Hace unos meses, me viene aquejando una cuestión en relación con las lecturas que se han realizado de la obra de Borges: ¿por qué hay tan pocos trabajos críticos sobre El libro de arena (1975)? ¿Qué tiene esa colección de cuentos que incomoda tanto a la crítica? ¿Será su calidad (¿existe algo como la calidad literaria?)? ¿Serán los temas de sus cuentos? ¿Habrá cierto desdén frente a este Borges que se aleja de sus cuentos más metafísicos, más intelectuales, más atados a los juegos del lenguaje y la filosofía (pienso en los de Ficciones (1944) y El Aleph (1949))?
En este sentido, La conjura de los justos: Borges y la ciudad de los hombres de Diego Tatián (Las cuarenta, 2009) viene a llenar un espacio vacío a través de una reflexión en torno a la obra de Borges y la filosofía política, deteniéndose particularmente en cuentos de El libro de arena y textos de los demás libros de Borges. El conjunto de artículos, ensayos y ponencias que forman este libro exploran la posibilidad de una política, o mejor, de una ética, rastreable en la obra borgeana y con cierto correlato en su biografía (así, en “Borges último”, Tatián lee la voluntad de Borges de ser enterrado en Ginebra como una puesta en crisis de los nacionalismos, el anhelo de una “ciudadanía del mundo”).
En una primera instancia, Tatián inicia su propuesta de lectura, en “Ética de la transmigración”, señalando a la hospitalidad en Borges como lo dado, como lo que antecede al lazo social: una “forma de trato primera entre los solitarios, los singulares y los raros”. Así, muchos de los cuentos de Borges están poblados por este tipo de sujetos: extraños hombres errantes que expresan la multiplicidad de los otros y que son recibidos por los demás personajes con la “apertura de la puerta”, escena de la hospitalidad sin condiciones (situación contraria a la planteada por la filosofía política contractualista que partiría de una enemistad natural y en la que la hospitalidad sería una convención). De ahí pasamos a la recuperación de Spinoza como referencia y como motivo en la obra de Borges, en “Geometría y amistad”, ya que se trata de echar luz sobre una ética borgeana que apela a lo múltiple, una pasión por los otros (por sus lenguas, sus literaturas, sus mitologías) que “revela los grandes motivos de un mundo más allá de la política”. El artículo sobre Spinoza y Borges revela la relectura original que realiza el autor de El otro, el mismo de la Ética spinoziana, poniendo especial énfasis en el problema del tiempo y la infinidad de formas en que un acontecimiento puede suceder; pero, a la vez, señala el íntimo lazo, de amistad, que une a estos dos pensadores de lugares, tiempos y lenguas diversas (vayan como prueba los dos poemas que recoge Tatián: “Spinoza” y “Baruch Spinoza”).
Luego, en “Historia de la historia”, Diego Tatián traza un recorrido de los relatos de la historia en Borges (cruzándolo con Hannah Arendt pero también con Elizabeth Costello de Coetzee) para señalar el descentramiento que realiza el autor de El informe de Brodie al oponerle al origen griego, un origen múltiple y no solamente griego; y una teología de la historia que lee en los acontecimientos una “disputa eterna entre dos fuerzas”. Por otro lado, el mundo como secreto y el secreto como constitución de una conjura y de una comunidad, asuntos que atraviesan cuentos como “Undr”, “El congreso” y “el etnógrafo” y que son claramente pensados en “El secreto del mundo”, le sirven a Tatián para comenzar a caracterizar esa ética borgeana que había comenzado en la hospitalidad y en la multiplicidad como bases y que, a partir de este texto, coloca al secreto como punto de encuentro entre los hombres (“Instrumentos inconcientes de una contienda única de las mismas fuerzas, los hombres se ven obligados a la lucidez del desciframiento más que a la invención.” (p. 81)).
Más adelante, “Lo inhabitable” y “La habitación del monstruo” nos muestran la reflexión en la obra borgeana en torno la posibilidad de una política, frente a las muchas dimensiones de la barbarie y la fascinación que esta genera, frente a la teatralidad de lo político. En este punto, Tatián lee “There are more things” como una variante de “Casa tomada” de Cortázar y, así como lo había sido “La fiesta del monstruo”, como una restitución arquetípica y mítica de una escena originaria: El matadero de Echeverría. En este sentido, el “viejo individualismo solitario y ácrata” que Borges pregona, como continuador de Macedonio Fernández, se articulará luego en la “conjura”: “La idea de individuos que secretamente están salvando el mundo gracias a la conjura que su sola existencia pone en marcha…” (p. 97).
El anteúltimo texto de La conjura de los justos, “Azar y rebelión”, se interna en uno de los cuentos más complejos de Borges (bah, cuál no): “La lotería de Babilonia”. Tatián se detiene principalmente en las repercusiones del azar en el cuento borgeano y sus vínculos con otras concepciones del azar rastreables en la filosofía (Epicuro, Maquiavelo, etc.). En el cuento de Ficciones, el azar se nos muestra como la destrucción de la política pero también como dispositivo estabilizador que reduce cualquier posible revuelta y, en esta representación, arrastra al humanismo y todas sus variantes, abriendo la posibilidad de pensar en nuevas formas de lo político, en nuevas formas de relacionarse: la conjetura y la conjura.
La conjura de los justos: Borges y la ciudad de los hombres de Diego Tatián es un libro por demás interesante porque explora y encuentra, en la obra borgeana y a través del despliegue de un fino y actualizado análisis filosófico, propuestas para pensar una ética y una política en relación con los conceptos de hospitalidad, multiplicidad y conjura. Sin caer en un análisis inmanentista y en el cruce con la biografía del autor (no como determinación, más bien como producción) y con otros pensamientos de la filosofía contemporánea y otros textos de la literatura universal, Tatián devela una voluntad que puede rescatarse de los textos de Borges para pensar una ética en los tiempos que corren.
En este sentido, La conjura de los justos: Borges y la ciudad de los hombres de Diego Tatián (Las cuarenta, 2009) viene a llenar un espacio vacío a través de una reflexión en torno a la obra de Borges y la filosofía política, deteniéndose particularmente en cuentos de El libro de arena y textos de los demás libros de Borges. El conjunto de artículos, ensayos y ponencias que forman este libro exploran la posibilidad de una política, o mejor, de una ética, rastreable en la obra borgeana y con cierto correlato en su biografía (así, en “Borges último”, Tatián lee la voluntad de Borges de ser enterrado en Ginebra como una puesta en crisis de los nacionalismos, el anhelo de una “ciudadanía del mundo”).
En una primera instancia, Tatián inicia su propuesta de lectura, en “Ética de la transmigración”, señalando a la hospitalidad en Borges como lo dado, como lo que antecede al lazo social: una “forma de trato primera entre los solitarios, los singulares y los raros”. Así, muchos de los cuentos de Borges están poblados por este tipo de sujetos: extraños hombres errantes que expresan la multiplicidad de los otros y que son recibidos por los demás personajes con la “apertura de la puerta”, escena de la hospitalidad sin condiciones (situación contraria a la planteada por la filosofía política contractualista que partiría de una enemistad natural y en la que la hospitalidad sería una convención). De ahí pasamos a la recuperación de Spinoza como referencia y como motivo en la obra de Borges, en “Geometría y amistad”, ya que se trata de echar luz sobre una ética borgeana que apela a lo múltiple, una pasión por los otros (por sus lenguas, sus literaturas, sus mitologías) que “revela los grandes motivos de un mundo más allá de la política”. El artículo sobre Spinoza y Borges revela la relectura original que realiza el autor de El otro, el mismo de la Ética spinoziana, poniendo especial énfasis en el problema del tiempo y la infinidad de formas en que un acontecimiento puede suceder; pero, a la vez, señala el íntimo lazo, de amistad, que une a estos dos pensadores de lugares, tiempos y lenguas diversas (vayan como prueba los dos poemas que recoge Tatián: “Spinoza” y “Baruch Spinoza”).
Luego, en “Historia de la historia”, Diego Tatián traza un recorrido de los relatos de la historia en Borges (cruzándolo con Hannah Arendt pero también con Elizabeth Costello de Coetzee) para señalar el descentramiento que realiza el autor de El informe de Brodie al oponerle al origen griego, un origen múltiple y no solamente griego; y una teología de la historia que lee en los acontecimientos una “disputa eterna entre dos fuerzas”. Por otro lado, el mundo como secreto y el secreto como constitución de una conjura y de una comunidad, asuntos que atraviesan cuentos como “Undr”, “El congreso” y “el etnógrafo” y que son claramente pensados en “El secreto del mundo”, le sirven a Tatián para comenzar a caracterizar esa ética borgeana que había comenzado en la hospitalidad y en la multiplicidad como bases y que, a partir de este texto, coloca al secreto como punto de encuentro entre los hombres (“Instrumentos inconcientes de una contienda única de las mismas fuerzas, los hombres se ven obligados a la lucidez del desciframiento más que a la invención.” (p. 81)).
Más adelante, “Lo inhabitable” y “La habitación del monstruo” nos muestran la reflexión en la obra borgeana en torno la posibilidad de una política, frente a las muchas dimensiones de la barbarie y la fascinación que esta genera, frente a la teatralidad de lo político. En este punto, Tatián lee “There are more things” como una variante de “Casa tomada” de Cortázar y, así como lo había sido “La fiesta del monstruo”, como una restitución arquetípica y mítica de una escena originaria: El matadero de Echeverría. En este sentido, el “viejo individualismo solitario y ácrata” que Borges pregona, como continuador de Macedonio Fernández, se articulará luego en la “conjura”: “La idea de individuos que secretamente están salvando el mundo gracias a la conjura que su sola existencia pone en marcha…” (p. 97).
El anteúltimo texto de La conjura de los justos, “Azar y rebelión”, se interna en uno de los cuentos más complejos de Borges (bah, cuál no): “La lotería de Babilonia”. Tatián se detiene principalmente en las repercusiones del azar en el cuento borgeano y sus vínculos con otras concepciones del azar rastreables en la filosofía (Epicuro, Maquiavelo, etc.). En el cuento de Ficciones, el azar se nos muestra como la destrucción de la política pero también como dispositivo estabilizador que reduce cualquier posible revuelta y, en esta representación, arrastra al humanismo y todas sus variantes, abriendo la posibilidad de pensar en nuevas formas de lo político, en nuevas formas de relacionarse: la conjetura y la conjura.
La conjura de los justos: Borges y la ciudad de los hombres de Diego Tatián es un libro por demás interesante porque explora y encuentra, en la obra borgeana y a través del despliegue de un fino y actualizado análisis filosófico, propuestas para pensar una ética y una política en relación con los conceptos de hospitalidad, multiplicidad y conjura. Sin caer en un análisis inmanentista y en el cruce con la biografía del autor (no como determinación, más bien como producción) y con otros pensamientos de la filosofía contemporánea y otros textos de la literatura universal, Tatián devela una voluntad que puede rescatarse de los textos de Borges para pensar una ética en los tiempos que corren.
2 comentarios:
Yo estoy mal o Las cuarenta tiene un libro de Kusch y ¡reeditó Marxismo y literatura!
Estás en lo cierto, tienen un catálogo realmente cautivante.
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