Acá, la primera parte.
1. ¡Estropeado! es el único representante del proletariado, los niños burgueses son tres. La clase proletaria en “El niño proletario” se representa sólo a través de un individuo y, por el contrario, la burguesía se construye como un “nosotros”. Por eso mismo, no se puede hablar de un nosotros/ellos en el cuento sino de un nosotros/él. La descripción en el principio del texto será el intento de representar en la figura del niño proletario toda la clase proletaria (siempre desde una mirada burguesa): la construcción de un estereotipo proletario.
2. La idea de una clase de poseer el derecho “natural” de someter a la otra es una constante en “El niño proletario”. La clase burguesa está destinada a mutilar y violar a la clase proletaria así como el niño proletario está determinado a reproducirse con su “esposa ilícita”. “...[¡Estropeado! inquiría] a qué nueva humillación debía someterse. Nosotros tampoco lo sabíamos aún pero empezamos por...”. (mis cursivas) El niño proletario que debe someterse a una “nueva humillación” por pertenecer a la “clase explotada”; el adjetivo “nueva” indica que hubo otras y remarca el derecho que cree poseer la clase burguesa de cometer esas humillaciones de forma repetida.. Por su parte, los niños burgueses sienten el deber de humillarlo; en el momento en que encuentran a ¡Estropeado!, no saben “aún” cómo lo humillarán “pero” comienzan a hacerlo casi automáticamente: “empezamos por incendiarle los periódicos...”. No sólo la humillación y la violencia están predeterminadas sino también el goce: “Por que el goce ya estaba decretado ahí, por decreto, en ese pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, mugriento y desflecado.” (mis cursivas). Los niños burgueses saben que el goce está “decretado” en el niño proletario y no pueden evitar buscarlo. Estas escenas conforman una de las ideas centrales del texto: la jerarquía de clases, el sometimiento de una clase sobre la otra, la predestinación social y el derecho natural que tiene la burguesía de “explotar” (en todos sus sentidos) al proletariado.
2B.“...como si...intentara protegerse del asalto. Reflejo que no pudo tener en su momento condenado por su clase.” (mis cursivas, p. 61) ¡Estropeado! no puede defenderse porque en el relato la clase proletaria no se defiende, acepta su lugar de forma sumisa. No puede enfrentarse ni a su destino ni a las humillaciones.
3. En plena violación, los niños burgueses tiene sus caras vueltas al sol y ¡Estropeado!, su cara hundida en el barro. El niño proletario se revuelve entre el barro y su propia sangre, su hábitat es la mugre, la suciedad, lo despreciable, “...la sangre, la enfermedad, la agonía, la oscuridad, el sufrimiento son atributos del niño proletario...”. Los niños burgueses, en cambio, se relacionan con “una atmósfera erótica de dorada luz que enjoya el sol, la luna, las bicicletas, los palacios en que viven, la caca y el vómito...”(Barona:1999). Esta contraposición es clara en todo el relato, incluso los desperdicios de la burguesía son “un espléndido conjunto de objetos brillantes” y “una masa luminosa”; la caca de ¡Estropeado! es una “arremolinada materia fecal” y debe ser limpiada automáticamente con un”fino pañuelo de batista”.
3B. El sol rige toda la escena de violencia. Alumbra a los burgueses y no a ¡Estropeado!, va cayendo durante toda la acción y cuando finalmente se oculta, llega la luna y entonces, la muerte.
4. La mutilación de ¡Estropeado! tiene varios sentidos. En primer lugar, “...el vidrio con el que es cortado el niño proletario y el bisturí figurado que evoca el implementado por el naturalismo.” . La idea del vidrio como bisturí refuerza la parodia del naturalismo ya que implica la “disección” del peligro, pero también puede pensarse que ese vidrio marca una contraposición con el barro de la víctima: transparencia y brillantez frente a opacidad. En segundo lugar, “...la violencia de la autoridad...se ejerce, se administra, se sacia en y sobre los cuerpos.” (Perlongher: 2004), los niños burgueses ejercen su poder y su fuerza de clase sobre el cuerpo del niño proletario a través de su mutilación. El cuento podría leerse como los deseos más bajos y oscuros de la burguesía realizados, su necesidad de someter al proletariado, de ejercer la fuerza (sexual y física) sobre los de abajo, “¿por qué no llevar a los límites y volver manifiesto lo que sería el discurso de la burguesía?” (Lamborghini: 1980) .
5. ¡Estropeado! en la violación cumple el rol pasivo, mientras que los otros tres son activos. El falo de Gustavo “enorme y agresivo” representa el poder y la fuerza, el objeto mediante el cual subyugar a la otra clase. La penetración es violenta y las sensaciones están claramente divididas: placer para los burgueses, dolor para el proletario. La cosificación de ¡Estropeado! es clara, cumple un rol pasivo, receptáculo y objeto sexual: “...”pasivos”, obligados por una ley no escrita a ser receptáculos de un “falicismo” que se reforzaba en la medida en que encontraba la cavidad que lo contuviera.”(Amícola: 2000)