viernes, marzo 31, 2006

La sirvienta, Piekosinski, Pietrasinski y Pimko (Witold Gombrowicz)

En julio de 1935 la revista polaca Skamander publicó un fragmento del comienzo de la primera versión de Ferdydurke, abandonada más tarde. El texto puede considerarse, por la concentración evidente en pocas líneas de lo que luego desarrollará la novela, como un pequeño Ferdydurke ilustrado. Sólo apto para fanáticos.

De pronto la puerta se abrió y entró la sirvienta, trayendo el café de la mañana y medialunas. Esta puerca, criada que se encarga de todas las tareas de la casa, inclinó temerosamente su cuerpo y, con sus sucios garfios, apoyó el plato sobre la mesita que está junto a la cama. En respuesta a su reverencia, le hice, amable caballero, una señal con la cabeza y repentinamente —por esa señal— me sentí gran señor. Eso ocurrió automáticamente, gracias al simple poder de ese gesto impregnado de bonhomía y de una cierta nobleza. Inmediatamente, me sentí también más gallardo. Le administré entonces, patriarcalmente, un benévolo golpecito en el cachete a la sirvienta, y me sentí al mismo tiempo benévolo y patriarca. Algo que se parecía al espíritu de mis ancestros me penetraba y ocupaba el espacio vacante de mi espíritu. La sirvienta, regocijada con las tan inesperadas pruebas de mi buena disposición, lanzó un gritito agudo y mostró los dientes en una encantadora sonrisa. Entonces, como la estaba tratando decididamente demasiado bien, amonesté severamente a la muchacha por su mugre, su inmoralidad y su necedad, anunciando mi intención, si lo ocurrido volvía a repetirse, de proceder a hacer una deducción de su salario, e incluso de ponerla de patitas en la calle. Y cuanto más la reprimía, mejor me sentía y estaba mejor. Colmada de terror, la sirvienta, arrojada desde lo alto de sus sueños a la vorágine de la vergüenza, se puso a lloriquear dulcemente. La perdoné, lo que me valió experimentar cierta grandeza de alma, y la autoricé a retirarse, cosa que hizo sollozando. Empecé a vestirme en una atmósfera un poco más serena. Me acordé de mi tía La Condesa, las tradiciones y la opulencia de mis ancestros. «Sea como fuere —pensé con alivio— sigo siendo un señor, a pesar de mis pocas monedas. Mientras tenga una sirvienta, la situación no es tan catastrófica. No, por el momento no siento ninguna necesidad de servir. ¿Por qué tendría que convertirme en un empleado de oficina asalariado, si con veinte zlotys por mes, puedo ser por siempre un señor a los ojos de una sirvienta?»

Repentinamente sonó el timbre y vi entrar a Piekosinski, mi antiguo camarada de colegio, actualmente auxiliar en una tienda de comestibles.

El aspecto del tipo me sorprendió: ya no era más el delgaducho dependiente de tienda; quiero decir que su flaqueza era la de siempre pero estaba enriquecida con una suerte de inflexibilidad magnífica. Era, de hecho, como si Piekosinski se hubiera puesto por debajo de su delgadez una armadura. ¿Qué era lo que había pasado? ¿De dónde venía ese espléndido espíritu que se percibía no ya «en» Piekosinski, sino más bien «debajo» de Piekosinski? ¿Había él también soñado algo esa mañana? Me sorprendí más todavía cuando, en lugar de saludarme normalmente, separó los dedos y vociferó: «¡Salve, Pietrasinski!». La sirvienta huyó inmediatamente hacia la cocina persignándose, pero él ya se despojaba de su abrigo y me exhortaba a elevarme del marasmo en el que vegetaba y unirme con él en la vía de la Acción y de la Fuerza, y a que me incorporara a la Unión de Combatientes de la Espada recientemente fundada por Pietrasinski.

— ¡Es hora de batir los aceros de los actos!, dijo Piekosinski, trayéndome a la mente con ese aforismo la Asociación de Mujeres y muchas otras. — Yo también estaba atascado como tú en el lodazal de las lamentaciones estériles —prosiguió—, sin saber dónde encontrar mi alegría de vivir perdida, sin saber a los pies de qué fetiche inclinarme. Pero ahora ya sé qué hacer. Me incliné frente a Pietrasinski y estoy salvado. De ahora en adelante, ya sé quién soy y lo que debo hacer. ¡Lo que Pietrasinski ordene, yo lo ejecuto!

Cuando, un poco turbado, le remarqué que, por mi parte, tendría vergüenza de separar mis dedos y gritar «Salve» en lugar de saludar como todo el mundo, me respondió que él no tenía ningún tipo de vergüenza. En efecto, cuanto más vergonzoso es un acto, más grande es el honor y el heroísmo que genera.

—Si Pietrasinski lo ordena, voy a lamer todas las tinas y sobre ese acto fundaré mi dignidad y orgullo, sin hablar de todos los otros beneficios que obtendría.

—¿Por qué Pietrasinski? —le pregunté sorprendido. A ese Pietrasinski yo lo tengo conocido como un zapatero bastante bueno, pero ¿en qué es él mejor que tú? ¿Qué es lo que cambió de repente?

—Alto —dijo gruñendo y jadeando, los dedos separados—. Basta de blasfemar porque me voy a ver obligado a romperte la jeta. ¿Ves este bastón? De acuerdo, Pietrasinski es efectivamente zapatero, pero ensaya solamente inclinarte cara a tierra frente a él y de besarle el talón, y ya verás cómo crecerá a tus ojos de repente. El problema es que no hay que esperar que comience a crecer, sino que hay que prosternarse a sus pies antes que nada y besarle el talón. Por supuesto que te digo esto aparte, como una suerte de post-scriptum, una añadidura al margen, porque ya he besado su talón, creo en él y, puesto que creo, no es tiempo de analizar ni de admitir la duda, dado que la menor duda es un pecado contra la fe, para ser digno de la cual la mayor cualidad es ser ciego. De todos modos, te aconsejo hacer lo mismo, prostérnate frente a Pietrasinski y reconoce en él al Jefe, a Dios, al Absoluto. Por otro lado, si no lo reconoces —berreó súbitamente amenazador— tendrás problemas con nosotros. ¡Tómalo o déjalo! ¡Nos veremos dentro de muy poco! Te doy dos semanas para que reflexiones, ¿me oíste? ¡Dos semanas, ni una hora más! ¡Nos vemos en dos semanas!

Y salió gritando «¡Salve Pietrasinski!»

Hum... ¿Así que eso era?... ¿Así que Piekosinski se ha vuelto servidor de ese zapatero de mala muerte? Sí, lo sirve, pero el otro lo sirve también. Y es más, lo sirve muy bien, porque Piekosinski está en mejor forma que nunca. Nunca tuvo tanto color ni tanto fuego. Un hombre completamente distinto. Sí, pero ¿en qué se sirven mutuamente? ¿En producir heroísmo? Piekosinski ha procedido con mucha habilidad al revolcarse en el polvo delante de Pietrasinski. Lo ha elevado al rango de un jefe o de un Dios, a fin de que en su momento lo tire hacia lo alto por las orejas. ¿Resultado? El primero, hasta no hace mucho tiempo simple zapatero, es en la actualidad un Dios, mientras que el otro, un auxiliar de tienda, se ha convertido en el confidente de ese Dios.

Presa de esos pensamientos, comencé a fantasear seriamente, por razones de higiene espiritual, con incorporarme a la Unión de Combatientes de la Espada, tal como Piekosinski me había aconsejado. Después de todo, el cuerpo como el alma tienen necesidad de un cierto entrenamiento y, así como damos golpes con el pie a un balón de fútbol no por el balón en sí, sino para fortalecer los músculos bajo la apariencia de un juego inocente y tener la ocasión de hacer un poco de ejercicio al aire libre, así se puede rendir homenaje a Pietrasinski no por Pietrasinski en sí mismo, como es bien claro, sino para fortalecer el espíritu con un poco de ejercicio y aire puro. No obstante, ¿para qué buscar dioses extraños cuando tengo en mi propia casa una sirvienta? Llamé a la mucama, le ordené sentarse en el sillón e instituí en su honor los ritos adecuados, entre los cuales se hallaba el besarle el talón. Y, de hecho, desde que me arrodillé frente a ella, pareció agrandarse un poco a mis ojos, y cuando hube depositado sobre su talón un beso respetuoso, se infló de golpe, llenando toda la habitación con su persona, y se impregnó de una fuerza tal que me espanté y caí frente a ella boca abajo, esta vez sinceramente, suplicándole tuviera a bien protegerme. No fue sino al cabo de un largo momento que me di cuenta que se trataba de mi sirvienta Maryska y que era yo, yo mismo, quien le había dado proporciones semejantes. Pero verdaderamente, ¡qué elasticidad en el hombre! ¡Vean todo lo que puede hacer de sí mismo y del prójimo! Cuando se desinfló un poco, comenzamos a desfilar por el departamento, mientras cantábamos portando un estandarte confeccionado a toda velocidad a partir de un pañuelo. Le recomendé a la sirvienta dar una vuelta a la mesa, y yo empecé a caminar delante de ella rígido, bamboleando el torso y blandiendo en lo alto mi bandera. En efecto, algo parecido a un espíritu nuevo, diferente, me abarcaba, hinchaba mi pecho: fidelidad, heroísmo, determinación, firmeza, disciplina, entusiasmo, energía, fuerza, obediencia ciega. Y ya empezaba a preguntarme si no había que creer en la sirvienta cuando el timbre volvió a sonar. En el vano de la puerta surgió inopinadamente aquel distinguido profesor: T. Pimko. Era un filólogo muy culto, originario de Cracovia, que venía a presentarme sus condolencias por el deceso de una tía muerta hacia muchísimo tiempo y que yo había olvidado completamente.

Fuente: Con V de Vian, Buenos Aires, Año 1, nº 3, Junio-Julio de 1991, págs. 20-21.

jueves, marzo 30, 2006

Gianni Vattimo en Argentina

El filósofo italiano Gianni Vattimo visitará la Argentina en Abril. La conferencia será en el Nacional Buenos Aires (Bolívar 263), el día 11 de Abril a las 19hs. y el tema: "Sexualidad, arte e individuo."

Se recomienda, sí o sí, inscribirse en el Centro Cultural Rojas (Corrientes 2038) del 3 al 10 de Abril, de 10 a 17 hs.

lunes, marzo 27, 2006

Panorama del 21º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

por Pablo Croci.

Les dejo aquí un grupo de breves reseñas de lo que alcance a ver en el 21º Festival Internacional de Mar del Plata, del que, por un lado, se dijo se había acercado a los contenidos del BAFICI, pero que por otro lado mostró apenas dos o tres películas de alto calibre, y que además, no fueron premiadas. Presentó un cuestionable Astor de Oro a Noticias Lejanas del mexicano Ricardo Benet, película que ganó bajo el criterio de seleccionar un film latinoamericano, dejando atrás una obra de gran nivel como la del director alemán Werner Herzog. Como suele suceder, lo más interesante del Festival estuvo por fuera de la Competencia Oficial.

Competencia Oficial

The wild blue yonder (La salvaje y azul lejanía) Werner Herzog.
Alemania, Reino Unido, Francia. 2005, 81 min.

El último film del experimentado director alemán Werner Herzog vuelve a revelarnos su lucidez reflexiva y la capacidad incansable de experimentación, aunque ahora en un relato dentro del género de la ciencia ficción. Sin Klaus Kinski, pero con un Brad Dourif al modo de aquel viejo anfitrión del barco que desembocaría en el giro hacia la Primera Guerra Mundial en Y la nave va… de Fellini, Herzog nos narra un truncado viaje hacia el futuro a partir de imágenes de archivo de la NASA y con un narrador extraterrestre, que de extraterrestre, solo tiene los rasgos de un viejo profesor de antropología. Con un insistente y eficaz tono irónico el director alemán hecha mano al género de la ciencia ficción, para reflexionar y poner en ridículo al destino que nuestro científicos y la maquinaria evolutiva encamina al planeta. Así el director cuestiona desde la lentitud de las imágenes, desde un planeta extraterrestre aún más destrozado que nuestro postmodernismo globalizado; y un laberíntico e infinito mar azul, el perpetuo concepto de progreso. Invertimos millones de dólares para alcanzar algún planeta extraterrestre, aunque estamos a millones de años luz de lograrlo, y a millones de años luz de pensar el presente ecológico de nuestro planeta.
A diferencia del resto de los films de la competencia oficial, es la única película que establece un logrado equilibrio entre el contenido y la forma, lo cual sabemos, es muy poco festivalero como para ser premiado. A comparación del resto, un film de primer nivel, que pagó a la hora de los premios, el precio de su propia condición.

Cinema, aspirinas e urubus (Cine, aspirinas y buitres) Marcelo Gomes.
Brasil, 2005. 99 min.

El cuarto film del director brasilero nos narra el entrañable origen de una amistad en el árido nordeste brasilero, entre un alemán (Johann) que le escapa a la Segunda Guerra Mundial y un brasilero que le escapa a la sequía (Ranulpho). Con el objetivo de vender y difundir mediante publicidades cinematográficas un nuevo remedio (las hoy en día populares aspirinas) se sumergen en las dificultades de las aridez brasilera y el encuentro entre dos culturas, con lenguajes y códigos opuestos. Así, y mediante la creación de un constante contraste de luz quemada de fondo, como declaró el director luego de la función de prensa, la película nos hace reflexionar sobre el pasado vivido por nuestros abuelos, la constitución mixta de nuestra identidad y las corrientes inmigratorias y migratorias entre el nuevo y el viejo continente.
Aunque sin demasiados riesgos formales pero logrando una de las más hermosas químicas entre dos actores de los últimos tiempos, el film de Gomes estaba también entre las favoritas para el Astor de Oro. Finalmente ganó el premio al mejor film de Iberoamérica, pero no conquistó el premio al mejor actor que el poco experimentado Joao Miguel merecía mucho más que el repetitivo William H. Macy.


Café Transit (Border café) Kambozia Partovi
Irán, Francia. 104 min.

Reyhan es una viuda iraní que debe enfrentar los golpes de la tradición y la religión en las fronteras del país de Oriente. Madre de dos hijas se ve obligada por la ley patriarcal a casarse con el hermano de su difunto marido. Oponiéndose y reabriendo un parador al costado de una ruta, que ofrece las mejores comidas de la zona, replantea cual es el lugar de la mujer en todo el mundo. Entonces, ese parador se transforma en una especie de micro mundo donde pensar el planeta globalizado, a partir de una alemana que también se refugia allí luego de recibir la misma opresión pero a lo largo de las rutas, viendo a las pequeñas hijas de Reyhan trabajando a la par que su madre y a numerosos camioneros o personajes locales, que a diferencia que su cuñado, respetan y valoran a la mujer. Pero, como la tradición parece ser aún en Irán (las mujeres todavía no pueden destapar sus cabellos incluso en las grandes ciudades) como las inquebrantables leyes de la tragedia griega, el film se torna desalentador hacia las posibilidades de transformación de la realidad femenina. Y es esa elección de evadir el final feliz, un acierto del director.
Con la mejor actuación de todo el festival a cargo de la actriz Fereshteh Sadr Orfani, y siendo el film políticamente más correcto y atrayente para el público, el premio de Mención Especial que recibió, nos deja otra vez un sabor amargo, gracias al Jurado.

Kamataki - Claude Gagnon
Canadá, 2005, 110 min.

Al igual que la mayoría de las películas que integró la sección de Competencia Oficial, el film de director Claude Gagnon que vivió en Asia durante años y fue de los pioneros en recibir premios en ese continente, nos narra una historia que prima sobre el contenido y no arriesga nada desde lo formal. Aunque, también al igual que las anteriores películas nombradas, nos introduce en el fascinante camino de iniciación y paso a la adultez de Ken, un jóven canadiense que pierde a su padre y las ganas de vivir. Entonces, viaja a Japón a conocer al tío Takuma, uno de los más famosos alfareros kamataki, y en donde se abre al aprendizaje del oficio, su iniciación sexual y los primeros pasos hacia la adultez.
Con una actuación muy lograda del maestro alfarero por parte de Tatsuya Fuji, y con las numerosas enseñanzas que revelan los secretos de la infinita sabiduría oriental (símbolos de llamada sexual, soledad ante el oficio, vacío para el aprendizaje), Gagnon nos ofreció un film de una profunda emoción y sinceridad, que claro, también estaba entre las favoritas de público y crítica, y no recibió ningún premio.


Out of competition

Los puntos altos del Festival estuvieron recorriendo las salas por fuera de los grandes premios. Dentro de Out of competition, se destacó la comedia del incansable director británico Michael Winterbottom A cock & bull Story con una adaptación de la obra maestra literaria The life and opinions of Tristan Shandy. Saltando entre el siglo XVIII y el siglo XXI, cuenta la historia de un hacendado inglés y, por otro lado, las desventuras de la realización de este film en la actualidad, con un tono crítico e irónico del star system, la industria y la convenciones del cine actual. El director inglés también ofreció una master class abierta por completo al público, que pronto será transcripta.
Dentro también de esta sección sobresalió el film del director americano Abel Ferrara, que también con estridente master class de por medio, mostró en el Festival Mary. Protagonizada con las logradas actuaciones de Juliette Binoche y Forest Whitaker, realiza un nuevo planteo sobre la fe cristiana en el mundo de hoy, oponiéndose radicalmente a La pasión de Cristo y con un ritmo devastador, contrastes de colores extraídos de la plástica y algunos planos excepcionales.
Por último, también dentro de esta sección se impuso la película del director alemán Marc Rothemund. “Sophie Scholl nombre de la única mujer que integró La Rosa Blanca, un grupo de estudiantes secundarios que intenta enfrentar a la maquinaria nazi, a través de panfletos contestarios en los pasillos de las facultades de la Munich de 1943. Pero tanto ella como su hermano son atrapados y el film será el firme relato de su proceso interrogatorio, y posterior enjuiciamiento. La película se ofrece como un exhaustivo registro de lo que será la defensa personal de Sophie, como una ventana hacia la defensa de los valores humanos y hacia la firmeza actoral de una actriz tan joven como deslumbrante; sobretodo en el extenso interrogatorio frente al enviado de la Gestapo.

Punto de vista

Dentro de esta sección la mayoría del público y crítica encontró uno de los films que más conmoción causó, y uno de los más comentados en las largas filas de todo el Festival. C.R.A.Z.Y tiene la virtud de, sin caer en demasiadas pretensiones, relatar la ambigüedad del amor y la búsqueda de la felicidad, de la mayoría de las familias de clase media americana. Además, este film del director francés Jean-Marc Vallée se estructura no solo como un film, sino que parece encerrar tres. El primero, influenciado desde el psicoanálisis, nos invita a conocer la historia de Zac, quién atraviesa los conflictos del pasaje a la adolescencia y adultez, con el descubrimiento de su verdadera sexualidad, enfrentada a la fuertes figuras de sus padres. Por otro lado, es también la historia de un padre que ama profundamente a sus hijos, y carga con los conflictos de criar a cinco varones, con las posibles identificaciones, contradicciones o rebeldías que hay en juego. Por último, también es una historia dentro del género musical. El amor del padre de Zac por la música es tan inmenso que todos los años canta la misma canción, e incluso los nombres de sus hijos provienen de ella. Y también, definiendo el vínculo entre ambos, Zac es un amante e interprete (y luego dj) de los grandes ídolos de la décadas de los 70`y 80`.
Finalmente, con una belleza enorme, un tono humorístico eficazmente administrado y respetando la forma de un clásico relato, nos hace reflexionar sobre las crucifixiones con las que cada uno carga dentro de su familia, los difíciles pasos hacia la adultez, la búsqueda de la libertad personal; y las posibles reconciliaciones con los padres.


Ventana documental y Caloi en su tinta

Dentro de la Ventana Documental se emitió la película del reconocido fotógrafo y director de videoclips David LaChapelle, llamada Rize. Documental que narra el origen de una danza callejera originada en el 1992 tras el asesinato de Rodney King y creada por Tommy, The Clown. Esta danza es la manifestación de la opresión, el lugar de comunicación y unión de los habitantes de las zonas más pobres de Los Ángeles. Este movimiento reúne la mezcla de danzas callejeras ya existentes, con lo más ancestral de las danzas africanas, y con el paso del tiempo la resignificación en una segunda danza, aún mas agresiva, llamada Krumping. Incluso, deviene en una gran competencia oficial y a la construcción de un arte excepcional, entre ambos bandos. Tratada con una emoción in crecendo la película informa y promueve, aunque cae por momentos, en un fetichismo de su propia virtud fotográfica.

Al igual que él BAFICI integró en su ultima edición la sección de animación, los marplatenses incorporaron la Miradas Animadas gracias al trabajo del equipo del experimentado programa Caloi en su tinta. Recopilando cortos y largos de animación ganadores del Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy (el Cannes de la animación) bajo once programas y que abarcaron desde 1960 hasta el 2005 y una multiplicidad de técnicas, fue una excelente oportunidad para contemplar un arte que casi no tiene lugar en los circuitos de exhibición de nuestro país, y por lo que pude ver en algunas ocasiones, supera en calidad a las producciones no animadas. De tan vasto territorio, pude ver el Programa 3, que encerraba el largo del surrealista director polaco Jan Svankmajer, con una transposición del clásico infantil “Alicia en el país de las maravillas” con el tono voraz y siniestro que caracteriza a su estilo.
También pude ver el Programa 9, donde anidaron las magistrales realizaciones del equipo de inglés de Nick Park y Peter Lord con Cats or Dogs? de Richard Goleszowski, junto a los también geniales cortos L’invantaire fantome de Franck Dion, Hello de Jonathan Nix, La révolution des crabes de Arthur de Pin, entre otros. Sin duda una sección, que debe permanecer en el tiempo, y contó además con la presencia de la directora de Annecy, Tiziana Loschi.

sábado, marzo 25, 2006

El oficio del recuerdo

2/4

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No recuerdo nada preciso de ese día porque aún no había nacido. En mi mente, anidan las líneas de un recuerdo construido cada año a partir del relato de los adultos de mi familia. Ese día (24 de marzo del 76') todos vivían en la tenebrosa e inmensa casa de mi abuela Delia. Apilados, hacinados, ante las complicaciones económicas de cuatro adultos que todavía no tenían frutos económicos en su desempeño profesional.
El primero en recibir la noticia parece que fue mi viejo. La escuchó en la radio a la madrugada, a eso de las cuatro, o más tarde, y comenzó a gritar como un loco con rabia, como lo hacia siempre, con casi todo.
De a poco se fueron levantando el resto de los cadáveres. Todos en pijama y con cara de muertos. Mi tío Horacio vio a mi viejo sentado en la cocina junto a la radio y se sentó en silencio a su lado, asintiendo con la cabeza y con un característico movimiento ondulatorio de su pie izquierdo. Luego, llegó mi mamá, rezongando también como siempre, y pidiéndole a mi viejo que bajara la voz, que mi abuela iba a despertarse. Después llegaron desde el departamentito de la terraza mi tío Guillermo y Sara, mi madrina, con una terrible cara de miedo y preguntando si le había pasado algo a la abuela. Todos de a poco se fueron sentando en la cocina mientras en la radio salían las voces de los militares como una bandada de aves negras. Todos se quedaron quietos durante horas, como cuando en un velorio los cuerpos se dan calor unos a los otros, pero no dicen nada; y respiran, sólo respiran, el aura de lo que se fue.

2 /

Un sol que rajaba la tierra caía sobre el jardín de la casa de Josefa, mi otra abuela. Por suerte, la Santa Rita que se extendía a lo largo de una pérgola nos cubría del calor y se podía almorzar en paz. Yo tenía doce años y estaba en uno de los asados que casi siempre mi viejo hacia domingo por medio. Pero esa vez, los invitados no eran las mismas tías aburridas de siempre, o los amigos borrachos de tribunales, esa tarde mi viejo volvía a encontrarse con un grupo de amigos de la militancia. Daniel (mi viejo) había militado en la Juventud Peronista de la Facultad de Derecho, y parece ser que llegado cierto punto de peligrosidad, se abrió junto a un grupo grande de gente. Igual, tuvo que recluirse en una piecita de San Justo y casi no salir durante meses.
De a poco fueron llegando los comensales y todos se abrazaban y coreaban como si fuesen hermanos separados al nacer. A todos tuve que saludar con la mano firme como me habían indicado y soporté frases del tipo: “¡Mirá, hijo de tigre como el Ogro!”, “¡Ojos de Ogro como el Ogro!”. Descubrí entonces, que a mi viejo le decían “el Ogro”, cosa que conociéndolo no me llamaba la atención; y parecía que algo en mi cuerpo de niño conservaba algo de la juventud de él.
El asado transcurrió en calma, aunque se bajaron no se cuantas botellas de vino y la cosa se puso un poco picada a la hora del postre, junto a una dura partida de truco. A eso de las dos de la tarde, algunos empezaron a irse y solo quedaron al lado nuestro, con una tremenda curda, dos o tres, los verdaderos amigos. De pronto, una sola pregunta, una sola hilera de palabras cayó sobre la mesa de mármol como un trueno en una tormenta eléctrica.
“¿Te acordás de Miguel?” preguntó Oscar, un ahora reconocido abogado, y uno de los tipos con los que mi viejo había zafado de una bomba en un cuartito de la facultad. Todos enmudecieron y una ráfaga de viento acarició el pelo de los cuatro seres que todavía permanecían en la mesa.
Rubén, otro compañero, el más joven, dijo: “¿Te acordás que siempre tenía un piropo divertido para las compañeras?”. Mi viejo, con la cara contraída como cuando lloraba a escondidas en la cocina, dijo: “¿Te acordás que se le levantaba el bigote hacia la izquierda y guiñaba un ojo cuando estaba borracho?”. Jorge, el último en hablar, mientras bebía vino en calma, dijo: “¿Se acuerdan del timbre de su voz?, ¿el olor a húmedo de su sobretodo azul?, ¿las manos ásperas y cargadas de libros?, ¿y de sus gritos en el cuarto de al lado?, ¿y su cara de niño encerrada en un auto?, ¿y su rostro sonriente cuando se nos aparece en sueños?”.
El resto del recuerdo no lo puedo contar con precisión, porque apenas Rubén terminó de ametrallar esa serie de recuerdos, fui mandado a mi cuarto en una especie de penitencia o censura. Pero sí, apoyé la oreja en la puerta de mi cuarto y pude oír, el canto melancólico y ridículo de una marcha, entre lágrimas y mocos, abrazos y gritos.

viernes, marzo 24, 2006

Descongelar la memoria

La inmortalidad siempre fue una fantasía y un sueño humano. Es una de las características que, en las mitologías clásicas y en muchas religiones, nos separan de los dioses. Fue una de las grandes quimeras de la ciencia ficción por décadas. Somos mortales (Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Sócrates es mortal). En la década de los 70, particularmente en los Estados Unidos, se disparó a través de la criogenia una moda que haría realidad aquel cuentito sobre el congelamiento de Walt Disney, con el que muchos fantaseamos durante la infancia. Esta vez, las puertas de la eternidad no las abría la magia, la fe o la imaginación: lo hacía la ciencia.

El disparador fue un libro llamado Perspectivas de la Inmortalidad, publicado en 1964 por Robert Ettinger. Los procedimientos que diez años después llevarían al primer grupo de personas literalmente al freezer consistían en el congelamiento del cerebro para una futura, aunque no certera, reanimación, manteniendo la personalidad, la memoria, la identidad, pero no, desde ya, la conciencia, intactas. A esto se lo llamó inmortalidad.

¿Puede haber inmortalidad sin conciencia, quiero decir, sin continuidad de conciencia? ¿”Matar la muerte”, negarla, es realmente eso? Por momentos pienso que, en realidad, lo único que se hace es retrasar un proceso natural e inevitable, pienso que todo este acontecimiento lo único que deja es cuerpos olvidados en congeladores a la vera del tiempo. A veces, cuando escucho gente que al hablar del golpe del 76 opina que hay que dejar de dar vueltas en el pasado y pensar en el futuro, o utiliza argumentos similares, pienso que con la memoria alrededor de la última dictadura militar pasó algo parecido.

In crescendo los últimos años, y en particular este último marzo a raíz del 30º aniversario del 24 de marzo de 1976 parece haber habido, sin embargo, un despertar al respecto. Los medios se despabilan: hay que preparar notas, armar dossieres, grabar documentales, producir programas especiales, pensar números adecuados para la ocasión. Se va a producir un acontecimiento novedoso: recordar. Tanto circo mediático nos obliga también a nosotros a despertarnos, pero para formularnos otra pregunta: ¿a quién vamos a dejar que nos cuente la historia? Como mis hermanos y la mayoría de mis amigos y compañeros, nací y crecí en tiempos de democracia. Personalmente, conocí sobre la última dictadura un deliberado silencio y la moraleja de una valoración preciosa, casi inargumentable, de la democracia, más allá de todos sus vicios y defectos. Inargumentable, digo, pero no porque no se pudiera argumentar en su favor sino porque los argumentos reales no eran ni parecían ser expresables en palabras. Por lo menos hasta los últimos años de la secundaria y los primeros de la carrera, conocí la dictadura desde su oscuridad.

La primera narración viva que escuché al respecto fue la de una profesora de matemática que a raíz de un acto protocolar de la secundaria, eligió hablar en su discurso sobre la llamada “Noche de los Lápices”. Esa mañana, no hubo clase de matemática; terminado el acto la historia prosiguió en el aula, más detallada y con lágrimas en los ojos. Nunca antes había escuchado a alguien contar un hecho histórico con lágrimas en los ojos.

Posteriormente comprendí aquello de Stephen Crane, un autor y periodista norteamericano de finales del siglo XIX, que creía que detrás de toda historia pública existe una historia íntima y que debemos sospechar de las explicaciones que la sociedad frecuentemente se da a sí misma para seguir adelante.

Buscar la historia íntima, creo que este plan, si no es correcto, por lo menos es constructivo. Creo que el futuro no está en dejar de lado el pasado, en callarlo sino, por el contrario en dejarlo hablar, en escuchar y dialogar con esas historias vivas, íntimas, que tienen detrás. Esas historias están latentes en muchos de los que vivieron en esa época y a veces necesitan quebrar la voz y soltar las lágrimas para poder salir. Los que tuvimos la suerte de no padecer el Proceso, tenemos que descongelar esa memoria congelada, detenida en el tiempo a fuerza de desapariciones, torturas y silenciamientos. Quizá no descubramos la fórmula para la inmortalidad, pero al menos conseguiremos aprender de lo pasado. Y no cometer los mismos errores.

En la Tierra de Nunca Jamás

"¿Cuál? ¿El libro que dice 'Nunca jamás'?"dijo mi hermano Nicolás (8 años), refiriéndose al dossier fotográfico de Caras y Caretas (vaya precio tiene la memoria) que en la contratapa tiene una pared con una pintada que, en realidad, dice "Nunca más". Y es lógico que mi hermano haya errado en la frase porque lo más cercano que pudo recordar al "Nunca más" del Juicio a las Juntas fue un mundo donde reinaba un niño que no crecía, astuto y valiente cuyo más grande enemigo era un pirata obsesionado con los relojes; un mundo donde corrían libres, donde se divertían, donde volaban gracias a un polvo extraño los niños perdidos; un mundo donde coexistían piratas, sirenas y hadas molestas y hermosas; es decir Nico no hizo más que pensar en la Tierra de Nunca Jamás.

Ahora bien, el Nunca Más nos condujo a la Tierra de Nunca Jamás pero trastocó algunas cuestiones y personajes de la bella historia. De repente, los niños perdidos no son sólo niños perdidos sino que son, ahora, niños desaparecidos. Como si una mano negra, con un guante verde falcon se los hubiera robado de sus casas, de sus camas, de las calles de las ciudades. "Ni vivos, ni muertos: desaparecidos" diría el continuo canto de las aves de carroña que circulan por los cielos cerrados de la antes hermosa Tierra de Nunca Jamás. Porque los árboles se convirtieron en troncos grisáceos, árboles sin vida, cenizas compactadas, tumbas vegetales y los ríos se volvieron rojizos y densos con la sangre de los niños desaparecidos. El capitán Garfio convenció a Peter Pan de que lo mejor era trabajar en conjunto para traer más niños al país del Nunca Más, lo engatuzó con su discurso venenoso, le prometió un lugar en su barco para él y Campanita. Al principio, Peter Pan dudó pero después se dio cuenta que no sólo no perdía nada sino que si no se aliaba podía sucederle lo mismo que a sus antiguos amigos: los primeros niños perdidos fueron tirados por la borda del barco para que sus huesos se consumieran en las aguas cristalinas de los mares de Nunca Jamás. Y pensar que los niños perdidos luchaban contra los piratas y de repente, como por arte de magia, fueron cayendo uno a uno y el Capitan Garfio que se había cansado de su garfio, alternaba entre una picana, un encendedor, un alambre y les infrigía pequeños suplicios mientras los niños perdidos clamaban por un Peter Pan que los rescatara o que, por lo menos, les tirara un polvito para escaparse de ahí. De más está decir que Peter Pan estaba echando polvitos pero con Campanita, cerrando los ojos para no recordar, para no escuchar los gritos, para no sentir las muertes.

El Capitán Garfio odiaba los relojes. No debía existir un pasado en el que los niños perdidos se burlaban de los piratas, se salían con la suya y tal vez hasta algún día podían triunfar sobre los malvados. No debía existir un futuro, una Historia que avanza, un futuro sin Garfio y los piratas, un futuro que se les escapara de las manos. Sin embargo, los niños desaparecidos, "ni vivos, ni muertos", resurgieron del fondo del mar, se treparon del barco pirata ye n huesos y todo pelearon contra la tripualción, arrojaron a Garifo al mar donde un cocodrilo se lo devoró con picana y todo, y luego de habrles dado su merecido a los piratas. Al final, los niños desaparecidos volaron sobre las alas de pájaros multicolores, nadaron entres las escamas de las sirenas, robaron el polvo para volar y escaparon de la Tierra de Nunca Jamás para retornar al lugar de donde vinieron, para mostrales a los otros que no estaban vivos porque estaban desaparecidos y no estaban muertos porque estaban desaparecidos.

ahí

Hay cadáveres.

PD.: En nuestra radio, leído por Perlongher (gentileza de El Ortiba).

jueves, marzo 23, 2006

Después del 24...

Vayan!, parece que voy y leo unos poemitas.

miércoles, marzo 22, 2006

Adiós a Sófocles y a Freud

Salió en video “Código 46”, uno de los últimos films del hiperproductivo director británico Michael Winterbottom. Al igual que con cada paso que da este director, esta historia de amor escenificada en un futuro cercano no se parece en nada a sus anteriores producciones, salvo por contar con la misma forma de producción: cámaras ligeras y retocadas para que los 35mm duren más, un equipo de no más de 15 personas y dos o tres actores con excelentes actuaciones. Desde la banda sonora esconde algunos guiños para fanáticos, como Mick Jones de The Clash, varias hazañas de diseño gráfico o emocionantes visiones subjetivas del protagonista.

En “Código 46” se narra la historia de un Complejo de Edipo del siglo XXI a través de la trasgresión de este código. Llegado cierto punto de la evolución de la clonación genética, el sistema debió inventar esta ley que marca que dos personas que tienen un cierto porcentaje de equivalencia en sus genes no pueden caer en el incesto.
Un detective (Tim Robbins) viaja a Shangai a resolver un caso de falsificación de pasaportes, y en ese viaje se enamora de la culpable (Samantha Morton), y ponen en juego las leyes de la ciudad y a su destino inevitable.

Además de rodar una hermosa historia de amor en escenarios naturales de las grandes urbes posmodernas, este film nos hace reflexionar sobre los límites de la genética y realiza una fuerte crítica social al sistema que excluye una y otra vez a los mismos, que como verán, son los únicos que conservan la memoria. También nos invita a pensar sobre los nuevos debates filosóficos que se avecinan en este nuevo siglo, gracias al avance de la ciencia.

martes, marzo 21, 2006

Informe (Georges Bataille)

Un diccionario comenzaría a partir del momento en que ya no suministra el sentido sino los usos de las palabras. Así, informe no es solamente un adjetivo con determinado sentido sino también un término que sirve para descalificar, exigiendo generalmente que cada cosa tenga su forma. Lo que designa carece de derecho propio en cualquier sentido y se deja aplastar en todas partes como una araña o una lombriz. Haría falta, en efecto -para que los académicos estén contentos- que el universo cobre forma. La filosofía entera no tiene otro objeto: se trata de ponerle un traje a lo que existe, un traje matemático. En cambio, afirmar que el universo no se asemeja a nada y que sólo es informe significa que el universo es algo así como una araña o un escupitajo.

Fuente: Bataille, Georges, La conjuración sagrada: Ensayos 1929-1939, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003.

sábado, marzo 18, 2006

Los tesoros (Editorial 3)


Cualquier ritual carnífero que se precie de tal implica una minuciosa serie de filosos pasos que, despojado el cuerpo de su nutricia carne, proceden con el examen del cráneo atravesando cartílago y materias grises hasta llegar y diseccionar y desarticular esos preciosos tesoros, los ojos. Por supuesto que entonces ya no importa el hambre o ningún otro instinto de supervivencia; guía, más bien, un cirujánico morbo que sólo se satisface con la deglución, o con la mera pica y exploración. Y el resto queda "arrumbao, para que alimente algún chancho, o carancho".

SOLUCIÓN OFTÁLMICA
Tobramicina: 0,3%
Dexametasona: 0,1%
Hialuronato de Sodio: 0,3%


Si hay algo que me asustó durante toda la infancia, y todavía me aterra, son las gotas para los ojos. A diferencia de la de los oídos, que a fuerza de otitis supieron volverse costumbre, mantener los párpados abiertos para ver la gotita asomarse en la punta del goteo, verla vacilar, verla engordar y desprenderse, sentir el contacto del líquido frío de heladera, su espesor entremezclándose con las pestañas, la deliberada intransigencia del globo ocular frente a la sustancia que lo invade e irrita… Intransigentes somos en insistir aún mas con anteojos o lentes de contacto, protectores para la pantalla, mas gotas para ojos, la visita anual (mas o menos dilatada a piacere o poder) al oftalmólogo, con su prueba de fondo de ojo y otras torturas. Por algún motivo, somos celosos guardianes de nuestros ojos, de su integridad física, de lo que con ellos miramos y elegimos ver, de las imágenes que allí atesoramos. Queremos tener nuestro archivo único de imágenes particulares, placenteras; quisiéramos poder regalarlo como muestra de nuestro aprecio: si Van Gogh realmente hubiese apreciado a Gauguin le habría dado un ojo. Quisiéramos regalárnoslo como muestra de nuestro propio aprecio y no lo hacemos porque a la vez perderíamos lo más valioso que tenemos. Entonces los cuidamos y los alimentamos de buenas imágenes, y cuanto mucho, regalamos algo de aquellas a otros ojos hambrientos, pero siempre a cuentagotas, generalmente porque somos egoístas, fundamentalmente para no desvalorizar nuestro archivo propio. Y he aquí que repartimos pequeños émulos de golosinas caníbales.

RECETA CONTRA EL MAL DE OJO
1 Huevo de gallina, crudo
1 Vaso de cristal transparente, lleno hasta la mitad de agua
Procedimiento:
La persona a limpiar deberá quedarse en lo mínimo de ropa posible (es decir, en ropa interior) y echarse en una cama, boca arriba y con los ojos cerrados. Concentrate en pensamientos positivos, tomá el huevo y pasáselo por todo el cuerpo (sin romperlo), como si fuera una piedra, mientras rezas alguna oración o meditas. Rompé el huevo y vaciá su contenido en el vaso con agua: si aparecen hilillos, ramificaciones o burbujas; es que la persona tenía mal de ojo y la has limpiado. Hay que repetir el hechizo una vez por semana, hasta que la clara del huevo salga completamente transparente.


El ojo es, probablemente, una de las partes del cuerpo humano que más connotaciones simbólicas posee a través de los distintos credos y mitologías. Control, sabiduría, poder percepción; invariablemente para nuestra civilización occidental sigue siento aquel platónico espejo del alma, y nos miramos a los ojos para ser sinceros, y nos enamoramos a primera vista, que es mas romántico, y cerramos los ojos en señal de confianza. Corpóreo como es, el ojo abre las puertas del mundo al alma, abre las puertas del alma al mundo: el ojo es una frontera. Precioso tesoro, el ojo es una intersección.

viernes, marzo 17, 2006

"La rabia es la tinta de mi escritura"

Acá, estoy empezando a subir De perlas y cicatrices (Santiago de Chile, LOM, 1998), libro de Pedro Lemebel en el cual se recopilan sus crónicas radiales, la mayoría de ellas sobre el golpe de Estado y la dictadura de Pinochet en Chile. Hay crónicas relamente exclentes asi que les recomiendo que se den una pasada.

PD.: También podrán encontrar La esquina es mi corazón (Santiago de Chile, Seix Barral, 1995) y Loco afán (Santiago de Chile, LOM, 1996).

martes, marzo 14, 2006

Presentación de Modos de lo extraño

Presentación de Modos de lo extraño (Mónica B. Cragnolini, comp., Buenos Aires, Santiago Arcos, 2005)

Miércoles 15 de Marzo a las 19 hrs.

Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502)

Modos de lo extraño es el resultado de una investigación colectiva. Los trece artículos reunidos en este volumen intentan indagar la "actualidad" de la filosofía nietzscheana en los debates contemporáneos sobre la alteridad y los modos alternativos de pensar la subjetividad. En diálogo con Deleuze, Heidegger, Merleau-Ponty, Cacciari, Agamben, Derrida y Toni Negri, los autores se proponen seguir las huellas del pensamiento posnitzscheano en torno a los conceptos de hospitalidad, comunidad y alteridad. En la presentación hablarán, además de Mónica B. Cragnolini, compiladora del volumen, Adrián Cangi y Alejandro Kaufmann.

jueves, marzo 09, 2006

Metamorfosis (Georges Bataille)

Animales salvajes. Con respecto a los animales salvajes, los sentimientos equívocos de los seres humanos son tal vez más ridículos que en ningún caso. Está la dignidad humana (aparentemente fuera de toda sospecha), pero no haría falta ir al zoológico: por ejemplo, cuando los animales ven aparecer la muchedumbre de niños seguidos por los papás-hombres y las mamás-mujeres. Parezca lo que parezca, el hábito no puede impedir que un hombre sepa que miente como un perro cuan­do habla de dignidad humana en medio de los animales. Pues en presencia de seres ilegales y básicamente libres (los únicos verdaderos outlaws) la más inquietante envidia sigue prevaleciendo sobre un estúpido sentimiento de superioridad prácti­ca (envidia que se manifiesta entre los salvajes bajo la forma del tótem y que se disimula cómicamente bajo los sombreros de plumas de nuestras abuelas). Tantos animales en el mundo y todo lo que hemos perdido: la inocente crueldad, la opaca monstruosidad de los ojos, apenas distinguibles de las peque­ñas burbujas que se forman en la superficie del barro, el horror unido a la vida como un árbol a la luz. Quedan las oficinas, los documentos de identidad, una existencia de sir­vientas amargadas y, no obstante, una especie de locura estri­dente que en el curso de algunos extravíos linda con la meta­morfosis.

Podemos definir la obsesión por la metamorfosis como una necesidad violenta, que se confunde además con cada una de nuestras necesidades animales impulsando a un hombre a desistir de repente de los gestos y las actitudes exigidos por la naturaleza humana: por ejemplo, un hombre entre otros, den­tro de un departamento, se tira al suelo boca abajo y se pone a comer la papilla del perro. De modo que en cada hombre hay un animal encerrado en una cárcel, como un preso, y hay también una puerta, y si entreabrimos la puerta, el animal se abalanza hacia afuera como el preso que encuentra la salida; entonces, provisoriamente, el hombre cae muerto y el animal se comporta como animal, sin preocupación alguna por sus­citar la admiración poética del muerto. En ese sentido se pue­de considerar al hombre como una cárcel de apariencia buro­crática.1

1 El artículo "Metamorfosis" publicado en la revista Documents tenía tres partes, la primera, titulada Juegos abisinios, escrita por Marcel Griaule, la segunda, Fuera de sí, por Michel I.eiris, y la tercera era éste texto de Bataille (T.).

Fuente: Bataille, Georges, La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003.

domingo, marzo 05, 2006

Presentación: Promesas naturales de Oliverio Coelho (La otra orilla, grupo Norma)


Acompañarán al autor Gustavo Ferreyra y Juan Becerra. Interpretación actoral: Analía Couceyro. Música de Axel Krygier.

Miércoles 8 de marzo a las 19:00. Auditorio. Entrada libre y gratuita.

Fragmento:

I – Los ilotas

A la madrugada, en silencio, Bernina armó un pequeño equipaje de mano con lo imprescindible. Mientras sus dos soberanos dormían en un rincón, retiró de un armario a Ungi y se dispuso a abandonar su hogar de adopción. Desde el umbral observó por última vez el escenario de la convivencia. En ese ámbito había pasado el último periodo de su vida. No recordaba un lapso temporal, pero por las variaciones de su propio cuerpo, por la profundidad de sus caprichos y por el derrame y la contaminación interior de las voces, sabía que había transcurrido quizás demasiado: el equivalente a una infancia, pero elevada y abstraída en la alquimia de la madurez.

Transitó calles desiertas. La luz susurrada del amanecer, la naturaleza inmóvil y como empedrada en las formas más bajas, emparejaba la extensión de fachadas y cuerpos recostados en banquinas de tierra roja.

En cuánto el sol despuntara y el tendal de cuerpos resurgiera e imantara el horizonte en una aleación de movimientos acéfalos, ella quedaría reducida y expuesta a cualquier depredación sensual. Cualquier provocación o falta de tacto delataría su travesura. Lo sabía y ya combinaba en la cabeza todo tipo de precauciones.

Poco después algunos ilotas fueron incorporándose e identificando su presencia con un brillo sobreexpuesto, como si sorbieran las imágenes y las compactaran en el universo diferido de las cosas deseadas. Bernina se sintió irreal. Ignoraba la naturaleza de su propia culpa y por prudencia, para no alentar persecuciones, se desvió. Casi no se detuvo a estudiar esas caras parpadeantes y amoratadas que intentaban comprender en la comisura del sueño el soplo totémico de la aparición.

Como prefería evitar el despertar inconmensurable de tantos ilotas, fue aproximándose a una zona muerta, a un intervalo virtual de la ciudad. Ahí la cantidad de cuerpos disminuía. En general eran niños desnudos yabroquelados unos a otros. Algunos estaban despiertos y reptaban hacia ella para olerle los pies e incorporarla a una futura emulsión onírica. Refunfuñaban y se rascaban, pero no colegían de una mujer un universo de riesgos lógicos. Veían en ella una cosa originaria, una muñeca orgánica y ambulante, pero con el detalle inquietante de otro olor, otro origen. [...]

El autor: Oliverio Coelho nació en Buenos Aires en 1977. Publicó la nouvelle La víctima y los sueños (2002), y las novelas Tierra de vigilia (2000), Los invertebrables (2003) y Borneo (2004). Ha colaborado en distintos medios, entre ellos, La Nación y Perfil. Promesas naturales es el último libro de la trilogía futurista iniciada con Los invertebrables y Borneo.

Blog del autor: Conejillo de indias

jueves, marzo 02, 2006

Golosinas de esta semana...

Se estrenan esta semana en la pantalla grande:

No dudés (y salí con vestidos floreados):

"Capote" de Miller Bennett. Dicen que con una actuación muy lograda de Philip Seymour Hoffman (antes en "Perfume de mujer", "Magnolia" y varios otras con grandes actuaciones en todas) en el rol del escritor norteamericano, en su primer protagónico y como candidato indiscutido para el Oscar del próximo domingo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/subnotas/1904-661-2006-03-02.html

Dos documentales:

"La historia del camello que llora" de Byambasuren Davaa, Luigi Falorni.

Sinopsis: "Primavera en el desierto de Gobi, sur de Mongolia. Una familia de pastores nómadas asiste los nacimientos de su manada de camellos. Una de las hembras tiene un parto dificultoso, y con la ayuda de ellos, nace una rara cría blanca. La camello madre, perturbada por el largo y doloroso parto, la rechaza, negándole la lactancia y su amor maternal. Las esperanzas de supervivencia para el pequeño camello parecen esfumarse, como último recurso los pastores buscan a un músico de un poblado distante, quien puede ejecutar un antiguo ritual. Algunas leyendas pueden ser reales…"

"Cándido López – Los campos de batalla" de José Luis Garcia. Director de larga trayectoria como director de fotografía que retoma las consecuencias de la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, a partir de los cuadros de Cándido López. Sale con pocas copias, pero búsquela, esta es la que no hay que dudar de la semana.

(en el Malba también hay: Pelea de John Ford vs. Howard Hawks; y sigue "Río Arriba" que todos vieron como fiesta de reencuentro entre mochileros de viaje al norte, pero dicen que es mala).

En la Lugones hay.

Dudá ( y mirate una de Hitchcock en casa) con:

"Lifting de corazón" de Eliseo Subiela. El affair de un cirujano plástico con su asistente personal, y el de su mujer con su terapeuta. "Llena de lugares comunes" (dijo Catalina en Telenoche).

"Destino final" de James Wong. Otra más de la saga que le escapa a la muerte, y no pienso ir a ver para no morir en el intento. Recuerdo que de la primera, lo único bueno fue ver el backstage donde mostraban como el colectivo que chocaba a un joven tenía un colchón en el frente. Pero, Javi dijo en casa "Uy!, tenemos que ir". Y Javi no le pifia con las de acción.

Para ver los horarios y carteleras de todos los estrenos presione aquí.

 

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