Acá, la reseña de este librazo, escrita por un humilde servidor.
¡Lean, che!
Hace 16 horas.
[...]En el caso de las literaturas griega y latina, sin lugar a dudas, el principal mecanismo de control, con relación a la traducción, residió, durante siglos, en el poder de decidir qué traducir. Numerosos textos, por el carácter obsceno de su contenido, fueron considerados indignos de los lectores que ignoraban el latín y, consecuentemente, se los expurgaba de las ediciones en las distintas lenguas modernas, o bien se los reproducía, sin traducción, en el contexto de las publicaciones bilingües.[...]
[...]Es cierto, cuando Lía Galán traduce “a quien, tomado de los pies, por la puerta abierta, atravesarán corriendo rábanos y peces”, la cuestión no parece mucho más clara, aunque en nota al pie se consigne el texto latino original “quem attractis pedibus patente porta”, se nos indique que la expresión “puerta abierta” es una metáfora anal y se mencione que el texto habla de un castigo recibido por los adúlteros, aludido en un pasaje de las “Nubes” de Aristófanes. Tanto la traducción, como la nota al pie son eufemísticas, acaso no debido a la voluntad de reflejar la metáfora “puerta abierta”, sino al prurito de explicar que Catulo amenaza a Aurelio con meterle rábanos y peces –mújoles, también llamados lisas– por el culo. Supongamos, no obstante, que el lector, movido por la curiosidad, quiera ir a verificar su hipótesis: sólo nos queda desearle suerte, porque probablemente el traductor de Aristófanes haya decidido ahorrarle la referencia obscena.[...]
El proceso de la tecnificación, sin embargo, en lugar de concernir materialmente al cuerpo, viró hacia la construcción de una esfera separada que no tenía prácticamente ningún punto de contacto con el cuerpo mismo: éste no ha sido tecnificado, sino sólo su imagen. Así, el cuerpo glorioso de la publicidad se ha convertido en la máscara tras la cual el frágil y diminuto cuerpo humano continúa su precaria existencia, y el geométrico esplendor de las girls cubre las largas filas de los anónimos desnudos conducidos a la muerte en los campos de concentración, o las miríadas de cadáveres triturados en la carnicería cotidiana sobre las carreteras.Apropiarse de las transformaciones históricas de la naturaleza humana, que el capitalismo quiere confinar en el espectáculo, compenetrar imágenes y cuerpo en un espacio en que ya no puedan separarse y obtener así, en esta forja, ese cuerpo cualsea cuya physis es la semejanza: éste es el bien que la humanidad debe saber arrancar a la mercancía en decadencia. Las inconscientes levaduras de este nuevo cuerpo de la humanidad son la publicidad y la pornografía, que como plañideras acompañan la mercancía a la tumba.
‘Estudio vs. Vivo’ es sólo una de las muchas contradicciones o tensiones que atraviesa la música psicodélica. Una puede calcar esta distinción entre tendencias compositivas y de improvisación sobre la dicotomía antigua entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Por un lado, la psicodelia anhela un Edén perdido, un paraíso arcadio de calma pastoral. Este aspecto emerge del costado pictórico-sonoro de la psicodelia. Pero subsiste también un impulso igualmente potente hacia el Apocalipsis, unas ansias de caos que se ven reflejadas en el anhelo de ruido devastado y abstracto propio del género. (92)
Giacumina teñiba las piernas gurdas, así gurdas pero así di gurdas, lo que hacía que todos los hombre cuando la viesen inta calle, abriesen tamaño di grande lus ocos.E la pica di la mochacha que sabia esto li guistaba á los hombre, se pretaba la ligas para que se le inchasen mas la pantorrilla de las piernas.
A la una de la mañana el Anchor languidecía. En el mostrador del bar, varios putitos de calzoncillos anatómicos beben Coca-Cola. Junto al piano bailotean torpemente dos ingleses de porongas lechosas. Los farolitos rojos dan la justa luz para ese pequeño quilombo de pajeros. Mesitas alcahuetas y lustraditas, mozos con aire de perros, espejos estratégicos para que los putitos se deseen de reojo. En una mesa, alrededor de un podrido olor a pescado, hay una hembra fermentando. En la pared del fondo, una lámina vieja de Elizabeth y Felipe de Edimburgo (se comentaba que Felipe ya no se la da más por el culo porque Elizabeth se tiraba muchos pedos y como es sabido, los de Elizabeth Arden). Y en el aire un crepitar bullicioso, una guasca hecha polvo brillante y estrellado. Las locas sentadas miran por la ventana y añoran la ciudad.
"El Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Dr. Héctor Hugo Trinchero, el Departamento de Letras, el Departamento de Filosofía y el grupo de investigación UBACYT "Metahistorias" invitan al homenaje que se rendirá al profesor Hayden White el jueves 14 de abril a las 19 horas en el aula 108 (Puán 480 - C.A.B.A.). La profesora Ana María Zubieta y la profesora Verónica Tozzi presentarán al profesor White, quien, por su parte, dictará la conferencia "The Practical Past" ("El pasado práctico"). La conferencia se dictará en inglés y se ofrecerá una traducción al castellano. Al término de la conferencia, habrá un tiempo destinado al debate con el profesor."
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"¿Quién es la ninfa, de dónde viene?", preguntaba Jolles a Warburg, en la correspondencia que mantuvieron en Florencia en 1900, en relación con una figura femenina en movimiento pintada por Ghirlandaio en la capilla Tornabuoni. La respuesta de Warburg se antoja, por lo menos en apariencia, perentoria: "según su realidad corporal, puede haber sido una esclava tártara liberada (...), pero según su verdadera esencia es un espíritu elemental (Elementargeist), una diosa pagana en el exilio...". La segunda parte de la definición (una diosa pagana en el exilio), que es la que ha merecido mayor atención de los estudiosos, inscribe a la ninfa en el contexto más genuino de las investigaciones warburguianas, el Nachleben de los dioses paganos. Este acercamiento entre los Elementargeister y los dioses en el exilio está ya presente en Heine (en la edición de la Revue des deux mondes, el escrito sobre los Elementargeister —compuesto en 1835— abre el ensayo Les dieux en exil). No se ha reparado, en cambio, en que la doctrina de los espíritus elementales que aparece en Heine y en la Undine de La Motte Fouqué, conduce al tratado de Paracelso De nymphis, silphis, pygmeis et salamandris et caeteris spiritibus y señala, en la genealogía de la ninfa, una rama oculta y, por así decirlo, esotérica que no podía dejar de ser familiar tanto a Warburg como a Jolles. En esta deriva, que se sitúa en la encrucijada de tradiciones culturales diversas, la ninfa designa el objeto por excelencia de la pasión amorosa (que tal era sin duda para Warburg: "quisiera dejarme llevar gozosamente con ella" le escribe a Jolles).Tomemos el tratado de Paracelso, al que Warburg apela directamente. En él la ninfa se inscribe en la doctrina del autor acerca de los espíritus elementales (o criaturas espirituales), cada uno de los cuales está ligado a uno de los cuatro elementos: la ninfa (u ondina) al agua, los silfos al aire, los pigmeos (o gnomos) a la tierra y las salamandras al fuego. Lo que define a estos espíritus —y a la ninfa en particular— es que, a pesar de ser enteramente semejantes al hombre por su aspecto, no han sido engendrados por Adán, sino que pertenecen a un segundo grado de la creación, "diferente y separado tanto de los hombres como de los animales". Existe, según Paracelso, una "doble carne": una que viene de Adán, crasa y terrena, y una no adánica, sutil y espiritual. (Esta doctrina, que implica, para determinadas criaturas, una creación especial, parece la exacta correspondencia negativa de la doctrina de La Peyrère sobre la creación preadánica de los gentiles). En todo caso, lo que define a los espíritus elementales es que no tienen alma, y no son en consecuencia ni hombres ni animales (puesto que poseen razón y lenguaje), y tampoco propiamente espíritus (puesto que tienen un cuerpo). Más que animales y menos que humanos, híbridos de cuerpo y espíritu, son pura y absolutamente "criaturas": creadas por Dios en los elementos mundanos y como tales sometidas a la muerte, han quedado para siempre fuera de la economía de la salvación y de la redención:"Aunque sean ambas cosas, es decir, espíritu y hombre, no son empero ni una ni otra. No pueden ser hombres, porque se mueven como espíritus; no pueden ser espíritus, porque comen, beben y tienen carne y sangre (...). Son pues criaturas particulares, diferentes de las dos anteriores, formadas por una suerte de mixtura de su doble naturaleza, como un compuesto de dulce y áspero o como dos colores en una figura única. Se debe resaltar, no obstante, que, aunque sean en cierto modo tanto espíritus como hombres, no son ni lo uno ni lo otro. El hombre tiene alma, el espíritu carece de ella. Tales criaturas son ambas cosas a la vez pero no tienen alma, aunque tampoco son por ello espíritus. En efecto, el espíritu no muere; la criatura muere. Y tampoco es como el hombre, porque no tiene alma. Es pues un animal y, sin embargo, es más que un animal. Muere como los animales, pero el cuerpo animal no tiene como él una mente. Es, pues, un animal que habla y ríe igual que los hombres (...). Cristo murió y nació para aquellos que tienen un alma y han sido engendrados por Adán. No para estas criaturas que no proceden de Adán: a pesar de ser en cierto modo hombres, carecen de alma."Paracelso se demora con una suerte de compasión amorosa en el destino de estas criaturas en todo semejantes al hombre, pero condenadas sin culpa alguna a una vida puramente animal: "Son un pueblo de humanos, que, sin embargo, mueren con los animales, caminan con los espíritus y comen y beben con los hombres. Mueren como animales, sin que nada de ellos permanezca. Su reproducción es similar a la humana... pero no mueren como los hombres, sino como ganado. Como toda carne, también la suya se corrompe (...). En los vestidos, en los gestos, en la lengua, en la sabiduría son perfectamente humanos; como los hombres, virtuosos o viciosos, mejores o peores (...). Viven con los hombres bajo una ley, comen del trabajo de sus manos, tejen vestidos que se ponen como los hombres, y hacen uso de la razón y gobiernan sus comunidades con justicia y prudencia. Aunque sean animales disponen de la humana razón; sólo están privados del alma. Y por eso no pueden servir a Dios ni caminar por las vías del Señor".Como hombres no humanos, los espíritus elementales de Paracelso constituyen el arquetipo ideal de toda forma de separación del hombre consigo mismo (la analogía con el pueblo judío es también aquí sorprendente). No obstante, lo que define la especificidad de las ninfas con respecto a las otras criaturas no adánicas es que pueden recibir un alma si se unen sexualmente con un hombre y engendran un hijo con él. En este punto Paracelso se vincula a otra tradición, más antigua, que ligaba de forma indisoluble a las ninfas con el reino de Venus y la pasión amorosa (y que está en el origen del término psiquiátrico "ninfomanía" y quizá también del término anatómico que designa como nymphae los labios menores de la vagina). Según Paracelso, en efecto, hay muchos "documentos" que atestiguan que las ninfas "no sólo se aparecen a los hombres, sino que tienen comercio sexual (copulatae coiverint) con ellos y engendran hijos". En tal caso, tanto la ninfa como su prole reciben un alma y se hacen así verdaderamente humanas. "Esto puede probarse con muchos argumentos, en cuanto, a pesar de no ser eternas, se unen con los hombres y se convierten en humanas; es decir, adquieren, como los hombres, un alma. Dios las ha creado en efecto tan similares y conformes a los hombres, que no puede pensarse nada tan parecido. Pero añadió el milagro de privarles de alma. Pero al unirse a los hombres de manera estable, esta unión les confiere un alma (...). Está claro, en consecuencia, que sin los hombres serían animales, al igual que los hombres sin el pacto con Dios no serían nada (...). Por esta razón las ninfas buscan a los hombres y a menudo se unen carnalmente con ellos en secreto".Paracelso pone toda la vida de las ninfas bajo el signo de Venus y del amor. Si llama "Monte de Venus" a la sociedad de las ninfas (collectio et conversatio, quam montera Veneris appellitant... —congregatio quaedam nympharum in antro...— ¿Cómo no reconocer aquí un topos por excelencia de la poesía amorosa?) es porque Venus misma no es, en verdad, más que una ninfa y una ondina, si bien la de más alto rango, y durante un tiempo, antes de morir (aquí Paracelso se confronta a su manera con el problema de la supervivencia de los dioses de los paganos) su reina (iam vero Venus Niympha est et undena, caeteris dignior et superior, quae longo quidem tempore regnavit sed tandem vita functa est).Condenadas de ese modo a una incesante búsqueda amorosa del hombre, las ninfas llevan en la tierra una existencia paralela. Creadas no a imagen de Dios, sino del hombre, constituyen una suerte de sombra o imago de él y, como tales, acompañan y desean para siempre —y son a su vez deseadas— aquello de lo que son imagen. Y sólo en el encuentro con el hombre estas imágenes inanimadas adquieren un alma, se convierten en verdaderamente vivas: "Y así como hemos dicho que el hombre es una imagen de Dios, plasmada según su imagen, se puede decir que estas criaturas son las imágenes del hombre, formadas según la imagen de éste. Y así como el hombre no es Dios, aunque esté hecho a su imagen, estas criaturas, aun habiendo sido creadas a imagen del hombre, permanecen tal como han sido plasmadas, lo mismo que el hombre permanece tal como Dios le ha creado".La historia de la ambigua relación entre los hombres y las ninfas es la historia de la difícil relación entre el hombre y sus imágenes.
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