domingo, octubre 27, 2013

Con Mario

miércoles, octubre 16, 2013

Lo que se llama pop



Visto en wtf? microsiervos.

domingo, octubre 13, 2013

Gestos críticos

Las formas son simples: una introducción, el planteo de alguna hipótesis, su aparente demostración con citas y anécdotas, la aparición de dos invitados que reafirman lo expresado, un final con conclusión o intervención de “los alumnos”, que siempre constatan lo dicho. Ninguna contradicción, ninguna discusión, ninguna noción distinta a las de quien enuncia, que se dice descreer del canon de la crítica, canonizándose en el proscenio visual. Pero también se exime, y autocrítico, en la última charla (porque eso hace, dialoga con el imaginario público recluído en el aula de su voz) recomienda ciertos textos de Borges que subraya imprescindibles. El artificio crítico que esto convoca es la inversión, ¿qué textos de Piglia recomendaría Borges? Pero hay otra cuestión más primitiva, o radical. Y ya no es el tono, sino la forma oral con la que Piglia construye su discurso, que remite más al titulado del concepto que a su verificación. Frases como “Borges estuvo más cerca que nadie de ser eso que quería ser”, “Borges iba a donde fuera a decir lo suyo, por eso estoy acá (¿?)” ó “La industria borgeana editorial y la industria borgeana académica, no quieren reconocer que Borges se quedó ciego en 1953 y su capacidad de estilo quedó destruida” (clase 1), demandan otro gesto crítico: la verdad de las mismas no se constatan en ningún momento.
Omar Genovese desmonta las clases de Piglia sobre Borges en la televisión pública en este artículo publicado en Perfil. Las lecturas a las que Genovese nos tiene acostumbrados en Nación Apache y en sus participaciones en Perfil, sumados a su novela Norep (una fantástica novela sobre Perón, construida desde el infierno sobre la parodia ácida al discurso paternalista y mesiánico del peronismo, son una muestra de cómo sostener una posición crítica, precisa y sin complaciencia. Me gusta leerlo en la estela de C. E. Feiling y de Carlos Correas; agradezco su falta de dulzura y su lucidez analítica. 

lunes, octubre 07, 2013

Una voz en el desierto

El domingo 16 de agosto de 1964, Raúl Baron Biza citó a su esposa Clotilde Sabattini junto a sus abogados en su departamento de la calle Esmeralda 1256 de la ciudad de Buenos Aires para ultimar los detalles de un divorcio que, desde la boda uruguaya, llevaba casi treinta años en intermitente proceso. Jorge Baron Biza, uno de los tres hijos del matrimonio que, al albur de estas intermitencias y cuando las separaciones acaloraron el feminismo de Clotilde, se llamó Jorge Baron Sabattini, define el vínculo de sus padres como una amalgama de amor y odio, “un apasionado divorcio infinito”.
Así comienza el estudio introductorio de Nora Avaro para la necesaria reedición de El desierto y su semilla de Jorge Baron Biza. La primera y última edición de esta obra inquietante era de Ediciones Simurg. Ahora, la decisión de republicar este novela, tras haberlo hecho con El traductor de Salvador Benesdra, es un verdadero acierto de la editorial Eterna Cadencia que, más allá de sus publicaciones novedosas, también vuelve su mirada a los años dejados atrás para exhumar estas joyas. 
Sin embargo, tal vez el término "joyas" no sea el más indicado. Tanto El traductor como El desierto y su semilla no son obras fácilmente asimilables. Ambas exploran lo monstruoso (una en su morosidad y su extensión; la otra en su trama y sus descripciones) para hacer saltar la serie literaria de los '90. En algún sentido, son excepcionales; son obras casi únicas, como si el molde se hubiera roto tras ser escritas y como si sus propios autores hubieran optado por dejar ese texto solitario, raro, inclasificable. Dos novelas que vuelven para ser leídas (para ser oídas) conjurando una voz en el desierto de la literatura argentina.
 

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