CONVERSACIONES CON EL PROFESOR Y
de Louis-Ferdinand Céline
con Mariano Dupont y Guillermo Piro
Martes 20 de diciembre – Librería Eterna Cadencia (Honduras 5574) - 19 horas
de Louis-Ferdinand Céline
con Mariano Dupont y Guillermo Piro
Martes 20 de diciembre – Librería Eterna Cadencia (Honduras 5574) - 19 horas
Copio la gacetilla:
Hacia fines de 1943, los panfletos antisemitas que Céline había publicado le vuelven como boomerangs en forma de amenazas de muerte: cartas, pequeños ataúdes, granadas y navajas habían empezado a formar parte de la correspondencia que le llegaba a su departamento en París. Céline huye con su mujer a Copenhague, donde es arrestado y sentenciado a pasar dieciocho meses en prisión en el pabellón de los condenados a muerte. Cumplida la pena, con pelagra, eczemas, reumatismos y varios dientes menos, se recluye en una choza al borde del Mar Báltico, y desde allí escribe y prepara su golpe de retorno al centro de la escena literaria francesa.
A comienzos de los años cincuenta, Céline regresa a Francia con el anatema de “desgracia nacional”. Las novelas que lo relanzarían después de siete años de exilio obtienen una pésima recepción crítica y pocas ventas: para la amplia mayoría de la escena cultural francesa, Céline es mala palabra, un personaje execrable sobre el cual debía pesar, como mínimo, la reprobación del silencio. En ese contexto, acechado, escribe las Conversaciones con el profesor Y como estrategia de promoción de sus escritos y defensa de su persona. En diálogo con un personaje imaginario, un típico fantoche celiniano con función de punching ball, Céline explicita cuál fue su contribución decisiva a la literatura francesa: devolver a la escritura la emoción del lenguaje hablado, ventilando el olor a podrido que levanta el cadáver de la lengua. Panfleto cómico y exaltado, megalómano y paranoico, Conversaciones con el profesor Y es el arte poética de Céline, a la vez que un extraordinario contraataque dirigido a un campo literario que lo consideraba acabado, perdido en las brumas de la irrealidad.
Traducción y prólogo / Mariano Dupont
Caja Negra Editora
http://www.cajanegraeditora.com.ar
2 comentarios:
Hay una nota muy buena en Ñ de esta semana. Como que Celine ridiculizó al mundo y a sus lectores con una muy impiadosa y burlona crítica, profunda hasta la genialidad. Era demasiado, había ido muy lejos, había cruzado la línea de tolerancia de una cultura hipócrita y cínica como la francesa de posguerra. Por eso lo castigaron mal. les decía en la cara lo bastardos que eran todos. Dice el artículo de Ñ:
"Louis Ferdinand Céline se definía a sí mismo como un lírico cómico. En ese sentido, algunos han dicho que su estrategia, finalmente, era la estrategia de un bufón: alguien que se ocupa de ridiculizar al mundo entero, como si éste no fuese más que una escena administrada por charlatanes, canallas y minusválidos mentales.
En su transitado volumen sobre la novela francesa de posguerra, Maurice Nadeau atribuye el odio que Céline suscitó desde la publicación, en 1932, de su primer libro, el Viaje al fin de la noche, a la idea de que "nadie tiene el derecho, si no es superior a la humanidad, a restregarnos la nariz con nuestra propia porquería, hasta la asfixia. Si Céline se arroga ese derecho, debe pagar las consecuencias".
Así, el problema de Céline (o el problema con Céline), la indigestión que, a cincuenta años de su muerte, sigue provocando cuando se lo lee, seguramente tenga más que ver con otra cosa que con su concepción del mundo. El problema con Céline está en su escritura; no es su moral sino su estilo.
Céline demostró como nadie que moral y estilo son una misma cosa. Que en el estilo se puede juzgar la moral de quien escribe y, lo que es peor, que el estilo de quien escribe es además un cuestionamiento directo a la moral de quien lee. A todos nos gusta juzgar lo que leemos, pero no que lo que leemos nos juzgue a nosotros. Como si dijéramos: "ya querríamos verlo a Céline pidiendo perdón". Pero eso no sucederá jamás. Céline nunca se defiende, está siempre pasando al ataque.
Está claro que Céline sueña hasta el final con hacer una literatura que haga que los lectores se asqueen con lo que escriben sus contemporáneos. No espera que le paguen, él mismo hace el gasto. Y jamás retira a la escritura de su condición de origen más concreta, que es la de la pobreza."
Genial, gracias por el aporte.
Publicar un comentario