¡Lean, che!
Hace 17 horas.
Historia y soledad coinciden en una misma nostalgia, si ellas juntan la melancólica impotencia del tiempo pasado con la tristeza de la perdida ilusión, protagonizada a menudo en la literatura romántica. Lo que no ocurre aquí. Esta es una historia de hombres que no sintieron la soledad como una frustración sino como un destino, en ocasiones provocado. Otra diferencia aparecerá al observar que la historia académica tiende a una cuidada indiferencia profesional. Objetividad. Incluso, que hay historia de hechos anónimos y colectivos. La soledad, en cambio, necesita rostros. Sin rostros no hay soledad, como tampoco habría amor. De ahí que esta historia se concrete a personas determinadas; a grandes olvidados o a falsamente conocidos, esa forma oblicua de la memoria. Con una condición igualmente principal: sus ideas y actos continúan vigentes todavía, son rigurosamente actuales. Poetas, artistas, filósofos, un viajero bíblico, un malogrado apóstol; hombres de la ciencia y de la técnica, fueron recuperados entre los más importantes y los más desconocidos, a fin de acentuar mejor nuestra culpable omisión. Porque esta historia puede ser también la de nuestra propia soledad; la de nuestro propio corazón, no abandonado sino abandonando.
J. E. C.
Tomiris, mujer y bárbara, reina poderosa, lideró a su pueblo, los masagetas, en la resistencia a una invasión persa, durante la cual Ciro resultó vencido y murió. La heroína, que había advertido al monarca extranjero contra sus propósitos, se habría vengado de los abusos cometidos por él profanando el cuerpo del rey muerto: tomó su cabeza, la arrojó en un balde lleno de sangre y consideró que, de esa forma, quedaría saciado el carácter sanguinario de su enemigo. En un mundo en el que las mujeres vivían en una condición subordinada y los bárbaros eran el espejo invertido de costumbres valoradas, la figura de Tomiris podría haber sido objeto de escarnio y desprecio. Sin embargo, su causa fue considerada justa, su comportamiento fue visto como ejemplar y, tanto en el mundo antiguo como en los albores del moderno, textos e imágenes la presentaron con benevolencia. Este libro cuenta esa historia.
Qué reñido con la ética el comportamiento de tantos "editores".Random House Mondadori, para publicitar la reciente edición española de los cuentos de César Aira (ahora con el nuevo título de un viejo relato publicado por Eloísa Cartonera, El cerebro musical), anuncia hasta en las gacetillas de prensa que se trata de una versión ampliada de Relatos reunidos con tres textos "inéditos" de corte autobiográfico. Faltó una mínima aclaración: inéditos en otra galaxia... Porque, desconfiable olvido, en la nuestra, los tres relatos falazmente anunciados como tales formaron el volumen que hace casi veinte años tuve la posibilidad de editar con el título de Taxol precedido de Duchamp en México y La broma (ISBN 987-95510-4-4).No tiene mayor importancia. El marketing, lo sabemos, se imporne por sobre la veracidad de la información. Lo tomaré, con la sabiduría de los años, como un nuevo “elogio” hacia mi editorial, digno de sumarse a otros menoscabos menores: el ninguneo que en algún reportaje intentó el editor segundón al pretender hacer de la original edición de Los sorias (la de Simurg, con prólogo de Ricardo Piglia y tapa de Guillermo Kuitca) una publicación "privada", "académica", “sin circulación”. Por cierto, la única contribución personal de este aprovechado editor fue la de arruinar la novela, pues mutiló el archivo digital que recibió diseñado y corregido, y terminó por imprimir el libro con un capítulo menos.
Queridos amigos:
Llanto de mudo cierra sus puertas.Así, sin anestesia ni preámbulos o vueltas.Las razones son muchas: la economía que vive actualmente el país, el despertar de nuevas editoriales nacionales, el trabajo impecable y profesional de las que ya estaban. Llanto de mudo no es necesario a nivel editorial, es casi una reliquia, mantener vivo al chancho tiene solo valor nostálgico. Pero la razón principal es que, honestamente, no puedo hacerlo solo. Y no me refiero a tener un colaborador, un pierna que me cargue las cajas y me ayude a decidir que se edita y que no. Yo quiero a mi amigo. A mi socio, al capitán de este equipo. Llanto de mudo ERA Diego Cortés, no quiero engañarme más. Si hasta el logo se parecía a el!Ya sé que dije (y ME dije) en numerosas ocasiones que seguía, que hay que seguir y todo eso. Pero no. No puedo la verdad. No soy el editor que necesita Llanto de mudo y no tengo ganas de cargar con esta mochila que hasta tiene piedras ajenas a la editorial que pasan por lo emocional y personal.Sé que esta decisión no le va a gustar a muchos, pero es una decisión y de eso se trata.Esto es algo que tenía en consideración, que sabía que podía llegar a pasar. Sin Diego no tiene sentido, no es divertido, lastima y no lo quiero así. Fue una decisión muy pensada e incluso consultada con amigos y colegas que me dijeron las palabras más alentadoras y bellas que escuche en mi vida.No voy a pedir disculpas ya que no siento culpa alguna. Siento bronca, tristeza y sobre todo impotencia pero no por el cierre de una editorial sino por la muerte de un amigo, colega y socio que era la parte fundamental y el volante de todo esto.Por otro lado necesito alejarme un poco del mundillo y sus mañas, despejarme y ver cómo seguir como dibujante, que es lo que soy principalmente antes que un editor de historietas. Por eso esto no quiere decir que voy a dejar de dibujar o de publicar libros, en cuanto tenga algo lo auto-editaré o hablaré con alguna editorial amiga.Como le dije a amigos: me siento en un loop a lo día de la marmota en donde siempre es 3 de agosto y Diego se muere todos los días. Necesito hacer el duelo como corresponde.Llanto de mudo brindó por 20 años un aporte cultural a la historieta nacional como muy pocos han hecho. Perdón, me corrijo: Diego Cortés brindó por 20 años un aporte cultural a la historieta nacional como muy pocos han hecho y antes de embarrarlo con alguna mala movida prefiero cerrarlo y que conserve su gloria original de la que todos van a hablar por muchos años más.A nuestros distribuidores, kioscos y librerías y también lectores les digo que el stock remanente se va a seguir distribuyendo hasta agotarse y las ganancias de esto van a ser para la familia de Diego que está atravesando por el momento más oscuro de sus vidas tanto emocional como económico. A nuestros colegas y amigos autores les digo Gracias y me quedo corto.Llanto de mudo ha muerto. Que viva el rey Cortés.
La centralización de la información también me preocupa, ya que hace más fácil que las cosas desaparezcan. Después de mi arresto, cerraron mi cuenta, porque yo no era ya capaz de pagar la cuota mensual. Pero al menos tenía una copia de seguridad de todas mis entradas en una base de datos en mi propio servidor web. Pero ¿qué pasaría si mi cuenta en Facebook o Twitter se apagara de repente? Esos servicios en sí mismos pueden no morir en el corto plazo, pero no es demasiado difícil imaginar un día en que muchos servicios estadounidenses cerraran las cuentas de cualquier persona en Irán, como resultado del actual régimen de sanciones. Si eso sucediera, podría ser capaz de descargar mis mensajes, o asumamos que la copia de seguridad podría ser fácilmente importada a otra plataforma. Pero ¿qué pasa con la dirección web única para mi perfil de la red social? ¿Sería capaz de reclamar más tarde, después de que alguien más haya poseído mi usuario?
Bien, el resultado es más espantoso, porque la centralización de la información en la era de las redes sociales es otra cosa: nos está haciendo las cosas mucho menos potentes en relación con los gobiernos y las corporaciones. La vigilancia se impone cada vez más y empeora a medida que pasa el tiempo. La única manera de mantenerse fuera de este vasto aparato de vigilancia podría ser meterse en una cueva, dormir y yacer allí durante 300 años. (Se lee completo acá)
A partir de su sexta película y en las dos siguientes, Tarantino dio una vuelta de tuerca en la que fue capaz de pensar su autoría y cuestionar el límite que le imponía ajustarse al lugar que le habían asignado. Su giro histórico, el que da lugar al “segundo Tarantino” del que hablé al principio, es la transfiguración de sus procedimientos previos al servicio de una autoconciencia política. No digo que empieza a tratar temas “importantes” y a someterlos a sus procedimientos preformados, sino que exige a su obra una capacidad para pensarse a sí misma y en su relación con el espectador.
En esa exigencia Tarantino desnaturaliza su talento y su sapiencia pop y se historiza, es decir, se distancia del punto de inicio en el que apareció y fue aceptado y pone en entredicho los dispositivos que posibilitan tal tipo de consumo cultural, tal clase de películas y tal especie de espectadores. Ese giro no le hace renunciar a su vocación espectacular, ni a su talento de escritor de diálogos y de director de actores -muchos de esos actores hicieron los papeles de su vida en esas películas-, ni a su excepcional destreza para estirar el tempo dramático, ni a su prodigiosa imaginación para poner escenas extensas e intensas y resolverlas con gracia. (Se lee completo acá)
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