sábado, abril 30, 2011

Presentación Después del rock de Simon Reynolds


Acá, la reseña de este librazo, escrita por un humilde servidor.

viernes, abril 29, 2011

Alta traición

[...]En el caso de las literaturas griega y latina, sin lugar a dudas, el principal mecanismo de control, con relación a la traducción, residió, durante siglos, en el poder de decidir qué traducir. Numerosos textos, por el carácter obsceno de su contenido, fueron considerados indignos de los lectores que ignoraban el latín y, consecuentemente, se los expurgaba de las ediciones en las distintas lenguas modernas, o bien se los reproducía, sin traducción, en el contexto de las publicaciones bilingües.[...]

[...]Es cierto, cuando Lía Galán traduce “a quien, tomado de los pies, por la puerta abierta, atravesarán corriendo rábanos y peces”, la cuestión no parece mucho más clara, aunque en nota al pie se consigne el texto latino original “quem attractis pedibus patente porta”, se nos indique que la expresión “puerta abierta” es una metáfora anal y se mencione que el texto habla de un castigo recibido por los adúlteros, aludido en un pasaje de las “Nubes” de Aristófanes. Tanto la traducción, como la nota al pie son eufemísticas, acaso no debido a la voluntad de reflejar la metáfora “puerta abierta”, sino al prurito de explicar que Catulo amenaza a Aurelio con meterle rábanos y peces –mújoles, también llamados lisas– por el culo. Supongamos, no obstante, que el lector, movido por la curiosidad, quiera ir a verificar su hipótesis: sólo nos queda desearle suerte, porque probablemente el traductor de Aristófanes haya decidido ahorrarle la referencia obscena.[...]
Este artículo de Gabriela Marrón, "Traductores, traidores y otros malhechores" se vuelve un imperativo ético: hay que leerlo, para entender la lucha por el control de la lectura y el sentido. Después de que lo terminen, pásense por el fabuloso blog Guarradas poéticas del Antigüedá grecolatina (versiones libres, en español rioplantes), en el que los poemas clásicos recobran toda su potencia sexual y son recuperados en el destello del tiempo presente. Una joyita.

jueves, abril 28, 2011

La sinagoga de los iconoclastas (J. R. Wilcock) (I)


La sinagoga de las iconoclastas (1972) de Juan Rodolfo Wilcock es un texto difícil de clasificar, una galería de personajes estrafalarios que pone en crisis las concepcioes clásicas y ortodoxas del arte y la cultura, a través del humor y de la indiscernibilidad entre obra y vida. Tanto me costó encontrar este libro (al final, me lo prestó mi buen amigo Nicolás) que no puedo dejar de convertirlo en una obra por entregas (al mejor estilo "folletín"), en la que cada entrega recupere las formas-de-vida a las que Wilcock decidió poner en juego en su escritura. Va la primera, surge el psíquico José Valdés y Prom. Los próximos días, los próximos meses, continuará el desfile de lo viviente. Disfrútenlo!

JOSE VALDES Y PROM

Nacido en Manila (Filipinas), José Valdés y Prom se dio a conocer por sus extraordinarias facultades telepáticas, sobre todo en París. Desde esta ciudad, centro del mundo, la telaraña de su mente ubicua tendía sus hilos instantáneos hasta Madrid, hasta Nueva York, hasta Varsovia y Sofía; pero la araña en sí, él mismo, jamás quiso desplazarse de su madriguera cónica, de su hiperboloide, de su desordenado apartamento del sexto piso de la rue Visconti en la rive gauche: más de un estudioso de ciencias parapsíquicas murió de infarto subiendo sus asquerosas escaleras, cosa que aumentó notablemente la fama de Valdés.
La aplaudida ignorancia francesa de la geografía, además de cualquier lengua diferente al francés, le convirtió en japonés, chileno, papuaso, siamés, indio, esquimal, mexicano y portugués según las modas o los acontecimientos; de igual manera sus sencillos apellidos experimentaron metamorfosis dignas casi de un faraón egipcio de cuyo nombre se reconoce habitualmente sólo la primera letra, o la segunda, o la última, por no mencionar a Sesostres que firmaba Ramsés.
Así se explica que el gran médium sea recordado en Roma con el nombre de Giuseppe Valdez, en Viena como Joss Von Yprom, en Londres como J. V. Bromie y en los círculos gnósticos de Zurich bajo la improbable versión de Jonathan Waldenpromer. En 1875, dos avaras condesas turinesas espiritistas quedaron reducidas a la mendicidad por un falso sosia —natural de Brescia, además de rubio— que se presentó bajo el nombre de Giosuè Valdes di Promio. Su fama, como la de Buda y de Jehová, estaba por encima de la ortografía.
Su fama había nacido, en cierto modo, con la Tercera República. En 1872, Valdés y Prom había jugado su primera partida telepática de ajedrez con el pastor anabaptista L. B. Rumford de Tumbridge Wells, y la había ganado. Las crónicas de esa memorable partida son más bien divergentes. Es casi seguro que los dos jugadores abrieron el juego más o menos a la misma hora, y en el mismo día; lo que no queda claro es el hecho, por lo que parece documentado, de que el inglés se rindió un martes y el jugador de París no le dio jaque mate hasta el jueves; de cualquier modo las jugadas y otros pormenores de la partida pueden leerse en la «Edinburgh Review», lo que demuestra la resonancia del acontecimiento.

miércoles, abril 27, 2011

El toldo de Astier


Mi yo-profesor de Lengua y Literatura no puede dejar de estar agradecido ante la aparición de una revista virtual como El toldo de Astier. Propuestas y estudios sobre la enseñanza de la lengua y la literatura. (otro de los aciertos de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la educación de la Universidad de la Plata). Hay tantas cosas por discutir, tantas clases por pensar, tantas lecturas por inventar, que un espacio como el de El toldo de Astier, en el que se debate, se comparte, se teoriza, se escribe, sólo puede llenarme de alegría y aire.
Pasen y vean, yo me uno, a través de la lectura de esta revista, a la exploración ante la actividad automática, a la construcción del conocimiento ante la transmisión unidireccional, al movimiento creativo frente a la quietud aburrida de manuales fragmentarios.

PD.: Por lo demás, el título de la revista es fantástico.

viernes, abril 22, 2011

A imagen y semejanza

Cuando la escritura agambeniana alcanza momentos de esplendor no puedo dejar de devolverla al uso a través de la cita, sepan disculpar:
El proceso de la tecnificación, sin embargo, en lugar de concernir materialmente al cuerpo, viró hacia la construcción de una esfera separada que no tenía prácticamente ningún punto de contacto con el cuerpo mismo: éste no ha sido tecnificado, sino sólo su imagen. Así, el cuerpo glorioso de la publicidad se ha convertido en la máscara tras la cual el frágil y diminuto cuerpo humano continúa su precaria existencia, y el geométrico esplendor de las girls cubre las largas filas de los anónimos desnudos conducidos a la muerte en los campos de concentración, o las miríadas de cadáveres triturados en la carnicería cotidiana sobre las carreteras.
Apropiarse de las transformaciones históricas de la naturaleza humana, que el capitalismo quiere confinar en el espectáculo, compenetrar imágenes y cuerpo en un espacio en que ya no puedan separarse y obtener así, en esta forja, ese cuerpo cualsea cuya physis es la semejanza: éste es el bien que la humanidad debe saber arrancar a la mercancía en decadencia. Las inconscientes levaduras de este nuevo cuerpo de la humanidad son la publicidad y la pornografía, que como plañideras acompañan la mercancía a la tumba.
Agamben, Giorgio (1996 [1990]): La comunidad que viene, Valencia, Pre-Textos, p. 35.

domingo, abril 17, 2011

La abanderada de los humildes (4)

En Cine de Juan Martini (2009, Eterna Cadencia), Sívori, guionista y profesor de cine, se aboca a la tarea de escribir una trilogía cinematográfica sobre Evita. La pregunta que surge en las páginas de esta novela, en la vida de Sívori es: ¿cómo escribir una nueva película sobre Evita sin caer en lo obvio, en lo remanido? La respuesta está en el guión que va escandiendo el relato sobre la vida cotidiana de Sívori y sus furtivos encuentros con su vecina, Pina Bosch, un guión centrado en pocos personajes (Eva y Rita), en un lugar fijo, (el departamento de Eva en la calle Posadas), en tiempo real (dos horas de la tarde del 17 de octubre de 1945), con una Evita que, cual profeta, anticipa la construcción de su propia leyenda y escenifica su tensión con la figura de Perón. Lo que sigue es parte del guión, la novela es genial así como su continuación, Cine II, en la que Sívori se aboca al segundo guión (vendrá parte del mismo en una próxima entrega de esta sección que dimos en llamar "La abanderada de los humildes"):

EL GUIÓN

PERSONAJES
Eva Duarte (26 años) y Rita Molina (amiga,
actriz y cantante).

VESTUARIO
Rita Molina lleva un vestido floreado, con hombreras,
y zapatos con plataformas de corcho. Eva tiene un
vestidito de entrecasa, verde seco, mangas tres cuartos,
escote en V, y un par de zapatillas chinas. Eva se pinta
las uñas de las manos, y Rita Molina hojea Radiolandia.

DÍA Y HORA
17 de octubre de 1945, entre las 5 y las 7 pm.

LUGAR
Un living chico, en el departamento de Eva D.
en la calle Posadas (Perón vive en otro departamento
del mismo edificio).

CIRCUNSTANCIAS
Perón ha pasado cuatro días preso en Martín García.
El 16 de octubre lo traen de vuelta a Buenos Aires.
Parece que está enfermo y lo llevan al Hospital Militar.
El 17 de octubre, desde muy temprano, se produce la
movilización popular. A la tarde el gobierno del general
Farrell decide liberar a Perón. Lo conducen primero a
su casa, para que se cambie. Y luego a la Casa Rosada, y
allí, desde un balcón, por primera vez, le hablará
a la multitud. Entre las 5 y las 7 de la tarde,
mientras Eva lo espera, acompañada por Rita Molina,
las dos mujeres hablan.

17 horas

Estoy preocupada, Rita.
¿Qué te pasa?
Preocupada y de mal humor...
¿Por qué?
Por Perón.

sábado, abril 16, 2011

Superficies de placer (sobre Después del rock de Simon Reynolds)

Leer Después del rock: psicodelia, postpunk, electrónica y otras revoluciones inconclusas de Simon Reynolds (Caja negra, 2010) es casi una experiencia religiosa. Los artículos del libro transitan la historia intelectual de Reynolds haciendo un recorrido que va y viene por diversos géneros musicales como el hip-hop, el pop, la electrónica y el post-punk. Tal vez, haya tres rasgos que caractericen el estilo de Reynolds y que expliquen la fascinación que logra generar en el lector, tomo para ello tres artículos de Después del rock.
Primero, en “Amor o confusión. Rock psicodélico en los sesenta.” (2005), el periodista de Melody Maker, tras analizar los rasgos sonoros y las técnicas de estudio de algunas canciones de los Beatles y los Byrds, escribe:
‘Estudio vs. Vivo’ es sólo una de las muchas contradicciones o tensiones que atraviesa la música psicodélica. Una puede calcar esta distinción entre tendencias compositivas y de improvisación sobre la dicotomía antigua entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Por un lado, la psicodelia anhela un Edén perdido, un paraíso arcadio de calma pastoral. Este aspecto emerge del costado pictórico-sonoro de la psicodelia. Pero subsiste también un impulso igualmente potente hacia el Apocalipsis, unas ansias de caos que se ven reflejadas en el anhelo de ruido devastado y abstracto propio del género. (92)
En el anterior fragmento, encontramos uno de los elementos que caracterizan el estilo fascinante de Reynolds: el uso productivo y creativo de conceptos filosóficos y teóricos para analizar la cultura (musical). Así, utiliza la dicotomía entre lo apolíneo y lo dionisíaco para leer el doble movimiento de la cultura psicodélica (en la entrevista que cierra el libro, comenta su frase sobre El nacimiento de la tragedia de Nietzsche como “la primera obra maestra de crítica de rock un siglo antes de que el rock existiera”) y, además, busca palabras e imágenes para fundamentar su estrafalaria aunque acertada conexión (“ágape y eros, serenidad e insana, el niño flor beatífico y el freak quemado”). Tal como en este artículo utiliza la dicotomía nietzcheana para la psicodelia, en “Historia electrónica”, sostiene “la muerte del autor” (Barthes) en la electrónica frente a la presencia del artista en el rock o se posiciona “contra la interpretación” (Sontag) cuando opta por escuchar el llamado a la comunión (y no a la comunicación), a la superficie (y no al contenido) en este estilo musical. En esta línea, Reynolds logra utilizar sus lecturas teóricas y filosóficas para complejizar la mirada hacia la cultura musical y rastrear en ella sensaciones, sentidos, ideas que abre el campo hacia otros ámbitos (incluso, hacia la ética).

viernes, abril 15, 2011

Giacumina


Giacumina teñiba las piernas gurdas, así gurdas pero así di gurdas, lo que hacía que todos los hombre cuando la viesen inta calle, abriesen tamaño di grande lus ocos.
E la pica di la mochacha que sabia esto li guistaba á los hombre, se pretaba la ligas para que se le inchasen mas la pantorrilla de las piernas.
El 8vo loco ediciones continúa rescatando textos que cayeron afuera del parnaso literario argentino; esta vez, le toca a Los amores de Giacumina de Ricardo Romero, la historia de una joven belleza que orna las veredas de La Boca. Publicada por entregas en 1886, Los amores… fue la primera obra rioplatense escrita íntegramente en cocoliche. La leeremos ansiosos. Acá, algunos capítulos de muestra.

miércoles, abril 13, 2011

Acuarela

Entre la sociedad del espectáculo y los Panteras Negras, entre Lawrence de Arabia y Blanchot, los muchachos de Acuarela libros la van rompiendo. Presten atención a este proyecto editorial español y aprovechen la buena oportunidad de bajar algunos de sus libros de manera gratuita (yo quiero un Tiqqun y un Johny Cash, por favor). Esperamos ansiosos Escritos políticos de Maurice Blanchot.

domingo, abril 10, 2011

"Los jóvenes" o el camino hacia el canon literario

A la una de la mañana el Anchor languidecía. En el mostrador del bar, varios putitos de calzoncillos anatómicos beben Coca-Cola. Junto al piano bailotean torpemente dos ingleses de porongas lechosas. Los farolitos rojos dan la justa luz para ese pequeño quilombo de pajeros. Mesitas alcahuetas y lustraditas, mozos con aire de perros, espejos estratégicos para que los putitos se deseen de reojo. En una mesa, alrededor de un podrido olor a pescado, hay una hembra fermentando. En la pared del fondo, una lámina vieja de Elizabeth y Felipe de Edimburgo (se comentaba que Felipe ya no se la da más por el culo porque Elizabeth se tiraba muchos pedos y como es sabido, los de Elizabeth Arden). Y en el aire un crepitar bullicioso, una guasca hecha polvo brillante y estrellado. Las locas sentadas miran por la ventana y añoran la ciudad.
Acá, un fragmento de un texto inédito de Carlos Correas, "Los jóvenes". Si tal como lo promete la editorial Mansalva, entre sus próximos títulos se encuentra Los jóvenes y otros relatos, lo espero con impaciencia
Y realizo una premonición (que a lo mejor ya está cumpliéndose): Carlos Correas será en estos años, lo que Osvaldo Lamborghini fue al canon literario argentino los años anteriores. Es decir, prepárense para una oleada de papers, tesis y conferencias sobre un escritor "maldito" en la corte de la literatura canonizada. Al menos servirá para que se lo lea y, sobre todo, para que alguien se la juegue con la reedición de Los reportajes de Felix Chaneton.

sábado, abril 09, 2011

Hayden White para todo el mundo

Oh, Dios, Hayden White en la Argentina y tantas conferencias pueden hacer demasiado bien:


De yapa:

"El Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Dr. Héctor Hugo Trinchero, el Departamento de Letras, el Departamento de Filosofía y el grupo de investigación UBACYT "Metahistorias" invitan al homenaje que se rendirá al profesor Hayden White el jueves 14 de abril a las 19 horas en el aula 108 (Puán 480 - C.A.B.A.). La profesora Ana María Zubieta y la profesora Verónica Tozzi presentarán al profesor White, quien, por su parte, dictará la conferencia "The Practical Past" ("El pasado práctico"). La conferencia se dictará en inglés y se ofrecerá una traducción al castellano. Al término de la conferencia, habrá un tiempo destinado al debate con el profesor."

Y aparte (aplaudimos de pie):

En septiembre, Eterna Cadencia Editora traducirá una de sus obras, The Fiction of Narrative, Essays on History, Literature and Theory, 1957-2007, (editado y con una introducción de Robert Doran), una compilación de 23 artículos escritos a lo largo de 50 años, especie de recorrido por la obra entera de White (que abarcó desde ensayos sobre la historia del pensamiento histórico inglés, ensayos sobre historia intelectual, su famosa teoría sobre el discurso histórico o narrativa histórica, estudios literarios, y otros textos teóricos).

viernes, abril 08, 2011

Cuadernos de plata: una intervención

El año pasado, la editorial El cuenco de plata editó ¿Qué es un autor? de Michel Foucault (con apostillas de Daniel Link) en el marco de una incipiente colección dirigida por Link: "Cuadernos de plata". Este año, la colección despliega su potencia y ya comienzan a circular dos títulos nuevos (y se anuncian tantos otros): ¿Puede hablar el subalterno? de Gayatri Spivak (con apostillas de Marcelo Topuzian) y Antropofagia y cultura de Alfred Métraux (con apostillas de Raúl Antelo).
A continuación, Daniel Link, el director de la flamante colección "Cuadernos de plata", nos cuenta de qué se trata esta apuesta:

1. ¿Cuál es la propuesta de la nueva colección "Cuadernos de plata"?

D. L.: La colección “Cuadernos de plata” tiene dos niveles de intervención (que, naturalmente, se intersectan entre si).
Por un lado, se trata de una intervención editorial: una vez que hemos aceptado la reproducción digital como modo legítimo para la distribución de información, para las prácticas pedagógicas, para la lectura, ¿qué papel debería cumplir el libro?
Como sabemos sobradamente, las transformaciones técnicas nos obligan a pensar no sólo en el modo en cómo definen los bordes, los umbrales de mutación y los pliegues de la cultura en su totalidad, sino en las estrategias de supervivencia para aquellas prácticas y objetos que consideramos que pueden (y deben) integrarse en un nuevo régimen de producción y distribución de conocimiento. El libro y la edición de textos ocupan un lugar central en estas interrogaciones.
Hasta ahora las opciones han sido dos: la paranoia mecánica de las corporaciones del concepto (que se comportan como la policía del discurso que Foucault alguna vez imaginó) y la algarabía anárquica de los partidarios del dominio público.
Por fortuna hay editores sensibles a las demandas del presente y que aman los libros, como Edgardo Russo, que fue capaz de entender todo lo que estaba en juego.
El “texto pelado”, muchas veces, puede encontrarse en formatos digitales (a veces, en versiones muy corruptas; a veces, en ediciones controladas) pero, en todo caso, esa proliferación (que es, de por sí, provechosa) no admite competencia editorial alguna. Es por eso que los textos que participan (o participarán) de este formato se presentan en ediciones cuidadas (muchas veces, en nuevas traducciones) y con el valor agregado de una contextualización, una explicación de sus alcances y una discusión de sus premisas y sus implicancias, lo que devuelve al libro algo de su singularidad irrepetible.
Por otro lado, se trata de una intervención teórica y pedagógica. No se pretende imponer una teoría (una versión del mundo) por sobre otra, sino de ponerlas a disposición de las audiencias más vastas que se puedan concebir. No necesariamente los estudiantes universitarios, pero sí los curiosos, los preocupados, los insatisfechos (esa clase de lectores que, imaginamos, incluye a los estudiantes pero que los excede). Lo que Cuadernos de plata dice es que no se puede atravesar la selva de signos que es nuestro presente sin mapas y sin herramientas adecuadas: la teoría es eso y en esos usos sostiene su grandeza.
Vuelvo a la sagacidad de Edgardo Russo, que se (me) preguntó: ¿qué necesita la gente leer y no encuentra en librerías? Hagamos eso.

2. La colección se inicia bajo el signo de ¿Qué es un autor? de Michel Foucault, ¿ese punto de partida es azaroso?

D. L.: Sí, y no. Empezamos por ese texto (sin anunciar la colección todavía, para ver qué pasaba) porque representa bien el problema al que antes me refería. Es un texto inevitable para definir la práctica literaria y discursiva en general, para determinar qué hace que una masa de discurso funcione, en una sociedad, de un cierto modo y no de otro. Me atrevería a decir que es un texto de “lectura obligatoria” para cualquier forma de pedagogía. Y, sin embargo, no había ediciones satisfactorias (por supuesto, me refiero a una edición separada, no integrada en una “Obra completa” o algo semejante), lo que, en algún punto, explica la perversidad del sistema en el que vivimos (el capitalismo).
No es que tal grupo social (digamos, por ejemplo, los estudiantes de derecho) decide que quiere leer ese texto como quien decide que quiere ver Harry Potter: son conminados a hacerlo. Como el texto no existe en ediciones adecuadas a ese fin (aunque las editoriales no ignoran que ése es el fin más inmediato y más noble de esa conferencia), el texto es fotocopiado o digitalizado.
Como eso vulnera los derechos de reproducción, se inician las persecuciones: se promulgan leyes, se cierran sitios en internet, se establecen arbitrariamente cánones “reprográficos”. ¿No habría sido más sensato (y más noble) poner esos textos a disposición de quienes los necesitan?
La decisión de testear la colección con ¿Qué es un autor? fue idea de Edgardo Russo, que disponía de una autorización otorgada en favor de Silvio Mattoni, el traductor de la conferencia. El éxito fue enorme y mucha gente (incluyo en la lista a intelectuales de renombre internacional) me dijo: “ahora voy a poder citar el texto correctamente”.

3. ¿Qué tienen en común los textos que irán apareciendo en la colección? ¿Cuál es el criterio de selección?

D. L.: Los textos que irán apareciendo en la colección son, en principio, los “básicos” de la formación humanista (sin demasiada distinción disciplinar). Ninguno de ellos cuenta con ediciones adecuadas (o están agotados o sólo se consiguen como parte de una obra entera, inaccesible a estudiantes y curiosos). Se trata, en la mayoría de los casos, de textos sueltos, es decir: que fueron concebidos como piezas independientes de desarrollos previos y posteriores pero que (o precisamente por eso) brindan una imagen decisiva del objeto sobre el cual discurren. Uno puede estar de acuerdo o no con lo que Foucault postula en ¿Qué es un autor?, pero el texto es inevitable para entender el problema y para entender la colocación de Foucault en el campo de tensiones en el que intervino.
El criterio de selección es doble: por un lado, la inevitabilidad de la lectura, como queda dicho. Por el otro, la disponibilidad de los derechos. Aunque parezca mentira, muchas empresas editoriales se niegan terminantemente a ceder o vender los derechos sobre un artículo en particular para la colección (al hacerlo, naturalmente, alimentan el régimen paranoico del que participan con felicidad). El caso más incomprensible es el de “Introducción al análisis estructural de los relatos” de Roland Barthes, un texto que nunca formó parte de ningún libro y que ningún maestro o profesor de secundaria puede dejar de considerar pieza obligada de su formación. Como la “teoría” es un acontecimiento de discurso sobre todo en el siglo XX, no son demasiados los autores que están en dominio público. Afortunadamente, es el caso de Benjamin, que saldrá con una traducción nueva y muy cuidada, realizada por Silvia Fehrmann.

4. Cada ensayo está acompañado por su correspondiente apostilla, ¿qué es una buena apostilla?

D. L.: Una buena apostilla (“acotación que comenta, interpreta o completa un texto”) recupera las hipótesis de un fragmento de teoría y las pone a circular en el presente (aquí y ahora), con mayor o menor violencia. En ese forzamiento, una vez más, se juega el destino de la teoría, que nos sirve (o no) para decidir algo sobre nosotros mismos (la teoría sostiene, antes que nada, una demanda de soberanía sobre si).
Contamos con especialistas notables (en la Universidad y fuera de ella). ¿Por qué no poner todos esos talentos al servicio de una discusión? No se trata, repito, de imponer un dogma, sino de desplegar unas potencias.

jueves, abril 07, 2011

¿Quién es la ninfa, de dónde viene?


8

"¿Quién es la ninfa, de dónde viene?", preguntaba Jolles a Warburg, en la correspondencia que mantuvieron en Florencia en 1900, en relación con una figura femenina en movimiento pintada por Ghirlandaio en la capilla Tornabuoni. La respuesta de Warburg se antoja, por lo menos en apariencia, perentoria: "según su realidad corporal, puede haber sido una esclava tártara liberada (...), pero según su verdadera esencia es un espíritu elemental (Elementargeist), una diosa pagana en el exilio...". La segunda parte de la definición (una diosa pagana en el exilio), que es la que ha merecido mayor atención de los estudiosos, inscribe a la ninfa en el contexto más genuino de las investigaciones warburguianas, el Nachleben de los dioses paganos. Este acercamiento entre los Elementargeister y los dioses en el exilio está ya presente en Heine (en la edición de la Revue des deux mondes, el escrito sobre los Elementargeister —compuesto en 1835— abre el ensayo Les dieux en exil). No se ha reparado, en cambio, en que la doctrina de los espíritus elementales que aparece en Heine y en la Undine de La Motte Fouqué, conduce al tratado de Paracelso De nymphis, silphis, pygmeis et salamandris et caeteris spiritibus y señala, en la genealogía de la ninfa, una rama oculta y, por así decirlo, esotérica que no podía dejar de ser familiar tanto a Warburg como a Jolles. En esta deriva, que se sitúa en la encrucijada de tradiciones culturales diversas, la ninfa designa el objeto por excelencia de la pasión amorosa (que tal era sin duda para Warburg: "quisiera dejarme llevar gozosamente con ella" le escribe a Jolles).
Tomemos el tratado de Paracelso, al que Warburg apela directamente. En él la ninfa se inscribe en la doctrina del autor acerca de los espíritus elementales (o criaturas espirituales), cada uno de los cuales está ligado a uno de los cuatro elementos: la ninfa (u ondina) al agua, los silfos al aire, los pigmeos (o gnomos) a la tierra y las salamandras al fuego. Lo que define a estos espíritus —y a la ninfa en particular— es que, a pesar de ser enteramente semejantes al hombre por su aspecto, no han sido engendrados por Adán, sino que pertenecen a un segundo grado de la creación, "diferente y separado tanto de los hombres como de los animales". Existe, según Paracelso, una "doble carne": una que viene de Adán, crasa y terrena, y una no adánica, sutil y espiritual. (Esta doctrina, que implica, para determinadas criaturas, una creación especial, parece la exacta correspondencia negativa de la doctrina de La Peyrère sobre la creación preadánica de los gentiles). En todo caso, lo que define a los espíritus elementales es que no tienen alma, y no son en consecuencia ni hombres ni animales (puesto que poseen razón y lenguaje), y tampoco propiamente espíritus (puesto que tienen un cuerpo). Más que animales y menos que humanos, híbridos de cuerpo y espíritu, son pura y absolutamente "criaturas": creadas por Dios en los elementos mundanos y como tales sometidas a la muerte, han quedado para siempre fuera de la economía de la salvación y de la redención:
"Aunque sean ambas cosas, es decir, espíritu y hombre, no son empero ni una ni otra. No pueden ser hombres, porque se mueven como espíritus; no pueden ser espíritus, porque comen, beben y tienen carne y sangre (...). Son pues criaturas particulares, diferentes de las dos anteriores, formadas por una suerte de mixtura de su doble naturaleza, como un compuesto de dulce y áspero o como dos colores en una figura única. Se debe resaltar, no obstante, que, aunque sean en cierto modo tanto espíritus como hombres, no son ni lo uno ni lo otro. El hombre tiene alma, el espíritu carece de ella. Tales criaturas son ambas cosas a la vez pero no tienen alma, aunque tampoco son por ello espíritus. En efecto, el espíritu no muere; la criatura muere. Y tampoco es como el hombre, porque no tiene alma. Es pues un animal y, sin embargo, es más que un animal. Muere como los animales, pero el cuerpo animal no tiene como él una mente. Es, pues, un animal que habla y ríe igual que los hombres (...). Cristo murió y nació para aquellos que tienen un alma y han sido engendrados por Adán. No para estas criaturas que no proceden de Adán: a pesar de ser en cierto modo hombres, carecen de alma."
Paracelso se demora con una suerte de compasión amorosa en el destino de estas criaturas en todo semejantes al hombre, pero condenadas sin culpa alguna a una vida puramente animal: "Son un pueblo de humanos, que, sin embargo, mueren con los animales, caminan con los espíritus y comen y beben con los hombres. Mueren como animales, sin que nada de ellos permanezca. Su reproducción es similar a la humana... pero no mueren como los hombres, sino como ganado. Como toda carne, también la suya se corrompe (...). En los vestidos, en los gestos, en la lengua, en la sabiduría son perfectamente humanos; como los hombres, virtuosos o viciosos, mejores o peores (...). Viven con los hombres bajo una ley, comen del trabajo de sus manos, tejen vestidos que se ponen como los hombres, y hacen uso de la razón y gobiernan sus comunidades con justicia y prudencia. Aunque sean animales disponen de la humana razón; sólo están privados del alma. Y por eso no pueden servir a Dios ni caminar por las vías del Señor".
Como hombres no humanos, los espíritus elementales de Paracelso constituyen el arquetipo ideal de toda forma de separación del hombre consigo mismo (la analogía con el pueblo judío es también aquí sorprendente). No obstante, lo que define la especificidad de las ninfas con respecto a las otras criaturas no adánicas es que pueden recibir un alma si se unen sexualmente con un hombre y engendran un hijo con él. En este punto Paracelso se vincula a otra tradición, más antigua, que ligaba de forma indisoluble a las ninfas con el reino de Venus y la pasión amorosa (y que está en el origen del término psiquiátrico "ninfomanía" y quizá también del término anatómico que designa como nymphae los labios menores de la vagina). Según Paracelso, en efecto, hay muchos "documentos" que atestiguan que las ninfas "no sólo se aparecen a los hombres, sino que tienen comercio sexual (copulatae coiverint) con ellos y engendran hijos". En tal caso, tanto la ninfa como su prole reciben un alma y se hacen así verdaderamente humanas. "Esto puede probarse con muchos argumentos, en cuanto, a pesar de no ser eternas, se unen con los hombres y se convierten en humanas; es decir, adquieren, como los hombres, un alma. Dios las ha creado en efecto tan similares y conformes a los hombres, que no puede pensarse nada tan parecido. Pero añadió el milagro de privarles de alma. Pero al unirse a los hombres de manera estable, esta unión les confiere un alma (...). Está claro, en consecuencia, que sin los hombres serían animales, al igual que los hombres sin el pacto con Dios no serían nada (...). Por esta razón las ninfas buscan a los hombres y a menudo se unen carnalmente con ellos en secreto".
Paracelso pone toda la vida de las ninfas bajo el signo de Venus y del amor. Si llama "Monte de Venus" a la sociedad de las ninfas (collectio et conversatio, quam montera Veneris appellitant...congregatio quaedam nympharum in antro...— ¿Cómo no reconocer aquí un topos por excelencia de la poesía amorosa?) es porque Venus misma no es, en verdad, más que una ninfa y una ondina, si bien la de más alto rango, y durante un tiempo, antes de morir (aquí Paracelso se confronta a su manera con el problema de la supervivencia de los dioses de los paganos) su reina (iam vero Venus Niympha est et undena, caeteris dignior et superior, quae longo quidem tempore regnavit sed tandem vita functa est).
Condenadas de ese modo a una incesante búsqueda amorosa del hombre, las ninfas llevan en la tierra una existencia paralela. Creadas no a imagen de Dios, sino del hombre, constituyen una suerte de sombra o imago de él y, como tales, acompañan y desean para siempre —y son a su vez deseadas— aquello de lo que son imagen. Y sólo en el encuentro con el hombre estas imágenes inanimadas adquieren un alma, se convierten en verdaderamente vivas: "Y así como hemos dicho que el hombre es una imagen de Dios, plasmada según su imagen, se puede decir que estas criaturas son las imágenes del hombre, formadas según la imagen de éste. Y así como el hombre no es Dios, aunque esté hecho a su imagen, estas criaturas, aun habiendo sido creadas a imagen del hombre, permanecen tal como han sido plasmadas, lo mismo que el hombre permanece tal como Dios le ha creado".
La historia de la ambigua relación entre los hombres y las ninfas es la historia de la difícil relación entre el hombre y sus imágenes.

Fuente: Agamben, Giorgio (2010): Ninfas, Valencia, Pre-textos, pp. 39-44.

miércoles, abril 06, 2011

Club de lectura en Casa Brandon


Copio la invitación de Martín Villagarcía:

Para vos, que te gusta juntarte con amigos a charlar sobre libros y a tomar algo, que te gusta conocer gente nueva y buena onda, el Club de Lectura de casaBrandon es tu lugar ideal. Nos juntamos todos los meses en la casita a charlar sobre libros actuales de temática LGTBI y en Abril la propuesta es leer Osos de Diego Vecchio. El miércoles 13/04 a las 20 hs nos reunimos para hablar del libro y el miércoles 20/04, a la misma hora, contamos con el autor como invitado especial. Ya te podés inscribir en Brandon (Luis María Drago 236, abierto de jueves a domingo a partir de las 20 hs) o vía mail (clubdelectura@brandongayday.com.ar o martinvillagarcia@gmail.com) y el precio es de $40 por mes, que los podés pagar por adelantado o el mismo día del encuentro. El libro se consigue en librerías. Una vez que te inscribas, te vamos a entregar una guía de lectura con puntas de análisis y lecturas sugeridas. ¡Te esperamos!


ABRIL

Miércoles 13/04 20 hs Osos de Diego Vecchio

Miércoles 20/04 20 hs charla con el autor

Valor $40 (incluye guía de lectura)

Abierta la INSCRIPCIÓN

Casa Brandon (Luis María Drago 236, Almagro)

sábado, abril 02, 2011

El otro Nestornauta: contra las guerras y sus vates


Me gusta pensar a Néstor Perlongher como el otro Nestornauta: aquel que, como el Eternauta, se posiciona en un lugar subalterno en su poesía y en sus ensayos, puro devenir minoritario, un lugar de resistencia al Estado, al fascismo, al machismo.
Por eso, recupero uno de los textos que escribió sobre la guerra de Malvinas, publicado en la revista Sitio en 1983: "La ilusión de unas islas" (los otros serían "Todo el poder a Lady Di" (en la revista Persona, 1982) y "El deseo de unas islas" (en la revista Utopía, 1985). Tal vez este texto, con respecto a los otros dos, sea el más polémico (se inscribe en la discusión con los miembros de Sitio en torno a la guerra y la identidad nacional pero también al exilio) y el que más recupera su hermosa escritura. En fin, que lo disfruten, y que vuelva este otro Nestornauta.

La ilusión de unas islas* (Néstor Perlongher)

Estábamos lejos de las remotas. ¡Y en compota! La penitencia de esa distancia (acaso, impenitente) nos ha estragado la escucha de esos glaciales ululares, derretidos, en esta calidez, reducidos a lo (sub)literario. Desde donde parecía más nítido cuán hondo los repliegues, los bordes de los fiordos (y aquí la mano lamborghiana: "La de dibujo era la mejor") habían calado en la imaginación de los educandos. Nefandos, idus. Así, la inspectora de primaria, cuando arrebujada en sus tapados de piel de nutria, o foca, bajara del coche, vería resplandecer (ecos del himno sarmientino: "La niñez tu ilusión y tu contento...") el mapa de un patriotismo infanto-juvenil, acneico ("Y en tu pecho, la juventud de amor un templo...").
El tapado de piel de la inspectora les hubiera venido bien a los reclutas (sedentarios en un desierto del que no se deserta). Empero —obsesión de la buena letra-habrá de preferirse revestirlos de endechas (algunas a medio hacer, otras ya hechas).
Se discute, se va a las manos, por la posesión de unos desiertos (de los que al parecer no puede desertarse). Se despierta, en el desierto, el vate: legañoso, ilusiónase: "La guerra —imaginábamos— forzosamente nos dejaría en relaciones sociales nuevas (por momentos, las suponíamos triunfantes e inaugurales)".
La identidad de este "nosotros" —ya que no del borgiano— es clara: es la de los firmantes del unitario Entredicho: Alcalde, Grisafi, Grüner, Gusmán, Jinkis, Savino.
El Entredicho se eleva fugazmente al didactismo, cuando revela que el Estado Argentino —"espectador neutral"— no ha conocido, en este siglo, guerras. Debe referirse, pensamos, a las guerras "limpias" (libradas, según las reglas de las artes marciales, entre Estados Soberanos). Soberanos, nos tienta. Pero no hay por qué suponer —en honor al localismo— que el fango de las trincheras de Ganso Verde ensucie, o manche, más, que el barro de las zanjas de Victoria, o el Tigre. Sólo que en el primer caso la pantera bélica ruge más estentórea, sin clandestinidad aparente. Lo que velaba, empero, la retórica es —y, peor, era— ya manifiesto.
Empero, una ilusión ("con lo que acaso se logró ilusionarnos") deviene "decepción” —y "objetiva". ¡Habíamos Sido Engañados! Los Vates —que nos preguntábamos qué función (...) "nos tocaría cumplir" en esas "nuevas relaciones"— nos reencontrábamos con "el cierzo de la derrota" —la "soledad esencial" del barranco. Ello tal vez nos ha salvado del dudoso oficio de, vestidas de chinas, y trenzadas, payar en los vivaques —"Ahora nosotros, en guerra, pasábamos a ser un hecho del que la literatura tendría que dar cuenta". De darse cuenta (o vuelta) nadie, en cambio, se salva.
Pero —reconozcamos— nuestra guerra no tarda en transformarse en Nuestra —mayusculizando una Ironía— del destino. Que nunca es tan transparente como cuando alude a la "democracia moderna, fuerte, eficiente y ordenada a breve plazo" que "todos (!) nos propusimos en 1976". Así nos va.
Así partían los vates, en una chalupa, a la deriva ("adamados caballeros", diría Quiroga). No importa tanto que el cambalache de Rossler vacile en enquilombarse (protestando, de paso, nuestra brasilera pasión por la catinga), ni que el profesor de Viamonte no aclare qué funebreros, ni en qué féretros se entierra a las víctimas de una deliciosa conyugación—cuanto el escalofriante atrevimiento de los que escenifican, arbitrando la desmesura de una lidia entre un David y un Goliath equívocos, la pequeñez de un término medio. A medias entre Florida y Boedo, nos situaremos, ya que no en Libertad, en Cochabamba. Todo muy familiar, demasiado cercano. Y ya que mentamos a la conyugación, acotemos, por si las moscas, que la idea de la libidinosidad de los vínculos militares (¿acaso debería separárselos?) hacía ya las delicias de la clásica Psicología de las masas. Rengueamos en este punto: ya que nuestra distancia nos ha impedido leer, más que de ojito, el "Juan López y John Ward". Nuestra crítica no será, por lo tanto, literaria. Pero resumiremos nuestra impresión así: O.K., boy, siempre hubo guerras, pero no siempre (he) estado.
Ya que el recurso a la guerra (¿máquina de guerra?) no oculta la torpeza de las territorialidades que, para desatarlas, se invocan (¿guerra de máquinas?). Soberano (de nuevo), el Estado zanja en la lámina de hule el linde de unos fiordos fantasmales. ¿Nos repetimos demasiado? Es que de demasiada repetición se trata: repetición de tableteos, los mangos de quienes los enuncian no han —ni acaso— mudado. Entonces, la inmediatez de una convocatoria que nos disloca de la reclusión al reclutamiento, requiere en su auxilio el silogismo de una tortuosa mediación. "La culpa no la tiene el Comandante, sino la Reina de Inglaterra", diría el letrado payador al gaucho alzado —y estaqueado. (Con la misma fragilidad, acotemos, Puerto Rivero pasaría a llamarse Puerto Argentino, evitando, en honor a la plata, el homenaje a un cimarrón, muy simbólico o muy imaginario.)
"Amargo el mate se le ha lavado al vate". Una ilusión de yerba que —no hay que olvidar— desvanecíase, se persigue al final en la ilusión —accidental— de un suelo: "Previamente a la amistad (López & Ward), habrían tenido que ponerse de acuerdo sobre la tenencia de dicho accidente geográfico" (un cabo, un estrecho, una península...). ¿Es ése un problema de los juristas, de los poetas, de los soldados, de los amantes, de los accidentados? "Mano que escribe trazará una raya", decía, sobre su nombre, la acuática Alfonsina Storni (¡esos deslices de vocales!). La escritura, por salvaguardar la Historia, zambúllese en las marcaciones de una Geografía colorinche ("Ningún trapo a cuadros podrá reemplazarla"), de una Geopolítica enseñante. Que se diseña sobre un desierto sedentario, del que no se puede desertar.
¿Se puede? Aparentemente no es problema para algunos de los firmantes de este "Entredicho" colectivo. Un "Entredicho" atrás escribía Jinkis (Sitio Nºl): "El intelectual que se ha arrancado de su origen, que lo ha 'traicionado', tampoco pertenece a ninguna otra parte". Y luego advierte: "Este desarraigo encontrará el consuelo de algún reconocimiento"... ¿Acaso un faro?
La desolada guerra, ¿nos ha cambiado el Sitio de lugar? ¿Lo ha acercado a unas islas? ¿Anclado en "aguas territoriales"? De tan glaceada en primavera —"sudamericanista, anticolonialista, unión nacional"—, la Musa acaba Coja en un glaciar. No hay que afligirse: para enderezarse, guarda el consuelo de unos "derechos".
Retengamos, por último, el inocente verso alfonsiniano:

"En el fondo del mar
hay una casita de cristal.
A una avenida de madréporas
da."

*Publicado en la revista Sitio nº 3, en diciembre de 1983. El texto es una suerte de carta, fechada en enero, enviada al grupo editor de la revista a propósito del editorial del número anterior de esa publicación. En el mismo número se publican las respuestas de Jorge Jinkis ("A la tibia musa, de un vate desencantado") y de Ramón Alcalde ("Ilusiones de isleño"), ambos del grupo editor de la revista. Sitio existió entre 1982 y 1984.

Fuente: Perlongher, Néstor (1997): Prosa plebeya. Ensayos 1980-1992, Buenos Aires, Colihue, pp. 181-183.