Leo, para mi trabajo, la novela Los 39 escalones de John Buchan (1914) y además de encontrarme con una entretenidísima historia de espías, conspiraciones y acción pre-primera guerra mundial, me sorprende este elocuente fragmento en el que la teoría de un inglés colonialista en Rodesia pone en juego la tensión entre el semblante y la identidad.
Buchan, John (2010[1914]): Los 39 escalones, Buenos Aires, La estación, pp.132-133.Pero de repente recordé algo que había escuchado del viejo Peter Pienaar en Rodesia. Ya he citado a Peter en mi relato. Era el mejor explorador que haya conocido y, antes de volverse una persona respetable, varias veces había tenido problemas con la ley y fue perseguido por las autoridades. Peter habló una vez conmigo sobre el tema del engaño y tenía una teoría que justo en este momento vino a mi mente. Dijo que, exceptuando las certezas absolutas como las huellas digitales, los simples rasgos físicos eran muy poco útiles para la identificación si el fugitivo realmente hacía bien su trabajo. Se reía de cosas como el pelo teñido, barbas falsas y disparates por el estilo. Lo único que importaba era lo que Peter llamaba "atmósfera".Si un hombre podía amoldarse perfectamente a un contexto diferente del ámbito en el que se lo había visto por primera vez y -esta es la parte más importante- realmente podía adaptarse a esas circunstancias comportándose como si nunca hubiera estado en otras, podría entonces engañar a los detectives más inteligentes sobre la tierra. Además, Peter solía contar una historia de cómo una vez había pedido prestado un saco negro y había entrado en una iglesia y compartido el mismo libro de cantos con el hombre que lo estaba persiguiendo. Si ese hombre lo hubiera visto antes rodeado de personas decentes lo habría reconocido; pero solo lo había visto apagando las luces de una cantina con un revólver.El recuerdo de la conversación con Peter me hizo sentir reconfortado por primera vez en todo el día. Peter había sido un hombre muy sabio, y los tipos a los que perseguía eran más que inteligentes. ¿Y si estaban haciendo lo que proponía Peter? Un tonto trata de parecer diferente; un hombre astuto se ve igual pero es diferente.Otra vez se hacía presente esa máxima de Peter que me había ayudado cuando fui peón caminero: "Si estás representando un papel, no lo podrás mantener a menos que te convenzas de que verdaderamente eres ese papel". Esto explicaba el partido de tenis. Esos tipos no necesitaban actuar, simplemente daban vuelta un picaporte y pasaban a otra vida tan natural para ellos como la primera. Suena como algo obvio, pero Peter solía decir que este era el truco de todos los criminales famosos.
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