domingo, abril 15, 2012

La sinagoga de los iconoclastas (J. R. Wilcock) (XXXIII)

ALFRED WILLIAM LAWSON

Hace sólo veinte años existía en el estado de Iowa, cerca de la ciudad de Les Moines, una universidad en la que se impartían exclusivamente las enseñanzas de una única persona: la persona de su propietario, Alfred William Lawson.
Rector Magnífico y Primer Sabio de la Universidad de Lawsonomía, Lawson se describe a sí mismo en su libro Manlife (Vida de hombre), firmado con el pseudónimo Cy Q. Faunce y dedicado enteramente a la documentación de las propias gestas intelectuales, en los siguientes términos: «No hay límites para sus increíbles actividades mentales; infinitas inteligencias humanas se fortificarán y ocuparán durante miles de años en el estudio de las ramas interminables que brotan del tronco y de las raíces del más grande árbol del saber que haya producido hasta ahora la raza humana.»
En la contraportada del mismo libro, el editor (siempre el mismo Lawson) tributa respetuoso homenaje al autor: «Comparada con la Ley de la Penetrabilidad y del Movimiento en Zigzag y Remolino de Lawson, la ley de la gravitación de Newton se convierte en un ejercicio de escuela primaria, y los descubrimientos de Copérnico y de Galilea no son más que semillas infinitesimales del saber.»
«El nacimiento de Lawson fue el acontecimiento más importante de toda la historia de la humanidad», comenta inmodestamente Lawson. Este acontecimiento se produce en Londres en 1869. Trasladado junto con los padres a Detroit, a la edad de cuatro años el estudioso se enfrenta a su primer y fundamental descubrimiento científico: es decir, descubre que siempre es posible hacer salir por la ventana el polvo de la habitación, sirviéndose únicamente del aire de los pulmones; cuando, en cambio, se utiliza la reabsorción, el polvo vuelve a la habitación. Deduce así del fenómeno una primera intuición, de los dos principios elementales que regulan el movimiento del universo: Reabsorción y Presión.
Escapado de casa, practica muchos oficios y a los diecinueve años se convierte en jugador profesional de béisbol. En 1904 publica una novela, señalada por un crítico, con el título de la Peor Novela del Mundo. En su autobiografía, Lawson revela, en cambio, que su primera producción es la mejor novela jamás concebida por una mente humana. La novela narra, sin eludir repeticiones ni confusión, cómo consiguió el autor sacarse de encima el vicio de fumar; ha sido traducida al alemán, al francés y al japonés.
Acabada la novela, Lawson se dedica a la aviación y funda la Lawson Aircraft Corporation (fue él, en efecto, quien acuñó el vocablo aircraft, literalmente nave aérea, que hoy es sinónimo de avión en inglés). En 1919 inventa, proyecta y construye el primer avión para pasajeros. En 1921, uno de sus aparatos se desploma; Lawson se retira de la industria aérea para dedicarse a la sociología, creando la Fundación Bienhechora de la Humanidad, con sede en Detroit.
De repente se hace rico y famoso, gracias a un nuevo culto económico que ha inventado: la Sociedad del Crédito Directo. Como ilustración de este sistema de crédito directo, Lawson hace imprimir dos volúmenes, el primero en 1931, el segundo en 1937. El autor propugna la abolición del capital y la supresión del interés: estas dos únicas medidas bastarán para liberar el mundo de la tiranía del dinero y de los especuladores. La revista del movimiento, titulada «El bienhechor», no tardó en alcanzar una tirada oficiosa de siete millones de ejemplares; por su parte, la Sociedad del Crédito Directo atrae decenas de miles de afiliados; en sus reuniones visten uniformes y boinas blancas y un fajín rojo en bandolera.
El 1 de octubre de 1933, Lawson habla durante dos horas seguidas delante de 16.000 personas en el Estadio Olimpia de Detroit. Al cierre de la manifestación, todos los reunidos cantan a coro un himno compuesto para la ocasión en el que cada una de las estrofas termina con el estribillo:

Alfred William Lawson
es el máximo don
que Dios ha dado al hombre.

En 1942, ya riquísimo, con setenta y tres años, Lawson compra la Universidad de Les Moines, enorme complejo escolar clausurado desde 1929, para instalar en él la Universidad de Lawsonomía. Los únicos textos de estudio admitidos en la nueva universidad son los escritos por el rector magnífico. Los profesores de Lawsonomía se titulan Sabios, y los Sabios máximos, Generales. Los cursos son gratuitos; la universidad saca gran parte de sus fondos de la venta de material de desechos de guerra. Dado que el rector siente un odio especial hacia los cigarrillos y el humo en general, hace derribar la chimenea de la instalación de calefacción: el humo será después trasladado a distancia y hecho desaparecer mediante conducciones y galerías subterráneas.
A los estudiantes no se les permite comer carne; están obligados además a ingerir, junto con la ensalada cotidiana, una cierta cantidad de hierba del prado. Deben dormir desnudos y al despertarse están obligados a sumergir la cabeza en el agua fría. Dentro del recinto de la universidad están prohibidos los besos, por temor a los microbios. Este ascetismo monástico aparece compensado parcialmente por la iconoclastia de los estudios.
Por definición del propio Lawson, se denomina Lawsonomía «El estudio de la Vida y de todo lo que se refiere a la Vida». El estudiante de Lawsonomía debe renunciar a todas las ciencias oficialmente reconocidas, consideradas frívolas y falsas. «Los principios fundamentales de la física permanecieron ignorados hasta que no fueron descubiertos por Lawson», explica Lawson.
Para comenzar, la energía no existe. El universo está formado de sustancias de mayor o menor densidad, las cuales se mueven según los dos principios lawsonianos ya mencionados: Reabsorción y Presión. Sobre estos principios se basa la Ley de la Penetrabilidad, eficazmente complementada por el importante tercer principio del Movimiento en Zigzag y Remolino, que determina el movimiento de cada molécula. Para estudiar estos movimientos inmensamente complicados, Lawson propone la creación ab initio de una Matemática suprema, totalmente nueva.
La totalidad del mundo está regulada por la Reabsorción y la Presión. La luz penetra en el ojo por reabsorción, al igual que el sonido en la oreja. La fuerza de gravedad no es más que la reabsorción de la Tierra. A la luz de las leyes lawsonianas todos los problemas de la física se resuelven por sí solos. También en el campo de la fisiología: el aire penetra por reabsorción en los pulmones, la comida en el estómago, y por reabsorción la sangre corre por los miembros. Nuestras excreciones, en cambio, se deben a la presión. El torbellino vital subsiste en tanto que la reabsorción y la presión interior se equilibran; apenas se rompe ese equilibrio, el torbellino desaparece y sobreviene la muerte.
También la Tierra obedece a los dos principios. A través del éter circula otro elemento aún más sutil, el Léseter, o sea el éter de Lawson. La diferencia de presión entre el éter y el léseter provoca una gran reabsorción, que va a dar a un agujero en los alrededores del Polo Norte; un largo conducto atraviesa la Tierra, de uno a otro Polo, y de este tubo surgen las arterias que dan vida a todas las partes del planeta, junto con las venas que expulsan los materiales de desecho del organismo Tierra. El Polo Sur es el ano del globo, por donde son eliminados los gases de salida, por simple presión.
También, el sexo, tanto en los hombres como en las bestias, está regulado por la reabsorción y la presión; la reabsorción es la hembra, la presión la hace el macho. La fuerza magnética no es más que una forma degradada de atracción sexual. En el cerebro hay unas criaturas pequeñísimas llamadas Menorg (de «mente-organizadora»), a las que corresponde la tarea de dirigir las operaciones mentales. Sólo para mover un brazo, se deben poner en acción millones de Menorg, dirigidos todos ellos por un pequeño Jefe Menorg. En el cerebro también existen los Desorg, o sea los desorganizadores, que infectan las células y se encargan de destruir todo aquello que los Menorg construyen.
Como el rector Lawson se negaba a pagar los impuestos, Hacienda le obligó en 1954 a subastar su universidad, la cual fue comprada por 250.000 dólares y dedicada después a supermercado.

1 comentarios:

J la Rata dijo...

hace rato que vienen todos muy buenos. este tipo -como copi, creo- es una especie de terror de la estructura. nada sobra, ni una cláusula, ni una palabra, y sin embargo, es imposible asignar funciones, o por lo menos, es imposible asignar una función a cada elemento.

además, la risa.

 

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