viernes, enero 31, 2014

la escritura es un hecho atómico

El mundo editorial es político. Es político porque encontrarle un nombre al proyecto es darle una identidad, una dirección, una intención. Es político porque confeccionar un catálogo, armar colecciones y decidir qué entra (qué no) y por qué es un modo de hacer visible ciertas escrituras, ciertos pensamientos. "Es político en la medida en que enmarca no sólo obras o monumentos, sino el sensorium de un espacio-tiempo específico, siendo que dicho sensorium define maneras de estar juntos o separados, de estar adentro o afuera, enfrente de o en medio de, etc. Es político en tanto que sus haceres moldean formas de visibilidad que reenmarcan el entretejido de prácticas, maneras de ser y modos de sentir y decir en un sentido común; lo que significa un "sentido de lo común" encarnado en un sensorium común" (Rancière hablando sobre la política de la estética). Por eso, me gustaba la idea de iniciar el 2014 presentando algunos proyectos editoriales, hacerles tres o cuatro preguntas y darles visibilidad y circulación. Un pequeño excursus por las políticas editoriales.


Empecemos con hecho atómico ediciones (twitter, fb, mail), quienes tienen mi entera simpatía por haber publicado a Fabián Ludueña Romandini (ya lo he citado en alguna ocasión) con un libro sobre Lovecraft: h. p. lovecraft. la disyunción en el Ser (pronto será leído y reseñado).
Las respuestas son del editor Emmanuel Taub.

GC: ¿Por qué la editorial se llama “hecho atómico”?
ET: La idea surgió desde una proposición del Tratactus logico-philosophicus de Wittgenstein. Sin embargo, había algo en la palabra que era atractivo más allá del significado propio que le había dado el filósofo a aquella expresión. No sólo en la sonoridad sino en la fuerza de la imagen de pensar la escritura como un estallido atómico, como una revolución del universo. Aquello me llevó a pensar que el devenir de la palabra y la escritura en el mundo era un “hecho atómico”. Más aún, la violencia de la palabra en un mundo mudo de lenguaje humano, es lo que termina transformando al mundo mismo para el hombre. Es más que una forma de expresión o comunicación, es la posibilidad de abrir el mundo y de formar parte de él. Un mundo que estaba y estará aquí a pesar del hombre. Escribir es un hecho atómico, rebelarse al lenguaje del tiempo y el espacio y de esa forma violentar la naturaleza. Es por ello que la filosofía que le da sentido al proyecto editorial se basa en esta idea: “la violencia de la palabra pueda hacer belleza de este mundo, la escritura es un hecho atómico”.



GC: ¿De qué modo piensan las relaciones entre filosofía, estética y literatura? ¿Qué criterios tienen en cuenta para armar el catálogo?
ET: Desde un primer momento la propuesta editorial se sostiene sobre el diálogo entre las disciplinas; más aún, sobre la idea de que no existe la filosofía, la estética o la literatura por sí mismas separadas una de la otra. En este sentido, la idea es romper con la construcción disciplinaria academicista que separa los nichos de conocimientos según parámetros de políticas universitarias y presupuestarias. Lo que quiero decir es que existe cada uno de estos ámbitos del conocimiento pero que no son entes separados, sino que estamos constantemente en diálogo, y esa es la única forma de construir un saber y una comunidad de conocimiento.
Frente a esta concepción del mundo de las ideas, la política editorial de Hecho atómico se sostiene justamente en priorizar aquellos textos que tengan la apertura de un estilo de ensayo y el formato de un tratado. Porque lo que tuvimos en mente antes de elegir los primeros textos, y los que siguen en la colección, es la idea de un determinado formato de libro. Justamente, no publicamos libros con más de cien páginas, y el foco está puesto a la calidad del texto y al cuidado del libro. De esta manera, la línea editorial se va construyendo según estos intereses y bajo un elogio de la rareza: queremos textos que digan algo, que apuesten por proponer formas, hipótesis, teorías, imágenes. Nuestro límite es material, y tiene que ver con la cantidad de páginas, en cuanto a las disciplinas, desde la filosofía hasta la literatura, desde la teoría estética a la ilustración, la fotografía, o el comic, trataremos de publicar todo lo que nos produzca deseo e inquietud de lectura.

GC: ¿Cuál es la apuesta en términos del libro como objeto?
ET: Hecho atómico se sostiene sobre una idea de libro como objeto y desde allí, para bien o para mal, como dije en la respuesta anterior, se elige o convoca autores para construir el catálogo. La idea es que creemos profundamente en el valor del libro y del papel. Y en el proceso de construcción del libro como objeto único. Es por ello que uno de los valores fundamentales de nuestros libros, además del cuidado que le ponemos a la edición, es que los libros son ediciones numeradas a mano. Cada libro es único. Nuestras ediciones son de quinientos ejemplares numerados y cada libro es el que hay y el que habrá. Creo que esa es una manera de darle un valor extra al objeto tan bello que es el libro, y una manera de pararnos frente a la velocidad del mundo. Un mundo que ha perdido el sentido de los artesanal. Queremos reivindicar el libro, la imprenta en el sentido artesanal del trabajo de dedicación. Pero artesanal en el sentido más bello de la palabra: artesanal como producto del trabajo, de uno mismo, junto a otros, y donde el producto final es el que se consigue. No somos parte de un engranaje: somos el engranaje, y las partes, y el resultado. El libro es un producto humano, tan humano que puede que nos termine constituyendo. El libro es tal vez el último refugio de humanidad; la humanidad misma. Cada libro es un mundo: apertura y fragilidad. El libro es una obra en sí misma, el resultado del trabajo entre el hombre y el mundo.

GC: ¿Qué libros publicaron hasta el momento y qué piensan publicar en 2014?
ET: Los primeros dos libros que han aparecido en la colección son: gilgamesh o del origen del arte de Marcelo G. Burello y h.p. lovecraft. la disyunción en el Ser de Fabián Ludueña Romandini. Además, en estas semanas estamos empezando a distribuir el nuevo libro, que por otro lado es nuestro primer libro de cuentos e ilustraciones; se llama otros cuentos y otros cuentos y es obra de Tobías Schleider, y viene con ocho ilustraciones especialmente preparadas para el libro de Alan Berry Ryhs. Para la segunda mitad del año estaremos publicando un ensayo sobre Aby Warburg y una traducción de una conferencia de él, un libro de fotografías preparadas también para el formato de la editorial y un ensayo sobre la mímesis. Igual, siempre seguimos en la búsqueda de nuevos títulos.

lunes, enero 27, 2014

Dos bocas (Santiago Dabove)

Entonces llegamos a un lugar donde la gente tenía dos bocas, una en la cara y otra en el vientre. Se sentaban en la mesa y cuando traían los manjares, sacaban de vez en cuando un trozo y se lo llevaban a la barriga.
Esta feliz disposición les permitía hablar y sonreír con toda cortesía mientras los vientres absorbían.
Esa gente decía que esto era una ventaja, pues palabras y sonrisas no se mezclaban tropezando entre grasas y sopas. Sus bocas chiquitas y de lujo estaban hechas para una función superior, pero no decían nada espiritual, quizá porque todo debe ser mezclado y con algo de salvaje hasta la verdadera elegancia.
Yo pregunté si lo que comía allí en la barriga era otra cabeza.
—No puede haber dos cabezas en un cuerpo, contestó un médico. Es una boca contra natura que hacemos a la gente elegante. también hacemos ano contra natura, para jóvenes sanos de buena sociedad.
—¿Cómo puede ser? ¡Es monstruoso!
—Para que usen el otro en funciones "estéticas".

Dabove, Santiago (1976): La muerte y su traje, Buenos Aires, Calicanto, p. 165.

jueves, enero 23, 2014

El escritor dios y las convenciones sin fin

El escritor dios (o semi dios) que encontró en la palabra escrita un medio para decir lo que quería decir, parecería condenado a no poder pensar los límites de toda convención como una pauta de eticidad: nunca más lejos de la poesía que es, antes que ninguna otra cosa, una única voz que nos habla.
Y no cuestionar los límites (mejor sobrepasarlos en beneficio de la ampulosidad de una "técnica"), representa, aunque involuntaria, una postura ética que a esta altura llena los estantes y amenaza sepultarnos en papel.
Tal vez por eso, por no haber pensado nunca en estos términos, a muy pocos les tiembla la mano (en cuanto dioses, o semidioses) frente a la disyuntiva de caer en la trampa donde quedará al descubierto, en última instancia, una actitud de vida: en cuanto la necesidad expresiva lo requiere nuestro poderoso buceador se mete, imprevistamente, en la cabeza de un personaje, recorre sus células y nos cuenta, desde ahí, lo que dicho personaje piensa en relación con lo que a él le preocupa para seguir adelante; o se mete deliberadamente en el corazón, y nos cuenta desde allí lo que el personaje siente; o de pronto se convierte en niño y habla como un niño (los traspirados esfuerzos de la verosimilitud), en una mujer adúltera y habla como mujer adúltera, en un viejo ferroviario y habla como un chico que es una mujer adúltera jubilada que sigue sin darnos la menor noticia del desopilante pretidigitador escondido detrás de una máquina de escribir.
Así, entre el cartón y las convenciones sin fin, nunca falta -en las buenas novelas- alguna descripción del paisaje, sobre todo como presentación de capítulo o descanso dramático, nunca falta la corroboración de un fenómeno meteorológico tal cual, el personaje que abre la puerta y entra vestido con esa ropa y entonces se encuentra de lleno con el otro personaje con el que a su debido tiempo hablará, impunemente, telefónicamente y hasta que sea necesario, de las cosas que piensa el que está aburrido detrás de la máquina.
La lista de convenciones flagrantes, inadmisibles como simplificación y como actividad real de un hombre, es demasiado larga. Se la sabe larga y tediosa cuanto más grande es la necesidad de limitarse (como autor, como lector) a fin de reconocer en la página escrita el significado de nuestra situación como hombres, una situación sin atenuantes. Por eso que no puede ser reducido a un problema técnico; se trata de un problema ético, mucho más complejo en la medida que se reconoce la complejidad y riqueza del instrumento que se tiene y se desprecia: el lenguaje.
Sánchez, Néstor (2013): "Márgenes" (1969) en Ojo de rapiña: monólogos sobre una experiencia de escritura, Buenos Aires, Editorial La Comarca Libros, pp. 26-28.

viernes, enero 17, 2014

Florida y después


El bajo porteño que recorrí en mis veintitantos tenía ese hálito, procesado de otro modo, con cierta angustia, desconcierto y haciendo del placer una forma de resistencia. Poniendo bombas intracapilares, criptomenemistas, que trataban de sabotear un “relato” de otra forma. Tomando lo que la corrupción desmedida (que nos vendía Página/12, del que éramos acérrimos lectores) y la vulgaridad sin colador, disfrazada de “apertura económica”, nos ofrecía para el goce (vinos, habanos, libros y CDs importados), pero dotándolo de un sentido subversivo. El placer crítico de la productividad elogiada y el desguace era un arma política, ahora se ve más claro. Todo era una forma de resistencia hedonista a la uniformidad (que no llamaría “neoliberal” por ser un cliché), al gestionismo frívolo y el economicismo rampante, a la reducción al número (uno a uno), a la avispa presidencial, al humor barato y pretendidamente “transgresor” del conductor canchero de turno. Nadie creía en ello. No era apoliticismo porque se hablaba de política entre amigos pero con otra retórica y modos, quizá más sofisticados o menos exhibicionistas que los de hoy. Era una política no partidaria ni de trincheras (moneda corriente estos días) que no caía en el cinismo de “dar la vida” por una militancia falaz que termina, a la vista está, en contrato, robo, omisión, caja o beca: un aparato del Estado paquidérmico e hipócrita al cual muchos someten su libido. Hay poca erótica fuera de esa sumisión estos días.
Un ensayo-crónica de LDF, "El bajo, un estado de ánimo" en donde la calle Florida y sus alrededores como plano espacio-temporal sirven para pensar las modas culturales pero también las políticas de deseo. Más allá del acuerdo o no con la perspectiva del filósofo cronista, es un texto que habilita una reflexión intertextual (está ahí el cruce productivo entre Ezequiel Martínez Estrada y Héctor Libertella, entre Néstor Perlongher y Soda Stereo) sobre una zona urbana de flujos deseantes. No pude evitar pensar en el capítulo de Aquí América Latina (Eterna cadencia, 2010) de Josefina Ludmer en el que la autora y Libertella recorren la ciudad de Buenos Aires reflexionando sobre los tiempos yuxtapuestos: (cf. Agamben): "Y entonces cada punto de la ciudad pero también cada sujeto, cada idea, cada imagen… es y contiene su historia, sus formas anteriores y sus pasados yuxtapuestos". En fin, lean y disfruten del texto de LDF sobre el bajo porteño.

jueves, enero 16, 2014

Un pequeño paso...

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Al infinito y más allá!

lunes, enero 13, 2014

Los libros de Gaiman


Hace unos años, pongamos 1999 o 2000, en una casa de historieta efímera (ya no existe) en la ciudad de Miramar, me encontré con las novelas de Neil Gaiman. Iba buscando algún comic de Spawn pero en vidriera me llamó la atención un libro escrito entre Gaiman y Terry Pratchett (cuyas historias en Mundodisco había comenzado a devorar), Buenos presagios (Good omens). Recuerdo que primero compré ese, una novela cómica entre ángeles, demonios y carreteras yanquis, y la antologia de relatos The Sandman: book of dreams, compilada por el autor de la saga y por Ed Kramer (allá lejos y hace tiempo, cuando inaugurábamos este blog con mi amigo Pablo, subí unos fragmentos del genial prólogo, escrito por Frank McConell, sobre la necesidad de dioses). Luego, llegaría el turno de la novela de ciencia ficción Neverwhere, en la que Gaiman plantea un mundo subterráneo degradado y oscuro.
Los años pasaron y más allá de la insistencia de otro amigo, no volví a acercarme a la literatura de Gaiman (aunque sigo deseando conseguir y terminar la saga de The Sandman, una obra maestra de la cultura escrita). Me entero por esta nota de Mariana Enriquez que sus últimas novelas y libros para chicos empiezan a circular por las librerías argentinas y no puedo más que celebrarlo (y ahorrar peso por peso para adquirir American Gods, que parece que se las trae): 
En todas las fantasías de Gaiman, por más oscuro que sea el mundo y terrible lo que se tiene que enfrentar, el protagonista escapa, o encuentra las herramientas para hacerlo. Escribía en The New Statesman Laurie Penny: “Los libros de Gaiman suelen seguir una estructura básica. Debajo de la superficie hay otro mundo oscuro y la gente común –gente sola, perdida– pueden encontrar el camino hacia allí si son muy valientes o tienen suerte. La puerta mágica en la pared que te saca de tu vida y te lleva a otra. Gaiman ha perfeccionado la fórmula y nadie lo hace mejor. No es una sorpresa que sus lectores lo amen como una droga. Otros escritores de fantástico y novelistas gráficos contemporáneos de Gaiman –Warren Ellis, China Miéville, Alan Moore– tienen una agenda política. Pero aparte de cierta militancia por los derechos de la comunidad lgbt, el trabajo de Gaiman es puro escapismo, y eso quizá lo hizo tan popular en los ’90 y en los 2000: un tiempo en que a la gente se le permitía soñar sobre diferentes vidas pero no sobre cómo cambiar la propia. Fueron los años en que los jóvenes necesitaban historias para sobrevivir. Todavía las necesitamos...
A Gaiman no le molesta que su ficción sea considerada “escapista”. Dice, citando a Tolkien, que los únicos que están en contra de escapar son los carceleros. Y agrega: “La gente me suele preguntar: ¿cómo se siente acerca de que lo que escribe es fundamentalmente escapista? Y yo respondo que, para mí, no hay nada malo con querer escapar. Alguien que está en una situación imposible y a quien se le abre una puerta por la que se puede ir, y se puede ir de una manera genuina, y en ese irse puede aprender cosas y juntar una armadura y conocimiento y armas para que, cuando vuelva a la prisión, sea una mejor prisión. Eso es algo bueno. Eso nunca puede ser algo malo”.
 

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