miércoles, abril 29, 2009

realidadficción: la peste

Palabras clave: GRIPE PORCINA - VENGANZA DE LA NATURALEZA - PARANOIA - APOCALIPSIS - SOSPECHA - DESCONFIANZA - EPIDEMIA - PESTE - PSICOSIS

"Esto es como película de ciencia ficción: estamos encerrados en casa, con las ventanas cerradas, comprando alimentos para un mes", contó a Clarín la ingeniera Beatriz Gómez. Pero la realidad en México rebasa la trama de cualquier película apocalíptica si se tiene en cuenta que 33 millones de alumnos no pueden ir a la escuela por la emergencia, que los militares están en las calles repartiendo barbijos y el Gobierno genera decretos escalofriantes que les permiten ingresar a la casa de cualquier enfermo de gripe, aislarlo y declarar cuarentena.

Desde sus trincheras, los mexicanos llaman a las radios, su contacto con el mundo real, y formulan preguntas que revelan su enorme pánico: ¿Dónde compro el antiviral? ¿Cuántos grados tengo que tener de temperatura para saber si estoy contagiado? ¿Enferma comer carne de cerdo? ¿Dónde reporto que una compañera de oficina está estornudando mucho?". (Clarín.)

Pero también:

"La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora." ("La máscara de la muerte roja" de Edgar Allan Poe).

Por otra parte:

"Además, le cupo a la rata una función histórica de incalculable trascendencia.
En la primavera de 1347 pasó por Constantinopla una peste procedente del Asia, y al año siguiente —1348—, tras asolar la Europa entera, llegó a Londres. Según las estadísticas de que dispuso el Papa Clemente VI, murieron en aquella pandemia 42.836.486 de personas.
El mal se iniciaba con respiración agitada y estornudos. Y era tal el temor al contagio , que cuando uno oía estornudar a otro se apartaba alarmado, pero no sin antes desearle, cristianamente, "salud".
La costumbre de decirle "salud" al prójimo estornudante fué, pues, la primera consecuencia de aquella peste." ("Función política y cultural de la rata" de Wimpy)

Además:

"Algunas de estas profecías aparecían como folletín en los periódicos y no eran leídas con menos avidez que las historias sentimentales de los tiempos en que había salud. Muchos de esos vaticinios se apoyaban en cálculos caprichosos en los que intervenían el milésimo del año, el número de muertos y la suma de los meses pasados bajo el imperio de la peste. Otros establecían comparaciones con las grandes pestes de la historia buscando similitudes (que las profecías llamaban constantes) y por medio de cálculos no menos caprichosos pretendían sacar enseñanza para la presente. Pero los más apreciados por el público eran sin disputa los que en un lenguaje apocalíptico anunciaban series de acontecimientos que siempre podían parecer los que la ciudad iba experimentando y cuya complejidad permitía todas las interpretaciones. Nos-tradamus y Santa Odilia eran consultados a diario y siempre con fruto. Lo que había de común en todas las profecías es que, en fin de cuentas, eran todas ellas tranquilizadoras. Sólo la peste no lo era." (La peste de A. Camus)

Y:

"Si hay que dar un valor objetivo a los dos términos así opuestos, la naturaleza, al proceder en oposición violenta a uno de ellos, debería ser concebida en constante rebelión contra sí misma: tan pronto el espanto de lo informe y lo indeciso desembocan en las precisiones del animal humano o del caballo, se sucederán, en un profundo tumulto, las formas más barrocas y más repugnantes. Todos los trastornos que parecen pertenecer propiamente a la vida humana no serían más que uno de los aspectos de esa revuelta alternada, oscilación rigurosa que se levanta con movimientos coléricos y que, si se considera arbitrariamente en un tiempo reducido la sucesión de revoluciones que han persistido sin fin, golpea y hace espuma como una ola en un día de tormenta." ("El caballo académico" de Georges Bataille)

Pueden verse también:

  1. The happening (N. Shyamalan)
  2. Twelve monkeys (T. Gilliam)
  3. El séptimo sello (I. Bergman)
  4. Los ríos profundos (J. M. Arguedas)
  5. Apocalipsis (San Juan)
  6. Etc.

lunes, abril 27, 2009

I try to be like Grace Kelly...

“[…] Pero, ¿puede un escritor de una clase escribir “para” otras, que no son la suya propia? Desde luego que sí cuando se lo hace desde la clase media para la alta pero no resulta tan claro ni tan fácil en el sentido inverso; lo más difícil de todo es hacerlo desde la clase alta o media para el proletariado. Pero como el proletariado no escribe para sí, como tardan en aparecer los escritores verdaderamente proletarios por su origen social y su proyección, son frecuentes los intentos por llenar esa carencia: intentos deliberados de ir al pueblo por medio de la literatura que producen una sensación angustiante cuando son de buena fe o de repugnancia cuando quieren hacer pasar gato por liebre.
Hay que explicar esta diferenciación: en el primer caso se deslizan involuntariamente rasgos que proclaman, rabiosos y reprimidos, que la imagen del mundo que se les propone a los proletarios sigue siendo de la clase superior y eso al pueblo no le sirve porque lo confunde, especialmente por la buena fe; en el segundo caso, se quiere hacer olvidar al proletariado (al pueblo) de su propia existencia, se lo quiere distraer con engaños haciéndole sentir que los embarazos de Grace Kelly tienen el mismo sentido y porvenir que los de sus mujeres. Es claro que tienen el mismo origen (y en eso se agota toda eventual consideración humanística) peor lo que por cierto importa son las pequeñas diferencias con que se encontrarán después los respectivos niñitos.” (p. 48-49)
Fuente: Jitrik, Noé (1967): “Comunicación e incomunicación entre intelectuales y pueblo” en Escritores argentinos. Dependencia o libertad, Buenos Aires, Ediciones Del Candil.

sábado, abril 25, 2009

Diario de Manhattan (fragmento)

domingo 7 [febrero]

Tendió a imponerse con exigencia durante toda la noche: ¿por qué tan alucinante?
Si me viese obligado a comparecer, ya me consta, entre otros factores, la inutilidad denigrante de lo que llamamos cultura, el despropósito que se nombra educación.
Cinco elementos primordiales aparecerían, creo, como de eficacia impostergable (en caso de componerse) para una supuesta regeneración del dilema. Y los enumero para releerlos, para no seguir adelante:
I. rescatar de lo ordinario el conocimiento de tipos humanos (conocerse, conocer al otro en especial a partir del sello cósmico.)
II. estudio activo del inconsciente, en base a evidencias que se protagonizan.
III. que el cuerpo, en su organización diversa y complicadísima, pueda contar con un instrumento objetivo de aprendizaje iniciático; arquería Zen como mejor ejemplo.
IV. simultáneamente, siempre, estudios de cosmos, de universo. O sea: estudio correlativo de tipos, inconsciente, cuerpo instrumento, y leyes que rigen, a su vez, psiquismo, cosmos y universo.
V. ética activa. Rigor sin consideraciones de tolerancia. La conducta como oración cotidiana.
Entonces sí religión; entonces sí re-ligarse.
En este sentido, a pesar de algunos casos relativamente favorables, me parece que la práctica del cristianismo tendería más bien a la fe de la emoción que a la fe de la conciencia. ¿Por eso resulta demasiado cómodo, demasiado complaciente?
Por algo el Dios (Os dí) de consumo más estable resulta casi tonto en su tolerancia patriarcal; no advertiría la carnestolenda interior impenetrable que se le escamotea en permanencia.

Fuente: Sánchez, Néstor (1988): “Diario de Manhattan” en La condición efímera, Buenos Aires, Sudamericana, p. 52-53.

miércoles, abril 22, 2009

Una buena nueva

Por fin una editorial argentina empieza a rescatar a ese escritor, Bernardo Kordon, que quedó en el sótano de la literatura argentina (tal vez por su tendencia realista, tal vez por la crudeza y desesperanza de sus tramas y personajes perdedores en la línea de la obra de Arlt, tal vez porque nunca tuvo el guiño de la crítica) y a quien dedicamos un post hace unos meses en el que incluímos "La última huelga de los basureros". Pues bien, la editorial platense Mil botellas, (quienes ya publicaron a Rafael Barret, entre otros) reedita en un mismo libro dos de las grandísimas novelas cortas del amigo Kordon, Alias Gardelito (1956) y Kid Ñandubay (1971). Vaya como muestra una párrafo de la primera:

"Todo indicaba que existía una especie de gente que no sólo aceptaba, sino que necesitaba del engaño, pagaba por eso. Lo fundamental era dejar que ellos se engañaran solos; no forzarlos nunca. Estaba visto que no era preciso forzarse para engañar a nadie; esa gente se engañaba sola. Él sólo quiso robar un perro; venderlo y cargar con las consecuencias. Pero he aquí que había caído en un mundo de amantes de los perros, donde la gente se enternecía y aflojaba la bolsa sin mayor resistencia. Lo mejor era quedarse quieto: mostrarse cariñoso con ese perro y pasearlo hasta que se presentara una nueva oportunidad. Pues estaba visto que por él mismo nadie le daría dinero para tomar un taxi, ni lo valorizaría en veinte pesos." (Alias Gardelito, p. 86-87)

Fuente: Kordon, Bernardo (1981): Alias Gardelito; Un horizonte de cemento; Kid Ñandubay, Buenos Aires, Galerna.

 

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