"Reinas" de Juan José Hernández, cuento breve que apareció en La favorita (1977), reúne algunos de los elementos recurrentes que obsesionaban al autor de La ciudad de los sueños (1971): los narradores-niños que, en sintonía con la narrativa de Silvina Ocampo, se debaten entre la inocencia y la maldad; la aparición de ciertos animales como aliados o enemigos (perros y gatos pero también arañas y pájaros); la atmósfera del "interior" en la hora de la siesta y/o en las casas de antiguas familias de alcurnia; la tensión entre niñas blancas y muchachas mulatas; los prejuicios, costumbres y lugares comunes de las familias tradicionales de alta sociedad; etc.Tal vez, volver a la narrativa de J. J. Hernández (y a la de Daniel Moyano, y a la de Rozenmacher, y a la de Costantini) pueda ampliar la perspectiva crítica de los modos de representación que la literatura propuso en esa época tan pródiga de los 60' y los 70'. Tal vez sea puro capricho personal, pura necesidad de leer algo no tan trajinado.
Reinas (Juan José Hernández)
Armando dice que tus ojos son parecidos a los míos. No se equivoca. También se asemejan, en el color, a la piedra preciosa del anillo de mamá. Voy a confiarte un secreto: tengo conmigo el anillo. ¿Hay algo más dulce que la venganza, Mascota?
Desde que estoy enferma, la Chabela duerme en mi cuarto, al lado de mi cama. Esta circunstancia me permite vigilar el sueño de mi enemiga. Si veo dibujarse una sonrisa en sus labios de mulata, la despierto en seguida para que no alimente vanas ilusiones. Después le pido por favor que me alcance un vaso de agua fría, o de jugo de naranja. La Chabela se incorpora en el catre, bosteza. Aborrezco la insolencia de sus dientes blanquísimos, las zonceras que canta de mañana temprano cuando riega las macetas del patio o limpia los azulejos del zaguán. Por suerte, hace varios días que la Chabela anda menos alegre que de costumbre. La responsabilidad de cuidarme le ha dado un aspecto taciturno que no la favorece. Además, el dormir poco avejenta. Ese problema no existe para nosotras que dormimos a cualquier hora del día, como reinas. Mi familia no se atreve a molestarme. "Reposo absoluto", dijo el médico, luego de quitarse los anteojos y apoyar su cabeza en mi pecho y mis espaldas.