domingo, marzo 15, 2020

Hugo Tabachnik en el camino

Hay dos motivos que me mueven a recuperar esta entrevista que Jorge Pistocchi le realizó al poeta y periodista Hugo Tabachnik. Por un lado, la necesidad de seguir aportando a la investigación alrededor de una generación beatnik en Argentina, con sus propias modulaciones, traducciones y obsesiones. El trabajo realizado por Federico Barea y el libro Argentina beat (Caja negra, 2016) como resultado del mismo sentaron las bases para poder poner ese nombre, esa etiqueta: beatniks argentin@s. En paralelo, existieron el documental de Diego Arandojo sobre la revista Opium y sus miembros (Opium, la Argentina beatnik, 2014-2015) y la muestra en el Museo de la Lengua de la Biblioteca Nacional, Déjalo beat. Insurgencia poética de los años 60 (2017). En este sentido, recuperar esta entrevista contribuye a seguir definiendo qué fue la Argentina beat, cómo se caracterizó la literatura beatnik argentina y cuál fue la relación entre esos escritores y escritoras y su contexto histórico.
El otro motivo que me moviliza a reproducir esta entrevista es el siguiente: cuando Hugo T. falleció en 2017, Fede Barea publicó esta entrevista en su perfil de facebook. Recuerdo haberla leído, también recuerdo haber pensado, y lo sigo pensando, en cómo se perdería ese documento en esa red social nefasta para la búsqueda de textos, fotografías y testimonios. Era inevitable. El buscador de fb es horrible, la red social no te permite archivar con ningún tipo de lógica (todo tiende a la entropía y al olvido en ese lugar y en otros como instagram). Por eso, copio, pego y formateo esta bella entrevista de Pistocchi a Tabachnik sobre los 60, la poesía, los beatniks argentinos y la búsqueda vital. Que la disfruten.

Poesía y otras intimidades
Entrevista de Jorge Pistocchi a Hugo Tabachnik

Jorge Pistocchi: ¿Cómo tomaste contacto con la literatura underground? ¿Cuál era el ambiente poético de aquella época?

Hugo Tabachnik: Fue en 1961… rodeado de aquella boiserie decadente ¿te acordás? del bar Florida en la calle Viamonte, cuando escuché a Leandro Katz leer la traducción que había hecho con Madela Ezcurra del poema Aullido de Allen Ginsberg para la revista Airón, que dirigía Basilia Papastamatíu. Fue mi primer contacto con una poesía confesional, descarnada, respirante y… me cambió la vida… claro, es fácil que a uno le cambie la vida a los veintipico… Fue una ventana abierta frente a la poesía que habían cultivado los de la generación anterior, los de Poesía Buenos Aires, empecinados en construir un lenguaje que en vez de servir de puente construía una muralla para diferenciarse de los Otros. Palabras muertas, exangües… Era lo que había y no nos interesaba… sin referencias… desconocíamos el inmenso acervo de la poesía del tango, supongo que por límites de clase… y tampoco nos identificábamos con la poesía arenguera, despojada de vivencialidad. Todo poema debía partir de una revelación. Sentíamos que debíamos vivir peligrosamente, probar el fruto prohibido y reconocer palmo a palmo un territorio exterior pero en realidad interior, nuestra América, negada obsesivamente por nuestro establishment transvestido de una europeidad fantasmagórica. Yo me largué por ahí luego de un tropezón con la muerte, porque la muerte es la que impulsa las grandes decisiones. Salí llevando un cuaderno con unos versos de Whitman que todavía conservo en mí: “A pie y alegre tomo el camino abierto,/ saludable, libre, el mundo ante mí,/ ante mí la extendida senda parda que conduce a dondequiera que yo elija…”. Así que alistamos nuestras mochilas e iniciamos un viaje que duró muchos años, en mi caso viví en una decena de países, amontoné más años fuera del país que dentro, estoy de vuelta desde hace tres, pero todavía me siento en el camino abierto...

JP: Y eran muchos los transeúntes del “camino abierto”, los que hacían camino publicando sus libros, leyendo sus poemas…

HT: Sí. Uno de los primeros en salir fue, luego de publicar su novela Es una ola, Leandro Katz. Leandro, el que nos cantaba canciones de Dorivar Caymmi (“O mar quando quebra na praia é bonito, é bonito…”), Leandro, quien luego de un largo viaje, recaló en el East Village de Manhattan, donde hizo infinidad de cosas. Basilia, Basilia Papastamatíu se quedó en Cuba. Luego… creo… Mario Satz, a quien reencontré en New York y Tel Aviv, recorrió toda América, París, Ibiza, Israel –ahora está en Barcelona– y publicó una tetralogía fabulosa. Miguel Grinberg, el constructor de una “zona de lucidez implacable”, editor de Eco Contemporáneo, Mutantia, autor de una lista extensa de libros sobre temas culturales y ecológicos, la única voz en impulsar una contracultura en Argentina, creador de una red de poetas de América, anduvo por Estados Unidos, Cuba, Brasil. Muchos recorrieron y vivieron en Brasil, supongo porque para nosotros era el país consagrado a Dioniso. Halma Cristina Perry convivió en el farrágo de la guerrilla peruana con su jefe, Hugo Blanco, y luego de un viaje alucinante –como todo lo que hacía– acabo siendo la Reina del Lower East Side. Poni Micharvegas dio muchas vueltas hasta anclar en Madrid. Vos, Jorge, también saliste hacia el norte con Gustavo Mac Lennan y el grupo Teatro de la Peste… ¿no?

JP: Sí… grandes rupturas… encuentros… ¿Y vos, cómo te encontraste como poeta?

HT: Leyendo poemas míos en casa de Oscar Steimberg, me asumí como poeta. Uno de esos momentos mágicos… No hice muchas cosas… Recuerdo un lectura, creo que la primera de esa característica que se hizo en Buenos Aires, en el teatro Theatron del actor y director Jorge Fiszson en la avenida Santa Fe en que terminamos desalojados por la policía. Cosas que ahora provocarían sorpresa e incredulidad pero que en esa época era pan de todos los días… Al año de vivir en Nueva York dejé de escribir porque para mí la poesía era una forma de vivir y lo estaba haciendo intensamente, perdidamente…

JP: ¿En que consiste para vos esa “forma de vida”?

HT: ¿La poesía como forma de vivir? ¿Vivir poéticamente? No sé… Supongo que cada cual debe buscar su propia definición… Para mí era rechazar los valores de la sociedad, provocar, ser libre, dropping out, autosegregación social, llevar a la práctica cotidiana el descubrimiento del ready made de Duchamp y, si es posible compartir, el hallazgo, patentizar el carácter paradójico de la realidad, el encuentro permanente con el yo-niño, la búsqueda de nuevos horizontes, escapar de cualquier destino manifiesto, vivir muchas vidas: participar de aquella lotería imaginada por Borges: “Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles”, aún debiendo padecer “lo que ignoran los griegos: la incertidumbre”…

JP: Hablame de los sesenta…

HT: ¿“The Golden Sixties”? ¡Uy! Generalmente los protagonistas no somos testigos fiables… Es cierto que fue una década de gran actividad literaria, se editan revistas culturales como El grillo de papel, clausurado por Frondizi, seguido por El escarabajo de oro; con la década desaparece Contorno, que no puede resistir la traición de Frondizi; Marcha, de Montevideo, imprescindible; Barrilete; Eco Contemporáneo, extendiéndose con El Corno Emplumado y Pájaro Cascabel; el semanario Propósitos de Leónidas Barletta, trayendo los ecos del grupo Boedo; Poesía Buenos Aires; Cormorán y delfín, de Ariel Canzani; Airón; Opium; La loca poesía; El ángel del altillo; Sunda, y otras que seguramente olvido… Ello acompañado por la cuidada edición a cargo de Aldo Pellegrini de Saint-John Perse, Henry Michaux, Benjamin Péret, Giuseppe Ungaretti, Czesław Miłosz, la Antología de la Poesía Surrealista, de Aldo Pellegrini, Con distinta piel, Retrato del artista cachorro, Bajo el bosque de leche, de Dylan Thomas… ¡Qué regalo escuchar la ronca voz de Dylan, hinchada de vida!

JP: También el movimiento de teatro fue importante.

HT: Sí. Es cierto. El teatro jugó un papel muy especial. Aparecen John Osborne, los iracundos, el teatro del absurdo con Harold Pinter, Artaud, Ionesco, Samuel Beckett, Jean Genet… y junto a ellos nuestros creadores en la brecha de The Living Theatre y el perfomance: Robertino Granados, Carlos Trafic, Jorge Fiszson, el Grupo Lobo… Asistir a uno de sus espectáculo era vivir una experiencia indeleble. Es que en todos los campos se estaba viviendo un período de deconstrucción. Free Jazz. Además aparecieron por aquí un grupo de “huéspedes ilustres” que rompieron nuestro proverbial aislamiento: Steve Lacy, Enrico Rava, Hank Mobley, Witold Gombrowicz, Gabriel García Márquez, Paco de Lucía, David Cooper… Existía un ambiente de jazz entusiasta aunque no original, noches en Mogador (Paraná, entre Córdoba y Paraguay), en La Cueva Pasarotus en la calle Pueyrredón (un invento del músico y pintor Juan Carlos Cáceres) o en Jamaica (San Martín y Charcas) donde el Gato Barbieri cohabitaba con Piazzolla y Salgán-De Lio.


JP: ¿Qué sentimientos empujaban ese cambio?

HT: Uno sentía que todo lo viejo se desmoronaba, que se creaban nuevos lenguajes… Se ampliaban los horizontes… Languidece la familia nuclear que existía hasta entonces… De la mano de psiquiatras como Alberto Fontana penetramos en el mundo del LSD, por un camino abonado por las lecturas de Las puertas de la percepción, de Aldous Huxley, cuya tercera edición publica la editorial Sudamericana bajo la inteligente dirección de Paco Porrúa, y los poemas del poeta, pintor, místico, psiconauta y gran viajero de la mescalina, Henri Michaux… Se abren las puertas también en las instituciones, el Instituto Di Tella aunque en el fondo haya sido sólo un intento de la burguesía autóctona de agiornarse y trasnacionalizarse, crea un marco propicio para el desarrollo de nuevas tendencias.….. El rectorado de Risieri Frondizi provoca un cambio progresista en la UBA, se crean las carreras de Psicología y Sociología y se concibe una editorial, Eudeba, que, como lo hizo Claridad en los años 20, vende sus libros de gran calidad a precios populares en los quioscos. Se produce una ruptura en la conservadora Sociedad Psicoanalista Argentina, lo que abre el camino a la Antipsiquiatría (Raúl Camino, en Entre Ríos, y Wilbur R. Grimson, en Lomas de Zamora), que se une a la labor de Enrique Pichón-Rivière. Pero…

JP: …vientos de fronda estaban soplando, ¿no?...

HT: Sí, la “democracia” se basaba en la proscripción del partido político mayoritario, lo cual creaba turbulencias que a su vez producían la intervención constante de las fuerzas armadas. El país atrapado en un time loop. La marchita, otra vez la marchita… De entre los azules y los colorados surgen los entorchados que serán los genocidas de la próxima década. El inicio del neoliberalismo que tiene su origen con la entrada del país al FMI -una de las primeras medidas importantes de la Libertadura- hinca el diente con el nombramiento de Alsogaray como ministro…Surge la resistencia: John William Cooke va a Cuba, Taco Ralo, JP, Vallese… Finalmente, con el beneplácito de las clases medias y altas, en junio de 1966, el Ejército derroca a Illia y comienza la llamada “Revolución Argentina”, una dictadura militar al mando del general Juan Carlos Onganía, un feroz miembro del “Opus Dei”, hijo dilecto de la Sociedad Rural Argentina, que implanta una rígida censura que alcanza a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales. “La Noche de los Bastones Largos”. El lunfardo desaparece virtualmente del tango. Su militancia católica fundamentalista lo lleva a crear una "Brigada de Moralidad", dirigida por Luis Margaride, la “Tía Margarita”, quien ya estuvo al servicio de Frondizi y que será en la próxima década el jefe de la Triple A. La "brigada" controlaba las polleras de las chicas y el largo del pelo de los chicos y hacía razzias en las Villa Cariño y los hoteles alojamiento. La “década prodigiosa” en Argentina fue cortita, cortita: duró hasta 1966.

JP: ¿Y se fue muriendo la poesía?

HT: Hubo un tiempo en que la poesía tenía un puesto bastante honorable dentro de los géneros literarios. Era inimaginable un suplemento literario de algún diario en el que no hubiese un lugar para un poema. Echándole una ojeada al catálogo de la “Biblioteca Clásica y Contemporánea” de Losada, la editorial de los emigrados republicanos españoles, se observa que la poesía ocupa un lugar importante, editaron lo mejor de la generación del 27 en ediciones baratas, populares… Claro, uno de sus directores era un poeta y un estudioso de las vanguardias, Guillermo de Torre… En los 60, una editorial underground como Sunda tiraba 4.000 ejemplares… Los libros de Thomas que editó Jacobo Muchnik se vendían muy bien. Durante mi adolescencia era habitual encontrarnos en casa de alguien para leer poemas en voz alta alrededor de la mesa… Esta afición aumentó con la aparición del fenómeno beatnik (este nombre nunca partió del Sujeto) que tuvo una exposición singular e intensa en los medios que, lástima, eclipsó a otros poetas muy importantes como Kenneth Rexroth… Yo he presenciado lecturas de poemas de Ginsberg en teatros repletos… Pero a fines de la década, tal vez con la aparición de Bob Dylan, cuyas letras desafiaban a las de la música pop convencional (Chimes of freedom) la poesía volvió a su lugar fundacional al lado de la música y así recuperó audiencias… Leonard Cohen es conocido por su música y no por su poesía escrita. Pero la poesía aún guarda para mí una resonancia especial, es una necesidad íntima. Ahora, casi a los 76 años, "yo, Teresias, viejo de arrugados pezones”, cuando los de mi edad escriben su epitafio, yo escribo poesía. Tengo un libro para editar, Volviendo a casa, con obvios ecos homéricos, en el que hablo de lo que se experimenta cuando se es viejo, en un mundo en que ser viejo es algo que hay que disimular… Aúpa…

Se incorpora trabajosamente, murmura unos versos de “Le tourbillion de la vie”, una canción de los 60, cantada por Jeanne Moreau en Jules et Jim, una película de Godard:

On s'est connus, on s'est reconnus.
On s'est perdus de vue, on s'est r'perdus de vue
On s'est retrouvés, on s'est séparés.
Dans le tourbillon de la vie…

Y se va.

3 comentarios:

Leandro dijo...

Comentario lateral a la nota...
Acumula nombres, hechos, etc., que no corresponden exactamente a la década del 60, sino que mezcla con los del 50. No es la primera vez que noto que, alguien que vivió esa época, realice ese mejunje... Hasta Terán, en "Nuestros años 60"... Por un lado me parece muy lógico (siguiendo la lectura de Terán/, pero por otro me resulta muy sugestivo... El lustro 55-60 es super fértil en ediciones, revistas, etc., pero lo solemos saltear. Quizás sea un interés propio (investigo revistas de esa época), quizás una mala interpretación...
Brindo por la continuidad renovada del blog. Gracias por el laburo de escribir y compartir. Abrazo

Matías dijo...

Sí! Es genial lo que anotás! Y tenés mucha razón.
Escribime al mail, contame qué andás investigando.
Me interesan mucho los 50, creo que ahí se gestan las vanguardias de los 60 y muchas veces la historia cultural parece plantear, por el contrario, que fue medio borrón y cuenta nueva.
Un abrazo y gracias por comentar.

Nora Patricia Nardo dijo...

Excelente entrevista, imperdible.Tengo el.placer de tener en mis manos el libro de poesía de Hugo Tabachnik "Volviendo a casa"

 

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