lunes, diciembre 30, 2013

Polvo de estrellas (sobre Ball boy de Tatiana Goransky)



Aclaración: la nouvelle reseñada se enmarca en un proyecto editorial-cultural al que vale la pena seguirle el rastro: Exposición de la actual narrativa rioplatense. Se trata de una serie de libros breves de autores y autoras rioplatenses con tapas realizadas por artistas plásticos. Los libros pueden comprarse en papel en un precio módico o bajarse del blog de la Exposición de forma gratuita, en PDF. Ya comencé con la lectura de algunos títulos de este proyecto por lo que intentaré reseñar otro más para dar y tener un panorama. 

1. Hay una canción del grupo Superhéroes titulada "El que está al lado del cantante de Los Piojos", en la que se intenta crear empatía hacia esas figuras fantasmales que forman parte de una banda pero que quedan relegadas por el fulgor de las estrellas centrales del escenario. Un movimiento similar realiza la escritora Tatiana Goransky en su última nouvelle Ball boy (tragedia en polvo de ladrillo) (Milena Caserola - El 8vo loco, 2013). El relato se enfoca en los ball boys y ball girls, chicos y chicas que dedican sus cuerpos al desplazamiento en los márgenes de las canchas de tenis, opacados por deportistas monstruosos como Roger Federer, Rafael Nadal o Juan Martín del Potro. En este relato, asistimos a la rutina de Manuel: un ball boy que pasa sus días ejercitando su cuerpo, siguiendo los partidos del torneo de Roland Garrós, repasando el Código universal del buen Ball boy. Sin embargo, Manuel no está solo. Compite por ser el ball boy elegido (si no hay competencia, no hay deporte): su contrincante fundamental es Micaela, una chica de 12 años, 8 años menor a Manuel. Goransky logra crear un mundo para los ball boys (como el de los jockeys en aquel capítulo de Los Simpsons) con su lógica interna (es elocuente y básica la explicación de los bases y los nets que abre el relato), su competencia feroz, sus lemas repetidos hasta el hartazgo ("Piensen tenis", les dice Danny, el entrenador).

2. En El enigma de París (2007), Pablo de Santis escribe un relato policial clásico que, entre otros aspectos, retrata la relación entre el detective y su ayudante, enfocando en el segundo, quien sólo parece existir para constatar con asombrada ingenuidad las deslumbrantes deducciones del primero. En Ball boy, es la relación entre los tenistas y sus ayudantes en cancha la que replica esa subordinación: ¿no son acaso los ball boys los encargados de llevar y traer las pelotas para que el partido se desarrolle con dinamismo? ¿no son figuras fantasmales que se pierden en los márgenes del polvo de ladrillo, siendo apenas percibidos por los espectadores? ¿no son los eternos ensombrecidos frente a la luz encandilante de las figuras deportivas? Manuel es un ball boy pero no se conforma con eso: quiere ser EL ball boy (vive y a la larga se desvive por ello). A diferencia del ayudante de detective, Manuel no quiere ser tenista (incluso desperdicia todas las oportunidades de serlo): elige la sombra de las redes, las toallas sudadas, la posibilidad de ser el ball boy ideal del tenista ideal, Roger Federer. La relación fetichista y obsesiva entre este ball boy y su tenista soñado da cuenta de cómo fanáticos y objetos de fanatismo son también un tema predilecto para la tragedia.

3. El relato se enmarca en un contexto cronológico cuidado por la construcción narrativa de Goransky: mayo-junio de 2009, tiempo del torneo internacional Roland Garrós pero también tiempo de la gripe H1N1, la gripe porcina. Así, lo que podría volverse pura rutina se degrada entre barbijos y epidemia, fixture tenístico y cobertura mediática. Ese contexto socio-histórico se enlaza con otro: el contexto personal-familiar de Manuel. La convivencia y el pasado de Dorota, la abuela; las cajas de recortes sobre tenis y los equipos usados, que conservan el olor corporal de cada jornadas; y los cruces con los demás vecinos del edificio enmarcan el día a día del ball boy. En este sentido, Ball boy escapa al cuadro de costumbres para volverse un relato trágico (ahí está el pasado acechando, ahí está la enfermedad contagiándose) que por momentos cobra visos de ciencia ficción distópica.

4. Tatiana Goransky, la autora de Ball boy, es una narradora, en el sentido clásico del término. Ya lo había demostrado en Don del agua (Gárgola, 2010) con una novela de aventuras pero también familiar de tema excéntrico: la rabdomancia. Goransky cuenta historias, teje tramas, sin dejarse arrastrar por las modas de la literatura argentina actual. Más que realismo, en estos relatos se trata de peripecias (de aventuras en Don del agua, de tragedia en Ball boy), evitando el giro autobiográfico y la experimentación forzada. 

5. Ball boy de Tatiana Goransky es una muestra de cómo contar, en pocas páginas, una efectiva historia de obsesiones en un clima trágico-apocalíptico, sin perder de vista la trama y evitando el costumbrismo. Se puede bajar, leer y compartir de forma digital y gratuita de acá.

martes, diciembre 24, 2013

La fiesta del caos

Fue entonces cuando me decidí a organizar mi primera fiesta realmente caótica. Ante todo, los lacayos tenían orden de no conducir a los invitados directamente al gran salón, sino a las diversas dependencias del palacio, cada uno a un lugar distinto: al cuarto de las lámparas, a la cocina, al dormitorio de una mucama en el último piso, a la capilla, al gallinero. Allí los dejaban, que se arreglaran como mejor pudieran. Para los que a pesar de todo lograban llegar al gran salón, donde ni yo ni nadie de la familia los esperaba, la orquesta debía tocar piezas de baile que empezaban normalmente, para volverse cada vez más lentas, hasta un punto en que el baile se hacía imposible. Los criados ofrecían atrayentes refrigerios, en las tradicionales bandejas de plata, que luego resultaban ser —pero no siempre, porque entonces no habrían causado tanto efecto— sándwiches de gusanos, albóndigas de aserrín, o bocadillos con tajadas de víbora. Además circulaban por los salones labradores y mozos de mercado, con sus ropas de trabajo, y una multitud de obreros que efectuaban reparaciones en las puertas, los techos y los muebles de las habitaciones, sin preocuparse por la presencia de la flor y nata de nuestra aristocracia. En los jardines hice instalar además una cantidad de trampas: pozos disimulados con hojas, lazos atados a las puntas de los árboles, jaulas como cenadores que se cerraban apenas entraba en ellas la pareja adúltera deseosa de aislamiento.
La fiesta en cuestión fue un gran éxito; superado el primer momento de desconcierto, los invitados se entregaron a la exploración del caos con renovadas energías y —exceptuando claro está a los más ancianos y a los hipócritas, que se retiraron en seguida— tanto se divirtieron que era ya de día cuando hubo que echarlos con mangueras y regaderas, porque no se querían ir. Pero yo, en cambio, no estaba plenamente satisfecho del resultado: me parecía que al fin de cuentas se había tratado de una fiesta un poco más movida que las anteriores, y nada más. Nada, en verdad, que pudiera compararse con un verdadero caos. Debía refinar mis métodos, aplicar en mayor escala mi ingenio; debía, sobre todo, convertir a los infieles: no era admisible que los huéspedes se volvieran a sus casas, a proseguir la existencia ordenada de todos los días. Debía introducir el azar hasta el fondo mismo de sus vidas.
Wilcock, J. R. "El caos" (1960). Se puede leer completo acá en el libro de cuentos El caos (1974).

jueves, diciembre 19, 2013

Sobre historieta y humor


P.T: Vos con Sr. y Sra. Rispo utilizaste la lógica de la compilación de otra manera: tomaste lo que estaba disperso y lo redimensionaste en el formato, y le pusiste un sello. Hasta respetaste el formato apaisado clásico argentino.

Esas son cosas raras. El formato apaisado respondió simplemente a esto: son tiras ¿no? Yo podía poner dos, tres, cuatro, cinco y hasta seis. En Barcelona y Fierro salían 6 tiras. Yo pensé que si lo sacaba así, salía un libro finito. Y si lo sacaba en dos tiras, quedaba un libro gordito. A raíz de eso nació la semejanza con el formato de la Patoruzito y todo lo otro. Con el primer libro de Rispo ya había hecho algo así, con sellos y la portada como una revista de Novaro. Puedo ser por un poco de nostalgia, puede ser falta de imaginación. Cuando te ponés a pensar en cómo utilizaban la retícula esos tipos, te das cuenta que funciona, queda lindo. Y te das cuenta que no sabés hacerlo de otra manera, por eso lo copiás. Lo único que sí me planteé realmente es hacer humor, y que en ese mundo los personajes pudieran morir, revivir, casarse, etc. Pueden hacer lo que sea y volver para atrás todas las veces que quieran porque es humor. Alguien me dijo “¡Eso es lo que pasaba en las viejas Superman!”. Todo volvía a empezar, todo se podía hacer y rehacer. Eso es lo lindo de la historieta: el poder salirse un poquito de la realidad, porque la realidad está estancada en algún punto, la realidad es dura, la realidad es lo que hay. Si tu personaje se muere, se muere. Y tu mamá llorará, y harán un mes de duelo, y ya está, es la vida. La historieta te permite joder más… ¡Son dibujitos en un papel!

Una excelente entrevista de Pablo Turnes y Amadeo Gandolfo al humorista, historietista y dibujante Diego Parés en Entrecomics.

miércoles, diciembre 11, 2013

Voy

sábado, diciembre 07, 2013

La abanderada de los humildes (7)

Previously: "Casandra", de J. R. Wilcock
"El único privilegiado", de Rodrigo Fresán
"(Star Quality)", de Edgardo Cozarinsky
Cine (fragmento), de Juan Martini
"La razón principal", de Luis Gusmán
La ciudad de los sueños (fragmento), de Juan José Hernández

Como nada se pierde, todo se retoma, vuelvo a mi estimada renovación de corpus alrededor de la abanderada de los humildes, Evita. En este caso, vía El oasis, dejo el relato de César Aira, "Las dos muñecas". Es interesante cómo recupera "El simulacro" de Borges, la perspectiva de la infancia y el peronismo (que luego desplegará con altísima calidad en El tilo) y lo ominoso de las muñecas como juguetes casi reales. El relato fue escrito en 1995 y recopilado en La trompeta de mimbre (Beatriz Viterbo, 1998).

Las dos muñecas (César Aira)

Evita tenía dos muñecas “Evita” de tamaño real, que había mandado a hacer especialmente, idénticas a ella y entre sí. Las necesitaba por la cantidad de actos a los que debía asistir, en razón de la importancia que tenía su figura en el ritual peronista. La idea original era mandar hacer una sola, para poder duplicarse y satisfacer con su presencia a más gente; pero después se le ocurrió que con el mismo esfuerzo necesario para hacer una se podían hacer dos, y tendría más margen de acción. En realidad, hecha una también se podían hacer diez, o veinte, o mil; pero se limitó a dos nada más porque con dos sus necesidades quedaban cubiertas, y le resultaba chocante tener una legión de réplicas. A los alemanes que se las hicieron les dijo que las quería a las dos igualmente perfectas, porque como nunca se sabe qué va a pasar, nunca sabría cuál de las dos debería utilizar. No quería tener una mejor que otra, una “favorita” y una “de repuesto”, sino dos muñecas iguales. Y las tuvo. Se las entregaron en sendas caja de níquel con cerraduras de seguridad, que fueron depositadas en un cuarto de acceso restringido de la Residencia Presidencial. Los chambelanes de la Señora sacaban una y otra, a veces las dos a la vez, según las necesidades de la agenda, y durante años cumplieron sus funciones sin que nadie cayera en la cuenta de la sustitución. Eran asombrosamente pequeñas pero las medidas estaban bien tomadas, y respondían hasta el último milímetro al modelo. La realidad siempre es ligeramente más extraña de lo que uno espera. Las muchedumbres fervorosas que la veían aparecer en persona ante sus ojos la agigantaban, y llenaban con ella todo el espacio de su memoria, para siempre. Las instrucciones a los fabricantes habían sido cumplidas cabalmente: se había logrado la perfección. Pero sucede que la perfección, como todos los absolutos, es una cuestión muy resbalosa. Eran perfectas, es decir idénticas, pero ese rasgo no era recíproco. Lo cual produjo, llegado el momento, un accidente muy triste, que por suerte para el régimen quedó secreto.
Sucedió en una de esas ceremonias, entre grotescas y conmovedoras, típicamente peronistas, que tenían lugar casi todos los días en alguno de los barrios populares del Gran Buenos Aires. En este caso se trataba de la inauguración del campo recreativo de un sindicato. Era una tarde hermosa de primavera, a las siete. Se había anunciado la presencia de Evita, y allí fue una de las muñecas… y la otra. Porque por un malentendido en el personal a cargo mandaron a las dos, ataviadas con el mismo tailleur pied de pule blanco y negro, el mismo sombrerito, los mismos zapatos de gamuza negra, cada una en su respectiva caravana de Cadillacs y motociclistas que partieron con dos o tres minutos de diferencia.
Todo el barrio se había dado cita. Los bombos hacían latir el suelo y las casas. Por unos parlantes se hacían los anuncios y se pasaban tangos… Una característica del peronismo fue que no se propuso dominar el mundo, sino sólo la Argentina. Eso bastó para hacer de la Argentina un mundo: el mundo peronista. El sol se ponía tras las casitas vacías, al fondo de las calles de tierra. Los pájaros cantaban en los árboles del parque sindical. La multitud se inflamaba en la expectativa… ¡Y de pronto la anunciaron! ¡Ya estaba aquí! Un grito unánime salió de las gargantas y miles de pañuelos se agitaron. “Evita” había aparecido en el estrado, más hermosa que los sueños donde vivía, más real que la esperanza. Como sucedía siempre que se presentaba, nadie podía creerlo del todo. La tenían tan presente, todos los días… Su realidad en cierto modo distorsionaba la percepción, y fue por eso que nadie se dio cuenta que había dos.
Las aclamaciones se transformaron con naturalidad en la marchita, y después empezaron los discursos. En primera fila, flanqueando a “Evita”: el obispo, el intendente, el secretario del sindicato, la representante de la rama femenina, diputados, ministros provinciales y colados. El público fijaba la vista con arrobo en la Señora, en una o en la otra. Los corazones decían “¡Presente!”.
Era la primera vez que las muñecas se veían entre sí (y fue la única). Estaban atónitas, porque las dos ignoraban la existencia de la otra. La ignoraban en la medida que podían hacerlo, en su limitadísima psicología de objetos, que en esta circunstancia tocó sus trémulos extremos. Mientras saludaban, y cantaban la marcha, y volvían a saludar, notaron que todos sus gestos eran los mismos, que se movían al mismo tiempo y lo hacían todo igual. Cuando empezó el discurso del Ministro de Trabajo, las dos clavaron la vista en el mismo punto del vacío, con el mismo gesto cortés de fatiga. Habían decidido ignorarse, porque parecía lo único razonable, pero la curiosidad pudo más. Se volvieron una hacia la otra, se miraron francamente, con la misma duda en los ojos. Pero, ¡qué difícil hablar, hacer una pregunta o responderla, sin que la otra no lo hiciera al mismo tiempo! Cada pregunta que pudiera hacer una, se la haría la otra, y no valía la pena oír la respuesta porque era lo que respondería ella. En una cascada vertiginosa, todo el diálogo se anticipaba a sí mismo y se consumía en un fuego de revelación: no era la única, y eso significaba que no era ella. Una tristeza inmensa la invadía, su tonto narcisismo de muñeca se disolvía, y no dejaba nada en su lugar. Era casi como si todo el mundo se disolviera y se volviera nada: la tarde de primavera, el pueblo, la Argentina… Todo se hacía atrozmente transparente, un desierto que en adelante debería atravesar sin esperanzas, sin ilusiones.
La puesta de sol había difundido por todo el cielo un intenso rosa, que se derramaba en la tierra y afectó su naturaleza de muñecas. Corrían lágrimas por sus mejillas, y el pueblo reunido frente al palco también lloraba, no sabía por qué. Era la infancia de la Argentina, la edad de los juguetes.

César Aira, 21 de Agosto de 1995

jueves, diciembre 05, 2013

Vade retro



Daemonium es un largometraje online, dividido en cinco capítulos. Los primeros dos ya pueden verse en este canal de youtube y el tercero saldrá a la luz el 13 de diciembre de este año. ¿De qué se trata? Por ahora tenemos solo algunos elementos para reconstruir esta historia de terror, fantasía y ciencia ficción que nos ofrecen gratuitamente los muchachos de Farsa producciones, Rabbid Fx y Studio Patna: un mundo devastado con estética cyberpunk, un pacto con el diablo, la convivencia entre magia y alta tecnología, chicas vestidas de colegialas o con trajes ajustados, hombres con cicatrices y poderes extraños. 
El primer capítulo es pura acción, tal vez en desmedro de la trama y privilegiando la cita coreográfica; el segundo capítulo supera al anterior: comenzamos a comprender elementos sueltos y ahora sí hay una historia (y el personaje del nigromante está muy bien). La calidad de los dos videos es muy alta y es un hermoso homenaje al cine de género. En fin, mírenlos y saquen sus propias conclusiones.

martes, diciembre 03, 2013

Rozenmacher, un índice

Este es el índice de las Obras completas de Germán Rozenmacher (Biblioteca Nacional - Colección Jorge Álvarez, 2013). Me enorgullece haber participado del proyecto y leer este paratexto tan exhaustivo, ordenado y elocuente. De paso, un panorama de lo que nos dejó Germán. 

Palabras previas por Horacio González
Los ojos de Rozenmacher: una invitación a la relectura por Matías H. Raia
Nota del compilador

Cuentos

Presentación
Ataúd
Tristezas de la pieza de hotel
El gato dorado
Los pájaros salvajes
Cabecita negra
Raíces
Rocío Fuentes está borracho
Esta hueya la bailan los radicales
El gallo blanco
Blues en la noche
En la playa
Bananas
Cochecito
Los ojos del tigre
¡Dónde están los porotos!
Una perfecta tarde de playa

Teatro

Réquiem para un viernes a la noche
La crucifixión
Simón Brumelstein, el caballero de Indias
El avión negro (escrito por Germán Rozenmacher, Roberto Tito Cossa, Carlos Somigliana y Ricardo Talesnik)
El lazarillo de Tormes

Guiones para televisión

Casita en el Tigre
El casamentero (El shadjen)
La despedida de Klein

Escritos para prensa

La tortura como hábito
La conferencia que nosotros vimos
CIES. Réquiem en la Riviera
El chico con cabeza de toro
El hombre que escribe en la pared de la Casa Rosada
¡Calma, radicales!
Ruletas clandestinas
El marqués de la Rural
Adiós al Mono
La señorita del SIDE
La historia desconocida de Eva Perón: A 15 años de su muerte
La historia desconocida de Eva Perón: La infancia de Evita
La historia desconocida de Eva Perón: Evita actriz
La historia desconocida de Eva Perón: El matrimonio Perón
La historia desconocida de Eva Perón: Evita y el 17 de Octubre
La historia desconocida de Eva Perón: La política Eva Perón
La historia desconocida de Eva Perón: Evita en Europa
La historia desconocida de Eva Perón: El mito Eva Perón
Reportaje a las Malvinas
Enigmas para espías
Pichuco Troilo: Intimidad de un bandoneón
Reportaje a la Patagonia
La conquista del lejano sur
Los hijos del viento
El gigante que está solo y espera
Apolo 10: En los suburbios de la Luna
Así en al tierra como en el cielo
El cazador de tupamaros
Teatro argentino. Nacionalizar a toda costa
Chaco. La maldición del oro blanco
El misterioso señor Q (o el espionaje industrial en Argentina)
Federico Pinedo: “Yo soy de antes del diluvio”

Extras

Hablaron de teatro: Cossa, Rozenmacher y Walsh (Reportaje de Pirí Lugones, en cuatro escenas)
Diccionario de la literatura universal (Muchnik editores, 1966) [Se incluyen las entradas para los artículos:
La Biblia - Cábala (recepción o tradición) - El Estado judío (Der Judenstaal) - Los hijos del ghetto (Children of the ghetto) - Ishtó Hasenuá (Su mujer odiada) - Literatura judía - Lazarillo de Tormes - Motl peisi dem jazns (Motl, el hijo del cantor) - La yegua (Di Kliatche) - Yo y tú (Ich und Du)]
Cabecita negra (historieta) (Introducción de Ricardo Piglia. Dibujos de Francisco Solano López.
Adaptación de Eugenio Mandrini)

Epílogo

Aproximaciones a una vida (nota biográfica sobre Rozenmacher)

domingo, diciembre 01, 2013

Tótem y tabú: jornadas en la UNTREF


 

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