No tengo el berretín de ser un bardo,
chamuyador letrao, ni de spamento.
Yo escribo humildemente lo que siento
y pa' escribir mejor, ¡lo hago en lunfardo!
Yo no le canto al perfumado nardo
ni al constelao azul del firmamento.
Yo busco en el suburbio sentimiento...
¡Pa' cantarle a una flor... le canto al cardo!
Y porque embroco la emoción que emana
del suburbio tristón, de la bacana,
del tango candombero y cadencioso,
surge a torrentes mi mistonga musa:
¡es que yo tengo un alma rantifusa
bajo esta pinta de bacán lustroso!
Hay que volver a ciertos poetas del lunfardo como Celedonio Flores. De un modo original, no se trata solo de volver al tango, tenemos que encontrar la vuelta a esta poesía, a estos violines de fango.
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