lunes, septiembre 12, 2016

"Salas Subirat hizo algo demasiado groso como para que la cultura argentina no tenga ni registro de él": entrevista a Lucas Petersen



Termino asombrado un gran libro sostenido sobre una dedicada y minuciosa investigación: El traductor del Ulises, de Lucas Petersen (Sudamericana, 2016). Con sus virtudes y sus defectos, se trata, sin dudas, de uno de los libros del año y de un ejemplo de obra compleja, trabajada y pensada. Petersen reconstruye la biografía de José Salas Subirat, un vendedor de seguros, hijo de inmigrantes, participante lateral del grupo de Boedo, escritor insistente pero defectuoso y, sobre todo, traductor del Ulises, de James Joyce. La pregunta es clara: ¿cómo? 
El logro del libro de Petersen es rearmar con una exploración del contexto socio-cultural que, por momentos recuerda a Una modernidad periférica, de Sarlo, con la lectura crítica de publicaciones firmadas por Salas Subirat (reseñas, artículos, libros sobre venta de seguros, ficciones, cartas íntimas entre cónyugues, etc.) y con momentos de su vida el camino inexplicable que pudo conducir a un hombre cualquiera a embarcarse en la primera traducción al español del complejísimo libraco de Joyce, frente a traductores profesionales y cenáculos de eruditos, y ¡lograrla! Ese desparpajo, esa confianza, ese esfuerzo se evidencia en las páginas de El traductor del Ulises. Por otro lado, el libro de Petersen se transforma en una análisis de genética textual al no detenerse solo en la hazaña y avanzar en una valoración de la traducción lograda por Salas Subirat y reponer la discusión alrededor de dicho trabajo. No pienso decir muchos más sobre el libro, vale por sí mismo y lo recomiendo fervientemente.
A continuación, van unas preguntas que muy gentilmente respondió Lucas Petersen, autor del gran libro El traductor del Ulises.

Golosina Caníbal: ¿Cómo llegaste a Salas Subirat?

Lucas Petersen: Una vez, en una entrevista en Página/12 por la publicación de Trabajos, Juan José Saer reinvindicaba su figura. Al ver el entusiasmo con que lo hacía, corrí a la biblioteca a ver si el Ulises que me había comprado a un precio irrisorio era el de Salas Subirat. Efectivamente. Desde ahí, me quedó picando el nombre. Años después leí Ulises y, al terminarlo, decidí ver en internet qué se sabía de aquel personaje tan curioso que reivindicaba Saer. Vi que no había casi nada: datos sueltos, a veces contradictorios; una lista de libros inverosímil; ni una foto. Lo que encontré, también, es que era una suerte de mito entre escritores y traductores. A partir de ahí empecé a madurar la idea de que, cuando terminara la facultad, iba a ponerme a buscarlo.

GC: ¿Cómo organizaste la investigación que desembocó en el libro? ¿Cuánto tiempo te llevó la organización del material, la redacción de la bio, el contraste entre los materiales de traducción?

LP: En total, desde que empecé a investigar (es decir, al día siguiente de entregar la tesina en la facultad) y la entrega de la última versión del libro (hubo al menos cinco), pasaron seis años. El primer año estuvo solo dedicado a ver si encontraba a algún familiar. El apellido que legó a sus hijos era Salas, por lo que buscaba en un universo de… decenas de miles de personas. Si no los encontraba, no iba a avanzar con el resto. Lo primero en lo que avancé una vez que los encontré fue en su trayectoria en Boedo, dada la accesibilidad de materiales sobre el tema. El resto de la investigación no tuvo un orden prestablecido, ni precedió a la escritura. Fue un trabajo hormiga: cada pista que aparecía en las cartas, en sus libros, en los materiales que conserva su familia y que me podía remitir a otra cosa, por minúscula que fuera, era seguida meticulosamente. Como estas pistas podían ser de cualquier momento de su vida, no hubo un orden específico. El contraste fue simplemente una relectura comparada. No recuerdo cuánto llevó porque tuvo algo de recreativo.

GC: ¿Cómo decidiste el estilo y la estructura de El traductor del Ulises? ¿Tuviste otros libros o textos como modelo?

LP: El estilo, digamos, no se decide demasiado. Tengo una formación periodística (no sólo gráfica, sino especialmente de radio), lo que me conduce casi naturalmente a esforzarme por ser transparente, sin resignar ni complejidad en las ideas ni en el léxico. Lo mismo que siempre traté de hacer, en gráfica y radio. Suena un poco grandilocuente, pero si hubo algún programa de escritura fue algo parecido a eso. En cuanto a lo otro, no soy gran lector de biografías. Te diría que las pocas que leí me influyeron decisivamente. Richard Ellmann, desde ya, por su ambición totalizadora. Timerman, de Mochkofsky, por la forma en que enlaza personaje y época. Piazzolla, de Fischerman y Gilbert, por el enfoque ensayístico del músico, sus fuentes y su inserción en el contexto. También las biografías de músicos de Sergio Pujol, especialmente la de Yupanqui. Tené en cuenta que vengo del periodismo musical.

GC: ¿Se te presentaron dificultades a la hora de reponer datos o libros en la vida de Salas Subirat? ¿Cuáles?

LP: Los libros de Salas Subirat están casi todos en la Biblioteca Nacional (o todos: sospecho que los que no están es porque finalmente no se editaron). En cuanto a los datos, las dificultades fueron muchas. Como sabe cualquier investigador, la falta de cuidado en los archivos hizo que todo esté muy desperdigado (una revista acá, un libro allá, imposibilidad de acceder a los archivos de los diarios si no se tiene una fecha precisa). Y mucho se hacía a ciegas: ir a buscar a ver si en tal libro, tal revista, tal periódico aparecía algo. Ayudó mucho internet, donde uno encuentra pistas a lo loco si busca realmente en profundidad.

GC: ¿Por qué rescatar la obra y vida de Salas Subirat? ¿Qué importancia le das al contexto cultural en el que se inserta Salas Subirat para la realización de su increíble tarea?

LP: En principio, porque es interesante, atractiva, increíble, inverosímil, lo que se te ocurra. Es una vida, literalmente, de novela y no hay nada más movilizador que contar una buena historia. En segundo lugar, como digo en la "Introducción", porque es una forma de reivindicar a toda una generación que ha sido bastante ridiculizada, pero sobre todo muy incomprendida. En tercer lugar, por lo que realmente empecé: porque hizo algo demasiado groso como para que la cultura argentina no tenga ni registro de él.
En cuanto al contexto, ocurre lo de siempre: individuo y contexto se condicionan mutuamente en una relación repleta de tensiones. Contexto, por otra parte, es una palabra demasiado general como para responder, digamos. Pero vengo de las ciencias sociales, insisto, y me cuesta ver a un individuo –incluso una personalidad tan fuerte, como la de Salas Subirat- actuando aislado. Él actúa a partir de ciertas condiciones, pero también lo hace en contra de otras. “Yo soy yo”, diría Ortega, “y tu circunstancia”, agregaría Gasset.

GC: ¿Vale la pena reeditar algo más de este autor, además de su mítica traducción?

LP: Lamentablemente, creo que no. Sus libros de seguros se reeditaron en México hasta los años 80. Hoy ya perdieron vigencia. En cuanto a su producción literaria, diría que nada. Podría ingresar en alguna antología de carácter testimonial, pero cuando uno lee sus obras no puede más que pensarlas como puro pasado, como inscriptas en una estética y una ética que nos resulta ya demasiado ajena. Sí tiene una novela inédita que tiene algún pasaje simpático (meramente aceptable, digamos), pero que imagino más en una historieta que como libro.

GC: ¿Estás trabajando en nuevos proyectos de escritura o de investigación?

LP: Y… algo hay, por supuesto. No quiero adelantar mucho porque estoy apenas explorando. Todavía tengo que medir en el terreno de la investigación y la escritura la viabilidad de la idea. Sería un puñado de biografías cortas, pero al lazo que las vincula prefiero mantenerlo en secreto, al menos por un tiempo.

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