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Vía Linkillo.
"Digo que él debe de haberse propuesto gozar, sencillamente porque se propuso ser artista, y porque esto entra inevitablemente en los planes del artista. Hay mil maneras de gozar de la vida, y la del artista es una de las más inocentes. Pero a pesar de ello se vincula con la idea de placer. El artista se propone dar placer, y para darlo primero debe obtenerlo. Dónde lo obtiene es algo que depende de las circunstancias, y las circunstancias no fueron un estímulo para Hawthorne"5.
Según señales no demasiado explícitas de algunos allegados, la alquimia (como otra de las tantas actividades que tendieron a degradarse) era más bien una excusa, un instrumento para fines de utilidad relativa. Y el oro que podía aparecer hacia el final de un proceso por otra parte siempre reiniciado, no significaba otra cosa que la calidad de dicho proceso en el alquimista: fuera de él esa materia necesariamente limitada y a veces intratable se volvía la suma o la mezcla, un resultado como tantos. Y en el supuesto caso de relacionar esto con el arte, podría arriesgarse que también le concernía lo procesal, lo cíclico.Una vez admitida la comparación lo primero que creí verificar fue esa misma pobreza de perspectivas concretas que hace a la poco garantizada razón de ser de una escritura. Aunque en este último caso con una primera condición que no puede saberse si era o no condición del alquimista: haber experimentado, con la mayor intensidad posible, la fatiga y hasta el rechazo de todo lo que entendemos por imaginario, de todo lo que está más allá de nuestra relación con una materia necesariamente limitada por nosotros mismos.Ganas repentinas de afirmar que la imaginación es esa rara facultad que estaría separándonos de lo único que nos concierne. Ganas de recurrir a un testimonio que hasta parecería inventado por venir del onirismo testimonial de Kafka: "Sin embargo, la vida natural para el hombre es la vida del hombre. Pero no nos damos cuenta. Nos negamos a verlo de esta forma. La vida humana es demasiado pesada; debido a esta causa queremos eludirla, por lo menos, en nuestra imaginación".
Más allá de sus formaciones –pobres o ricas, más o menos cultivadas- la confesión en Gran Hermano opera poniendo en evidencia la “verdad” de esos individuos que voluntariamente se someten a ese ritual. ¿Para qué van al confesionario “los hermanitos”? A grandes rasgos, por tres razones: 1) para nominar semanalmente a sus cohabitantes, 2) para tener contacto con el exterior, dirigirse a sus familiares, amigos, etc. 3) para ser “contenidos” por Big Brother. Del confesionario pastoral al diván del psiconalista, y de allí a la casa de Gran Hermano: no hay grandes diferencias en las lógicas. En todos los casos son discursos del deseo. Pero la práctica de la confesión no se restringe sólo al habitáculo, sino que se expande a toda la casa. Lo confesional está en todo el perímetro, en todos los lugares, y todos esperan por las “buenas nuevas”, complots, arreglos, revelaciones o decepciones por parte de los integrantes.
Porque Rancière sugiere algo que hemos sospechado siempre y que, me temo, no nos abandona: lo que a Borges le gustaba era la literatura para niños, es decir el relato de maravillas o de crímenes que se puede liquidar de una sentada o, mejor todavía, en una sola sesión vocal (por aquello de que el infinito “fin” de la literatura comienza en el fin de la era de la literatura para niños, es decir con la lectura silenciosa, con la supresión del rito presencial y compartido -como se sabe, el fin de la infancia no comienza cuando los niños aprender a leer, sino cuando comienzan a hacerlo en silencio-). Siguiendo una conversación posible que arranque en ese ensayo de Rancière (pero que puede volverse, de extranjera, nativa y nacional) “literatura para niños” querría decir aquí el cuento como imposible sucedáneo moderno de la epopeya. Es decir, contra los excesos de lo informe (contra los excesos de la novela), una razón formal; contra los excesos del discurrir banal de lo que pasa y de lo que hay en el mundo, casi todo insignificante como Emma Bovary (contra la novela, una vez más), una razón de experiencia.
La vida cultural e intelectual normalmente se alimenta y con frecuencia se mantiene gracias a esta circulación de ideas, y tanto si adopta la forma de influencia reconocida como inconsciente, de préstamo creador o de apropiación íntegra, los desplazamientos de ideas y teorías de un sitio a otro son al mismo tiempo una realidad de la vida y una afortunada condición instrumental de la actividad intelectual.