En 1961, la editorial Ediciones Culturales Argentinas publica La muerte y su traje, de Santiago Dabove, con prólogo de su amigo cercano, Jorge Luis Borges. Dabove había muerto en 1952 pero su escritura sobrevivía, de algún modo, a su partida con ese libro póstumo que veía la luz en los 60. El libro salía a destiempo, a destiempo de su autor pero también a destiempo de su época. En palabras de Borges: “Para este sueño o realidad que lleva la cifra de 1960, Santiago ha muerto y vive en las realidades o sueños que propone este libro”. Como si fuera un personaje soñado, muy poco sabemos sobre Santiago Dabove.
Sabemos que nació en 1889 y que vivió en Morón: “Una vez nos dijo, sonriendo, que disponía de todos los materiales para la redacción de una gran novela, porque siempre había vivido en Morón”. Nunca escribió esa novela pero nos dejó un cuento casi perfecto titulado “Tren”.
Sabemos también sobre su amistad con Macedonio Fernández ―junto a él y a su hermano Julio César formaron un grupo llamado “La Triquia”, cuyo lugar de reunión era el fondo de la casa de los Dabove en Morón. Sabemos sobre su amistad con Borges, Leopoldo Marechal y Scalabrini Ortiz, sostenida en sus discusiones literarias o filosófico-nihilistas en la confitería La Perla de Jujuy y Rivadavia en el barrio de Once. En esas reuniones, había surgido la idea de escribir una novela fantástica de forma colectiva, se habría titulado El hombre que será presidente.
Sabemos también sobre su admiración literaria por el Quijote, Edgar Allan Poe y “acaso, Maupassant”; y que su cuento “Ser polvo” tuvo la fortuna de sobrevivir de antología en antología, primero elegido por Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo para la Antología de la literatura fantástica, en 1965; hace algunos años, en 1997, recopilado por Héctor Libertella en 11 relatos argentinos del siglo XX (Una antología alternativa). Sabemos que varios de sus cuentos los había publicado en vida en las páginas de la Revista Multicolor de los Sábados del periódico sensacionalista Crítica hacia 1934, tal vez por intercesión del mismo Borges.
Sabemos, finalmente, que falleció en 1952, sin haber publicado un libro y que estaba obsesionado con la muerte, tal como lo recordaba Jorge Calvetti: “Era un poseso de la muerte. Ella le dominó como un demonio. Algunas tardes salía de su habitación como si hubiese estado contemplando sus cenizas”.
Exhumar La muerte y su traje, de Santiago Dabove puede ser la oportunidad de leer o releer una serie de cuentos, poemas y reflexiones donde la muerte, lo fantástico y el humor se entrecruzan para renovar la literatura argentina de los 40 y lanzar sus interrogantes hasta nuestros días.
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