprar este cuaderno representó, en cierto modo, consentir necesidad de cauce, de punto de apoyo para alguna forma de preservación interior en principio no deducida.
Por ahora ningún propósito concreto, salvo que escribiré en permanencia, por primera vez, con la mano izquierda.
miércoles 7
Por ráfagas creo entender de nuevo que toda tentativa auténtica requeriría desprotección terminante. Pero de esta forma se agudiza la tendencia a percibir el avatar como misterioso, su supuesto lenguaje codificado. Hoy bajo la primera nieve recrudeció de improviso el tema haber nacido (su diametralidad) como conflicto sin retorno, y me prometí una nota. En cierta medida creo que descuidé su imponencia a causa del otro conflicto de la inevitabilidad de la muerte, e incluso porque de algún modo (¿sólo desde el instinto de preservación?), agradecí mis huesos. Haber nacido sobre todo si se tienen en cuenta los protagonistas inconscientes que generan su fatalidad (no otra cosa que un niñito llamado a mitigar sopor y sinsentido), se vuelve un tema de connotaciones desvariantes. En el caso de considerar que el niñito será adulto y, sobre todo, que se verá obligado a tomar conciencia (y aquí el resquemor encubierto), esmeraría en el rehén.
Abluciones de tilo, indicaría un mahometano pura sangre.
martes, noviembre 16, 2010
domingo, noviembre 14, 2010
Presentación Don del agua de Tatiana Goransky
DON DEL AGUA
una novela de Tatiana Goransky
Presentación lunes 29 de noviembre de 20:00 a 22:00 hs.
en DUDUI, Costa Rica 5709, Palermo.
Pueden venir en traje de neoprene, snorkel, patas de rana, escafandra autónoma, remera marinera, barba de capitán de barco o ropa de calle...
Presentadora: Marina Mariasch.
Ilustraciones: Micaela Saiegh.
Fotos: Sabrina Campos y Tatiana Goransky.
Para más info sobre el libro, la contratapa dice así:
"Años atrás me contaron la historia de un rabdomante que no sólo podía encontrar agua caminando sobre la superficie de un aparente desierto, sino que podía hacerlo desde las alturas, sin varillas ni otros objetos. Mi imaginación se disparó. En el tiempo en el que vivimos, en donde el agua es la mayor protagonista, ¿serán los rabdomantes los próximos dueños del mundo? ¿habrá países que compren rabdomantes y los nacionalicen como se hace con los deportistas? ¿tendrán los rabdomantes hijos rabdomantes? ¿serán esos hijos seres nobles o temiblemente ambiciosos? De éstas preguntas, y de mi encontrado interés por el mundo submarino, irrumpieron las imágenes iniciales de esta novela, un universo masculino de conquistadores acuáticos que se valen de todo para tener el don del agua".
Tatiana Goransky
"La historia de Don del agua no puede escribirse desde un solo género, con un solo registro, de una sola manera. Tatiana Goransky se vale para narrarla de los diarios de viaje, de las crónicas de la conquista o de las novelas de enigma; del discurso de investigación del periodismo o del discurso técnico de los manuales; de la magia difusa de las fábulas y las leyendas o de la precisión racional de los estudios antropológicos. Las supersticiones y los métodos conviven y se disputan en una historia que transcurre tanto en la realidad reconocible como en el mundo fantástico de los tesoros escondidos. Porque lo narrado se multiplica en las formas de narrar y la literatura al fin de cuentas es lo único que importa".
Martín Kohan
sábado, noviembre 13, 2010
Caminando alrededor (Elvio E. Gandolfo)
En 1987, la extinta y grandiosa editorial Puntosur publicaba Sin creer en nada (trilogía) de Elvio E. Gandolfo, antología de tres nouvelles o cuentos largos: "El instituto" (1967-1969), "Caminando alrededor" (1970) y "La reina de las nieves" (1977). El primero y el tercero han sido recopilados en La reina de las nieves (1982), libro de cuentos que todavía puede conseguirse en ferias de usados o librerías de saldos; en cambio, el segundo formaba parte de Caminando alrededor(1986), libro mucho más difícil de conseguir.
"Caminando alrededor" es un relato de ciencia ficción en un futuro cercanísimo enmarcado en esos años 70 que comienzan. El escenario y los personajes bastan para crear un clima de sociedad violenta al borde del precipicio, en la línea de la mejor literatura distópica: una ciudad gris y monótona, un edificio casi en ruinas y semiclausurado, una fábrica atroz; ciertas hormigas que evolucionan extrañamente (tal vez, uno de los elementos más memorables y más sutiles del cuento), un personaje que subsiste como puede (a oscuras, en soledad), el fantasma de Lidia, un grupo de militantes al borde de la revolución. Léanlo, vale la pena, es un hermoso relato de ciencia ficción política y está muy bien escrito, como casi todo lo que ha escrito Gandolfo.
Caminando alrededor (Elvio E. Gandolfo)
Polo: —El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formarnos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
Italo Calvino: Las ciudades invisibles
I
Me despertaron los dos golpes en la cañería. Di los dos de respuesta y me senté en la cama. De las sábanas brotó un olor gris y húmedo. Decidí llevarlas a lavar ese mismo día, o al siguiente, sin falta. Conecté las dos puntas del cable y se prendieron las lamparitas de la pieza y el baño. Me puse las alpargatas, fui hasta el baño y me miré en el espejo. Después me lavé, me sequé.
Antes de salir, volví a desconectar los cables.
Apreté el botón del montacargas con un cansancio infinito. El edificio estaba oscuro y húmedo pero posiblemente afuera hiciera calor, lo sentía en los callos y los huesos. Cuando llegó, subí a la plataforma de madera y apreté el botón de planta baja. A partir del piso diez había luz eléctrica. Siempre me alivia un poco. Es como escapar por enésima vez de una zona incierta. Mientras pasaba frente a la óptica de Eduardo le hice señas a través de la vidriera, para que no golpeara el caño otra vez. Me saludó con la mano.
Hacía calor. Me saqué el saco y lo llevé doblado sobre el brazo. Había mucha gente en la plaza. Formando distintas filas incoherentes ante distintos postes con números pintados. Controlé el reloj pulsera con el de la iglesia que se veía por encima del colegio de señoritas. Alcancé a ver un 226 que cruzaba la plaza a una velocidad de caballo desbocado, y corrí a mi vez entre los autos estacionados, con el eterno viejo de nariz ganchuda asomándose de una de las casillas de guardia para gritarme. Como siempre, alcé una mano que indicaba claramente que podía irse a la mierda.
Alcancé a colgarme de la puerta del 226 justo cuando daba la vuelta por San Juan. Un viaje terrible, repleto de gente; se me pegó la camisa al cuerpo y pisé sin querer a una ancianita vestida de negro, que dio un chillidito de lechuza. Eso me ganó el odio inmediato de todo el pasaje. Sobre todo por la barba.
Bajé cerca de la fábrica, como siempre, y crucé el baldío que se extendía al otro lado de la calle. Habían vuelto a arrojar desechos químicos: iba a tener que soportar una nueva queja larga y monótona del viejo Smith sobre el peligro de la polución aérea, continuada por otra sobre la superpoblación, la degeneración moral contemporánea y otros tópicos de actualidad. Curiosamente el viejo no dijo nada, aunque el olor a plástico quemado entraba a raudales por la puerta abierta. Me dio tres listas de precios y cuatro actas con instrucciones y el papel en blanco para las copias. Me dijo que necesitaba las listas para la tarde y le contesté que no podía traérselas, que era igual mañana a la misma hora de hoy. Estuvimos discutiendo una hora, sabiendo los dos que yo no iba a aflojar. Una especie de costumbre que teníamos. Antes de subir otra vez al 226 para regresar, crucé al quiosco de revistas. Lo de siempre: las tapas de los cinco semanarios principales anunciaban serios estudios sobre la violencia. (¿Qué es la violencia?: foto de una comisaría derrumbada con explosivos; ¿Quién tiene la culpa?: la cara de la madre y el hijo que murieron cuando estalló la bomba de la embajada americana; Informe sobre la subversión: gran foto en colores de una rubia despampanante casi desnuda.) Al fin decidí comprar el diario. Hojeé con rapidez las primeras páginas, leí con cuidado los programas de cine y las noticias policiales. Una de las bombas del día anterior había estallado cerca del edificio. Más bien en la misma base, por la parte de atrás. Me preocupó un poco. Al edificio lo construyeron con material malo y se está viniendo abajo. Si uno no se deja encandilar por toda la chapería de la fachada y se concentra bien para mirar entre los reflejos del sol, puede ver la rajadura que corre desde el último piso —el veinte— hasta la base.
viernes, noviembre 12, 2010
jueves, noviembre 11, 2010
Nada que hacer (sobre Unos días en el Brasil de Adolfo Bioy Casares)
El posfacio de Michel Lafon a Unos días en el Brasil (Diario de viaje) de Adolfo Bioy Casares (La Compañía, 2010), además de ser un hermoso texto, plantea los interrogantes indicados para acercarse a dichas notas: “¿Por qué, para qué seguir escribiendo después de La invención de Morel, de La trama celeste, de El sueño de los héroes, de Dormir al sol? ¿Por qué, para qué hacer algo? ¿Por qué ser escritor, en vez de vivir? ¿Por qué?” (p. 82). Sucede que en el viaje de Bioy a Brasil en 1960, no ocurre nada (o, mejor, ocurre nada) y esa falta de acontecimientos, esa falta de experiencias transforman la escritura en una actividad in-útil pero también terapéutica. El autor de Plan de evasión es invitado a un congreso de escritores, el congreso del Pen Club de 1960 en Río de Janeiro, y su diario da cuenta de esos días monótonos en hoteles, reuniones de corte intelectual, viajes en avión y comidas diarias. Unos días en el Brasil recopila, de este modo, notas de un hombre aburrido que escribe por necesidad de transformar la monotonía en algo diferente. Para llenar la falta de experiencia, Bioy registra impresiones socio-culturales (“Yo diría que en este país hay pujanza en todo. La gente, las casas altas, los túneles crecen y se multiplican de una manera que apabulla a un porteño cansado.” (27) o “Brasilia es una operación de sátrapa indiferente a los sentimiento de miles y miles de personas que formaron su vida en Río y deberán truncarla, para empezar de nuevo en otra parte…” (41)), conversaciones fútiles con otros intelectuales y escritores (“Al rato suena el teléfono. Es mi amigo, el delegado catalán, Mateu, que me dice: ‘¿Cómo, don Adolfo, no viene con nosotros a la excursión?’. ‘Pues no’, le digo. ‘Quería dormir.’ (50)”) y secuencias de acciones cotidianas irrelevantes (“A las cinco me despiertan. No sin dificultad consigo, a tiempo, el desayuno. A las siete en punto voy al aeropuerto, y a las siete y pico estoy volando, rumbo a Brasilia.” (39)). Y sin embargo, Bioy escribe durante los ocho días que dura la estadía en Brasil, no se detiene ante el aburrimiento y el cansancio de una visita insulsa (“Estoy cómodo, viviendo sin impaciencia ni propósito.” (32)) sino que sigue escribiendo a través de la acedia: “Escribo unas pocas líneas y, enseguida, las ganas de escribir desaparecen.” (32).
miércoles, noviembre 10, 2010
martes, noviembre 09, 2010
jueves, noviembre 04, 2010
Presentación El tutú de Sapho
Me complace extender la invitación a la presentación de un libro extrañísimo editado por el Club Burton: El tutú de Sapho. Si quieren saber por qué resulta tan atractivo, asómense acá o acá.