jueves, noviembre 28, 2013

La Patria Grande y un argentino medio

"Pero una cosa es cierta: [...] el argentino no debiera desoír el llamado de la Patria Grande", tararea ya al final de su primera página Víctor Massuh. Y ya asimismo consabemos que Massuh oye estos llamados (¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Desde cuándo? y ¿Por qué se metaforiza de este modo a sí misma la Patria Grande?), y que yo, al menos, no los oigo, por más que me haga -y me hago a veces, como experimento- el deber de oírlos. Pero sí estoy resuelto a desoír cualesquiera llamados, directos o indirectos, del llamado Víctor Massuh. Sabemos, además, que Massuh es un incompetente libelista y que su estilo es belicoso pero mortecino. Su intemperancia es también ya familiar. Sin embargo, nos habla de "el argentino" y será acaso interesante que cotejemos a este sujeto con "un argentino".
Tomemos un argentino medio, cuadragenario o quincuagenario. Vive en Buenos Aires. Está casado con una mujer ya enmascarada y repetitiva. Infidelidades confesadas o descubiertas de cada parte con personas más jóvenes o con antiguos amigos o amigas amenizan, con celos enojados inclusive, y dan una memoria compun a esta relación conyugal. Tiene dos o tres hijos púberes o adolescentes o jóvenes; esto es, tiene una familia, lo cual es tanto una carga rapaz y útil para matar el tiempo como una justificación pública ante el mundo. Hace negocios sin delinquir más allá de lo permitido por el uso y la costumbre: de este modo se procura y procura a su familia el bienestar debido. Concedámosle una inclinación artística que pueda alcanzar hasta la posesión (y la apreciación) de un volumen de las Selected Photos del inglés David Hamilton. Tiene gustos políticos, que pueden ser por cualquier partido, movimiento o dirigente, excepto los "extremos", que son más irreconocidos que ignorados. Es propietario de una quinta con mirador, pileta de natación, bomba de agua, casilla para el perro y baño provisto de jaboncitos en forma y color de frutilla, digamos en Del Viso; y los domingos y feriados en general hace asados, con carne que le escogen y le reservan en un comercio de la ruta 8. Esos mismos días vuelve con su familia en su auto, por la ruta Panamericana, abarrotada, todos cumplidamente demolidos, observando a y observado por los otros autos y los otros automovilistas con sus familias no menos ni más agotadas. El lector me dirá que este argentino medio no es sólo insípido, sino puramente espantoso. Estoy de acuerdo y nada más alejado de mí que proponerlo como héroe o siquiera como simple personaje de cualquier tema oral, escrito o visual. Pero si lo he tratado es para que el lector vea en él la imposibilidad de que oiga o deba oír o no deba desoír "el llamado de la Patria Grande". Y como este un argentino es muchos argentinos, esos muchos o bien son sordos a ese llamado, o bien la Patria Grande no llama, o no hay siquiera Patria Grande, ni como "utopía actuante", no como realidad inerte.
Correas, Carlos (2011 [1980]): La manía argentina, Buenos Aires, UNC-UNGS, pp. 113-114.

lunes, noviembre 25, 2013

Voy


domingo, noviembre 24, 2013

Otra visita al museo del chisme


9

Dorothy Parker no había cumplido con la fecha de entrega de una crónica para The New Yorker. Ross envía un mensajero a Long Island, donde la legendaria "Algonquin wit" está pasando el verano. El chico llama varias veces desde la verja del jardín sin obtener respuesta. Finalmente, se abre una ventana del primer piso y aparece, desgreñada y apenas cubierta por una sábana, la escritora. El mensajero se disculpa por la intrusión e invoca la impaciencia del redactor en jefe ante el atraso. La Parker grita, intraduciblemente: "Tell Mr. Ross I'm too fucking busy... and viceversa!".

Fuente: oral, Richard Roud, Nueva York, 1982.

Cozarinsky, Edgardo (2013): Nuevo museo del chisme, p. 134.

viernes, noviembre 22, 2013

Presentación: Los infernautas, de Gustavo Abrevaya



Sábado 23 de noviembre / 17 HS

La novela narra los intentos de Bruno para encontrar a su hermano mellizo Axel, desaparecido en una Buenos Aires en plena guerra entre ángeles y demonios. En este recorrido, Juan Milton, un ángel caído, acompaña a Bruno y atraviesan escenas donde se hace presente El Eternauta y las fuerzas del bien y el mal se enfrentan sin tregua. Ambos personajes, asisten a combates celestiales poco angelicales hasta llegar al infierno, un territorio dominado por tres demonios con aires castrenses.
La obra de Abrevaya –un relato donde la ciudad se convierte en un escenario extraído de la literatura maravillosa- dialoga con la épica universal, el suspenso de HP Lovecraft y algunos clásicos de la literatura argentina como Adán Buenos Aires de Leopoldo Marechal. Sin embargo, el mayor intertexto es (el relato sobre) la historia argentina reciente.

Participan: Ana María Shua (escritora), Hugo Correa Luna (escritor), Alejandro Maritano (psicoanalista), Hugo Goldgel (ilustrador), Eduardo Jozami (Director del Centro Cultural) y el autor.

Acompañan

- Exposición de la obras de Hugo Goldgel, ilustrador del libro
- Concierto del cantautor Ramiro Abrevaya, hijo del autor

Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Área de Comunicación y Prensa (prensaconti1@gmail.com)
Tel.: 4702-7777 Int. 197

Lugar: Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Av. Del Libertador 8151 CABA (Ex ESMA)
Horarios: martes a viernes de 12 a 21 hs. Sábados, domingos y feriados de 11 a 21 hs. Lunes Cerrado.

Va un fragmento:

El lugar era enorme, una explanada de cemento que ocupaba varias manzanas con las construcciones repartidas de un modo poco ordenado; bajo la luz de la luna parecía un pueblo fantasma, había innumerables torres que llegaban hasta el horizonte, todas iguales, todas moles oscuras que se alejaban en una fila algo desarticulada y se estiraban a lo ancho y a lo largo, como trenes altos hasta las estrellas. Aquí y allá, algunas vidrieras bajas y la mayoría rotas, indicaban negocios, almacenes, tiendas, remiserías, comercios del lugar que parecían arrasados por el tiempo y la ausencia. Las ventanas de las torres estaban habitadas y mal iluminadas. Bruno vio luces que titilaban como velas. Los perros andaban sueltos, revolvían tachos o peleaban entre ellos. La roña se acumulaba en las veredas rotas y el viento arrastraba papeles de diario, algunos se elevaban y se fundían en remolinos; la pintura descolorida de los edificios recordaba un vago rosa roñoso, alumbrado por hogueras que ennegrecían la pared con cierta regularidad. Algunas figuras se calentaban al fuego, hacían asado, dedujo Bruno: los perros correteaban por allí, había gruñidos de pelea por los huesos que les tiraban las sombras.
Vista de lejos, la torre parecía a punto de derrumbarse. Las líneas quebradas de sus aristas mostraban una geometría agónica y trastornada por las paredes medio desmoronadas: los combates eran feroces en algunos barrios, y todo caía demolido por los rayos y los proyectiles lanzados por las catapultas. Y las paredes que se venían abajo dejaban las habitaciones a la vista: era posible detectar algún cuarto (había una evidente cama en el segundo piso), o un comedor con alguna silla destartalada todavía en pie; parecían mordiscos hechos por alguna bestia salida del infierno, y quizás fuera así; aquellos agujeros seguían habitados por figuras oscuras que se abrigaban con sus pequeños fuegos, cocinaban y se alumbraban. Bruno vio una sombra que se ponía de pie en el living donde ardía un brasero y caminaba hacia la habitación contigua, la vio abrir la puerta, pasar a la habitación, cerrar la puerta otra vez, acostarse y descansar; la sombra daba por terminado su día, no distinto del anterior. Junto al brasero había quedado una segunda sombra que parecía comer de un plato sopero.

martes, noviembre 19, 2013

La lengua subalterna


Más info, acá, en hilo rojo editores (un incipiente pero flamante proyecto editorial).

jueves, noviembre 14, 2013

El terror según Gandolfo

Don Elvio Gandolfo publica un nuevo libro de cuentos Cada vez más cerca (Caballo negro editora, 2013). En la revista paco, un sitio ecléctico, radical e inestable, Juan Terranova le hizo una entrevista que finalizó con una lista ineludible:

Si te pidieran que hicieras una antología de los mejores cuentos de terror, ¿cuáles elegirías?

Lo siento, pero las mejores antologías que leí fueron largas. En todo caso se puede dividir en dos tomos. Esta sería la mía:

“Berenice”, “La fosa y el péndulo” y “La caída de la casa Usher” de Edgar Allan Poe.
“Los sauces” de Algernoon Blackwood.
“Carmilla” de Sheridan Le Fanu.
“El joven Goodman Brown” de Nathaniel Hawthorne
“El color que cayó del cielo”, “El horror de Dunwich” y “Las ratas de las paredes”, de H. P. Lovecraft.
“El grito” de Robert Graves.
“El horla” de Guy de Maupassant.
“La gallina degollada” y “Los buques suicidantes” de Horacio Quiroga.
“El pueblo blanco” y “El gran retorno” de Arthur Machen
“El empapelado amarillo” de Charlotte Perkins Gilman.
“El rey de amarillo” de Robert W. Chambers.
“El rey de los gatos” de Stephen Vincent Benet.
“Nieve silente, nieve secreta”, de Conrad Aiken.
“Donde el fuego nunca se apaga” de May Sinclair
“La litera fantasma” de Rudyard Kipling
“Presa” y “Duelo a muerte” de Richard Matheson
“El carrito” de César Aira
“La desaparición de Elaine Coleman” de Steven Millhauser
“El mejor cuento de terror”, “Hijos de Abraham” y “Un fantasma del siglo XX” de Joe Hill
“El retozo”, “La escuela nocturna” y “El Tsalal” de Thomas Ligotti
“El hombre del traje negro”, “Las hermanitas de Eluria” y “Un buen matrimonio” de Stephen King
“Ravissante”, “Los cicerones” y “La aparición” de Robert Aickman
 Amén. Varios los leí hace tiempo; por los otros, los desconocidos para mí, empieza la búsqueda.

martes, noviembre 12, 2013

Rozenmacher vuelve



El miércoles en la BN se relanza la editorial Jorge Álvarez y uno de sus primeros libros es Obras completas de Germán Rozenmacher. En este blog, he dedicado varias entradas para discutir el mote de "one hit wonder" con el que Rozenmacher ha sido relegado al limbo de la literatura argentina. A comienzos de este año, un llamado generoso me propuso participar en la compilación y en el estudio preliminar de un libro que recuperara la obra de Rozenmacher en todos sus aspectos: sus dos libros de cuentos, sus obras de teatro, sus guiones para televisión pero también, y tal vez esto fue lo más complicado de hallar y recopilar, sus colaboraciones como periodista en semanarios y revistas de los '60. El resultado es el libro que se presenta este miércoles, un volumen exhaustivo y multiforme que espero sea la oportunidad para (re)leer y valorar la escritura de Rozenmacher, una chance más para liberarlo de la cárcel textual que puede representar un solo relato leído hasta el infinito.

sábado, noviembre 09, 2013

El sonido del miedo


En noviembre de 2005, un numeroso grupo de periodistas internacionales informaron que la fuerza aérea israelí estaba usando bombas sónicas, bajo la cobertura de la noche, con el nombre de "bombas de sonido” en la Franja de Gaza. Llamamos 'bomba sónica' al efecto de baja frecuencia y alto volumen provocado por aviones que vuelan a poca altura y más rápido que la velocidad del sonido. Sus víctimas las compararon con el muro de aire a presión que genera una explosión masiva. Los informes sobre sus efectos incluyen ventanas rotas, dolor de oído, sangrado de narices, ataques de ansiedad, insomnio, hipertensión y algo usualmente calificado como “sacudida interna”. A pesar de las protestas por parte de palestinos e israelíes, el gobierno alegó que las bombas de sonido eran “preferibles a las reales”. ¿Cuál es el objetivo de estos ataques a poblaciones civiles? ¿Y qué nuevos modos de ejercicio del poder ejemplifican estos -no tan- nuevos métodos? Como sucedió tanto con la adopción por parte del ejercito estadounidense de las tácticas de “sorpresa y conmoción” en los ataques preventivos de Iraq como con las bocinas de los apoyos a proximidad durante la blitzkrieg de la Segunda Guerra Mundial, el objetivo ha sido debilitar la moral de la población civil creando un clima de miedo a través de una amenaza que era preferiblemente no-letal, pero, muy posiblemente, igual de perturbadora que un ataque verdadero. El miedo puramente inducido por efectos de sonido, o, por llamarlo de otro modo, aquel que se sitúa en el espacio de indecibilidad entre un ataque sónico o uno “verdadero”, es lo que llamamos un miedo virtualizado. El miedo que en este caso se vuelve totalmente ajeno de la necesidad por ser “controlado”. Y, por supuesto, ese miedo inducido sónicamente no por ello es menos real. En él, se activa exactamente el mismo mecanismo de defensa ante un posible futuro no deseado, quizás aún mas poderoso por su presencia espectral. Aún es más, estas innovaciones armamentísticas no tienen porque provocar la desmovilización enemiga, prevenir un futuro indeseable, sino que más bien tienden a provocar, a incrementar la sed de conflicto, a precipitar el futuro.

Guerra Sónica: sonido, afectos y ecología del miedo rastrea las resonancias provocadas por estas innovaciones, al igual que también investiga su impacto en la forma en que siente la población. Y no nos referimos solo a sus emociones personales, subjetivas e individualizadas, sino más bien a sus sentimientos colectivos o, más exactamente, a eso que llamamos 'afectos'. Específicamente, prestaremos más interés por los entornos, o ecologías, en los que el sonido contribuye con una atmósfera o ambiente inmersivo de miedo y amenaza –cuando decimos que el sonido ayuda a crear una mala vibración. A esta dimensión del encuentro se le llamará 'tonalidad afectiva', un termino que tiene una obvia, pero poco explorada, relación con como el sonido modula el ánimo. Mientras que en los ejemplos anteriores las armas sónicas no producían más que ansiedad, las vibraciones intensas no amenazan solo a las disposiciones emocionales traumadas o a la fisiología de la población, sino que también afectan a la misma estructura de nuestras construcciones y muros.
En 2012, Rosendo González Núñez brindó un anticipo de la introducción al español de Sonic Warfare, de Steve Goodman. La traducción puede leerse acá; el libro original en inglés, acá. Visiten La Ciudad Technicolor, un blog exquisitamente deleuzeano.

De Córdoba con amor

viernes, noviembre 08, 2013

El punk después del punk después del...

Al momento de escribir esto, el hit Get Lucky suena en todas partes. Se trata de una estilizada pieza de música disco, pulida cual diamante, donde incluso participa el histórico guitarrista de Chic, Nile Rodgers. Justamente el dúo francés que la firma se hace llamar “Daft Punk”, que traducido sería algo así como “Punk tonto”, o más a fondo, “Putito tontito”. La máxima paradoja es que algo tan platónicamente disco esté cerca de algo tan poco punk. En su tríptico de notas sobre The Clash, publicadas en el semanario New Musical Express allá por diciembre del ’77, Lester Bangs dejaba claro que para él, “disco” era sinónimo de genocidio. “Las discotecas son campos de concentración, como la Isla del Placer en la película Pinocchio de Disney”, se animó a escribir, con toda su militancia rockerista encima. Se trataba de un artículo cuyas conclusiones son prematuramente lúcidas, porque Bangs se da cuenta de que el movimiento punk –como cualquier otro- acaba siendo lo que sus parroquianos hagan de él, por más que las intenciones, objetivos, programas, propagandas de los músicos sean otras. Los fans de The Clash que había entrevistado simplemente les declaraban que iban a los recitales porque les gustaba la ropa y porque querían hacer pogo. Divertirse. Saltar. Escupir…

¿Dónde quedaban las protestas y las propuestas de la banda en pro de una sociedad más justa? La respuesta podría darla Sadie Plant en su brillante racconto del situacionismo, The Most Radical Gesture (92): “(El punk) también sirvió para actuar como válvula de escape social: una vez acostumbrado a los jeans tajeados, los alfileres y las crestas, el público estaba casi agradecido de que la rebelión no se metiera mucho más en sus vidas”.

Una serie de notas sobre el punk, escrita por Pablo Schanton (uno de los responsables de que podamos disfrutar los textos de Simon Reynolds en Argentina) empieza acá, en Informe Escaleno. Espero ansioso una recopilación de artículos de Schanton, quien hace unos años viene demostrando cómo se puede seguir escribiendo crítica musical y cultural con agudeza, lucidez y captando problemáticas que exceden los acordes, los géneros y las lyrics.

martes, noviembre 05, 2013

Excursiones por la comarca




Como diría don Silvio: "Quiero partirme en dos". Un año en el que vuelven a publicarse textos de Néstor Sánchez, Germán Rozenmacher y Néstor Perlongher no es un año para despreciar.
Más sobre el libro de Sánchez, acá.
Más sobre el libro de Perlongher, acá.
Más sobre las obras completas de Rozenmacher, publicación en la que tuve la fortuna de participar, en un próximo post.

lunes, noviembre 04, 2013

Una vieja polémica

La idea fija fue una revista cultural online que seguí con dedicada lectura. Todavía pueden revisarse los cuentos, poesías y, sobre todos, los especiales que publicaron. Entre esos especiales (que abarcaron desde Néstor Sánchez hasta The Residents), Leonardo Longhi, Saurio y Cía tuvieron el acierto de dedicar un dossier a C. E. Feiling y la recuperación de varios de sus agusídimos artículos publicados en diarios y revistas. El dossier pueden revisarlo acá, me interesaba particularmente la discusión entre Feiling y Aira sobre el libro de Arturo Carrera y Emeterio Cerro, Retrato de un albañil adolescente & Telones zurcidos para títeres con himen, hacia fines de los '80. La reseña de Feiling que provocó la airada respuesta de Aira empieza así:
CARRERA ENTREPRENDE CEMENTERIO PERRO HACIA GAUCHERIAS GAUCHERIES DADAFEISMOS GIRONDINOS TAN FRANCESES AY TAN MORBOGALICOS QUE REPITEN REMEDAN REPICAN EL CUESCO DE JARRY SO JARRING DEAR CON MUEQUITAS MUESQUITAS MIS MUERTAS MUÑEMOSQUITAS HASTA DEJAR AL PUBLICO HECHO PULVICO DE ESTROFAS ABURRIDAS A BURRADAS SOECES.
¿A quién le hace gracia?
La pregunta es siempre pertinente cuando se trata de un chiste (y no veo de qué otro modo interpretar este libro de Carrera y Cerro). Por supuesto, muchas veces la mera formulación de esa pregunta implica confesar que uno carece de sentido del humor. Mea culpa, entonces.
El resto pueden leerlo acá.

PD.: De paso, si nunca lo hicieron, lean "El culto de San Cayetano" donde Feiling destroza, con delicadeza,  la narrativa de Osvaldo Soriano.
 

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