miércoles, julio 30, 2014

Entender, destruir y crear


Recibo agradecido el libro Entender, destruir y crear. Un recorrido por los tres primeros años de la revista Luthor (2014). La edición es de Edefyl, un colectivo editorial de los estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA que se reunieron para publicar libros vinculados con las carreras de dicha facultad, bajo licencias Creative Commons, con precios accesibles. Pueden conocer más sobre el colectivo editorial y sobre otros títulos lanzados, acá.
Sobre la revista Luthor (y el grupo de colaboradores que la sostiene) ya escribí sobre sus primeros números, colaboré con una modesta reseña por ahí y ahora recibo gustoso un libro que devoraré y comentaré en breve: Entender, destruir y crear. Luthor hizo que la teoría literaria y la reflexión en torno de las ficciones (en sentido amplio, desde los videojuegos hasta las sagas, pasando por el cine y la literatura clásica) recibiera nuevos aires y nuevas reflexiones, al menos, en el campo estancado de los estudios literarios y culturales argentinos que abrevaban cómodos en el posestructuralismo o en una especie de mescolanza de teorías estéticas y filosóficas. Tal vez solo podamos medir la importancia del grupo Luthor y de su publicación en el futuro, cuando la reflexión sobre la literatura, en particular, y la cultura, en general, se haya abierto un poquito más a nuevas ideas y nuevos modos de pensar. Como decían en su primer número:
Lex Luthor no busca destruir a Superman por considerarlo defensor de la humanidad, sino para recuperar un campo de poderes indebidamente usurpados a ella, condenándola a una situación de eterna minoridad. Ese es el complejo humanismo de Luthor. Y, salvo porque no nos identificamos con su resentimiento ni sus ambiciones corporativas, sus objetivos también son los nuestros: entender, destruir y crear. (Editorial por Grupo Luthor)
El libro pueden comprarlo por muy poco dinero. También pueden bajarlo, gratuitamente, de acá para empezar a disfrutarlo online.
Larga vida a la revista Luthor. Espero el tomo II.

PD.: Los mismos desquiciados de siempre, habitantes de los mundos ficcionales, organizan estas jornadas a las que lamento no poder asistir. "Mundos ficcionales y teorías de las ficción - Primeras Jornadas"

viernes, julio 25, 2014

Prólogo a Los reportajes de Félix Chaneton (Juan Manuel Levinas)

En 1984, Carlos Correas publicaba su novela Los reportajes de Félix Chaneton por la editorial Celtia. Hacia 2000, conseguirla era casi una tarea utópica. Una novela poco leída e inhallable. Encontré un ejemplar usado, de casualidad, y pude tener una experiencia de lectura extraordinaria, como las que suele proponer Correas en su narrativa y ensayística (si es posible distinguir entre ambas). 
Por suerte, en plan de recuperación de la narrativa de Correas, hace un par de años, la editorial Interzona publicaba Un trabajo en San Roque (2005), para volver a leer cuentos fundamentales como "La narración de la historia" y otros inéditos que recuperan el tono de Los reportajes... Años más tarde, la editorial Mansalva recuperaba otros textos en Los jóvenes (2012). Sin embargo, quedaba como deuda pendiente la reedición de Los reportajes de Félix Chaneton
En 2014, treinta años más tarde, Interzona reedita la novela de Correas, con prólogo de Edgardo Scott. No puedo menos que celebrarlo (y sostener el interrogante por el proceso de canonización al que podríamos estar asistiendo). Para ello, subo el prólogo que abría la vieja edición de Celtia, un prólogo apócrifo firmado por un tal Juan Manuel Levinas.


Prólogo (Juan Manuel Levinas)

Los tres relatos que siguen fueron encontrados entre los papeles de Félix Chaneton. Corresponden a tres momentos sucesivos de su vida. Aquí aparecen por primera vez. Se trata, pues, de una publicación póstuma.
El título para el conjunto —Los reportajes de Félix Chaneton— me pertenece y creo indicado justificarlo. Como de ordinario entendemos por reportaje el texto elaborado tras una encuesta personal del autor, mitigaremos condescendientemente, según se quiera, esa ordinariez si encuestador y encuestado son uno y el mismo en el hecho estético. No porque la sola belleza no pueda ser ordinaria; no ordinaria es la belleza inventada desde la nada y con la materia. Estos reportajes son autorreportajes a modo de capítulos de una novela autobiográfica. Son las encuestas que se hizo quien debió descubrir que el hombre es hombre al ser cuestión de su ser, pregunta por sí mismo.
Venturoso y desasosegado descubrimiento, conque signifique arrostrar el miedo de pensar y actuar, pero igualmente el encontrarse en peligro en el mundo y en la sociedad. "¿Quién y qué soy?" "¿En qué me estoy convirtiendo?" "¿Qué hacer conmigo mismo?" son algunas de las rutinarias o balbuceantes fórmulas por las que vivimos y nos representamos la interrogación del ser hombre.
Y siendo imposible fundar literariamente lo propio sin fundar lo ajeno, toda autobiografía es una heterobiografía. Para contar una vida hay que volver contable la vida. Y ¿con cuál método? Problema humano: por el hombre vienen el cuento, la confesión y el método a la vida. Pues si yo soy lo que son los otros, confesarme es declararme y declarar a los hombres en mí.
Esta novela autobiográfica es una versión de sí mismo con los otros que ofrece el autor. No diré que es la única versión, pero sí la única literariamente verdadera y, entonces, materialmente falsa. El autor se reclama "creador", porque la obra es la "criatura" humana que es sólo efectiva, sólo vive, si los otros la nutren, amparan y limitan. El tradicional análisis de que un autor no consigue escapar a sus límites ha de ser reemplazado por la comprensión del autor que persigue y halla, felizmente, sus límites en los lectores. Pero debe hallarlos devastando las inercias institucionales de muerte que aún separan a los hombres. Los autorreportajes novelados de Félix Chaneton serán construcción de literatura si son aniquilación de la realidad, dada; por lo que tendremos calidad literaria en la medida en que la literatura sea destructiva: éste es su procedimiento definitorio, pues nada puede haber más inane para la literatura misma que la edificación. Así, es miserable para la literatura, el simple patetizar dichas o desventuras o el simple pormenorizar goces; un erotismo sin inmoralidad es la tontería doméstica; por el contrario, la pornografía, cuando es inventiva y no pobre estereotipo y receta probada, comporta ya más fuerza en su disolvencia: es la inmoralidad en estado, de gracia infantil.
Y puesto que inicialmente no hay literatura más que en nuestra imaginación, habrá que crearla con palabras. Chaneton, veraz fraudulento o apócrifo investigador, resultará de su obra y de sus lectores: aquélla y estos serán los autores de Félix Chaneton autor. Lo escrito por Chaneton ¿fue verdadero?, ¿fue falso? Solamente Chaneton literato será real. Los acontecimientos debieron ser convertidos en apariencias eficaces para que la realidad del autor pudiera ser literaria, la imagen necesaria de su texto novelesco. Y porque amé como pude a Chaneton, aunque él me ignorara, quiero sentir que esa conversión ocurrió, que Chaneton logró, antes de su muerte súbita, poner punto final no sólo a lo que quiso decir, sino a lo que había que decir.

Correas, Carlos (1984): Los reportajes de Félix Chaneton, Buenos Aires, Celtia, pp. 11-13.

PD.: Acá, una entrevista a Carlos Correas de 1990, realizada por Jorge Quiroga y recuperada por un blog genial llamado Palabras amarillas.

martes, julio 22, 2014

Mapas efímeros: Solos de remington

Mapas efímeros: Amante de la esencia (I) (II)

Para una explicación sobre estos mapas efímeros sobre la obra de Néstor Sánchez, leer acá
Esta es la primera parte de un mapa efímero sobre la escritura incluido en Solos de remington (2014). Se trata del último libro publicado por La Comarca libros que recopila este mapa, el primer libro de cuentos (Escuchando a tu hijo y otros relatos (1963)) y otros relatos como el último escrito por Sánchez.


Solos de remington (I) 

ese barrio con el olor a frito y anduve como un poseído a la par de la vía, sobre el barro debido a la garúa de toda la tarde con una docena de carillas repentinamente inexistentes en el bolsillo del sobretodo, el releído final de Rimbaud, Roberto Arlt fabricando medias en sus últimos días. Meses enteros privándonos, el alquiler de mi pieza atrasado, la necesidad de una máquina de escribir porque va la vida en eso: te lo reiteraba después de quince o veinte días en algún empleo y el encierro y enseguida la liberación que llegaba de vos, un nuevo poema que te leo y te sacude y me das la venia, vuelvo a levantarme por la tarde, a ponerme a salvo y rumiar la falta de comida, a salir desolados los dos por la puerta lateral del hipódromo de San Isidro.


Con el pulso normal a una hora semejante debí procurarme papel, cargar la mesita con la Remington y además colgarme una silla del hombro. Y sólo una vez introducidas las piernas bajo la mesita y respirando hondo (el aire salió despacio y un poco denso hacia el aire que me rodeaba) reiteré que debía escribir una única carta frente a la higuera: una única columna de humo entre tres gallinas y decenas de mariposas.
Mientras introducía la hoja y la acompañaba con el rodillo lo asociado en primera instancia fue el viejo Jonathan Swift entre las tres muchachitas irlandesas en el mismísimo corazón de Irlanda: viejo Jonathan hacia la primera parte del final usted declaró voy a morir por la copa (como un árbol) por la copa con pelo, y en resumidas cuentas usted había vivido toda su vida por la copa y entonces por eso, escribí dieciséis veces exactas por eso y arranqué el papel de la Swift e hice un bollo que fue a pegarle justo a una de las gallinas que apenas aleteó sin convicción alguna. Las mariposas arrastradas por el mismo aire a golpearse contra las plantas a golpearse contra las paredes: pasé otra hoja y la acompañé con el rodillo, la ubiqué a margen y entonces fue cuando se produjo esa especie de corte momentáneo entre la glorieta y las gallinas, entre la suposición de Orsini en el aro y la higuera sostenida por estacas, entre el gran teclado Jonathan bajo los agujeros de mi nariz y la pobre mujer de Lot.

Lo mismo escribí querida Amparo de Frías a pesar de no haberla conocido convendrá (simbólicamente) conmigo en que toda desesperación, en particular toda desesperación maschwitziana dañaba indirectamente a los yuyitos: vuelta a arrancar el papel y a estrujarlo en un bollo que esta vez se cargó un poco de tensiones inconfesables y otro poco con los vestigios de la gran huevada patética; cayó a metro y medio del anterior, sin golpear a ninguna de las tres gallinas que daban la impresión de permanecer lo que se dice ajenas al nítido y casi milagroso sonido de la Swift.

Encendí un cigarrillo mientras con la otra mano pasaba una nueva hoja donde casi enseguida escribí cierto entrecomillado programático, reflexivo, muy breve porque empezaban a llegarme ruidos ligeros, algo vehementes desde la parte central y por lo tanto la arranqué e hice bollo y pasé nueva hoja donde escribí una frase algo exaltada sobre mi cuerpo allí, en el pico, frase que enseguida taché con equis en hilera: querida Batsheva debido a un montón de razones parecería imposible (reiteré cinco renglones de parecería imposible, me levanté percibiendo nuevos ruidos intimidatorios adelante, vi leche en la higuera, vi Lima y aquel hombre P. R. entre pausas que me había preguntado aquello con muy pocas esperanzas de que lo entendiera, sin énfasis entre la palabra vida y la muerte, vi la enormísima huevada siempre al alcance de la Swift, hubiera pateado en paz y por patearla a una de las tres gallinas ignoradoras de las mariposas sobre mariposas) y al volver y sentarme embollé la hoja, pasé otra, reiteré parecería imposible preguntándole a continuación, confesional, en qué momento iba a confiarme sus poemas y sus prosas de cámara y si ser cómico de la lengua representaba su vocación ineluctable: más allá de los bollos —y de la enormísima imprecisión— todavía me parece necesario escribir por lo menos una única carta como si únicamente después de escrita pudiera empezar (di dos espacios y levanté la vista y olí a dentífrico) a reírme de una vez por todas del remitente…

Batsheva ayudándome a recoger los últimos bollos reprimió a ojos vistas la tentación de desenrollarlos y poco más tarde trasladábamos la mesita y la silla mientras Orsini irritaba con vueltas de carnero muy torpes en la parte superior del aro que a pesar del alero le brillaba al sol de la mediamañana en el traspatio.

(continuará...)


viernes, julio 18, 2014

Voy: La experiencia poética en Néstor Sánchez

sábado, julio 12, 2014

Lo chequeado y lo no chequeado

Daniel Link responde a una columna de La Nación que lo incluye en una "lista negra" del kirchnerismo:
El viernes de la semana pasada, Jorge Fernández Díaz escribió en La Nación: “Hay listas negras en nuestro país. En ellas relampaguean los nombres de Beatriz Sarlo, Tomás Abraham, Santiago Kovadloff, Jorge Asís, Daniel Link, Matilde Sánchez y de decenas de pensadores, narradores y poetas.”
Si bien me gusta imaginar mi nombre relampagueando, no me considero incluido en ninguna lista negra, y no estoy seguro de que alcance el hecho de que a alguien no le paguen un pasaje a una Feria del Libro para tipificar un acto de censura.
La respuesta sigue acá.

viernes, julio 04, 2014

Música para mis ojos



¿Pogo con Borges? ¿Groupies de Bioy? ¿El temazo de Girondo? ¿Pinto el cuarteto con Cortázar? "Literatura que suena" es un proyecto genial de la gente de Editorial Clase Turista quienes propusieron a músicos jóvenes argentinos reversionar en canciones clásicos de la literatura argentina.
Escuchen y lean, acá.
 

Blog Template by YummyLolly.com - Header Image by Vector Jungle